“Escuché, al lado de la ventana por donde estaba sentada, una voz que venía atrás de un árbol y que me decía que me dedicara a la poesía, que la poesía iba a ser mi vida.”
“La palabra es el corazón de la literatura”, dice Minerva Margarita Villarreal. Su voz suena fuerte en el interior de la Capilla Alfonsina, uno de los santuarios de las letras más importantes en el norte de México, guardián de la biblioteca personal de Alfonso Reyes.
Desde hace varios años la poeta regiomontana dirige este recinto que, con el respaldo de la Universidad Autónoma de Nuevo León, no sólo difunde la obra del célebre humanista, también sigue sus pasos para ofrecer a los lectores una colección poética que de seguro haría sentir orgulloso al pensador mexicano.
El Oro de los Tigres, en honor al argentino Jorge Luis Borges, es el título de una serie de libros que gracias a la traducción de escritores iberoamericanos ofrece textos de autores como Catulo, John Donne, Cavafis o Czeslaw Milosz.
Con Minerva Margarita siempre hay material de conversación. Por un lado está su labor editorial, por el otro su oficio de promotora cultural y por supuesto su vocación poética, que le ha valido premios como el Alfonso Reyes, el Jaime Sabines o recientemente el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes.
Es su afinidad a la poesía la que nos sumerge en largas conversaciones. A veces es la obra de Tomás Segovia la que captura nuestra atención, lo mismo que el encuentro con Adonis en la Ciudad de México. También hablamos sobre el momento en que decidió cambiar la sociología por la literatura, o de su relación epistolar con Gabriel Zaid. Ahora, el contacto que tuvo con santa Teresa de Jesús es la experiencia que relata con visible emoción.
—Alguna vez me contaste que estudiaste otra carrera, que no está relacionada con la literatura ¿cómo se dio tu encuentro con la poesía?
—No había otra salida. Originalmente estudié sociología porque pensaba que era una manera de ayudar a solucionar los problemas sociales que me atribulaban. Cuando estaba estudiando tuve la fortuna de ser asistente de un maestro argentino que había venido a Monterrey debido a la dictadura, Luis María Gati, “el Mumo”, que era antropólogo. Me especialicé con él en sociología rural, o antropología social, y me enseñó a trabajar el diario de campo, que aplicamos en ejidos del sur de Nuevo León y de la zona citrícola.
”Cuando estaba trabajando allá tuve que hacer uso de dos diarios de campo. En uno intentaba plasmar la objetividad de los acontecimientos que veía, de la gente con la que hablaba. En el otro diario escribía todo lo que a mí me provocaba vivir eso.
”Tuve una crisis y le dije al maestro: “Yo no puedo con esto, tengo que escribir, porque es más lo que me provoca las situaciones de lo que veo, que el aparente análisis que debo hacer. Me provoca algo que tiene que salir”. Él se reía mucho y me dijo: “Tú no sabes lo que significa escribir, crees que es muy fácil, pero es muy difícil, son palabras mayores”.
”Cuando me dieron el premio de la revista Plural le llevé la revista. Él ya estaba enfermo y le dio mucho gusto. Gati admiraba mucho lo que hacía mi esposo, José Javier [Villarreal], y pensaba que yo estaba loqueando, pero con el tiempo ya se ha ido confirmando esta vocación por la poesía.
”Cuando estaba en la prepa una maestra nos pidió un análisis de Macbeth, de Shakespeare, y después de leerlo me dijo: “Tú vas a ser escritora, tienes que entrar a Letras”. Pero yo, como quería analizar a la sociedad y solucionar los problemas cuando los tuviera claros, entré a sociología.
—¿Y cómo fue que decidiste que la poesía sí era lo tuyo?
—Cuando estaba terminando la carrera me dieron una beca de la OEA para estudiar en Israel. Cuando estuve allá me pasó algo definitivo: Oí una voz. Fue algo impresionante, yo estaba tomando una clase, con quien recuerdo que fue el mejor maestro de los cursos que tomé allá, y de pronto tuve un instante prolongado de fuga. Escuché, al lado de la ventana por donde estaba sentada, una voz que venía atrás de un árbol y que me decía que me dedicara a la poesía, que la poesía iba a ser mi vida.
«La poesía te posibilita interpretar la realidad que estás viviendo. Por lo menos en el orden de la representación, del pensamiento, ubicar a los políticos en el plano que deben estar, no sobrevalorarlos o sentir que nos aplastan con sus diatribas y sus estupideces.»
”Sentí que mi mundo se rompía, como si me abriera por dentro. Batallé mucho cuando regresé porque yo era socióloga, tenía una carrera, pero ya no quería estar en eso. Lo bueno es que tuve gente que me apoyó mucho, como Genaro Saúl Reyes, el maestro Bernardo Flores, que luego fue director de la facultad, Ricardo Villarreal Arambirre. Todos ellos creyeron en mí, me empezaron a dar libros de poesía para que me metiera en eso. Conocí a José Javier y me metí completamente en esta cuestión.
