La (re)construcción del Estado

Puntos de actualidad política

El autor desbroza malentendidos sobre transición, democracia, Estado fallido y términos usados a la ligera por los comentócratas. Se pregunta: ¿Disertar y criticar en público para influir al público no conlleva o debería conllevar la responsabilidad de pensar, estudiar y saber?

Words ought to be a little wild, for they are the assaults of thoughts on the unthinking.
—John Maynard Keynes

Mi actitud no ha sido la del político ni la del escritor que, en busca del éxito y la fama, adula a sus lectores. Hay que arriesgarse a ser impopular.
—Octavio Paz

Protestas de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero. Foto laotraopinion.com.mx

Protestas de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero. Foto laotraopinion.com.mx

1. En un momento social en el que palabras como “demócrata”, “antidemocrático” y “asesino” están siendo usadas con gran frecuencia y terrible facilidad, hay que hablar fuerte y claro y a veces duro. Así se hará.

2. Son momentos difíciles en México. Graves, sin duda. Sí hay necesidades y urgencias objetivas respecto del Estado. Pero lo que es necesario y urgente no es su destrucción y sustitución revolucionaria (ni comunitarista–autonomista, a la Javier Sicilia. Véase más aquí). El problema y la solución nacionales pasan por reconstruir varias de las piezas del Estado y construirlas ahí donde no están. Puede decirse aquello que en La guerra de Galiodice el personaje Vigil: “El país vive una situación de mierda pero no es una situación prerrevolucionaria”. Lamento que algunos lo lamenten.

3. Resolución, no Revolución. Revolución NO es Resolución. Es la pregunta de John Quiggin desde la izquierda: “Why do we [you] fall for the spurious appeal of a simple, violent solution to complex and intractable problems?” Entonces, Resolución. Con y por Reconstrucción. No Revolución. ¿Dónde viven y dónde no? Hay que resolver, no revolver…

¿Pedir la muerte de la política, de la presencia y actividad de sus practicantes? No. Estar contra la mala política (y sus malas políticas estatales), no contra la política. Criticar bien a la política (y a todos los políticos criticables). Como sea, es prácticamente imposible que la política desaparezca o se retire. Es mejor no olvidarlo.

4. ¿“Conservar”? Seamos serios. ¿La “Reacción”? De nuevo: la Revolución no es la Resolución… Historia y análisis: si, con la fuerza y por la fuerza, sustituye a los detentadores del poder del Estado o a un tipo de Estado por otro, no dispara por sí misma la solución de los problemas. Así es: aun cambiando al funcionariado o clase del Estado, no necesariamente se resuelven esos problemas. Si puede ser éste un cambio necesario, no puede ser un cambio suficiente. Imposible. No porque haya Revolución se resuelve ni se resolverá lo que se debe resolver. La Reforma no viene con garantía total pero presenta más oportunidades y probabilidades, y resulta menos costosa.

5. ¿Defender a la sociedad? Desde luego. Defendiéndola.De las arbitrariedades estatales y de los abusos políticos. No diciendo que es lo que no es: pura y casta, impoluta y providencial. Que no sólo no es cierto, es innecesario. Esos dichos no son la defensa que también se necesita y urge: la defensa efectiva —y eficaz— de derechos. Ese discurso no protege de la intemperie económica y legal. La retórica no reparará.

6. Ni las famosas “Autodefensas”. Porque el fondo del problema es de consolidación–calidad de la democracia, la democracia realmente existente, y de rule of law. Las “Autodefensas” no construyen Estado de Derecho. ¿Lo impulsan? ¿Empujan hacia allá?

7. La Sociedad Civil es necesaria… No es perfecta ni todopoderosa, pero tampoco inútil e impotente. No es estéril ni impotente, pero es imperfecta y no omnipotente.

8. ¿Ser de la Antipolítica? ¿Pedir la muerte de la política, de la presencia y actividad de sus practicantes? No. Estar contra la mala política (y sus malas políticas estatales), no contra la política. Criticar bien a la política (y a todos los políticos criticables). Como sea, es prácticamente imposible que la política desaparezca o se retire. Es mejor no olvidarlo.

9. Se puede y se debe ser crítico y no mandar a la basura nuestra “Transición”, una transición tan mal comprendida por tantos.

10. “¡¿Transición”?!” “¡¿Democracia?!” “México es un Estado fallido”, “México no es una democracia”, “México está peor que nunca”. Generalizaciones demasiado largas sin bases suficientes. Demasiado amplias, demasiado extensas. Demasiado lejos… Excesos. Falacias. Tal y como “México es un Estado fuerte”, “México es una democracia consolidada”, “México está mejor que nunca”. La realidad y la verdad van entre las imprecisiones y las exageraciones, las encontramos en medio de los extremos y extremismos.

