La madre mira la televisión. Se queda absorta
en la guía de programación. Ve caer canal tras canal
horario tras horario. Allá afuera está su hijo
paliacate a manera de cubrebocas
jeans abiertos en las rodillas
armado hasta los dientes.
Anochece. La madre se acuesta, parpadea una película
A lo lejos el eco de las detonaciones apenas se escucha.
Es sólo un temblor, como caballos que relinchan
en alguna pradera.
Amanece. Ella se levanta y va al baño: orina, se lava la cara
se sacude la nariz. Afuera ya la esperan, en la reja negra.
Fueron ocho tiros
en el pecho. No hay lágrima que valga.
Ya no hay nada
Ya no hay
Nada.
Una madre, como cualquiera, mira la televisión.
Se queda absorta en la guía de programación.
Ve caer canal tras canal buscando un horario que no existe.
Afuera sólo el eco de un triciclo, corcel,
que avanza sin piloto
hacia otra esquina, hacia cualquier pradera. ®