Morir de pie o vivir en el desacomodo de la butaca

Entrevista con Jacaranda Correa, Irina Layevska y Nélida Reyes

Una larga entrevista con la realizadora y las protagonistas del polémico documental Morir de pie, mejor documental del pasado Festival Internacional del Cine de Guadalajara.

“El espectador no sale acomodado, sale bastante desacomodado”, me dice Nélida Reyes, una de las dos protagonistas del documental Morir de pie [México, 2010], y remata: “Bastante movido, sale realmente… como si se hubiera abierto una caja de Pandora de pronto”. Es decir, el espectador sale conmovido, perturbado, inquietado, alterado, movido fuertemente, con eficacia y con los demonios echados para afuera, después de ver la película realizada por la periodista Jacaranda Correa. Y tal como Irina Layevska, la otra protagonista, lo reconstruye en la conversación, sobre el caso de un espectador, de un hombre sonorense que les dio las gracias por la oportunidad de ver aquella película, que pensaba era de “chingadazos, balazos”, para agradecerles y decirles, al final de la función: “‘Me rompieron mi esquema […]. Por el título creí que se trataba de una película de esas de Hollywood, de acción, de balazos’”, dijo con su pintoresco acento norteño, y añadió que nunca en su vida había visto un documental, ‘pero valió la pena’; se dirigió a Irina y Neli: ‘La historia de su vida me impresionó mucho más que otras películas’” [Rogelio Villarreal]. Su propio prejuicio de este hombre lo llevó al “pinche hormiguero”, vaya excelsa y franca forma, para definir los complejos cinematográficos de hoy, “¿Cuál cine? ¡Si esto es un pinche hormiguero bajo la tierra!”, expresó el macho bravío, conmovido, con la historia que define la también directora editorial de programas de investigación periodística de Canal 22, Jacaranda Correa, como: “El hombre nuevo ha nacido y es mujer”.

Y todo esto en Guadalajara fue. En la última noche del mes de marzo de 2011 después la última presentación, de tres, del documental, en el Festival Internacional de Cine. A unas horas de informar que Morir de pie sería reconocida como mejor largometraje mexicano documental en ese evento: “Por ser una historia de coherencia, lucha y compromiso con la vida, el amor y la identidad más íntima del ser humano en el contexto de las contradicciones de nuestro tiempo” (esto según el acta de premiación del FICG26). Y ahí conversé detenidamente con Jacaranda Correa y su reparto, Irina Layevska y Nélida Reyes. La incertidumbre, tal vez, o el relajamiento, después de una semana de exhibiciones en las salas de cine tapatías, llevó a que la plática fluyera de forma muy natural acerca de los temas que se entrecruzan en este documental, como son la transgeneridad, la discapacidad, la izquierda mexicana y la revolución personal.

El eslogan del festival: “Un rostro lleno de historias”, representado por una máscara con pietaje fílmico y sombrero de charro, intentaba reunir todas las cosas “bonitas” de Guadalajara, sus hombrecitos vestidos de mariachi, su Rayo de Jalisco, su cine ¡bien mexicano!, tapando ¿el verdadero “rostro”? ¿Acaso desacomodaría la fiesta el rostro con ojos almendrados detrás de esa máscara? Cuestión de enfoques, de prejuicios y voluntades como, de nuevo, cajas de Pandora abiertas como “pinches hormigueros” o espectadores desacomodados en sus dormilonas, sus sillas de ruedas o simples butacas. Nada es lo que aparenta, ni las palabras detrás de los que hablan, ni el rostro enmascarado lleno de historias.

—¿Cómo llegan a realizar este documental, Morir de pie? Sé que el trabajo previo es el programa de televisión donde se presentó algo, pero me gustaría que me ayudaras a contextualizarlo.

Jacaranda Correa: Yo conocí a Irina en el momento en el que, tanto ella como Nélida, vivían todo este proceso de agresión, que comentaron hoy, después de la proyección, por parte de los vecinos, cuando Irina había comenzado el proceso y una compañera, Gloria Hassel, me habló y me dijo: “¡Oye! Fíjate que Irina es una mujer que ha comenzado con un proceso transgenérico. Entonces ha sido muy agredida, tanto ella como Nélida, en la unidad donde viven”, y pues yo les abrí el espacio en el programa, de hecho fueron en dos ocasiones.

”Desde la primera vez que la vi y conocí parte de su historia me quedé muy impactada, porque en ese momento saber que había comenzado un proceso de transformación y de identidad tan fuerte y luego, verla en silla de ruedas, pues lo único que te preguntas es: ¿de qué está hecha esta mujer para enfrentar dos procesos tan fuertes?

”En ese sentido, hice dos entrevistas en el programa, y luego de ahí continúo una relación, en ese momento no tan cercana, sino hasta después que volvíamos a dialogar y hasta que se presentó el libro de Irina Carta a mi padre. En ese momento, no recuerdo si fue antes o después, yo ya había hecho un programa en El Rotativo dedicado, justamente, al tema de la transgeneridad, y ahí yo le había hecho un retrato a Irina, en algún momento que estuve en su casa. Todo ese proceso y luego leer el libro fue como una construcción de la idea de hacer un documental sobre su vida.

