Francés descendiente de rabinos y médicos, dejó para la posteridad sus XX Mimos (1894), El libro de Monelle (1895), La cruzada de los niños (1896) y La estrella de madera (1897).
Que toda la inteligencia brille y se extinga en ti durante el espacio de un relámpago.
—Marcel Schwob
Como hiciera Sei Shônagon, tengo dos libros de cabecera. Marcel Schwob ilumina mis lecturas con La lámpara de Psique (primera publicación en 1903; FCE, 2016). La edición de bolsillo traducida por Rafael Cabrera y Martí Soler reúne parte del valioso legado que el francés descendiente de rabinos y médicos dejó para la posteridad: sus XX Mimos (1894), El libro de Monelle (1895), La cruzada de los niños (1896) y La estrella de madera (1897).
Erudito, de una desbordada imaginación visual y con un estilo único, el prodigioso escritor no provoca otra cosa que amor en los lectores que hemos descubierto su palabra. Como la luz de una lámpara antigua, su voz se proyecta en la penumbra.
Aunque en esta edición no se incluyen Vidas imaginarias ni El rey de la máscara de oro, La lámpara brilla con una fuerza tal que la mente de quien la lee no hace otra cosa que temblar de gozo ante la eufonía narrativa. Las palabras resultan insuficientes para definir la profundidad de este libro. Grandes plumas como Jorge Luis Borges, Rafael Cabrera, Bolaño, Faulkner, Reyes y Tabucchi abrevaron de la herencia literaria schwobiana.
Hay un total de XX Mimos en los que el autor escribe los mitos helénicos trastocando la historia. Estos poemas en prosa los dedica al poeta Herondas, por el cual sentía una especial admiración. En ellos hace hablar tanto a las cosas como a las personas.
La cruzada de los niños se basa en la travesía que realizaron los infantes alemanes y franceses en el año 1212 en busca del santo sepulcro de Cristo. Es una historia cruel, pero de una precisión narrativa y de sensibilidad humana indescriptible. Los doce monólogos que la integran cuentan el crimen desde el punto de vista de diferentes personajes: un leproso, el clérigo Goliardo, el papa Inocencio III, el poeta Qaladar, la pequeña Allys, los niños Nicolás, Alain y Denis y el papa Gregorio IX.
La estrella de madera es un poema en prosa con una poderosa narración, en donde diferentes objetos son personificados y cuentan la historia de Alain, el nieto de una vieja carbonera que desea ser como Dios y alumbrar las estrellas de noche. La forma inusual en la que el poeta nombra las cosas obliga al lector a releer para comprender el texto, sin embargo, resulta deliciosa la lectura una vez que se entra en la historia.
A través de cada una de las hermanas de Monelle el autor va narrando los rasgos de carácter de la pequeña prostituta: la egoísta, la voluptuosa, la perversa, la decepcionada, la salvaje, la fiel, la soñadora, la otorgadora, la sacrificada.
El libro de Monelle es considerado uno de los mejores libros del también traductor de Catulo, Apuleyo, Petronio, Longo y Anacreonte, debido al elogio que hace a las prostitutas y al poema en prosa. La belleza, atemporalidad y permanencia de este libro toman fuerza en parte debido a que el personaje está basado en el amor que sintió Marcel Schwob por Louise, una joven que eventualmente se prostituía y que murió a los 25 años, en 1893, a causa de la tuberculosis.
La muerte de Louise afectó tanto Marcel que construyó su personaje Monelle a partir de la vida de su amante. A través de cada una de las hermanas de Monelle el autor va narrando los rasgos de carácter de la pequeña prostituta: la egoísta, la voluptuosa, la perversa, la decepcionada, la salvaje, la fiel, la soñadora, la otorgadora, la sacrificada. Ésta no es cualquier mujer, se trata de la caracterización de una niña prostituta consejera que recibió el don de la premonición y que además es tierna y compasiva.
La escritura schwobiana se inscribe en el movimiento simbolista francés. Marcel toma como pretexto de exploración los seres marginados, pobres y arruinados y a partir de ellos logra que sus palabras poéticas relumbren en sus historias. Los niños son el hilo conductor de varios de sus textos, así como la naturaleza infantil. Rinde culto al instante y durante toda su vida tiene un gran anhelo de la perpetuación de la inocencia. Schwob también tiene un tono profético, remite a la resurrección de Cristo y a algunas obras de Charles Perrault (Barba Azul, Cenicienta).
La lámpara de Psique es uno de esos libros —junto con el resto de su obra— de difícil clasificación y de un estilo tan especial y único que no puede compararse con nadie más. Híbrido —lleno de poesía, cantos, relatos, profecías, pasajes filosóficos y de personajes marginales infantiles—, este libro está pleno de sabiduría. Sin duda un espacio donde las ideas se visten de una profunda espiritualidad. ®