La nostalgia de la infinitud perdida

El infinito en un junco, de Irene Vallejo

El infinito en un junco, de Irene Vallejo, es un ensayo entrañable hecho de la materia viva de cada idioma hablado y perdido durante el transcurso de la humanidad.

Irene Vallejo y uno de sus jóvenes lectores en la FIL de Guadalajara 2024. Foto: Lilián Solórzano.

El mundo se ha renombrado tantas veces a lo largo de la historia humana que el lenguaje evolucionó para ser asertivo con su época. Y El infinito en un junco, de Irene Vallejo, es un ensayo entrañable hecho de la materia viva de cada idioma hablado y perdido durante el transcurso de la humanidad. Es sentir el avanzar del tiempo por el cuerpo, una sensación poco usual, y le viene bien a este libro, que es la experiencia personal ajustada a la historia de la humanidad, desde su infancia y sus pasos crepitantes.

También el papel vital de la mujer a lo largo de las centurias, la resistencia milenaria.

Escribió Irene Vallejo sobre las eras y sus mensajes, sobre las formas y las maneras de ver el mundo desde el pasado remoto hasta hoy, siempre fluyendo por la sabia del lenguaje.

La autora viaja por los siglos conforme la humanidad va entendiendo el mundo y los calza a las palabras, algunas escritas y otras escuchadas en el viento; al lenguaje, al idioma primigenio y, al final, perpetúa el tiempo en el reino de las ideas. Entonces la memoria se vuelve presente.

Al seguir el camino de los siglos por las hojas del libro se percibe el nacimiento del espíritu de lo humano a través del evolucionar del lenguaje, la trascendencia a partir de lo efímero, un espacio entre los signos y palabras más antiguas hay todavía en lo escrito en la actualidad y en lo oral.

Vallejo hace presente ese lenguaje, que en la actualidad solamente habita el viento. De los territorios, espacios y ciudades donde alguna vez se habló sin dejar vestigios de escritura, pero han llegado hasta el presente por la evolución del idioma.

La escritora describe la evolución de la lengua humana y es imposible no percibir cómo se robustece la idea de humanidad, desde cómo el concepto de la violencia se incuba en el pensamiento de los países conquistados a la fuerza e impuesto un nuevo idioma, hasta el día de hoy la espada y el escudo es una imagen recurrente entre mi lenguaje emocional. Incluso, en los pequeños detalles de la humanidad, como cuando narra la autora su experiencia al iniciarse a leer y escribir, toma una fuerza inusitada.

Al paso de los capítulos se llena ese vacío del pasado remoto en la frágil memoria de quienes estamos de paso en un mundo que se niega a olvidar, y su instrumento más fiel es el libro.

La historia vivida por las mujeres

Hay también en el libro una resistencia ante la masculinidad impuesta a lo largo de las civilizaciones, y quedan retratados con avidez durante los capítulos. El sentido profundo de la resistencia y de la rebeldía a lo largo de los siglos se palpa con nitidez.

Cada uno de los personajes femeninos deja un camino por el cual seguir, y que Irene Vallejo hace visible de una forma cruda y sensible para comprender la importancia de cada uno en su periodo histórico como pilares también de la humanidad.

Rescatar esos nombres y situaciones por las que pasaron cada una de ellas es encontrarles un nuevo sentido en la actualidad. De ahí su valor, erigir en el tiempo los hechos remotos que fueron las semillas de los actuales por medio de vasos comunicantes en el libro.

La experiencia de todos

Durante los capítulos del libro hay episodios íntimos, esos por los que todos atravesamos, ese microcosmos personal de la infancia a través de la gran memoria de lo humano. Mientras leía estos pasajes, que era una resonancia de todo lo que está escrito en el ensayo a una escala de siglos, comprendí que la memoria se afina con el cuerpo.

La invención de los libros.

Mi infancia la pasé entre los pequeños estantes de la biblioteca familiar, y así como devoré los libros que ahí había, no dejé de sentir el mundo atravesar por mis sentidos y pensamiento por mi poca experiencia. Es la misma sensación al pasar por las hojas, y más cuando Irene Vallejo rememora sus primeros años, ésos donde el lenguaje era el único escape y salvación.

El cuerpo y el espíritu están labrados con palabras, y al paso de las centurias se convierte en este bello ensayo vívido y con ingrediente primigenio de donde provenimos todos, de la memoria y sus reductos provenientes de la palabra, el signo, el jeroglífico y el sentido.

Lo perdido está en la imaginación

A pesar de todo lo perdido durante el pasado, en el pensamiento y el cuerpo se percibe lo que alguna vez fue conocimiento y experiencia. Ese vacío enorme que llenar es la imaginación. De eso se nutre el texto al avanzar por sus páginas, la infancia y toda esa neblina de inocencia y de la atrocidad al mismo tiempo del paso de los siglos. ®

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Publicado en: Libros y autores

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