—La primera vez que se encontraron fue…

Desde la primera vez que la vi y conocí parte de su historia me quedé muy impactada, porque en ese momento saber que había comenzado un proceso de transformación y de identidad tan fuerte y luego, verla en silla de ruedas, pues lo único que te preguntas es: ¿de qué está hecha esta mujer para enfrentar dos procesos tan fuertes?

JC: En 2005, para el noticiero Ventana de medianoche, que era el primer noticiero social de Canal 22. Yo lo conducía y fue éste el primer programa al que asistió Irina y un año después seguía este problema con los vecinos, la invité a un programa que se llamaba Espacio Alterno; la tercera ocasión, fue a partir de un programa que yo dediqué en El Rotativo a la transgeneridad, porque como ha sido un tema que me ha interesado muchísimo, el tema de el transgénero, y también, el tema de la diversidad sexual. Yo me di cuenta que era muy complicado y sigue siendo muy complicado para la gente entender lo que significa la transgeneridad, no lo entienden, para la gente puede ser un homosexual, lesbiana, travesti, o sea, no hay una claridad y ese programa yo me acuerdo que lo dediqué justamente a explicar todo esto, pero de todas maneras no es fácil, para la mayoría de la gente, comprenderlo.

”Entonces, también, por eso la idea de hacer un documental que no fuera didáctico, porque me di cuenta, a partir de estas experiencias, que por más que le expliques a la gente lo que significa ser un transgénero, tener una disforia de género, no es fácil por más que lo expliques.

”Hacer un documental didáctico, con especialistas y todo, va a ser exactamente lo mismo, porque la gente inmediatamente genera un prejuicio, como una coraza, así como de no quiero saber. De ahí un poco la idea y después de dialogarlo con Martha (Orozco, coguionista), con Daniela (Ludlow), la fotógrafa, fue decir, a ver ¿cómo llevamos esto a la pantalla? Para que no sea un documental didáctico y que no insistamos en explicar, sino que la gente se vaya metiendo en una historia y a partir de ahí pueda confrontar sus prejuicios, sin necesidad de que tengas el especialista o la explicación, o sea, el tema didáctico.

”La verdad es que todas fuimos aprendiendo en el proceso, fue un documental que se fue transformando al momento de grabarlo, de discutirlo, de ver lo que estábamos trabajando, porque la parte política, en un principio, pesaba mucho. Me interesaba mucho el trabajo y la trayectoria política de ambas. Entonces, como que o íbamos por un lado o íbamos por el otro. Toda la claridad fue a partir de los días que pasamos con ellas, se fueron aclarando estas vertientes que yo creo que eran las que nos iban a dar la claridad, para darle al público una gran historia de amor.

Irina Layevska: Yo creo que intentar presentar un documento para explicar una cuestión que ni siquiera una misma entiende, pues está muy complicado, sobretodo porque la mayoría de la gente no entiende lo que es el género en sí, no la transgeneridad, sino el género, la equidad de género. Se vive un machismo exacerbado que lo asumen como algo natural. La homofobia no se ve como un problema, es natural que a la gente no le guste las personas homosexuales, lesbianas o pertenecientes a cualquier gama de la diversidad sexual.

”Cuando Jacaranda nos invita, con esta idea, lo que a mí me daba temor era como terminar en lugares comunes, presentar la vida de una llamada “chica trans”, que me choca el estigma “trans”, o el drama de mi propia discapacidad física o que terminara prejuiciando a la gente, que es muy fácil. El prejuicio es una de las emociones más elementales que surgen. Platicamos, se elaboró la idea y después, yo creo que no teníamos claro cómo aterrizarlo, yo misma no sabía. Creo que es muy complicado saber lo que se quiere, porque es más fácil saber lo que no te gusta. Entonces, conocimos a la productora, conocimos al equipo de trabajo y fuimos avanzando poco a poco.

”Hoy comentaba que cuando me sugirieron algunas tomas, me resistí mucho, me costó un trabajo interno saber que esa toma podría funcionar, pero me dieron confianza y lo que pasó después, es que tuvimos que bronquearnos para aterrizar y concretar con lo que hoy está terminado.

”Cuando Martha y Jacaranda me decían: Tennos confianza, porque yo quería estar chingue y jode. “¿Cómo va la edición? Quiero verlo…” “No… que no sé, ¿qué? Espérate. Confía, confía” ¿Cómo se hace eso?

”Después de aquel encontronazo nos dimos el permiso de confiar y todavía, la semana pasada, que vimos el material ya terminado, el día que nos lo enseñan, yo estaba infartada. “¿Qué me van a mostrar? ¿Y si no me gusta? Ya está hecho”. Le dije a Martha, si no me gusta, no voy a Guadalajara… “No, no nos chingues, te va a gustar. A la gente que lo ha visto le ha gustado”. Sí, porque no es su vida.