”Pienso que de otra manera no hubiera podido sobrevivir, porque soy muy cuestionadora, tiendo a estar inquiriendo, a desestabilizar el ambiente. Entonces la poesía me vino muy en gracia, porque la poesía es la gracia.
—Uno de los versos del libro La raíz cuadrada del verso, de Alberto Blanco, dice que la poesía va a gran velocidad. Lo menciono porque me parece que se aplica muy bien a tu trabajo literario, tienes varios premios, libros que incluso están publicados en el extranjero, editas, promueves la traducción, ¿cómo han sido estas distintas tareas, en torno a las letras, que te han impulsado a lo largo de los años?
—Siempre me he sentido una ignorante. Como termina el libro de Alberto Blanco, “En poesía no hay nada escrito”. Yo siento que no sé nada y tengo esta inquietud de aprender.
”Soy una eterna aprendiz y por eso me gusta editar, apoyar la traducción, porque pienso que una ciudad, un estado, que no tiene contacto con otras culturas desde lo esencial, que es la poesía, es un pueblo que no tiene salidas.
”La poesía te posibilita interpretar la realidad que estás viviendo. Por lo menos en el orden de la representación, del pensamiento, ubicar a los políticos en el plano que deben estar, no sobrevalorarlos o sentir que nos aplastan con sus diatribas y sus estupideces. Todo esto se lo debo a esa visión de estar siempre aprendiendo y de ubicar las cosas en donde deben estar.
—En este sentido, también está tu labor en la capilla Alfonsina.
—Yo empecé estudiando a los griegos, es una cosa que me une con Alfonso Reyes, quizá por eso fui a dar a la Capilla Alfonsina. Cuando estaba chava me invitaron a dar un taller de poesía a la Biblioteca Central, el primer taller que di fue sobre la lírica arcaica griega y trabajé con libros que ha traducido y editado el gran maestro español Carlos García Gual, a quien conocí mucho tiempo después, hace poco, y de quien me volví una gran amiga, a tal grado que le dediqué el libro Amor y furia. Epigramísticos. Él fue mi maestro, sin que yo lo hubiera conocido en aquella época. Para mí fue muy valioso que él presentara mi libro de los epigramas en España, lo que significa que me reconoce como su aprendiz.
—Se podría decir que eres heredera de la tradición…
—Sí, heredera de la tradición clásica, por supuesto, de los griegos y de los latinos. Los griegos son menos incisivos que los latinos.
”El epigrama lírico arcaico griego es sobre todo amoroso. Safo, Arquiloco de Paros, Simónides fueron poetas que dejaron una marca. Los latinos retoman el epigrama y lo vuelven lapidario, un acto de denostación pública, lo utilizan mucho en la época de la república y el imperio.
”En mi libro se combinan los dos tipos, pero hay epigramas eróticos, amorosos, al estilo griego, pero también al estilo latino. Lo que hice fue tratar de ubicar el ‘allá’ y ‘entonces’ latino y griego, sobre todo latino, con el ‘aquí’ y ‘ahora’ de nuestra realidad mexicana.
—En 2015 se celebró el centenario del natalicio de santa Teresa de Jesús, así que tu reciente libro, Las maneras del agua, aparece en un momento oportuno.
—A principios del año pasado me pidió una amigo, el poeta español José María Muñoz Quiroz, que le mandara un poema sobre Teresa de Jesús. Yo había tenido una vivencia años antes, en el mundo entre el sueño y la vigilia, en la que se me presentaba una monja y me tocaba la cabeza. Realmente sentí que me tocaron la cabeza y abrí los ojos, no sé si éstos u otros, y la vi. Me dije “No es sor Juana”, que era mi única referencia, porque estaba vestida de otro modo, “es Teresa de Jesús o Teresita de Jesús, la francesa”. Esto fue hace ocho años, pero el tiempo me fue ubicando, me han pasado cosas sobrenaturales con Teresa de Jesús.
”Tomé de El libro de la vida elementos a través de los cuales construí Las maneras del agua. Ella nunca vio publicado El libro de la vida, se lo quitaron y ella pensó que lo habían quemado en la Inquisición. Pero María de San José, una de sus seguidoras, lo recuperó en Flandes, en Amberes. Este libro se llamaba originalmente La grande relación, pero quien lo tituló El libro de la vida fue su editor, fray Luis de León.
”Entonces comencé a leer ese libro, me fui metiendo, y Las maneras del agua es una analogía con las acciones que uno debe ofrecer a Dios. Ella dice que el agua tiene cuatro maneras: agua del pozo, agua de noria sin anegar el huerto, agua de río o del arroyo. Hasta que llega la lluvia del cielo, que es la que propicia la mejor cosecha.
