La película incómoda de Silvia Pinal

Las mariposas disecadas, de Sergio Véjar

Entre las parafilias más extravagantes se encuentra la atracción sexual por estatuas, maniquíes, muñecos u objetos inanimados. Julia transforma a sus jóvenes amantes en estatuas para preservarlos del deterioro causado por el paso del tiempo, como una afirmación de su amor.

Silvia Pinal y Ricardo Noriega en Las mariposas disecadas.

Las mariposas disecadas se estrenó el 9 de febrero de 1978.  Dirigida por Sergio Véjar, quien se inició en el cine como fotógrafo y técnico. Hizo su debut como director y guionista en 1953, manteniéndose activo hasta 1999 y llegando a dirigir más de cincuenta películas como Sólo de noche vienes, La trenza y El pacto, por mencionar algunas cuyo leit motiv es la crítica al fanatismo religioso, la sexualidad reprimida y otros temas de corte social como la homosexualidad, la pobreza, la moral y el incesto.

Contrario a las películas “buñuelescas” filmadas por Pinal, como Viridiana (1961) o El ángel exterminador (1962), título éste que no fue creación de don Luis sino extraído de La Biblia Vulgata, específicamente del libro de Apocalipsis 9:11.

En Las mariposas disecadas la primerísima actriz se arriesgó a encarnar un personaje femenino complejo y repulsivo sin temor a perder admiradores acostumbrados a sus anteriores interpretaciones. Vemos a una Silvia Pinal de 47 años que da vida a una intelectual depredadora, fría y obsesiva, de apetito sexual exuberante que se autosatisface imaginando escenas eróticas con estatuas y niños. Una actuación arriesgada para la época y controvertida aún en nuestros días, sobre todo porque el estupro sigue siendo un delito.

Las mariposas… es un thriller psicológico con escasos personajes, apenas unos cuantos actores: Ada Carrasco, la dama de compañía, Ricardo Noriega, el amante joven, Humberto Elizondo, el dueño de una galería de arte, y el niño Andrés León Becker, hijo de una madre soltera.

La atmósfera de la casona donde vive Julia en total ostracismo es sostenida por penumbras junto a los espejos cubiertos por un velo. Las cortinas y las puertas nunca deben abrirse, sobre todo la puerta que lleva a un misterioso jardín.

Silvia Pinal es Julia, escritora que publica bajo el seudónimo de Cassandra Fuller, y está por concluir su última novela: Las mariposas disecadas. Julia es una mujer madura y guapa que tiene por amante a un imberbe joven universitario, Jorge, incapaz de ganarse la vida por sí mismo. Depende económicamente de sus padres, a los que no puede llevarles la contra de enviarlo al extranjero. La relación no termina bien para el joven. Julia no tarda en poner sus ojos en otro hombrecito: un niño de ocho años: nunca antes un beso había sido más controvertido en el cine mexicano, incluso más, que el de El lugar sin límites…

La ambientación y la musicalización son destacables. La atmósfera de la casona donde vive Julia en total ostracismo es sostenida por penumbras junto a los espejos cubiertos por un velo. Las cortinas y las puertas nunca deben abrirse, sobre todo la puerta que lleva a un misterioso jardín.

Pinal logra crear incomodidad en la audiencia con su atrevida actuación y sugerentes diálogos cargados de erotismo, obsesiones, parafilias, pederastia, necrofilia e infanticidio.

No ha faltado quienes han comparado la temática de Las mariposas… con la saga El jardín de las mariposas (Planeta, 2016), de Dot Hutchison. Particularmente, no le encuentro gran similitud, aunque sirve como referencia para despertar interés en las nuevas generaciones que no han dudado, los pocos que han tenido la gracia de “descubrirla”, en considerarla una película de culto.

El componente religioso

Hay dos tipos de personas: los que le dicen a Dios: “Sea hecha tu voluntad”, y aquellos a quienes Dios les dice: “Muy bien, entonces, hágase la tuya”.
C. S. Lewis

En el thriller psicológico los personajes no confían en sus propias fuerzas para enfrentarse a la realidad y a las personas de su entorno. Suelen recurrir a artilugios, como en el caso de Julia, que no se enfrenta a la luz ni a los espejos para no ver su reflejo envejecido. Tampoco se permite perseguir a un chiquillo como Olak por la calle cuando éste saliera corriendo de su casa después de que ella lo besó. Pasan los días y Olak no vuelve. Julia busca traerlo de regreso a través de invocaciones, concentrándose como en un trance telepático. No le da resultados, pero el mundo es un pañuelo y el vecindario muy pequeño. Olak regresa a la enigmática casona con la promesa de Julia de regalarle a “Plinio”, su canario brasileño. La mentira como recurso… un nuevo crimen de Cassandra Fuller se va tejiendo.