”Es impactante que ha sido un ejercicio de noventa minutos que me hubieran costado, yo creo, varios años de terapia. Todavía, cada que lo vuelvo a ver, hay cosas que se digieren de otra forma o las veo de otra manera, ya no siento el drama que sentía el primer día. Fue dramático para mí, pero pues creo que la confianza valió la pena, aunque hicieron trampa porque hay tomas que yo no sabía que existían.

Cuando Jacaranda nos invita, con esta idea, lo que a mí me daba temor era como terminar en lugares comunes, presentar la vida de una llamada “chica trans”, que me choca el estigma “trans”, o el drama de mi propia discapacidad física o que terminara prejuiciando a la gente, que es muy fácil. El prejuicio es una de las emociones más elementales que surgen.

”Aquella entrevista en donde te aparece el personaje con barba y bigote, cuando lo vi me quedé así como, ¿o de plano me falla la memoria? Pero ¿cuándo les pasé este material? Yo no se los di. ¿De dónde demonios lo sacaron? ¿A ver qué dice este cabrón? Es muy reconfortante interiormente ver esas escenas sin el dolor que sentía antes, con esa imagen. Ya no lo veo con trauma, con coraje o con tristeza. Me gustó verlo y puedo decir en voz alta y en público, pues gracias por la sorpresa, porque ahora hasta lo veo con afecto. De una imagen que hace cuatro años podía haberme dado la vuelta mentando madres. Hoy no. Hoy hasta puedo aceptar que el tipo es agradable, que además pasan muchas cosas muy curiosas con esas imágenes. Me decía una de las compañeras, que fue partícipe del documental, que cuando vio el separador con la imagen del cartel le dijo a su esposo: “Mira, mi amor, con éste sí te hubiera puesto el cuerno”, “¡Cabrona! ¿Por qué me dices hasta ahora?” Pero ahora hasta lo puedo aceptar con agrado, antes hubiera sido muy complicado y creo que fue un ejercicio que a mí me ha servido mucho para curar heridas, para superar rencores, para aceptar que puedes ser una experiencia que puede funcionarle a la gente. En un principio, yo no lo creí y me resistía y les decía: “¡Ay, no me jodan! ¿Cómo? ¿Qué van a sacar con esto? Pero creo que el aprendizaje es para todo mundo, empezando por mí.

—¿Cómo viven ustedes esta parte de ir derribando ciertos prejuicios, que creo los más fuertes, primero, porque son nuestros propios prejuicios? El poder romperlos para poder decir: ¡Aquí estamos! Me gustaría saber, desde los dos lados: ¿Cómo el cine se vuelve, también, una experiencia catártica y una experiencia de evidenciar, de decir, de expresar, de mostrar? Y por el otro, la parte personal de decir “¡Esta soy y aquí me encuentro!” Como realizadora… ¿Cómo se va dando este ejercicio? De decir: ¿ésta es la historia que quiero contar y ésta es la historia que puedo contar?

JC: Creo que fue un ejercicio que no fue fácil, pero sí debo reconocer toda la facilidad que me dieron, tanto Nélida como Irina, y que nos dieron a todo el equipo de meternos, literalmente, hasta la cocina, el baño, la recámara… Recuerdo mucho un día que Neli me dijo, saliendo del reiki, nos fuimos a comer unos tacos. Me dijo: “¡Oye, Jacaranda, necesito hablar! ¡Eh! Yo necesito fijar mi postura en esto”. “¡Claro, Neli, vas hablar!” “¡Porque tengo mucho miedo de que esto se convierta en una historia que prejuicie ciertas cosas y yo he cargado durante mucho tiempo con ciertas cosas, con ciertas emociones, que me interesa que se digan con toda claridad”. Le dije: “Pues adelante, Neli”. Entonces, fue un ejercicio que se fue dando poco a poco, a través de entrevistas; primero, yo me di cuenta que las entrevistas, o mi papel de entrevistadora no estaba funcionando al cien por ciento y un día sorprendentemente, me di cuenta que el ejercicio de relación entre Nélida e Irina, en su complicidad y luego, estableciendo vínculo con otras personas cercanas a su vida era mucho más rico que una entrevista directa.

”En el caso de Neli creo que fue, a lo mejor me equivoco, pero lo que nosotros vimos, y muchas veces lo comentamos Cristina, Dariela y yo, cuando estábamos en el campo, es que fue, efectivamente, un ejercicio catártico, pero porque ella se lo permitió y porque me permitió preguntarle y decirle, ponerle en situación, en ciertos momentos, y vinieron de ahí muchas cosas.

