No hemos perdido el régimen democrático, hemos perdido calidad en el régimen: grados de calidad democrática en instituciones que de por sí, en general, no eran de muy alta calidad. El reto es la urgencia: mejorar. Para continuar. Continuar para mejorar.
Pensar claramente es el primer paso hacia la regeneración política.
—George Orwell
Clarity is threatening.
—Richard Dawkins
1. ¿“Ayotzinapa” fue un “crimen de Estado”? Sí y no. Sí porque una parte del Estado mexicano actuó y es coautora del crimen: una autoridad municipal decidió contra la ley —y SIN razón pública— ir en contra de aquellos estudiantes normalistas por medio de socios narcos. No es un crimen de Estado de otra manera: ni en lo “intelectual” ni en lo “material” remite a la “dirección central” estatal, tampoco a su jefatura presidencial (el presidente es el Jefe de Estado); en Iguala no hubo ejecución narcoestatal de una decisión tomada en los centros (“federales”) del Estado, hubo acción local concertada entre un corrupto poder formal estatal–municipal y un poder informal delincuente y corruptor. El primer sentido expuesto es acotado pero laxo, y no particularmente preciso, el segundo es amplio pero estricto, más amplio y más estricto, y no deja de estar acotado.
2. ¿Qué no es un Estado fallido? ¿O qué es un Estado no fallido? Un Estado con las capacidades institucionales necesarias y suficientes para cumplir sistémica y sistemáticamente —a lo largo y ancho del sistema de la polity, por el sistema, rutinariamente— la mayoría de sus funciones esenciales. Por supuesto, después de la categoría “Estado no fallido” tenemos Estados mejores y peores que otros, es decir, mejores o no mejores que otros no fallidos. Hay variedad, variedades, calidades, dentro del campo de Estados no fallidos. Lo que México es, repito, no es exactamente un Estado fallido sino un Estado débil. En un régimen democrático maltratado y no consolidado.
3. La debilidad estatal es un producto y una situación de debilidad institucional formal; por tanto, de la capacidad pública legal; por tanto, de recursos propiamente institucionales (las posibilidades de las reglas) y también fiscales. Sin duda, la debilidad de un Estado es otro problema de fiscalidad. Otras reformas fiscales son para la democracia una necesidad. ¿Acaso nos han dado una reforma fiscal definitiva?
¿Quién cree que ya no quedan reformas valiosas? ¿Quién dice que reformar ya es ocioso? ¿Qué no entienden? Depende de qué, por qué, para qué y cómo se reforma. No es tan difícil de entender. Hay que mover aguas no para “revolver” un río ya revuelto en beneficio de nuestros pescadores sino para que el río corra y se eviten más venenos del estancamiento.
4. Bien consideradas las cosas, la coyuntura mexicana señala errores intelectuales, no sólo políticos: ignorar o desdeñar la teoría politológica de “la calidad de la democracia” y dejar de lado o en el abandono al liberalismo verdadero como filosofía para lo real. Son los errores de los ideólogos no sólo antineoliberales sino antiliberales y de los minimalistas democráticos no “cheborsquianos” (Adam Przeworski es defensor de una definición minimalista de la democracia pero no un opositor a la idea de “calidad democrática”).
5. Hay que revisar seriamente a este país en términos de democracia ycalidad. La calidad más que como naturaleza o esencia genéricas como suma de atributos y valor específicos. Dicho con Przeworski, “calidad de la democracia es controlar la influencia del dinero en la política”. Y fincar institucionalmente a la democracia con perspectivas de derechos y responsabilidad. Responsabilidad por rendición de cuentas. No hemos perdido el régimen democrático, hemos perdido calidad en el régimen: grados de calidad democrática en instituciones que de por sí, en general, no eran de muy alta calidad. El reto es la urgencia: mejorar. Para continuar. Continuar para mejorar.
6. ¿Quién cree que ya no quedan reformas valiosas? ¿Quién dice que reformar ya es ocioso? ¿Qué no entienden? Depende de qué, por qué, para qué y cómo se reforma. No es tan difícil de entender. Hay que mover aguas no para “revolver” un río ya revuelto en beneficio de nuestros pescadores sino para que el río corra y se eviten más venenos del estancamiento.
7. Desde la perspectiva que elaboro, “calidad democrática” y “consolidación democrática” tienen relaciones. Se les distingue sistemáticamente pero no sistemáticamente se les separa. Planteo que la Consolidación es un proceso que tiene que ver con la calidad y que aquí puede representarse “paradójicamente”: un enjambre de instituciones y prácticas, de reglas y rutinas, que densifica al régimen democrático de tal manera y a tal grado que lo hace flotar y lo mantiene —funcional y correctamente— a flote. Con cierta libertad en los lenguajes (y no se pretende así más que una imagen), en la “física” de la realidad democrática las cosas serían diferentes: lo que tiene menor densidad institucional no necesariamente flota, y mientras más denso algo no necesariamente sigue que se hunda. En fin, hay que ir a consolidar. Para continuar por mejorar. Fortalecer al Estado, aumentar su calidad democrática con la del régimen político, consolidar la democracia.
8. Si los utópicos creen que eres cínico y los cínicos que eres un idealista, no te preocupes, vas por el camino correcto: por el gran camino de en medio, entre ellos. Porque ellos son… utópicos y cínicos… Mejor andar sin indiferencia, sin indolencia, sin dejar de ser realista. Vas bien también si esos simples y simplistas que no saben qué es la claridad creen que eres demasiado complejo (para ellos) y los confundidos y confusos que eres demasiado claro (para ser su gurú).
9. Cierra sin errores José Revueltas en Los errores: “La única resurrección posible sólo podía [y puede] residir en la verdad, en la libertad, en el hombre [el ser humano] y en el castigo”. Tengamos esto presente y traigámoslo al presente. ®