11. Pierde el candidato de su corazón, entonces la transición es un fraude (y nunca se prueba que hubo fraude). No les gusta un gobierno, la transición fracasó. No se acaban los problemas públicos, la transición fue abortada o no terminó. Demasiados periodistas, académicos y “comentócratas” en general hablan muy a la ligera sobre temas muy pesados. La verdad es que no saben siquiera qué es el régimen (un régimen político) y no pueden distinguir entre “régimen”, “Estado” y “gobierno”. Que haya relaciones entre esas cosas no significa que sean una sola cosa, y esas relaciones no son las simplezas que ellos creen. Como Gobierno, Estado y régimen político no son lo mismo, sin la distinción no hay conclusión que valga. Por más corazón que pongan en su receta —porque a la receta le falta un ingrediente que no es un mero endulzante: el seso. ¿Disertar y criticar en público para influir al público no conlleva o debería conllevar la responsabilidad de pensar, estudiar y saber?

“México no es una democracia”, “México está peor que nunca”. Generalizaciones demasiado largas sin bases suficientes. Demasiado amplias, demasiado extensas. Demasiado lejos… Excesos. Falacias. Tal y como “México es un Estado fuerte”, “México es una democracia consolidada”, “México está mejor que nunca”. La realidad y la verdad van entre las imprecisiones y las exageraciones, las encontramos en medio de los extremos y extremismos.

12. Transición sí hubo, esto es, se dio un cambio de régimen “nacional”. Cegueras o tonteras no son refutación. La transición ya acabó. Al inicio de este siglo. ¿Dónde está el monopolio nacional del PRI? Vamos, ¿siquiera las elecciones son en verdad como las que organizaba un Manuel Bartlett secretario de Gobernación? Estamos en otro momento. Con problemas derivados del tipo de transición (gobernadores, por ejemplo) y problemas mayores no creados por la transición y sí determinados por la historia del Estado mexicano, el Antiguo Régimen y gobiernos antes, durante y después de la transición (pobreza, desigualdad, corrupción, narco, etcétera). Si la transición debió ser mejor, y si pudo ser mejor, es un problema diferente.

13. ¿Qué es México? Un Estado débil con partes fallidas. Una democracia no consolidada y de baja calidad. Un país que ha mejorado en algunas cosas y empeorado en otras. E insisto: una sociedad tan desesperada como desesperante.

14. Aunque usted no lo crea… el Estado mexicano se ha caracterizado por su debilidad. Es históricamente débil, con gobiernos duros en la trayectoria —y otros débiles o extremadamente débiles. “Duro” y “fuerte” no significan la misma cosa. No se requieren ni se quieren (por muchos) gobiernos duros, autoritarios, cerrados, reactivos, de insulto y manotazo. Se quieren y requieren gobiernos fuertes, democráticamente fuertes, dentro de un Estado institucionalmente fuerte, no políticamente endurecido. “Duradero” y “endurecido” tampoco necesariamente han sido ni serán lo mismo.

15. Así como puede haber “enclaves autoritarios” dentro de un régimen democrático (México es un caso específico), puede haber “Estados” “fallidos” dentro de Estados no fallidos: entidades federativas fallidas, como estructuras institucionales de poder público local, dentro de un Estado federal no fallido, en cuanto Estado como tal. “Fallar”, en esa perspectiva, es fallar público–institucionalmente de manera extrema; o puede darse como la incapacidad institucional real para cumplir —sistémica y sistemáticamente— en una jurisdicción la mayoría de las obligaciones principales de función. Michoacán y Guerrero. Punto. Y recuérdese: no es necesario satisfacer todo y a todos para no ser “fallido” y que no existe Estado que cumpla cien por ciento bien la totalidad de sus funciones.

16. Otra vez: la sociedad, además de necesitar, merece defensa. Merece defensa por lo malo que sufre —la injusticia, las injusticias—, no sólo por lo bueno que pueda tener —de valores y prácticas a grupos e individuos. Si bien hay cosas que se necesitan pero no se merecen y cosas que se merecen pero no se necesitan, la sociedad también merece defensa porque realmente la necesita. Desde dentro (ciudadanos y asociaciones civiles) y desde “fuera” (el Estado). Esa defensa no es la declamación, “dar” discursos bonitos. Los hagan quienes los hagan. La defensa es defender los derechos de las personas, como personas y como ciudadanos. Defender la existencia, la vigencia, la “aplicación”, el ejercicio, la garantía, la ampliación, la expansión de los derechos. Y, entonces, defender la defensa de los derechos… Defender verdadera, efectiva y eficazmente a la sociedad es defender así sus derechos, no alabar y glorificar a “la gente” o “el pueblo”.

¿Cuál es el reto estatal de México? Lo dicho: reconstrucción de algunas partes del Estado y construcción del Estado en algunas partes del país. Construcción y reconstrucción (pro)democráticas. La cultura de los agentes y ciudadanos miembros no tiene por qué quedar fuera de esa ecuación.