© Antonio Monterrosas

”Hay escenas que no se ven, que son de una brutalidad y de una fuerza impresionante, no se concentran, como ocurre en todo documental que de pronto dices: “¿Dónde meto esta secuencia maravillosa?” Me acuerdo de aquella vez que Neli venía de trabajar del Metro y había tenido un incidente con una mujer que le había gritado en la taquilla. Había sido un incidente bastante violento. Neli llegó muy cargada de emociones encontradas, estábamos nosotros ahí, filmando en la casa de Irina, estábamos trabajando con ella y lo que pasó con Neli fue que ella tomó este vehículo como una catarsis, como una vía de poder decir muchas cosas y fue, simplemente, el que fuera yo guiando, quizá, algunas cosas y otras que nada más dejamos que sucedieran, porque Neli nos dio la posibilidad de que así fueran y me pareció muy interesante lo que ocurría entre las dos cuando dialogaban. En algún momento yo me sorprendí mucho porque Nélida fue quien, de alguna manera, a partir de que nosotros observábamos con la cámara, fue la que impulsó también a Irina para explotar ciertas emociones, ciertos sentimientos, situaciones. Esta secuencia maravillosa, de cuando terminan de comer y están en una especie de sobremesa, yo creo que es una de los momentos que a mí más me impresionaron y en ese momento yo dije: “¡Guau!” Salimos de la casa de Irina exhaustas, la fotógrafa, Cristina, que estaba en la parte de la producción, el sonidista y yo, y en ese momento me di cuenta de la importancia que tenía este momento porque Nélida empezó a establecer o a romper con un esquema que ni yo misma tenía planeado y se dejó llevar en ese momento. Fue un momento bastante fuerte. Me acuerdo que tuvimos que parar la secuencia, Irina dijo: “Vamos a parar”, porque sí hubo un momento de mucha descarga emocional y entonces, hay momentos en los que tú con la cámara dices: “¿Qué hago? ¿Paro o sigo o aquí me quedo?” Y también se vuelve muy complejo, porque es establecer como una raya ética donde dices: “¿Aquí me quedo? ¿Dejo que resuelvan? ¿Apago la cámara? ¿Qué hacemos?” Y entonces, Dariela me dijo: “Tranquila, ellas van a decidir”. Entonces, Irina dijo: “Vamos a parar un momento…” porque hubo llanto, hubo explosión de sentimientos, hubo una catarsis brutal, pero lo que nosotros vimos ese día y que hay sólo una parte, cuando Nélida empieza a dilucidar sobre el tema de que el ser revolucionario no es ir e involucrarte en la guerrilla o tomar las armas. Fue un momento clave y fue uno de los más hermosos que yo he visto, porque empezaron a dialogar. Nosotros observamos ese momento maravilloso y después paramos. Se retomó esa secuencia, pero, a lo mejor me equivoco, lo que nosotros vimos fue prácticamente un diálogo entre ellas, que a lo mejor era necesario, en ese momento, pero dejamos que ocurriera.

¿En qué momento la cámara desaparece y se convierte, también, en un ojo que está ahí, presente, pero a la vez ya entra en esa intimidad?

Nélida Reyes: Esto es más elaborado de lo que uno se imagina, en realidad. Hace muchos años, con mi anterior pareja, siempre platicábamos mucho en las madrugadas, eran pláticas y pláticas. Me platicaba su historia, su vida y yo le decía: “¡Oye! ¡No! ¡Esto lo tienes que escribir! ¡Oye! ¡Escríbelo! ¡Oye! ¡Es que… esto es tan importante! ¡Es que esto que te pasó, esta experiencia de vivir de niña enyesada de todo el cuerpo! ¡Imagínate! Es una experiencia tremenda, la gente debe conocer esta parte. Entonces como que yo siento que ahí se comenzó a gestar algo, después vino toda esta batalla, que ahora reconozco que toda esta participación tan violenta de los vecinos nos ayuda a evolucionar, también, a nosotros, porque cuando Irina llega, cuando veo su proceso, cuando está en esa transición, justamente, es cuando se levantan muchas energías, muchos corajes, mucha misoginia, mucha homofobia, de parte de nuestros vecinos. Hubo muchísimas agresiones, por ejemplo, nosotras tenemos gatos, las ventanas siempre están abiertas para que entren y salgan los gatos. Un día encontramos un gato muerto encima de nuestra mesa, había tierra, había excremento. Era una cosa patética.

IL: …pero imagínate el hecho de que un fulano recoja de la calle un gato, ya tieso, y nos lo aviente por la ventana.

NR: Creímos que era una violencia terrible, descomunal. Nosotras a mucha gente no le hablamos, simplemente porque no se dan las condiciones para las amistades. Nosotras decidimos poner una puerta justamente en ese tránsito de los vecinos, la puerta era un límite a las agresiones. No era ni invasión de predio, era una puerta donde aquí ya no pasas, ya no me agredes. Había gente, mucha gente, asomada. Había un vecino, en especial, asomado por la ventana de la casa, siempre. Volteaba y el tipo siempre estaba ahí. Entonces, ese vecino un día juntó ciento cincuenta firmas para promover, ante Procuraduría Social, que nosotros habíamos invadido área común, que ése no era el problema, el problema era el proceso de Irina. Entonces, no hallaban, cómo atacarnos y nos llovieron demandas.

IL: …la invasión de área común, que ellos alegaban, era una rampa para llegar de la calle al edificio y fue una rampa que tuvimos que poner, porque cuando se construyó esa cosa no había accesos, banquetas de cuarenta centímetros. No había forma de entrar a mi casa. El argumento de estos fulanos era si le quitamos la rampa se van a tener que ir de aquí, porque son un mal ejemplo para nuestros hijos y la gente firmó.