”Santa Teresa dice que uno se debe poner en las manos de Dios para que tu vida tenga acciones que sí florezcan.
—La importancia de la obra literaria de santa Teresa es indiscutible, pero me parece que se lee poco. Sus escritos tienden a olvidarse, quizá opacados por san Juan de la Cruz, el otro místico de la poesía española…
—Ella no quiere que la olvidemos. A mí se me apareció. Ha sido muy impresionante la presencia de Teresa en mi vida, no me refiero nada más a sus libros, sino a su presencia. Teresa es materia viva, no la vemos pero está entre nosotros y se manifiesta.
—¿Qué significó ganar el premio Aguascalientes con Las maneras del agua?
—Todavía no me la creo. Tengo tantos años en esto, la poesía ha sido mi vida, y me sorprende cómo en las presentaciones que he tenido ahora la gente subraya que mi ficha debe decir ganadora del Premio Aguascalientes. Yo no sabía que era tan potente la valoración del premio, pero ha sido muy padre.
—Esto demuestra que fue una buena decisión abandonar la sociología…
—Creo que nunca abandoné la sociología del todo. En Las manera del agua hay varios poemas que tienen que ver con la sociedad, el entonces de Teresa y la forma como se vinculan con el ahora. Hay imágenes que tienen que ver con los autos de fe, los horrores que cometía el catolicismo contra los judíos. Teresa era de origen judío, como San Juan de la Cruz, la paradoja es cómo ellos tienen que retomar otra cultura para sobrevivir. Eso me llegó de una manera profunda y cuando fui a Ávila y Toledo, en donde creció y vivió Teresa, los días me fueron llevando por los pasos de ella, pude ver cosas que hicieron que yo entrara en su mundo, en esa época, fue maravilloso.
—¿Qué significa El Oro de los Tigres? Es una colección que traduce a poetas que es difícil leer en español y que está dirigida a los jóvenes universitarios…
—Estamos trabajando desde el punto de vista de lo que fue Alfonso Reyes, quien fue un mediador, un barquero entre los países que él visitó y México. Como directora de la Capilla Alfonsina mi propósito es emular la obra de Reyes y la tradición que él gestó. Creo que nuestra patria se salva por su legado cultural.
”Nosotros tenemos grandes artistas que nos permiten que espiritualmente no nos hundamos en este laberinto de carne y de sangre que estamos padeciendo por la corrupción y la política mal encaminada de nuestros gobiernos. En este sentido me parece muy importante que la Universidad Autónoma de Nuevo León esté haciendo esta labor de emular a Reyes y de resignificar su trabajo en el panorama mundial actual.
”Aquí hay que detenernos a pensar qué significa la literatura en este país, es una puerta a la configuración de la identidad, nuestra en relación con el mundo. No puede haber identidad nacional si no te ves en otros espejos.
”El trabajo que estamos haciendo los escritores que nos avocamos a tratar de que México esté presente en otros países, y que las voces de otras naciones estén presentes en nuestro país, es un legado para los jóvenes. Hay esperanza, porque la palabra es el corazón de la literatura y es la posibilidad de que se abra una puerta permanente hacia lo que somos en relación con la libertad.
Aparece
Antes del alba sus manos traen el cielo hasta el muro de piedra
y en lecho de madera abro los ojos que no abro
Su hábito solar… su descalzo venir
estando aún dormida con otros ojos vi
Tersa Teresa de las metamorfosis
blanca es rosa su piel… roza casi su rostro
Detrás del respaldo que no hay
ella misma es respaldo:
Cara… brazos… torso… manos… sobre mi cabeza
Inclinada está:
Cúmulo de luz Teresa bajo el velo negro en la tiniebla rémora
sus pies desde otro plano
la vigilia previa de atravesar
el curso de los astros
e irrumpir
Tersa de las meditaciones
En la tierra el espanto:
Más que asombro
mantequilla líquida penetrando
por no sé qué resumidero
el cuerpo:
Seré una alcantarilla en manos de Teresa
una fiebre de oro de las llagas de Cristo
un cielo desprendido del siglo dieciséis
una viuda oscilante… un dominico en ascuas
una familia perseguida
y de cuatro maneras germinará lo plantado:
Agua del pozo
Agua de noria sin anegar el huerto
Agua de río o del arroyo
Lluvia del cielo:
La humanidad de Cristo desnuda tus pupilas
su tórax alanceado aún gotea
Bañémonos Teresa en esta rojedad
En la tierra el espanto
Bañémonos Teresa
El espanto Teresa
Bañémonos Teresa en esta rojedad ®
Esta entrevista se publicó originalmente en el libro La casa abierta, conversaciones con 25 poetas (Secretaría de Cultura de Coahuila, 2016).