Merengue hip hop

La música de las calles en los años noventa

Para la década de los noventa las canciones de Proyecto Uno eran como cualquier hit de Bad Bunny. En los festivales escolares bailábamos esas melodías con beats latinos y contagiosos.

Proyecto 1.

1. Me recuerdo aprendiendo a mover el esqueleto frente a alguna niña de la primaria, después de que mi mamá me mandara vistiendo una playera de los Looney Tunes, unos jeans tipo cholo, un cinturón Boy London pirata, unos zapatos que tenían la suela transparente y, por supuesto, con un corte de cabello similar al de Enrique Iglesias.

En “Está pegao”, Magic Juan, un neoyorquino de ascendencia dominicana que perteneció a Proyecto Uno, cantaba en spanglish con un flow nunca antes escuchado: “Merengue hip hop beat again, beat to get/ Con el mágico Magic One/ MG I see to you again música caliente/ Proyecto uno–dos-tres vamos a brincar otra vez/ Mucho éxito ladies won’t let me go/ Ecuador and México y mi país, ¡qué país!/ Santo Domingo tan lindo/ Nací en Nueva York, pero no me digas gringo”.

Hasta la fecha es mi tema favorito del grupo más representativo y que fusionó el merengue, ritmo musical originado en República Dominicana a principios del siglo XIX, con el house, estilo precursor de la música electrónica, a comienzos de 1980, y el rap, expresión oral que ayudó a darle forma a lo que conocemos como cultura hip hop desde finales de los años setenta, gracias a elementos de soul, funk, el toasting de los sound systems jamaiquinos, performance poético y hasta comedia afroamericana del estilo de Rudy Ray Moore.

2. Desde 1989, cuando Proyecto Uno comenzó a hacer canciones, en los Quad Recording Studios de Nueva York, donde en 1994 balearon a la leyenda del rap Tupac Shakur, sus fundadores Nelson Zapata y Ricky Echeverría, junto al productor Pavel de Jesús, innovaron con el merengue hip hop (también llamado merengue house). Gracias a eso fueron el estandarte de un movimiento musical que conquistó el mundo. Los que bailamos sus melodías en alguna etapa de los noventa podríamos hacer la comparación con lo que en el presente ocasiona el reggaetón y el trap en los adolescentes, tanto por el ritmo que incita a bailar como por los prejuicios sobre ellos, que las generaciones pasadas justifican una y otra vez como algo vulgares, vacíos, monótonos.

Los que bailamos sus melodías en alguna etapa de los noventa podríamos hacer la comparación con lo que en el presente ocasiona el reggaetón y el trap en los adolescentes, tanto por el ritmo que incita a bailar como por los prejuicios sobre ellos.

Pero si el trío estadounidense The Sugarhill Gang ayudó a que la cultura hip hop explotara por todo el mundo en 1979, a consecuencia de su sencillo “Rapper’s delight”, en los asuntos del merengue hip hop el dominicano Wilfrido Vargas hizo que Eddy Herrera, un cantante que integraba su orquesta, rapeara por primera vez en “El jardinero”, una canción con todo el ritmo dominicano de 1984. Así, gracias a quien nos ponía a danzar con “El baile del perrito” y “El baile del mono”, tiempo después de haber formado parte de Fania All–Star, con quienes participó en un álbum en vivo llamado Habana jam (1979), todo lo que envolvió al soundtrack callejero de los noventa tomó forma por la creatividad de ese músico que apostó por jugar con diferentes ritmos afrocaribeños, incluyendo también el sonido de los ghettos norteamericanos al estilo musical por excelencia de República Dominicana, el cual tiene sus raíces en las culturas africanas, y comenzó a ejecutarse con instrumentos como el acordeón, la tambora y la güira.

Así, el reconocimiento convertido en influencia actualmente se nota en las producciones de beatmakers de reggaetón y trap como Mambo Kingz, Luny Tunes, Chris Jeday, Dimelo Flow, Tainy… Sin embargo, el merengue hip hop no hubiera comenzado a andar sin la existencia de, por ejemplo, La Patrulla 15, una orquesta del dominicano Jossie Esteban que siguió el mismo esparcimiento musical de Wilfrido Vargas; así lo hicieron en varios de sus temas, tal es el caso de “El cantinero”, en que el rap se entrelaza con el merengue de una forma que impresiona.

Gracias a la invención de Proyecto Uno y su curiosidad de transportar secuencias de merengue a samples de house, sus contemporáneos Fulanito, Sandy & Papo e Ilegales ayudaron a darle una identidad al merengue hip hop.

Igualmente gracias a la invención de Proyecto Uno y su curiosidad de transportar secuencias de merengue a samples de house, sus contemporáneos Fulanito, Sandy & Papo e Ilegales ayudaron a darle una identidad al merengue hip hop. ¿Quién no recuerda haber bailado/cantado “El tiburón”, “Guayando”, “Hora de bailar” o “La morena” en alguna fiesta? Eran las canciones número uno.

3. El merengue hip hop evolucionó al transcurrir la década de los noventa, pero siguió fiel a su espíritu callejero. En Puerto Rico, sin importar que compilaciones de culto como The noise se consolidaron, dándole un nuevo espacio al estrato juvenil de la Isla del Encanto con ritmos como el raggamuffin, dembow y los primeros avistamientos del reggaetón y su baile prohibido (el perreo), no tardaron en salir exponentes del ritmo dominicano como Lisa M o Fransheska, quienes proponían un lado femenino del estilo que estaba en boga. Y, casi al mismo tiempo, en Venezuela se formaban boy bands como Zona 7 o Hijos de la Calle, que querían parecerse a Proyecto Uno.

