Michel Onfray, impostura y narcisismo

El filósofo del escándalo

Un filósofo mediático que pretende enaltecer la actitud incendiaria de los cínicos, invocar el espíritu de los situacionistas y celebrar el placer, el cuerpo y el deseo, mientras se siente agraviado por el divino Marqués de Sade.

Onfray. Foto © BALTEL/SIPA.

Onfray. Foto © BALTEL/SIPA.

Michel Onfray es el filósofo más popular de Francia, pero tal popularidad no ha sido sólo consecuencia de las polémicas que han desatado algunos de sus libros o artículos y que lo han situado como un escritor irreverente. Al igual que ha sucedido en México con algunos escritores, como el caso de Carlos Monsiváis, la popularidad de este escritor originario de Argentan, una pequeña localidad de la Baja Normandía, se ha ido forjando sobre todo gracias a sus constantes apariciones en platos de televisión. Pero lejos de los reflectores mediáticos en Francia a Onfray parece tomársele cada vez menos en serio.

Indiscutible dueño de una pluma con efectos muchas veces corrosivos, este promotor de una ética hedonista publicó en 2005 Traité d’athéologie (Grasset), una obra en la que le imputa a las tres grandes religiones monoteístas —cristianismo, judaísmo e islamismo— estar “animadas por una misma pulsión de muerte genealógica y compartir una serie de desprecios idénticos: el odio a la razón y la inteligencia; el odio a la libertad; el odio a todos los libros en nombre de uno solo; el odio a la vida; el odio a la sexualidad, a las mujeres y al placer…”, afirmaciones que lo meterían dentro de un torrente de críticas y réplicas que apenas comenzarían, y detrás de las cuales se encontrarán no pocos intelectuales, como Shmuel Trigano, Raphaël Draï, Bertrand Vergely, Malek Chebel o Matthieu Baumier; este último escribirá en respuesta el mismo año L’Anti–Traité d’athéologie. Le système Onfray mis à nu (Presses de la Renaissance).

Pero será algunos años después cuando este filósofo nietzscheano empiece a ser ubicado como un enfant terrible, luego de la publicación en abril de 2010 de Le crépuscule d’une idole. L’Affabulation freudienne (Grasset). Ese famoso texto en donde se expone al “padre de la psicología” como un “fascista autoritario de su tiempo” y a su psicología como “una alucinación colectiva apoyada en una serie de leyendas”, y que provocaría la indignación de distintos pensadores como el remilgado filósofo Bernard–Henri Levy, así como de teóricos que se habían formado dentro y para la psicología o la psiquiatría en Francia, como Julia Kristeva, Jacques–Alain Miller, Alain de Mijolla o Élisabeth Roudinesco.

En un ensayo Onfray se lanza contra Apollinaire por, según el indignado filósofo normando, haber contribuido con su L’Œuvre du Marquis de Sade, publicada en 1909, a construir una leyenda en torno al Marqués de Sade y que perpetuarán intelectuales como Barthes, Bataille, Deleuze, Foucault o Lacan; cuando en realidad, continúa tajante, Sade no es más que “un monstruo humano, del cual su obra constituye el reflejo de su pobre vida”.

Después vendrán otros libros, conferencias, artículos, coloquios, así como sus infaltables —y algunas insufribles— participaciones en televisión, en donde los temas abordados seguirán teniendo más o menos los mismos efectos provocativos, como fue el caso de su intervención en el Coloquio “Guerre d’Algérie, 50 ans après” celebrado en marzo de 2012 en aquel país, en donde afirmó que él prefería a “Albert Camus que a Jean–Paul Sartre por varias razones, principalmente porque Sartre y Simone de Beauvoir colaboraron con los nazis y con su representante en Francia, el régimen de Vichy, durante los primeros años de la segunda guerra mundial, mientras que Camus fue siempre fiel con lo que pensaba y consigo mismo” o la publicación de Le canari du nazi. Essais sur la monstruosité (Autrement) en enero de 2013, un libro que recoge doce ensayos resultado de un ciclo de conferencias organizadas por la Universidad Popular de Caen, que fue dirigido por el propio Onfray y en el que también participa con un ensayo donde se lanza contra Apollinaire por, según el indignado filósofo normando, haber contribuido con su L’Œuvre du Marquis de Sade, publicada en 1909, a construir una leyenda en torno al Marqués de Sade y que perpetuarán intelectuales como Barthes, Bataille, Deleuze, Foucault o Lacan; cuando en realidad, continúa tajante, Sade no es más que “un monstruo humano, del cual su obra constituye el reflejo de su pobre vida”.1 Aseveración que llevará al escritor Philoppe Soller, autor de Sade contre l’Être suprême (Gallimard) a señalar a Onfray como un “filósofo provincial muy retrógrada y muy reaccionario”.

