Les habitants. Desconfianza y xenofobia

Maureen Fazendeiro y los inmigrantes del suburbio

En octubre de 2017 la quietud y la rutina de un suburbio de París se vio alterada por la aparición de un campamento de inmigrantes rumanos pertenecientes a la comunidad romaní en un área de invernaderos abandonados, provocando desconfianza, tensiones y signos de xenofobia.

Fotograma de Les habitants.

Durante los casi nueve meses que existió el campamento la directora y guionista francesa Maureen Fazendeiro, residente en Lisboa, recibió cartas por parte de su madre, en las cuales explicaba cómo la mayoría de los habitantes le exigía constantemente a la municipalidad la expulsión de aquellos indeseables nuevos vecinos, mientras que ella y unas cuantas mujeres más prefirieron saber quiénes eran ellos. Esa correspondencia fue el catalizador para que la cineasta regresara a Périgny–sur–Yerres, el lugar en el que vivió su adolescencia, y filmara el mediometraje documental Les habitants.

A propósito de que la película participó en la Competencia Internacional de la más reciente edición del Festival Internacional de Cine UNAM (FICUNAM) compartimos la entrevista con la realizadora, quien habló acerca de cómo su obra es un reflejo del avance de la extrema derecha en Europa, de la desestimación de los suburbios como escenario por parte del cine francés y de la manera en que consiguió la evocación de los espacios y rostros que el espectador no alcanza a ver.

Fotograma de Les habitants.

—Al leer las notas que escribiste para el press kit de la película mencionas que una de tus inspiraciones fue el cortometraje documental El amor existe (Maurice Pialat, 1960). En éste, Pialat hace, entre escenarios suburbanos y numerosos planos de trenes, una crítica hacia la idea de modernidad y de prosperidad en la Europa de la posguerra. En las notas te preguntas sobre el estado de esas ideas en el mundo, sesenta y cinco años después. ¿Cómo descubriste el cortometraje? Habiendo hecho tu película, ¿crees que algo cambió significativamente en el mundo?
—El amor existe
es un cortometraje muy conocido en Francia, porque en aquel entonces casi nadie filmaba las zonas suburbanas del país. De hecho, hace cinco años la cineasta Alice Diop comenzó un proyecto llamado Cinémathèque idéale des banlieues du monde (Cinemateca ideal de los suburbios del mundo), el cual busca recopilar y proyectar en distintos espacios culturales, ficciones y documentales en torno a las periferias de diversas ciudades, para visibilizar otras narrativas y representaciones, y la película de Pialat es, en palabras de Diop, fundacional para esta iniciativa.

No recuerdo el momento exacto en que vi por primera vez El amor existe, pero fue cuando estaba estudiando cine, y lo que llamó mi atención fue el tono melancólico que creaba el diálogo entre imágenes y texto. Para Les habitants influyó de manera más significativa el trabajo de directores como Jean–Marie Straub y Danièle Huillet; sin embargo, de Pialat lo que se quedó conmigo fue aquella descripción acerca de los suburbios que dice en su película: “El suburbio es la locura de lo pequeño: mi pequeña casa, mi pequeño jardín, mi pequeño trabajo, mi pequeña y apacible vida. La vida suburbana puede ser una expresión de la carencia de hospitalidad y generosidad. Para los sordos, la batalla no siempre es el silencio”.

Fotograma de Les habitants.

Esto me hizo pensar en Périgny–sur–Yerres en la actualidad. Yo nací en Cretéil, pero viví en Périgny–sur–Yerres durante toda mi adolescencia. Es un lugar que me genera sentimientos encontrados: todo es demasiado ordenado, limpio y tranquilo, pero no tiene vida social. Sinceramente, nunca pensé en volver y filmar ahí; desde hace diez años vivo en Lisboa. Cuando mi madre empezó a escribirme las cartas, lo que contaba acerca de las reacciones de los habitantes frente al campamento romaní contrastaba con aquellas imágenes de veranos bonitos, casas agradables e invernaderos con las que se asocian al lugar, lo cual me pareció inquietante. Creo que con la idea de descifrar lo oculto en esas imágenes fue como comencé a concebir esta película.

¿Cuál consideras que es el motivo de que el cine francés no le ha prestado demasiada atención a los suburbios?
—Es una buena pregunta. En fechas recientes se han estrenado películas cuyas acciones ocurren en suburbios, aunque varias de éstas se encuentran relacionadas con el cine fantástico; generalmente son películas acerca de un elemento disruptivo y extraño que se inserta en esos espacios, como si fuera la única manera de aproximarse a éstos. También hay que tener en cuenta que muchos directores son originarios de París y la ciudad se mantiene como la principal inspiración fílmica de nuevas y viejas generaciones.

Fotograma de Les habitants.

—Pareciera que no existen otro tipo de personajes, habitantes o trabajadores, dignos de ser retratados.
—Cuando empecé a filmar Les habitants, en 2021, traté de trabajar el lugar como un territorio que no conocía a pesar de estar familiarizada con éste. Busqué la manera de describir la rutina, la organización y la esencia del lugar. Como muchos otros suburbios, Périgny–sur–Yerres es una zona dormitorio, la mayoría de la gente trabaja en París, pero, por otro lado, están los habitantes que trabajan durante varios meses al año en los invernaderos y las áreas de cultivo, que se encuentran en la frontera con la zona rural de Mandres–les–Roses, en la cual se dedican a la horticultura y floricultura. Así que fui a conocer a esas personas, quienes no tienen mucha comunicación con el resto de la comuna; la mayoría son migrantes portugueses. Entonces, en la película, aunque no es de una manera tan obvia, porque no señalo quién es quién, retraté a las personas buscando otra manera de pensar las representaciones.

