La rebelión de nuestras escritoras

Las Insurrectas de Patricia Rosas Lopátegui

Nahui Olin es “El volcán que nunca se apaga”, Antonieta Rivas Mercado el “Torbellino de voluntades”, y las hermanas Nellie y Gloria Campobello “El fuego de la creación”. Volcán, torbellino y fuego que rompieron paradigmas.

Tres de las Insurrectas.

I. Diez libros diez

La memoria no me alcanza para recordar un esfuerzo individual de divulgación literaria cuyas dimensiones se acerquen siquiera a las que posee el desplegado por la doctora Patricia Rosas Lopátegui en torno a la escritura de mujeres mexicanas. Existen, en efecto, instituciones públicas y privadas que desde hace décadas elaboran antologías y ediciones de las obras completas de quienes forman parte del parnaso literario nacional, encomiable labor para la que cuentan con presupuesto, instalaciones adecuadas y personal capacitado; labor, por lo demás, en la que se ha favorecido a los escritores sobre las escritoras, no huelga recordarlo. De ahí lo notable del trabajo de Patricia Rosas, autora de robustos volúmenes dedicados a Elena Garro, Nahui Olin y Guadalupe Dueñas, y de compilaciones de obras colectivas en las que se estudia a ésas y otras mujeres de pluma.

A tales esfuerzos, de suyo importantes, se sumará próximamente un conjunto de diez libros, de los cuales hoy comento los primeros tres. Los identifica y agrupa el nombre de la serie: “Insurrectas”. Editados por la casa Gedisa, versan sobre Carmen Mondragón, mejor conocida como Nahui Olin, Antonieta Rivas Mercado, así como las hermanas Francisca y María Soledad Luna, famosas bajo los nombres que eligieron para su presencia pública: Nellie y Gloria Campobello. Más adelante veremos aparecer los volúmenes correspondientes a Guadalupe Dueñas, Josefina Vicens, Devaki Garro, Amparo Dávila, María Luisa Mendoza e Inés Arredondo. En total, sumarán diez libros tributados a la vida y la obra de una decena de mexicanas cuyos periplos resultan inspiradores en más de un sentido.

II. Insurrectas y… ¿feministas?

La portada de los tres libros es sugerente: vemos al centro el espejo de Venus, símbolo adoptado desde hace algunas décadas por el movimiento feminista. En este caso, el símbolo es habitado por los rostros de las diez mujeres incluidas en la colección. El color violeta, actualmente asociado con el mismo movimiento social, aparece en la parte baja de la portada, así como en el título y el subtítulo del volumen, reafirmando la vocación libertaria atribuida a las mujeres de pluma cuyas letras y rasgos biográficos se exponen en cada libro. Los paratextos de la portada nos impelen a preguntar: ¿todas las incluidas son escritoras feministas?

Ese proceder circunda el vitalismo erótico y artístico de Carmen Mondragón; también nutre la decidida acción política y cultural de Antonieta Rivas Mercado, y anima la defensa de la Revolución mexicana, nunca exenta de crítica, por parte de Nellie Campobello.

El feminismo, lo sabemos, es una teoría filosófica y política, y es también una práctica. Por eso decimos que es movimiento y pensamiento. En este sentido hay que admitir que no todas las escritoras de “Insurrectas” lo suscribieron en forma explícita, acaso por no estar familiarizadas con sus alcances. Podemos suponer, sin embargo, que aun sin conocer las muchas aportaciones conceptuales de esa teoría filosófica y política, en lo esencial la habrían suscrito. Me refiero a lo siguiente: la historiadora Karen Offen ha establecido que una feminista se caracteriza, grosso modo, por llevar a cabo tres acciones: 1. Identificar la existencia de inequidades en las relaciones entre mujeres y hombres; 2. Admitir que tal situación no tiene justificación racional y es, además, injusta, y 3. Impugnar, cuestionar y combatir manifiestamente esa disposición jerárquica basada en el sexo. Pues bien, ese proceder circunda el vitalismo erótico y artístico de Carmen Mondragón; también nutre la decidida acción política y cultural de Antonieta Rivas Mercado, y anima la defensa de la Revolución mexicana, nunca exenta de crítica, por parte de Nellie Campobello. A su manera, las tres hicieron frente a situaciones sexistas y sostuvieron su vocación artística pese a todo.

Dicho lo anterior, admitamos que no es casual que la editora haya subtitulado los tres volúmenes en forma tal que acentúan el carácter subversivo de las escritoras a quienes rinden tributo. Así, Nahui Olin es “El volcán que nunca se apaga”, Antonieta Rivas Mercado el “Torbellino de voluntades”, y las hermanas Nellie y Gloria Campobello “El fuego de la creación”. Volcán, torbellino y fuego que rompieron paradigmas, quién lo duda.

III. La rebelión de nuestras escritoras

Uno de los aspectos más relevantes de la colección “Insurrectas” consiste en su apuesta por la divulgación de una muestra relevante de la vasta obra de escritoras cuya presencia en la historia literaria nacional es todavía insuficiente. No es absoluta, en tanto que son mencionadas a veces, salvo que tal mención suele centrarse en aspectos no literarios. Así, tradicionalmente, de Carmen Mondragón se celebran sus osados desnudos fotográficos, de Antonieta Rivas Mercado su suicidio en una catedral francesa, y de Nellie Campobello su triste muerte, oculta durante dos décadas por quienes la mantuvieron aislada contra su voluntad. Los volúmenes publicados por Gedisa, en cambio, aun si abordan esos temas, ponen ante nuestros ojos mucho más: nos proporcionan una selección de textos de esas escritoras, algunas fotografías y cartas, estudios sobre su obra literaria, tanto antiguos como actuales, notas de prensa, entrevistas y fragmentos de libros a través de los cuales nos es dado conocer algo sobre su época, sobre el contexto de producción que favoreció o no la circulación de su obra creativa.

Si las conocíamos desde antes, aquí todavía encontraremos documentos y datos novedosos; de no conocerlas, podremos hojear los libros con la sorpresa que depara advertir casos inspiradores ahí donde no sabíamos que existían.

Para concluir, del caleidoscópico universo documental quiero destacar las muestras de los inconseguibles poemarios de Nahui Olin, parte de la correspondencia personal de Rivas Mercado y algunos documentos privados de las hermanas Campobello. Desde esta perspectiva podría hablarse de la colección como de una apetecible invitación para aproximarnos a algunas de las escritoras más provocadoras de la primera mitad del siglo XX. Si las conocíamos desde antes, aquí todavía encontraremos documentos y datos novedosos; de no conocerlas, podremos hojear los libros con la sorpresa que depara advertir casos inspiradores ahí donde no sabíamos que existían. Así, los tres volúmenes dedicados a esas pioneras constituyen una útil, amena y estimulante guía a través de una parte de nuestro pasado literario en particular y del cultural en general. Aún falta rescatar del olvido a decenas de escritoras mexicanas de esa centuria, sin duda, pero la propuesta de “Insurrectas” nos da pistas para atisbarlas en medio de tanto olvido injustificado. Y esto es de agradecerse, particularmente, cuando en el horizonte próximo despunta el 8 de marzo. ®

Texto de la presentación en el Palacio de Minería, Ciudad de México, el 5 de marzo de 2023.

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Publicado en: Libros y autores

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