La impostura anarquista del apóstol de Normandía

Además de sumarse a un “nietzscheanismo de izquierda”, en reiteradas ocasiones Onfray no ha dudado en declararse libertario o (post) anarquista, lo cual parece venirle bien a su personaje de provocador; aunque es suficiente con detallar algunas de sus declaraciones o de contrastar algunos de sus discursos con la realidad para percatarse de que sólo se trata de una impostura. Por ejemplo:

1. En una entrevista que diera para al diario japonés The Mainichi el 27 de abril de 2012, cuando se le preguntó por qué el Frente Nacional (FN) había tenido unos resultados tan importantes en Orne (departamento francés de donde es originario el escritor) durante las votaciones que recién se habían llevado a cabo, además de asegurar que “el voto para el FN no es un voto neo–fascista o de extrema derecha como la prensa liberal bien–pensante francesa nos lo quiere hace creer desde hace años” y de justificar los supuestos motivos que favorecían los resultados del FN, Onfray terminó por aseverar que “el voto es la única manera de manifestar el poder insurreccional” (¿El FN no es de extrema–derecha?, ¿el voto como insurrección?, ¿un anarquista justificando y promoviendo el voto?).

2. En su Manifeste hédoniste (Autrement) asegura que el capitalismo además de inevitable es la única forma de intercambio que ha existido desde la prehistoria, es decir, que la humanidad ha pasado por un capitalismo neolítico, egipcio, antiguo, medieval, feudal, totalitario, consumista, liberal y hoy en día a veces, según él, hasta ecologista; así que lo que propone y promueve es un capitalismo libertario. A juzgar por esta aseveración se podría deducir que si Onfray no es anarquista tal vez podría ubicársele como un anarco–capitalista —esa disparatada corriente surgida en Estados Unidos que ha construido su ideología a partir de un paralogismo que busca justificarse bajo la raíz etimológica del anarquismo: sin Estado—, aunque esta idea tampoco parece sostenible, sobre todo si se toma en cuenta que la Universidad Popular2 de Caen, que él impulsó, es subvencionada principalmente por la región de la Baja Normandía, es decir por el Estado (¿un anarquista o anarco–capitalista subvencionado por el Estado?).

3. En su crónica mensual, del mes de abril de 2014 de su blog, titulada “Gauche d’en haut, gauche d’en bas” escribió: “En una conversación reciente con amigos, éstos se desconcertaron porque, como libertario, yo pueda defender a la policía, la armada y los servicios secretos de información…”. (¿Un anarquista que defiende la policía, la armada y los servicios secretos de información?).

Éste es Michel Onfray, el filósofo que pretende enaltecer la actitud incendiaria de los cínicos, invocar el espíritu de los situacionistas y celebrar el placer, el cuerpo y el deseo, mientras se siente agraviado por el divino Marqués de Sade; éste es Michel Onfray, el gurú que promulga la libertad del ser y no del tener, pero que hace una escultura de sí no a través de una ética hedonista sino narcisista…

4. Uno de sus principales pilares ideológicos, además de Nietzsche y Proudhon, es Albert Camus, de quien se considera heredero ideológico indiscutible. Es por eso que en este delirio camusiano se atrevió a aseverar de forma absurda en su libro L’ordre libertaire. La vie philosophique d’Albert Camus (Flammarion) que “Camus no está contra el Estado […] Camus no está contra las elecciones […] Camus no está contra el capitalismo” (pp. 530–532), trazando así la imagen de un Camus que poco o nada tiene de libertario, pero sobre todo un Camus a su imagen y semejanza.

5. En una entrevista que recientemente publicó la revista Hors–série de Le Monde,3 declaró:

Yo pienso que se puede ser un gran hombre, rebelde, indignado e íntegro. Y pienso en Gandhi, en Mandela, en Gorbachov o en Juan Carlos. He aquí personas que en el curso del siglo XX fueron capaces de rebelarse. El día que Franco murió, Juan Carlos, que estaba designado como delfín, declaró: “Yo no soy franquista. Nosotros vamos a hacer posible la democracia y autorizar al Partido Comunista Español. Los prisioneros políticos van a ser liberados. La España va a dejar de ser una dictadura militar y a transformarse en una monarquía constitucional”. Es una forma increíble de rebelarse: hubiera sido muy fácil para él continuar siendo un dictador.