17. Así, ¿cuál es el reto estatal de México? Lo dicho: reconstrucción de algunas partes del Estado y construcción del Estado en algunas partes del país. Construcción y reconstrucción (pro)democráticas. La cultura de los agentes y ciudadanos miembros no tiene por qué quedar fuera de esa ecuación. Variable y derivado es.

18. El caso Ayotzinapa no resume exactamente la realidad político–institucional de México. Esa realidad incluye a Ayotzinapa. Ésta es una dimensión más de la realidad mexicana. Lo que no le quita gravedad. ¿Cómo podría? Es un caso no sólo de violencia política, histórica política violenta y antidemocracia sino de indecencia, vergüenza e indignidad.

19. Que haya crisis tampoco significa que no haya democracia. Que haya democracia no quiere decir que no haya ni pueda haber crisis. Económica, política o social. Empíricamente, es decir, en la realidad, en una democracia no se producen sólo hechos democráticos. Pueden producirse también hechos no democráticos. No es mi “deber ser”. No tenemos que reconocer o dar validez (normativa directa) a esos hechos sino reconocer su facticidad, darlos como hechos que pasan y son, para siempre tomarlos en cuenta. Democracia no puede ser Perfección, y eso no hay que esperar.

20. ¿Qué ES la democracia? ¿Y qué puede ser? ¿Qué no es ni puede ser? ¿Qué debe ser que pueda ser? ¿Qué no debe ser? Son preguntas subvaloradas y subdeliberadas racionalmente en la esfera pública, que además suelen “subrogarse” total o casi totalmente, y equivocadamente, a ciertos académicos. Hay que intentar cuando menos una aproximación. Para ello recomiendo acercarse a esta obra del politólogo polaco Adam Przeworski. Lo que algunos otros dicen no es lo que la democracia es y puede–debe ser sino lo que, en abstracto, según ellos debería ser. Repito que sus trabajos sobre “democracia ficción” son “ciencia ficción”. Y sin ciencia(s) no se avanza ni mucho ni bien en las tierras de estos temas.

“Los estudiantes” han estado protestando en las calles. No me llama a escándalo. Pero pregunto y me pregunto, ¿por qué los universitarios no protestan también por la calidad de la educación que reciben? Esa calidad está presente en un grado que justifica y merece protestas, y críticas y propuestas y reformas. Lo reciente del Politécnico Nacional no fue un asunto de fondo de calidad (ni de calidad de fondo) sino de balances de poder.

21. “Los estudiantes” han estado protestando en las calles. No me llama a escándalo. Pero pregunto y me pregunto, ¿por qué los universitarios no protestan también por la calidad de la educación que reciben? Esa calidad está presente en un grado que justifica y merece protestas, y críticas y propuestas y reformas. Lo reciente del Politécnico Nacional no fue un asunto de fondo de calidad (ni de calidad de fondo) sino de balances de poder. Seamos honestos: en México, una totalidad e incluso una mayoría de estudiantes universitarios “buenos” son un mito. Aunque no lo reconozcan ni estudiantes ni profesores, la mayoría de los primeros faltan a clases, actúan como free riders(“gorrones” académicos), no se esfuerzan “demasiado”, confían ciegamente en los segundos o se quejan por todo y para todo, navegan las rutas más breves y fáciles, se pasman ante cualquier complejidad lingüística, son lectores raquíticos, plagian, abusan de Wikipedia, se “amafian” escolarmente con compañeros, “bulean” a otros, multiplican y potencian su “desmadre” (mientras están en la universidad porque es un “mientras”: después tienen que trabajar…), o pretenden obtener una “carta blanca” porque su “uni” es privada (“estamos pagando”…) o porque es pública (“es nuestro derecho”; implicando que su derecho es que les entreguen un título, el papelito de su propio y particular “realismo mágico”, su cinismo desinformado). Muchos de esta mayoría sobornan, intentan sobornar o buscan y a veces logran arreglos “especiales” con quienes deberían ayudarlos a mejorarse a sí mismos. En resumen, la mayoría de los estudiantes sólo quiere un título, a como dé lugar, sin valor necesario. ¿Cómo negarlo? ¿Para qué negarlo? E intentan conseguirlo en universidades privadas y públicas que, con excepciones, dejan mucho que desear —de organizaciones privadas con meros fines de lucro mercantil a organizaciones públicas enfermas de política cruda y tal cual: por luchas por el poder. ¿Por qué no criticarlo? ¿Por qué su incongruencia? Asumamos que frente a las imperfecciones, averías, complicaciones, demandas, oportunidades y posibilidades de este país, casi todos los actores sociales se están quedando cortos.

22. En fin, y en suma, el gran problema y reto de México es la consolidación de la democracia. Una consolidación… Pero eso, será otro texto. ®

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Publicado en: Política y sociedad

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