La música en los libros

El ritmo perdido, de Santiago Auserón

Más en serio que en broma, Frank Zappa definió el periodismo musical como “una persona que no sabe escribir que entrevista a una persona que no sabe hablar para otra persona que no sabe leer”. Tenía razón aquel genial músico que nos abandonó en 1993, pues los descuidos, la improvisación y la veneración acrítica de esta vertiente del periodismo llamado cultural, o de espectáculos, son proverbiales.

Santiago Auserón: Juan Perro.

Santiago Auserón: Juan Perro.

No abundan en México los periodistas que ahondan en el análisis y la mayor parte se estanca en la celebración del artista, en lo grandioso de su último concierto o de su más reciente grabación. En otro ámbito, de los pocos libros que se detienen en el estudio de la música popular como creación y fenómeno social podemos mencionar La música en los siglos XIX y XX [2014] y La música en México [2010], coordinados por Aurelio Tello; Rock mexicano. Sonidos de la calle [1992], de José Luis Paredes Pacho, e Imaginarios musicales de la globalización [2006], de Héctor Villarreal, pero la verdad es que escasean en este país ensayos como Rastros de carmín, de Greil Marcus, o El significado del estilo y Cut ’n Mix: Culture, Identity and Caribbean Music, de Dick Hebdige.

Un libro muy importante, por ello, es el que acaba de publicar la Editorial Universitaria —de la UdeG—, El ritmo perdido, de Santiago Auserón, que fue cantante del grupo español Radio Futura y que se revela aquí como un musicólogo que explaya su erudición y la obsequia con humor y amenidad.

Un libro muy importante, por ello, es El ritmo perdido. Sobre el influjo negro en la canción española —publicado a fines de 2013 por la Editorial Universitaria de la Universidad de Guadalajara—, de Santiago Auserón, que fue cantante del grupo español Radio Futura y que se revela aquí como un musicólogo que explaya su erudición y la obsequia con humor y amenidad. El ritmo perdido arranca con una vívida descripción de su niñez y primera juventud en la España franquista, la irrupción del rock y la conmoción que esto significó en términos culturales, y que continúa con el viaje a París para estudiar a Lyotard y a Deleuze y Guattari. Auserón es pródigo al compartir la explosión de sensaciones e ideas que experimentó a partir de ese nuevo género que arrebataba a los jóvenes del mundo: el rock.

El filósofo cantante —que ahora se hace llamar Juan Perro— investiga los distintos orígenes y vertientes de la música española, como los complejos ritmos que llegaron con los esclavos africanos en la Edad Media, amalgamados con el tiempo con los primitivos y sensuales ritmos paganos del Mediterráneo, los cantos árabes y judíos, y posteriormente con las canciones gitanas. Un rico caldo de cultivo que dio origen a una profusión de géneros tan variados y hermanados como el tango, la rumba —las disquisiciones filológicas de Auserón sobre estos términos son magistrales—, la zarabanda, el pasodoble y tantos más que conformaron un inusitado mapa sonoro en España, el cual perdería brillo con la expulsión de árabes y judíos y la paulatina desaparición de los negros. Fue en América donde la raíz negra prendió otra vez con fuerza y produjo una nueva y extensa variedad de géneros, del blues del Misisipí al candombe del Río de la Plata. ®

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Publicado en: Diciembre 2013, FIL

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