(¿Un anarquista que exime a Juan Carlos de sus fuertes vínculos con Franco? O peor aún ¿un anarquista que ve en la imagen de un rey a un rebelde?).

Cómo Onfray se esculpe así mismo

Michel Onfray asegura “vivir muy bien con o sin dinero” y se ufana de escribir filosofía sobre todo para gente común y corriente, “como su padre y madre o como su hermano y cuñada, que son obreros”, pero algunos de sus libros pueden costar hasta 22 euros o 406 pesos en México. Este escritor, que dice detestar las condecoraciones, no duda en externar su rechazo a la capital francesa y a sus “círculos mundanos de intelectualidad”, pero no a los aplausos que provienen de los estudios de televisión de París y que tanto alimentan, y pagan aún mejor, su espíritu hedonista. Este promotor de la libertad de expresión y de la democracia, y que abomina el abuso de poder, no le gusta que lo contradigan, y si hay que cuestionarlo será él quien elija quién y cuándo lo haga, por eso el 13 de abril de 2013, dentro de una mesa redonda titulada “Camus, aujourd’hui”, celebrada en Balma, una localidad situada en Alto Garona, se negó a compartir la mesa con Michael Paraire, autor de Michel Onfray, une Imposture intellectuelle (L’épervier), y utilizó sus influencias para que se terminara por echar del debate a Paraire. Este filósofo que ha escrito alrededor de cuarenta libros —algunos de los cuales han sido traducidos a 21 idiomas, además del español y el inglés, ese idioma “que no es más que la lengua de Shakespeare, y la lengua del capitalismo planetario”4―, intenta a través de muchos de éstos descalificar u oscurecer la obra de varios pensadores, mientras glorifica a sus referentes intelectuales eximiéndolos de sus errores o no profundizando en ellos.5 Este profesor que tanto aborrece las condecoraciones y los puestos honoríficos en las instituciones universitarias, se sirve de la Universidad Popular de Caen, la Universidad Popular del Gusto de Argentan y la Universidad Popular de Teatro para formar filas de devotos y consumidores de su “filosofía hedonista” (libros y DVDs).

Éste es Michel Onfray, el filósofo que pretende enaltecer la actitud incendiaria de los cínicos, invocar el espíritu de los situacionistas y celebrar el placer, el cuerpo y el deseo, mientras se siente agraviado por el divino Marqués de Sade; éste es Michel Onfray, el gurú que promulga la libertad del ser y no del tener, pero que hace una escultura de sí no a través de una ética hedonista sino narcisista; Onfray, el escritor que se ha erigido sobre todo no como un filósofo de la rebeldía, sino del escándalo, que es la mejor fórmula de empoderamiento mediático. ®

Notas

1 En una entrevista que el 23 de julio de 2009 dio a la revista Le Point (“Sade est le dernier philosophe féodal”), Onfray ya había asegurado que el autor de Justine ou les Malheurs de la vertu era “ni más ni menos que un delincuente sexual”. Opiniones similares son vertidas en sus dos CDs titulados Sade. Déconstruction d’un mythe.

2 Aunque es cierto que ésta fue impulsada por Onfray en 2002, no es la única Universidad Popular que existe en Francia, como muchas veces se piensa fuera de este país. Dirigidas principalmente a la educación de los adultos, todas ellas pertenecen a la Asociación de Universidades Populares de Francia (AUPF) y la primera fue creada a finales del siglo XIX por Georges Deherme, un tipógrafo autodidacta.

3 “Le révolté défend la liberté quel qu’en le Prix” en Le Monde Hors–série, Julio–octubre 2014, París.

4 Como le aseguraría a la periodista Christiane Carrette, en una entrevista difundida por Radio Canadá el 6 de septiembre de 2010, y retransmitida por Radio Francia en Caen.

5 Por ejemplo, vitupera a Sartre por sus indiscutibles desaciertos y contradicciones, pero es incapaz de reconocer que éste, a diferencia de Camus, rechazó el Nobel de Literatura.

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Publicado en: Apuntes y crónicas, Noviembre 2014

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