NR: Además, había esta censura de cómo yo apoyaba a Irina que en realidad estaba yo también viviendo el proceso, en esa ola de demandas, fueron dos años de un desgaste económico tremendo, de un desgaste emocional tremendo. No nos alcanzaba. La catorcena se nos iba en tres días, en faxes, teléfonos, celulares, estacionamientos, comidas en la calle, en las fotocopias, ir a un lado, buscar un abogado, en fin. Fue un desgaste económico muy fuerte y entonces, llegamos al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred). Primero llegamos a Derechos Humanos del Distrito Federal y dijeron: “¡Ah! ¡Sí! Miren, llamen a este teléfono”. Nunca contestaron, y de ese documentito no pasó nada. Vamos a la marcha de la diversidad, porque ya tenemos que incluirnos en esta lucha. En esa marcha hay una toma que un amigo la ve y dice: “¡Oye! ¡Los acabo de ver en el programa de Solórzano!” “¿Nosotros?” “¡Sí!” “En la marcha!” Irina se comunica al programa: “Quiero una copia de esa toma”. “¿Quién eres?” “Pues soy la persona en silla de ruedas”, le dice la chica: “Permíteme que te hagamos una entrevista”.

”Ellos hacen la entrevista, sale la denuncia. Esa denuncia la ve Rincón Gallardo, de Conapred, y le llama a Irina y le dice: “Es que te conozco desde hace muchos años y hoy me doy cuenta de que tu vida ha sido extraordinariamente compleja. Quiero que vengas a hacer una denuncia”. “Es que ya iniciamos la denuncia”. “¿Cómo?” Vamos con él, platicamos con él, Irina le plantea todo este proceso y le dice: “Tienes que escribir en la colección de cuadernillos de denuncias, sería muy bueno que ahí escribieras”. “¡Bendito sea Dios! ¡Qué bueno que usted la está convenciendo, porque no quería escribir nada”.

”Cuando ya tuvimos el libro y se hizo la presentación, Irina se lo hace llegar a Jacaranda y nosotras pensamos, Tiene que haber una película de esto, y lo mandamos a España, pensando que alguien lo va a interpretar. Nunca llegó nada. Nunca supimos qué pasó, pero llegó Jacaranda y le dice a Irina: “Es que esto da para más”. “¡Perfecto!” Y ahí se empieza a construir la historia.

Además, había esta censura de cómo yo apoyaba a Irina que en realidad estaba yo también viviendo el proceso, en esa ola de demandas, fueron dos años de un desgaste económico tremendo, de un desgaste emocional tremendo. No nos alcanzaba. La catorcena se nos iba en tres días, en faxes, teléfonos, celulares, estacionamientos, comidas en la calle, en las fotocopias, ir a un lado, buscar un abogado, en fin.

”A veces pides a la vida algo y la vida te lo manda. Yo siento que así llegó Jacaranda, como que la vida la puso en esta historia para que fuera contada y porque además mi urgencia, principalmente, era no ser agredida. Hace rato yo comentaba que el logotipo de la silla de ruedas, que está justamente en la señalización de una rampa sobre la calle, alguna vez la grafitearon y me gustaba que la hubieran grafiteado, porque la pusieron feliz, le pusieron rastas, pero justamente al dar nosotros la vuelta y entrar a la calle la incendiaron. Entonces, ¿tú te imaginas el impacto de ver el logotipo hecho unas flamas? Yo dije: Nos quieren matar. Sí, hay que hacer algo, porque yo no voy permitir que un homófobo me mate, ni un misógino, ni que nadie, por el primitivo prejuicio, nos vaya a lastimar y yo me iba a trabajar e Irina se quedaba. Yo creo que toda esta situación de demandas le quitó mucha salud a Irina, nos estresó muchísimo y yo decía: “Es que no puede tener esta disminución de su calidad de vida”. Te disminuye la calidad de vida de manera impresionante. Entonces, creo que fue también un arma para decir: “¡Estamos aquí! ¡Estamos vivas!” Como decía Irina: “No queremos ser parte de las estadísticas de mujeres lastimadas”. Entonces, hay que decirlo. Eso fue parte de un proceso y cuando se empieza a filmar ya estás en otro proceso. Obviamente, fue difícil, pero al mismo tiempo era una necesidad, se tenía que decir algo y nos surgían muchos miedos y decíamos pero… ¿cómo se va a contar la historia? ¿Se va a contar la historia hilando este proceso como una continuidad que la gente no diga era antes y después, sino que la gente de alguna manera en su corazón, solamente, haga ese cambio, sin que pase por esta cosa de… ¡Ay! Es que este chavo antes era chava! Porque ahí es cuando la gente ya está prejuiciando, ya está etiquetando, entonces, ya no ve a un ser humano que está viviendo un proceso, sino está prejuiciando una situación y eso nos costó mucho trabajo, pero creo que aprendimos en este proceso todos. Yo siento que todos dimos un pasito ahí.

