La radio es un medio audiovisual

El narrador es el sostén de la radio

La radio se muere. La invención de una premisa para imaginar el futuro de un medio de comunicación que camina a su centenario con destino digital. Convergencia, imagen y el arte de contar historias.

Bar y café. Dos antídotos que nos permiten estar insomnes para soñar el futuro de la radio. Y que en ese futuro no haya pesadillas. Del otro lado de la mesa está Juan Cruz, comunicador y coordinador artístico de una FM rockandpopesca. La reunión arranca y es la excusa perfecta para hacer lo que más nos gusta; hablar sobre los medios. Proyectar, diseñar y construir. Jugamos a crear una premisa para partir de un lugar común y que ese lugar sea sostén de la conversación. La premisa es “en plena era digital la radio se muere”. Bar y café. Dos antídotos. Dos lugares comunes.

La radio debe ser un colectivo de enlaces, le digo. Un cúmulo de hipertextos, agrega Juan Cruz. ¿Cuál es el público de la radio? ¿A quién le estamos hablando?, le pregunto. Imaginemos. Al pibe que está con la notebook ingresando en su mundo Facebook, bajando música o una peli, compartiendo archivos en Taringa!, certificando su ortografía en Google, confirmando quién fue el último dictador de Argentina en Wikipedia, organizando vía SMS la previa de esta noche. Los pibes hiperconectados tienen cosas más importantes que escuchar un programa de radio. Salvo que… ¿Qué?

Contar historias. Yo creo que no se muere el narrador de historias, dice Juan Cruz. La tradición del fogón, sentados en ronda, compartiendo miradas. Todos pueden participar, pero siempre hay alguien que domina el arte de contar, conoce de climas y matices, acentúa en el momento justo, interactúa con los asistentes. Y ese narrador es el sostén de la radio. Coincidimos. Desde los cavernícolas que nos contaron su universo a través de las pinturas rupestres en el Neolítico hasta los arquitectos de la información que están diseñando nuestra Matrix cotidiana, en todos hay un relato. El relato sostiene al medio. El medio es el mensaje. Contenido y estructura se fusionan. ¿Cómo contamos?

Los locutores de radio que imponen su mirada como verdad editorial son dinosaurios de la modernidad, le digo. Aunque no estoy seguro de eso. Íntimamente sé que en el imaginario colectivo aparecen grandes protagonistas de la radio del siglo pasado. Aquellos referentes que aún hoy siguen siendo “los grandes” de un medio que va a desaparecen. O, mejor, se va a transformar. Es que estos tipos tienen unos cuantos méritos. Enumeremos: cintura, reacción, improvisación, argumento, calidez, empatía, ángel, repregunta, crítica, acidez, candidez. Nada de eso debe perderse sino potenciarse.

Contar historias. Yo creo que no se muere el narrador de historias, dice Juan Cruz. La tradición del fogón, sentados en ronda, compartiendo miradas. Todos pueden participar, pero siempre hay alguien que domina el arte de contar, conoce de climas y matices, acentúa en el momento justo, interactúa con los asistentes. Y ese narrador es el sostén de la radio.

El conductor/narrador radial debe ser todo eso y más. El narrador será un anfibio con capacidad de adaptabilidad para el terreno más indócil. “Un periodista debe saberse mover”, me dijo cierta vez el gurú de la comunicación digital Mario Tascón cuando le pregunté qué habilidades deben desarrollar los nuevos periodistas. “Deben desarrollar el sentido común”, agregó. Todo tiene su lógica.

Hagamos una apuesta. ¿Y si googleamos a Alejandro Dolina durante una emisión de su programa? El autor de las “Crónicas del Ángel Gris” siempre floreó su saber zigzagueante donde se combinan minotauros, princesas, próceres corruptos y esquinas de Buenos Aires que a veces se parecen a rincones mitológicos. Dolina siempre se presentó como una especie de guardián del saber que monopolizaba el relato. Él es la figura icónica del relato radial del narrador de historias. Pero qué sucedería si en la radio actual ese relato es construido por la audiencia y el público deja de ser público para transformarse en usuario. Protagonistas que diseñen contenido de un programa desde un time line de Twitter, por ejemplo.

Siempre aparece Roberto Igarza. El comunicador viene describiendo desde hace un tiempo largo la caída de la audiencia en los medios tradicionales. En 2009 describió como original la utilización de Facebook por parte del programa que conduce Roberto Pettinato: “Un mundo perfecto” en América. Dijo Igarza: “La personificación que se hizo de Facebook, ya que se lo incorporó como ‘personaje Facebook’ y no como fuente de información o como diálogo marcan un hito en la TV. Representa el rol protagonista que van a tener las redes sociales y que, hasta el momento, no lo habían tenido en los medios tradicionales. La televisión va a seguir en ese sentido. Las audiencias más jóvenes no estaban siguiendo el prime time como en otras épocas”. Igarza habla de escenarios futuribles. Y esa mirada hacia el futuro que ya llegó nos da una palmada para acceder a algunas conclusiones en el bar.

La radio debe tener imagen. Sin dudas. La radio ya es un medio audiovisual. La radio es convergente con las plataformas digitales y posee un gran mérito: tiempo presente. Al igual que Twitter, la radio es una recomendadora de enlaces y esos enlaces están en Internet. Internet es audiovisual. “Todo lo que deba ser audiovisual, lo será”, profetizó Igarza. Y la radio —que ya salió a la calle para despabilar a sus narradores— ingresa en el laberinto de la red. La imagen no debería ser análoga con la voz. Una cámara en el estudio para ver los rostros poco prometedores, las ojeras y la vanidad de los narradores no suma. La imagen radial debe ser líquida, mutante, transversal. Es, tal vez, la imagen de los usuarios que comentan, opinan, se indignan, construyen y arman su propio relato. En el fogón digital, guitarra en mano, todos tendrán algo para contar. Bar, café, antídotos para seguir en el aire esta charla plagada de lugares comunes. ®

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Publicado en: Medios, Noviembre 2011

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