Fotograma de Les habitants.

—También mencionas en las notas de prensa que en 2024, cuando terminaste esta película, la extrema derecha había avanzado considerablemente en Francia, ganando fuerza y adeptos. Un año después, desde tu perspectiva, ¿cuál es el peso de la extrema derecha y cuál es la situación relacionada con Portugal, el país donde vives actualmente?
—En mayo tuvimos elecciones legislativas en Portugal y es la primera vez que la extrema derecha ocupa un lugar tan importante en el parlamento (Chega!, el partido fundado por André Ventura en 2019, se convirtió en la segunda fuerza política en el país con sesenta representantes en la asamblea). Y, bueno, vimos los alcances de Marine Le Pen en las elecciones presidenciales de Francia en 2022 con ese segundo lugar en las votaciones. El ascenso de la extrema derecha en Europa es algo que ya se venía asomando: por ejemplo, desde que empecé a recibir la correspondencia de mi mamá, en los primeros meses de 2018, hasta que terminé de filmar, manifestaciones de xenofobia e intolerancia como de las que habla la propia película se volvieron cada vez más comunes a lo largo de Francia y otros países. Esto solamente me confirmó lo importante que era contar esta historia. Era la primera ocasión que mi madre y las pocas mujeres que la acompañaban semanalmente a visitar el campamento para brindar ayuda, hacían algo parecido. Pero los romaníes se habían convertido en sus vecinos y ellas no podían fingir que no veían lo que estaba sucediendo, esto en un lugar en el que las personas acostumbran a esconderse en sus casas y ser individualistas. En ese sentido, quise hacer una película sobre la negación del malestar, de la pobreza, de todo aquello que nuestra sociedad no consigue acoger y termina marginando.

Fotograma de Les habitants.

—Si bien las denuncias, el recelo y la xenofobia por parte de la mayoría de los habitantes del pueblo provocaron el desmantelamiento del campamento romaní, gestos de empatía como los que mostraron tu mamá y otras mujeres hacia los inmigrantes hacen pensar que, a pesar del avance de la extrema derecha, no todo está perdido, todavía hay alguna esperanza en esa convivencia diaria en Europa. ¿Tú qué opinas?
—Me temo que la película no ofrece muchas esperanzas al respecto, la gente que busca realizar un cambio es una minoría. En ese sentido, con Les habitants no pretendo transformar las cosas, simplemente muestro cómo una historia de intolerancia terminó, pero el ciclo se repetirá. Históricamente, la comunidad romaní ha sido marginada y estigmatizada. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial los romaníes fueron enviados junto con los judíos a los campos de concentración, así que también fueron víctimas del genocidio. Los inmigrantes de los que se habla en la película son originarios de Rumania, el país con mayor concentración de romaníes en Europa. Sin embargo, la extrema derecha y el ultranacionalismo también han avanzado considerablemente en Rumania, por ende, la discriminación hacia la comunidad inevitablemente ha crecido (George Simion, líder del partido Alianza para la Unión de los Rumanos, quedó en segundo lugar en las elecciones presidenciales en mayo pasado; S.O.S. Rumania, partido con apenas tres años de existencia, ganó presencia en las cámaras de diputados y senadores). Así, la gente que ayuda a los romaníes intenta que la vida cotidiana no sea tan horrible para ellos, hace lo que puede, pero al final son personas que no tienen poder ni demasiada influencia.

Cartel de Les habitants.

—¿Cómo fue el trabajo para poder conjugar la evocación de aquello que ocurrió con los inmigrantes rumanos y, al mismo tiempo, retratar el presente de ese lugar?
—Lo primero que filmé juntó con mi fotógrafo, Robin Fresson, no quedó en el corte final, lo cual eran tomas panorámicas del campamento después de su destrucción. Creo que este primer acercamiento fue muy importante para nuestro trabajo en el aspecto formal y conceptual. ¿Cómo íbamos a filmar aquello que ya no estaba ahí? ¿Cómo retratar algo que ya había sucedido? Las cartas que recibí de mi mamá tenían descripciones tan detalladas de los lugares y de lo que ella estaba experimentando que yo podía visualizar todo a través de ellas. Entonces, ya estando ahí, me di cuenta de que las cartas no sólo se habían convertido en el pretexto para hacer esta película, sino que serían el dispositivo para poder conjurar espacios y a personas como Loredana, la mujer con la que mi mamá mantuvo una relación amistosa durante el tiempo que permaneció el campamento, y de quien hoy no se sabe nada. El plano final de la película fue muy importante para nosotros, porque redondea justamente la idea de dos tiempos conviviendo: es al amanecer, en la autopista que conduce a París. Nos vamos alejando, el espectador ya descubrió qué ocurrió en ese suburbio; otro día empieza. ®

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Publicado en: Cine

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