IL: Yo creo que hay una cuestión fundamental. Cuando Jacaranda fue a la casa, la primera vez, que fue parte del programa El Rotativo, empezó a surgir una relación más cercana, más allá de la periodista y la entrevistada o más allá de la victimización de dos chavas agredidas y empezó a construirse una amistad y después nos hicimos cómplices como proyecto. Y creo que sin esa complicidad la cámara hubiera sido intimidante. Esa parte de complicidad se enriquece cuando la fotógrafa se suma a la complicidad. Deja de ser un proyecto de trabajo como tal, rígido y frío. Fue como un año de filmación en gran parte de la casa, parte de nuestra familia, y platicábamos horas y a veces con la cámara apagada, chismeando, platicando. Dariela, súper ocurrente, súper alburera. Entonces, si no se hubiera dado eso, creo que hay escenas que no hubieran salido tan frescas, como se hubieran dado. Después hubo un proceso de reacomodo, de ideas, de pleitos, porque como toda relación, pues siempre hay conflictos. Llegó un momento en que rompimos relaciones diplomáticas y de todo y tuvimos que reacomodar tanto las emociones como Jacaranda el proyecto; si no se hubiera dado esa ruptura creo que la historia estaría contada de otra manera, menos humana. Creo que cuando se logra tocar fondo y resurges, nos damos oportunidad de revalorar, repensar y crear y pues la propia relación se tuvo que ir reconstruyendo otra vez. El afecto continúa, yo a esta mujer la quiero mucho [Jacaranda], a Dariela la quiero un chingo, también, y creo que es fundamental que en el proyecto de trabajo surja como esa cuña que logra romper con la rigidez de lo que puede ser un documental con entrevistas, con preguntas frías, con un ritmo distinto. Entonces tendría que aprovechar para darle las gracias por el chance de ser parte de…

NR: Yo quiero decir algo. Hace rato pensé. No es que yo esté en contra de la guerrilla. Aprecio, de verdad, a la gente que un día decidió, porque en muchos momentos de la historia de este país decidió que la opción de cambiar una institución, de cambiar un sistema social era a través de la guerrilla; dejar todo para tomar esta idea, este proyecto de vida, en realidad, yo lo valoro mucho, pero creo que hemos vivido con instituciones que han sido un fracaso y yo creo que parte de la revaloración es si queremos cambiar las instituciones, los prejuicios, tenemos que revalorar nuestros propios prejuicios, son individuos los que conforman las instituciones, si los individuos estamos prejuiciados ¿Cómo vamos a sustentar una institución?

”Por eso, yo digo esto, o sea, irte de guerrillero, pues es muy fácil, a lo mejor estamos trasladando parte de nuestro inconsciente en un proyecto que nunca se va a dar, pero sí creo que tenemos que revalorar nuestros prejuicios, problematizar nuestros prejuicios, para entender esta opción de vida, para dejar de etiquetar, para dejar de decir: ¡Ah! Tú eres lesbiana, tú eres homosexual, simplemente, se es y creo que es una opción de vida el que la gente ha elegido, y como tal los tenemos que respetar, no tolerar.

© Antonio Monterrosas

JC: El documental es de alguna manera lo que dice Neli, porque esa es una parte que a mí, en particular, me gusta mucho cuando dice que el ser revolucionario no solamente es tomar las armas, esta reflexión a mí me parece que es de las más valiosa, porque al final arropan, pues toda su historia, todo el documental termina convirtiéndose en una gran metáfora de este siglo. La gran metáfora que tiene que ver con que ante la caída de los grandes discursos, de estas grandes ideologías pues, ¿qué te queda? Las revoluciones mínimas, por llamarlas de alguna manera, o las revoluciones íntimas, que son las que te llevan para ir hacia adelante. Creo que todo lo que intentamos hacer, sobre todo cuando vimos el material de Irina en su pasado guevarista, por llamarlo de alguna manera, yo creo que fue parte de la recomposición y la reconstrucción mental que tuve, porque al escucharlo te das cuenta de que está concentrado un discurso político increíble. Un discurso que habla del desencanto de muchos, ante el derrumbe del socialismo. Dices, ¿con qué me quedo? Entonces, esta última reflexión, que hace en este momento, de que es el hombre nuevo y tomando el ideario político del Che Guevara en el momento en que conversa con Fidel Castro en aquella noche histórica, pues da pie, justamente, para decir aquí queda sentado que el discurso político, el ideario político de Irina en su pasado, pero entonces, se pregunta: ¿El hombre nuevo no ha nacido? ¿Debe de haberlo? ¿Dónde? No lo sé y acto seguido ves esta maravillosa escena que me encanta, el despertar de ellas dos, tan cotidiano, tan íntimo y dices, pues les presento esta nueva revolución, este hombre nuevo y el hombre nuevo, como concepto universal, más allá del asunto genérico, sino todo lo que engloba pues el pensamiento ideológico-político de un momento, de una lucha socialista que se pensó que era la que, en algún momento, iba a transformar las instituciones y a los individuos.

