En su estudio de grabación, Carlitos Jiménez, La Mona, es un niño con juguete nuevo al que sólo le importa cantar cuarteto, el folclore cordobés por antonomasia. Sin marcharse nunca de la ciudad, se convirtió en uno de los artistas más queridos por los argentinos. Sus bailes son una avalancha de colores, donde la algarabía es moneda corriente.
A la edad de 57 años —la entrevista es de 2008— La Mona continúa con la misma productividad que cuando era un adolescente: saca dos discos por año, uno para el invierno, otro para Navidad, “para que la gente no se aburra”. Él no hace cuarteto, es la encarnación misma del ritmo folclórico patentado por el Cuarteto Leo a principios de los años cuarenta. “Es cuando arman un cuarteto característico tocando ranchera, paso doble, foxtrot y tarantela, para los inmigrantes italianos y españoles. Para tocar en los campos, ¿viste?”, me explica sucintamente Carlitos Jiménez en la recepción de su oficina en el barrio residencial Cerro de las Rosas.
El cordobés más famoso hizo sus armas en el Cuarteto Berna, “donde yo cantaba por un sánguche y una coca, porque me gustaba cantar, nada más”. Intenta resumir su historial con ese ritmo histriónico que caracteriza a su música y a su hablar suspicaz: “Ahí estuve cinco años. Desde los quince hasta los veinte. Y grabo cinco discos. Después me separo de Berna y me voy al Cuarteto de Oro con Coquito Ramaló. Desde los veinte a los 33 años grabo 27 discos. Y después me separo de Ramaló, hasta ahora, que voy por el disco 77”.
Cuando comenzó su carrera solista a principios de los ochenta, a pesar de haber participado en los conjuntos fundacionales de la estética mediterránea, no pudo encontrar un club deportivo que le abriese las puertas tan fácilmente, sólo había cuatro donde se ofrecían grandes bailes. “Porque en ese momento me cierran todos los circuitos. Iba La Leo un sábado, Berna otro (Carlitos “Pueblo”) Rolán otro sábado y Coquito Ramaló con el Cuarteto de Oro”.
Algo así como el actual monopolio de los DJs residentes en la ciudad de Córdoba. Pero la luz se hizo y al instante La Mona tuvo su enclave en el Club Sargento Cabral de Barrio San Vicente, donde quedó mucha gente afuera deseando escuchar el hit “La Flaca Marta”. En los bailes se danza en círculos, la gente realiza diferentes figuras hasta el cruce entre hombres y mujeres, y es cuando Jiménez comienza a citar a los barrios acompañado de señas, un centenar, y las reproduce a todas. Allí también se sorteaban chapas [placas] de taxis, una fuente de trabajo para los asistentes.
El hall del estudio de Carlitos Jiménez da cuenta de todos sus logros. Premios a su música, fotos con estrellas de tango, de la canción melódica, de la tevé, y sobre todo, muchísimas con artistas de rock.
En 1988 La Mona se metió en Capital Federal, llenó la cancha de Atlanta, donde tocaban figuras del rock, e hizo dos noches en el Cemento de Omar Chabán —actualmente procesado por el fatal incendio de Cromañón en 2004, que dejó un saldo de más de doscientas víctimas. De aquella época rememora con afán: “Salió la esposa de Omar, la Katja Alemán, hermosa, y le gritaban puta, putaaaa, putaaa. Y ella contestaba: Sí, esta puta los va a hacer divertir a todos ustedes… traje a un amigo, para que los haga divertir. Y se abre la tela y aparezco yo: ‘Con una agujita de oro, te descorazonareeeeeé’. Y la gente… fue una fiesta”.
El hall del estudio de Carlitos Jiménez da cuenta de todos sus logros. Premios a su música, fotos con estrellas de tango, de la canción melódica, de la tevé, y sobre todo, muchísimas con artistas de rock. En una imagen está abrazado a Juanse de Los Ratones Paranoicos y a Pappo. “El Carpo tenía una casa en Carlos Paz, ¿sabías? Venía a ensayar con su grupo por quince días, pero los viernes sabía que yo tocaba en Sargento Cabral, y caía en un Rastrojero con los instrumentos y los músicos. Y me decía: —¿Mona, podemos tocar en la pausa tuya? Y dale Carpo, bajate todas las cosas. O sea que en el intervalo tocaba Pappo, tocaba cinco o seis temas”. Hasta que la gente le pedía que se bajara para seguir bailando. Otros de los que saben del asunto son el “Potro” Rodrigo —su coterráneo fallecido en 2000—, Andrés Calamaro, Manu Chao y Pity, de quien habla con mucho cariño: “Pity Álvarez, cuando viene a Córdoba, lo primero que hace es verme a mí, va al baile. Y se canta una canción conmigo. El Pity es el futuro Charly (García)”.
Además de las obras benéficas que realiza “cada vez más de Cayetano (en silencio)”, Carlitos es conocido por su candidez, por el amor a la cofradía, que hará presente en su última placa, donde tocan muchos cuarteteros de la ciudad. Pero hay una sorpresa más, y viene a la Radiohead, en otra compilación: “La Trilogía, es la invitación de todos los amigos míos del rock. Están Los Decadentes, el Mono de Kapanga, está Manu Chao, Andrés Calamaro, Fito Páez, Cordera, está… Pity Álvarez, ¿quién más…? La quiero mandar para que la bajen de la página de CMJ (www.cmj.com.ar), por Internet, gratis para toda la gente.
Ay, ese dulce retoño
La historia viva del cuarteto, autor de los inefables “Beso a beso” y “Quién se ha tomado todo el vino”, tiene una férrea herencia en su hija Lorena, actriz y cantante. Acerca de ella La Mona dice que “tiene el ángel”, y se hace vivo en las performances de la banda que ella comanda. “Le puse Qué las parió! por el acto de parir, de dar a luz… por el acto que hasta el momento sólo puede hacer una mujer. Y tengo un personaje para cada canción, interpretando distintos arquetipos femeninos”, apunta La Lore. Cuarteto, hip hop y bolero en la cintura de una chica avezada sin pelos en la lengua, como su papá. ®