Los riesgos del concepto de comportamiento de riesgo

Drogas, sexo, alimentación, suicidio

Por qué es tan importante no simplificar ni generalizar el concepto de comportamiento de riesgo, explicado en cinco puntos.

¿Qué son los comportamientos de riesgo? En las publicaciones de los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) en Estados Unidos y del Ministerio de Asuntos Sociales y Sanidad en Francia, se mencionan cuatro conjuntos de comportamientos:

  • El consumo de sustancias psicoactivas lícitas (tabaco, alcohol) e ilícitas (drogas);
  • Las conductas sexuales de riesgo (relaciones sexuales sin protección);
  • Los trastornos de la alimentación (anorexia mental, bulimia nerviosa, alimentación compulsiva), y
  • Las prácticas suicidas.

Ahora, hay cinco riesgos en entender los anteriores como comportamientos de riesgo:

La imprecisión de la noción de riesgo

En Sociología del riesgo el sociólogo David Le Breton (2021) señala que “los significados del riesgo hoy en son innumerables”. Skolbekken (1995) examinó 80 mil artículos de revistas médicas publicados entre 1967 y 1991 y cuyo título o resumen incluye el término riesgo; constata que, en general, conceptualizan y operacionalizan esta noción de manera evasiva.

Es fácil asociar un comportamiento de riesgo con una población específica y, luego, representar a ésta como homogénea en sus prácticas.

La tentación del determinismo psicológico

La yuxtaposición de los términos riesgo y comportamiento puede llevar a explicaciones psicológicas (Lupton, 2007) que enfaticen factores individuales más que estructurales o contextuales (Bantuelle y Demeulemeester, 2008; Godin, 2009).

La ilusión de comportamientos controlables

En las ciencias sociales, la noción de riesgo remite al marco teórico de la “sociedad del riesgo global” (Beck, 2006); los estudios empíricos afines analizan la percepción pública de los riesgos industriales y ambientales, así como su control por las políticas públicas. Resulta tentador, por analogía, aplicar este mismo marco a los comportamientos de riesgo y, luego, percibirlos como problemas meramente técnicos y potencialmente controlables.

La comprensión simplista de la causalidad

Las políticas de salud pública tienden a aproximar como simples y directas causas que son más bien complejas e indirectas (Petersen y Lupton, 1996). Asimismo, los epidemiólogos deploran la tendencia a hallar a toda costa relaciones causales entre factores explicativos y comportamientos de riesgo. Esta estratagema, conocida como data dredging (en contraposición con el data mining, es decir la exploración razonada de los datos), agrava el riesgo de hallar causalidades estadísticamente significativas pero espurias y, luego, encontrar resultados falsos positivos (Ottenbacher, 1998; Rushton, 2000; Smith y Ebrahim, 2002; Pocock et al., 2004; Daumer et al., 2008).

La construcción de poblaciones de riesgo uniformes

Por último, es fácil asociar un comportamiento de riesgo con una población específica y, luego, representar a ésta como homogénea en sus prácticas. Por ejemplo, hasta finales de los años noventa las publicaciones científicas explicaban la mayor prevalencia del sida entre los hombres homosexuales por un supuesto “estilo de vida homosexual” uniforme, caracterizado por el sexo anal y la promiscuidad (Glick Schiller et al., 1994). ®

Referencias

Bantuelle, Martine y René Demeulemeester (2008), Comportements à risque et santé : agir en milieu scolaire, París: INPES.
Beck, Ulrich (2006), La sociedad del riesgo global, Madrid: Siglo XXI.
Daumer, Martin, Ulrike Held, Katja Ickstadt, Moritz Heinz, Siegfried Schach y George Ebers (2008), “Reducing the Probability of False Positive Research Findings by Pre–Publication Validation – Experience with a Large Multiple Sclerosis Database”, BMC Medical Research Methodology, vol. 8, n°18.
Glick Schiller, Nina, Stephen Crystal y Denver Lewellen (1994), “Risky Business: The Cultural Construction of AIDS Risk Groups”, Social Science & Medicine, vol. 38, n°10, pp. 1337–1346.
Godin, Gaston (2009), “Comportements et santé : quel rôle joué par l’environnement”, La santé de l’homme, n°402, pp. 45–46.
Le Breton, David (2021), Sociología del riesgo, Buenos Aires: Prometeo.
Lupton, Deborah (2007), “Health Risk Behavior” en George Ritzer (ed.), The Blackwell Encyclopedia of Sociology.
Ottenbacher, Kenneth J. (1998), “Quantitative Evaluation of Multiplicity in Epidemiology and Public Health Research”, American Journal of Epidemiology, vol. 147, n°7, pp. 615–619.
Petersen, Alan y Deborah Lupton (1996), The New Public Health: Discourses, Knowledges, Strategies, Nueva York: Sage.
Pocock, Stuart J., Timothy J. Collier, Kimberley J. Dandreo, Bianca L. de Stavola, Marlene B. Goldman, Leslie A. Kalish, Linda E. Kasten y Valerie A. McCormack (2004), “Issues in the Reporting of Epidemiological Studies: A Survey of Recent Practice”, British Medical Journal, vol. 329, n°7471, p. 883.
Rushton, Lesley (2000), “Reporting of Occupational and Environmental Research: Use and Misuse of Statistical and Epidemiological Methods”, Occupational & Environmental Medicine, vol. 57, pp. 1–9.
Skolbekken, John–Arne (1995), “The Risk Epidemic in Medical Journals”, Social Science & Medicine, vol. 40, n°3, pp. 291–305.
Smith, George Davey y Shah Ebrahim (2002), “Data Dredging, Bias, or Confounding”, British Medical Journal, vol. 325, n°7378, p. 1437.

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Publicado en: Ciencia y tecnología

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