En el presente, el éxito que llegó a tener el merengue hip hop desde finales de la década de los ochenta hasta 1998, cuando decayó a consecuencia de las muertes de Papo MC (Sandy & Papo) y Jason (Ilegales), otra vez tuvo una evolución: se combinó con los nuevos sonidos urbanos del Caribe. Por lo mismo, desde comienzos del siglo XXI no fue extraño oír temas clásicos de reggaetón convertidos en mambo remixes, que bien pueden ser una variante del legado que dejó Proyecto Uno junto a toda la escuela merenguera de los noventa. Eso sucede en “Maldades” del boricua Héctor el Father, incluida en su álbum The bad boy: The most wanted edition (2007). El tema fue producido por Mambo Kingz y colaboraron el puertorriqueño Yomo y el dominicano Omega el Fuerte que, de hecho, es el exponente más reconocido del merengue ya con una etiqueta más barriobajera. Otros ejemplos son “Noche de travesura” y “Si te vas, qué tengo que hacer”. Este último se dio a conocer por el popular Daddy Yankee, y de la cual Omega hizo su propia versión en su disco El dueño del flow (2010).

Antonio Peter de la Rosa encarna a Omega. Durante la década de los noventa creció, como muchos chicos, con carencias y se refugió en el hip hop, con la idea de que rapeando lograría algo con su vida. Sin embargo, el merengue siempre ha estado presente en su música, y así como se ganó el repudio de los más puristas del género y la sociedad de estratos sociales altos que solían catalogar de vulgar al estilo, igualmente se convirtió en el portavoz de todo un pueblo rabioso por tener una forma de expresión mediante el baile sensual, su folklor y la cotidianidad convertida en canciones. Entonces, a partir de sus primeras grabaciones junto a su orquesta Mambo Violento como “Alante alante”, “El gorrito” o “Pa’ perrear”, su estilo influenciado por lo que hacía el reconocido reggaetonero Tego Calderón, en los primeros años del 2000, se esparció por las barriadas del Caribe, América Latina y hasta en Europa, específicamente en España, donde artistas de reggaetón y trap lo mencionan en sus melodías o han hecho tracks con la misma línea que contiene el espíritu del merengue hip hop.

Eso llevó a Omega a participar en el mambo remix de “Soy peor”, popular canción de Bad Bunny de 2017; en ella impregnó su lírica marginal y el ritmo de más gozo en República Dominicana. De hecho, esa colaboración se dio durante su estancia en la cárcel por problemas familiares y laborales. También donde se nota su estilo es en “Tú sí quieres, tú no quieres”, una tragicomedia en la que cuenta la historia de dos hermanos: uno toma el camino del bien y otro el del mal. En “El producto” habla de un sujeto que comienza a coronar (irle bien) vendiendo droga. Pero en “Chambonea”, su composición más popular, deja saber cuál es su estilo: letras reales, mambo callejero, talento puro y flow incomparable.

4. Omega no es el único en hacer un merengue más vivencial, con una influencia que se nota de Proyecto Uno, y con esas partes semejantes al mambo que contagian a mover el cuerpo. Otros exponentes dominicanos de la misma índole son Tito Swing, Ala Jaza, Sujeto Oro 24 o Kche Bandazza. Y, en México, tal vez muchos hayamos escuchado “La mujer del pelotero”, canción interpretada por Merenglass que tiene una parte de rap, la cual transporta a las viejas épocas del merengue hip hop. O también “Caramelo”, a cargo de Zona Rika, con las mismas características y una letra en doble sentido, que también es algo característico del género.

Nelson Zapata, quien hasta la fecha trata de mantener con vida su grupo mezclando otros ritmos como la bachata y el reggaetón, décadas atrás no se imaginaba que de presentarse en sitios pequeños de Nueva York pasarían a hacer historia.

Pero en nuestro país, por la popularidad que tiene este tipo de música en las calles, hasta la DJ de reggaeton underground Rosa Pistola comenzó a involucrarse con el merengue hip hop al lanzar no hace mucho tiempo “Pikete” junto a La Tiguerita, una cantante española de rap. De igual forma, el oriundo de la zona centro de la Ciudad de México, Eme MalaFe, en 2019, dio a conocer con “Mi barrio” la gran influencia que tiene de Omega.

Podría decirse que Proyecto Uno y su merengue hip hop nunca pasarán de moda, sino que seguirán influenciando a un sinfín de nuevos artistas callejeros. Nelson Zapata, quien hasta la fecha trata de mantener con vida su grupo mezclando otros ritmos como la bachata y el reggaetón, décadas atrás no se imaginaba que de presentarse en sitios pequeños de Nueva York pasarían a hacer historia, como lo ha relatado en distintas entrevistas, recordando a su amigo de la infancia Pavel de Jesús:

Él hacía de asistente de sonido de dos leyendas musicales del house: David Morales y Frankie Knuckles […] Pavel tenía una pequeña Macintosh en su casa y andaba haciendo producciones de house. Al ver cómo secuenciaba los ritmos en la computadora le pregunté si era posible hacer lo mismo pero con tamboras, para hacer merengue. Me respondió que sí, que buscara algo para secuenciar […] Tomé un merengue de Ramón Orlando, en el cual la percusión sonaba sola un buen rato […] Recuerdo que un día, mientras estaba en la hora de almuerzo escuchando un casete con una de estas secuencias, tarareando ideas de canciones, puse la radio y me encontré con la clásica “Everybody” de Black Box […] Empecé a escribir una versión en español de la canción, pero manteniendo el coro en inglés […] Empezamos a grabarla poco a poco desde su estudio casero, pero cuando llegó la oportunidad me llamó para que la termináramos en Quad Recording Studios. Y ahí fue como nació ese nuevo sonido, con esa magia que tenía ese lugar y la mezcla entre ese toque house y la percusión del merengue. ®
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Publicado en: Música

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