Mujercitos es un colectivo. Aunque Mujercitos tenga escritores no es literatura. Aunque Mujercitos publique en las redes no es un medio de comunicación.
Mujercitos es Mujercitos. No le gustan los medios, le gustan los extremos.
Mujercitos usa la escritura visual, textual y paratextual para revelar «cosas que te callas»; usa la performatividad para que las palabras se conviertan en gestos y los gestos en disparos para matar el tiempo muerto.
En Mujercitos las palabras y las imágenes son piezas únicas, inseparables e insoportables.
El vómito es su medio de expresión. El vómito es la libertad.
Mujercitos dice que tiene un magazine pero realmente tiene un imperio. Nació en medio de la pandemia, en La Habana, en el año 2020. Ya se cumple un año del nacimiento del veneno.
Los Mujercitos son radioactivos: hay una mamarracha, un escritor fantasma, una gogó de bares nocturnos, un niño filósofo, una repartidora de cigarros y un devorador de textos.
Hay conspiración, apócrifos, falsos documentales y falsa historia. Le gustan los punks, los queers y los outsiders. El cine gore, el cine Z, el porno y el posporno.
Mujercitos genera stalkers y haters. Ésa es su mayor virtud: molestar a los que no han aprendido a vomitar.
La agresividad y la violencia son la máquina creativa de este colectivo.
Pero, en el fondo, Mujercitos te manda un quiero. ®