”Nos gustaba mucho esta frase y mucho en gran medida el resumen de este personaje que también, se lo debo a Rubén Bonet, a partir de que escribió un artículo que decía “El hombre nuevo ha nacido y es mujer” y yo dije: ¡Oye! ¡No! Esto está un poco fuerte. Entonces ya lo fui pensando y por eso, hoy lo refrendé al final de la proyección. Digo, es cierto, es una metáfora que te ayuda a comprender eso que además es en lo que yo he creído siempre y por eso me acerqué a estas dos mujeres. Esta especie como de héroes o de heroínas anónimas que son las que, de alguna manera, te ayudan a construir, a partir de pequeñas historias, de microrrelatos, una gran idea que se vuelve universal y, entonces, creo que parte de este aprendizaje y de esta transformación y de toda esta reconstrucción y el aprendizaje mío, incluso, como periodista, también me lleva a pensar y a decir, abiertamente, creo que en eso coincidimos también las tres, y eso lo platicaba mucho con Dariela, la fotógrafa, que no queríamos un documental militante, no queríamos enarbolar la lucha transgénero. Porque, como bien lo ha dicho Irina, yo soy una mujer, soy Irina Layewska y su pasaporte, su credencial del IFE no dice Irina Layevska, mujer transgénero o sea, es mujer y punto. No es un documental militante que enarbole una causa en particular, ni que quiera llegar a un sector en particular, y yo creo que eso era lo único claro que tenía desde el inicio, que tenía que ir más allá de una postura política y más allá de una militancia, en términos de la diversidad, porque al final, cuando yo hablaba con ellas y todo el tiempo que dice Irina que estuve metida en su casa, conviviendo con ellas, dije: “Lo que hay que contar es una historia universal”, porque si realmente quieres cambiar y transformar y derrumbar corazas tienes que salirte de esta idea de pequeño gueto, porque además Irina jamás la vi yo así como militando en la causa: “¡Ay! yo güey, el movimiento del Marcha del LGBT” (Lésbico, Gay, Bisexual, Transgénero), al contrario, hablaba de discriminación como un término general. Eso fue lo que me permitió tener esta claridad de no hacer militancia en el sentido estricto.

—¿Cómo han vivido ustedes esta parte de entrar al mundo del cine, donde hay mucho glamour, alfombras rojas? ¿Cómo ha sido esa experiencia en las proyecciones, porque creo que también hay un tema, que ustedes comentaban, que es el reacomodo de su casa, que está también reacomodando a los espectadores? ¿Cómo ha sido esa experiencia, en el festival, con esta historia?

NR: Obviamente ves a muchas personalidades, hay gente que siempre viste en pantalla y los ves con una gran distancia, los ves con gran distancia por su trayectoria. Somos individuos de a pie, normales. Entonces, hay mucha distancia entre lo que ellos han hecho y nuestra propuesta, por supuesto. Yo llegué emocionada y pensaba en algunas personas que le pudiera interesar. Me he sorprendido muchísimo, que mucha gente se ha interesado, que le ha movido, y yo creo que el espectador no sale acomodado, sale bastante desacomodado. Bastante movido, sale realmente, no conflictuado, sino como si se hubiera abierto una caja de Pandora de pronto y la gente ve algo, pero que además en su cotidianidad ellos lo han visto, es una realidad que existe, por eso es que la gente se ha involucrado, porque es una realidad, como decía hace rato Damián Alcázar, esto le va servir a muchísima gente, porque hay mucha gente, muchas personas que están en este misma dinámica y si a ellas les sirve y se identifican, yo creo que esa es la mejor forma de sentirse cerca.

Ahorita que decía Jacaranda que no queríamos un documental militante, o de la causa LGBT. Eso a mí me daba terror, terror, porque la propia población transexual, por lo menos de la Ciudad de México, no nos quiere, porque no somos las chicas “trans” glamorosas, con las chichis de fuera, con el estereotipo comercial que vende. Ese estereotipo a mí me causa diarrea, porque ser mujer es mucho más que andar enseñando.

IL: Ahorita que decía Jacaranda que no queríamos un documental militante, o de la causa LGBT. Eso a mí me daba terror, terror, porque la propia población transexual, por lo menos de la Ciudad de México, no nos quiere, porque no somos las chicas “trans” glamorosas, con las chichis de fuera, con el estereotipo comercial que vende. Ese estereotipo a mí me causa diarrea, porque ser mujer es mucho más que andar enseñando. Lo que hay que enseñar es que las mujeres no somos los objetos frívolos que la gente piensa. No. Y algo de lo que yo siempre me he esforzado es porque la imagen de las mujeres transgénero y transexuales trascienda las estéticas, trascienda del vodevil, trascienda del trabajo sexual y se vea como una mujer común, que abundamos, pero que somos invisibles, es más identificable meterte a un salón de belleza, de estética, y la chica que te esté cortando es, evidentemente, o transexual o travesti.