Julia visita una galería de arte para recoger una nueva escultura para su casa. Se trata de San Sebastián, el primer mártir de la Iglesia católica. Invocado para alejar las pestes, las pandemias y a los enemigos. El bello “Apolo cristiano” más reproducido por el arte en general. Entonces, fija su atención en un pequeño busto de querube dorado. Ella se interesa en el procedimiento para igualar ese color, pues desea restaurar una valiosa obra de arte por ella misma.

Las campanadas de una iglesia anuncian que está próxima la santa misa. Julia se aparta de su amante, toma su bolso y se echa la chalina al cuello. “Un día me dijiste que eras atea”, le recuerda su joven amante. Pero lo que conduce a Julia a visitar las iglesias no es propiamente la fe y la devoción. Entre las parafilias más extravagantes se encuentra la agalmatofilia: la atracción sexual por estatuas, maniquíes, muñecos u objetos inanimados. Es por eso que Julia transforma a sus jóvenes amantes en estatuas inmortales para preservarlas del deterioro causado por el paso del tiempo, como una afirmación de su amor. No es una experta en la técnica de preservación del cuerpo humano. Ya fracasó una vez y eso la frustra: “¡No debo volver a la iglesia ni a los museos, están llenos de belleza y de infamia! Los que plasmaron tanta belleza están equivocados. Los ídolos reflejan tanto dolor en sus miradas, sus carnes están rotas, casi gritan ¡Su sangre corre sin fin!”

Relativismo moral y pecado

Las citas de pensadores, teóricos y filósofos que todos hemos estudiado en la facultad despiertan en algunos espectadores preguntas sobre ¿hasta qué punto la relatividad moral puede estar ayudando o no en las relaciones humanas? Como cuando Julia lee en voz alta a su joven amante un breve extracto de Levítico 17:11: “Lo que ha nacido de la carne es carne y perecedero. Lo que nace del espíritu es libre e inmortal”.

—¡Sólo frases! —le responde Jorge—: “Hay que transformar el mundo”, Marx. “La guerra y la injusticia son el resultado de la propiedad”. “El respeto al derecho ajeno es la paz”, Benito Juárez. “Siga los tres movimientos de Fab”, la tele. “Remoje, exprima y tienda”. Eso es pura literatura. Frases.
—Eres inconsciente, como todos los jóvenes, le espeta Julia.
—¡Y dale con los jóvenes! A lo mejor no es eso sino miedo, egoísmo. No sé. Los adultos nos han hecho perder la seguridad en todo, y nos han enseñado a no perder nuestras comodidades. Por eso aprendo frases y ya. Los mayores nos juzgan, nos critican, pero no nos ayudan a descubrir qué es lo que nos incomoda. ¿Qué queremos? ¿dinero? ¿amor? No sé, el caso es que nadie está conforme.

Para el teólogo reformado Robert Charles Sproul los seres humanos no somos malos por el mal que hacemos, sino que hacemos el mal porque somos malos. Contrario al pensamiento en boga de la Ilustración o Siglo de las luces. El diagnóstico bíblico sigue incomodando al afirmar que la bondad en el hombre no es innata.

Romanos 7:18-25: “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí”.

Sin dar spoilers, las lecturas que se pueden inducir de la trama de Las mariposas disecadas son diversas. Yo opto por plantearlo desde el punto de vista moral, de la razón que nos distingue del reino animal, de la búsqueda del bien común. El cómo asumimos las consecuencias de nuestros actos. Cómo cuidamos de nosotros mismos y de los nuestros. Lo preguntó antes la Madre Teresa de Calcuta: ¿Qué puedo hacer para cambiar esta situación de ser indiferente ante el dolor de quienes me rodean? ¿Qué juicio se merecen los que caen en tales delitos? ¿Quién y cómo deberían ser juzgados?

Jesucristo dice en los evangelios, concretamente en Mateo 18: 1–5:

En ese momento los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. Entonces dijo: —Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos. Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí. Pero, si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar.

Frases memorables de Las mariposas disecadas

“El derecho de ser amantes no es privilegio de edades. Lo único que se requiere es capacidad de amar”.

“Una estatua es fría, no es vida. No tiene amor. Para hacer la vida y el amor es necesario una materia ¡carne! ¡carne y sangre!”

“Dicen que la maldad siempre se refugia en lo feo. La fealdad oprime”.

“Las estatuas no tienen vida, sus ojos son fríos, no tienen secretos. Con ellas no hay posibilidad de intimar ¡Pero al menos duran siglos!”

“¿Sabes por qué lo hice? Porque quiero conservarte puro, con tu belleza intacta que es lo único que afirma mi amor. ¡El espíritu no me interesa! Nunca me interesó. ¡Tú lo sabías! Era el contacto de nuestros cuerpos el máximo placer y sobre eso es el amor. Nadie lo inventó ¡ni los poetas ni los pueblos! ¡Mírame! Cuando me miras me estremezco, tiemblo.  Mis senos se endurecen, me duelen, y lloro”. ®

Las mariposas disecadas, película completa (para mayores de edad).

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Publicado en: Cine

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