”En la Ciudad de México pasas por alguna de las zonas toleradas, entrecomillas, de trabajo sexual y sabes que en tal zona el trabajo sexual transgenérico está en ese espacio y la gente normal, cotidiana, que salimos a la calle y que buscamos el trabajo, los derechos, el derecho a existir jurídicamente, que éramos personas indocumentadas en nuestro país, somos invisibles, sólo en la marcha del LGBT, del Orgullo, salen 50 mil, 60 mil gentes al carnaval, no a la marcha, no a la lucha por exigencia de derechos, derechos que están plasmados en leyes, en la Constitución y que la propia discriminación nos va orillando a creer que no somos sujetas y sujetos de derechos y desaparecemos y creo que la importancia de este material es ésa.

”Yo llegué a Guadalajara, honestamente, con la espada desenvainada, pensando que el público podía ser hostil, que la prensa podía hacernos pedazos y los días anteriores estuve elaborando respuestas: “Y si me preguntan tal, les respondo tal y si me agreden. ¿Cómo respondo? Si la gente sale del cine, ¿qué hago? ¿Cómo siento? ¿Qué…?”

”El primer día, el martes, llegué al cine hecha una maraña de nervios y… ¿a ver de a cómo nos toca? Buscando a Jacaranda y a Martha, “Necesitamos un equipo de contención” y ¡Oh, sorpresa! Fue no sólo reconfortante, fue educativo para mí, porque había gente del festival, había gente de prensa, había jurado, yo no sabía que había jurado, yo pensé que el jurado veía el material en privado y después lo hacía pedazos, pero ahí estaban, lo supe después, pero hablaba un señor, un hombre de Sonora, con un aspecto, no sólo masculino, sino francamente macho, su lenguaje verbal: “!Yo no sé qué chingaos hago aquí! Yo llegué aquí por error. ¿Quién sabe por qué chingaos llegué aquí? ¿Pues quiero ir al cine? Porque en mi pueblo no hay cines y me dicen que pos que en la glorieta y pos… ¿Cuál cine? ¡Si esto es un pinche hormiguero bajo la tierra! Y veo la cartelera: ¿Morir de pie? Chingadazos, balazos y me meto y pos me rompieron mi esquema, y muchas gracias, me voy de aquí muy conmovido”.

”Entonces esa experiencia me bajó la guardia, porque yo no sé si ese hombre con su físico y su expresión verbal en otro tono, cómo le respondo yo, porque tal vez me sale mi otro yo y me le voy a la yugular, pero me desarmó y dije: “¡Cámara!” Este cabrón es pueblo, si este macho bravío, sonorense, norteño aguantó, pues creo que la hicimos bien y aquí en confianza, me enalteció el pinche ego y dije, valió la pena tanta chinga, porque ver el material terminado en noventa minutos toda mi vida. La primera vez me dejó mal, conmigo, no con el material; no dormí, no comí, cerraba los ojos y me venían escenas… escenas, diálogos y esa parte de cuando salgo del baño y me estoy vistiendo, digerirla, me costo un ovario y la mitad del otro y todo el cuerpo y con esos cometarios y con los comentarios al día siguiente, de gente del público, que estaba ahí que después confesaron que eran jurado, dije: ¡cámara! Valió la pena y hoy que la mayoría del público era gente de a pie, pues me quedo impactada, emocionada, conmovida, súper agradecida y más convencida de que el camino que tomamos es el correcto y que vamos bien, aunque cuesta un chingo de trabajo, pero vamos bien. ®

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Publicado en: Cine, Julio 2011

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  1. Donde puedo ver el documental ?,estoy buscando en todas las carteleras del cine en el D.F. y no encuentro
    nada, alguien me podría ayudar por favor.
    Gracias , saludos

  2. José Antonio Monterrosas Figueiras

    Erick, te sugiero que sigas la cuenta de Twitter de Jacaranda: @jacarandillaesteesmitwitter Ahí seguro la encuentras.

    Un abrazo

  3. erick fuentes

    disculpen quisiera ponerme en contacto con Jacaranda para ver si pudiera asistir a las jornadas de mi universidad. Muchas gracias!!

  4. José Antonio Monterrosas Figueiras

    José Luis, recomendaría la lectura de la nota de Rogelio Villarreal sobre dicho documental, la cual considero está muy completa y es la misma que está citada al principio de la entrevista con Jacaranda, Irina y Nélida http://www.msemanal.com/node/4049 También se encuentra el artículo de Rubén Bonet, Una revolución personal, publicado en esta misma revista https://revistareplicante.com/artes/cine/una-revolucion-personal/ y es mencionado casi al final de la conversación por la propia Jacaranda Correa. Pero en resumen, la película es la historia de un personaje combatiente, militante comunista involucrado en todo el movimiento cubano en los años noventa que un día decide hacer una revolución personal y convertirse en mujer. Aquí hay más información: http://cronotopo.com.mx/?p=628 Sin embargo, en definitiva, creo que es mejor que lo veas con tus propios ojos y sentado en una butaca cómoda. Saludos

  5. jose luis monterrosas hernandez

    No entiendo bien la trama, necesitaría ver el documental, solo se me ocurre decir que bueno que las almas, los espíritus no tinen sexo.

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