¿Qué es digno de recordar de este Brasil 2014?: el aporte de Messi al triunfo de Argentina, la fantástica tarde de Benzema con una Francia disciplinada y correcta y sobre todo, en el mejor encuentro visto hasta hoy (lunes 16 de junio), el exquisito tejido futbolero de una Italia en Manaos contra Inglaterra, tan virtuosa como irreconocible, reconfigurada por futbolistas claros y virtuosos, Pirlo, de Rossi y Verrati. De eso queremos más.
Algunas personas creen que el fútbol es un asunto de vida o muerte… Te puedo asegurar que es mucho, mucho más importante que eso.
—William Shankly, entrenador británico
I. Diario de cinco jornadas
Desde semanas antes, huelgas, manifestaciones y variadas formas de protesta pública aumentaron la temperatura en un país tomado por la desacreditada y oscura FIFA y los cálculos electorales de Dilma Rousseff (con cinismo populista escribió en un diario que “el fútbol está por encima de la política”). Como nunca antes la reprobación ciudadana a la celebración del Mundial colocó miles de policías en las calles y gotas amargas en el brebaje futbolero. Fiesta costosa: diez mil millones de dólares “invertidos” para este evento no son poca cosa si se contrastan de manera realista con la situación de buena parte del país, proteste o no.
Mínima credibilidad: ¿Quién puede ignorar a estas horas la bien ganada fama de grupo mafioso de la FIFA? ¿Hay forma de esconder la corrupción que, con la complacencia gubernamental, acompañó la construcción de estadios sin concluir?, ¿las acciones represivas en barrios sitiados?, ¿el mayúsculo efecto de la conflictividad social?
Así, después de una desangelada ceremonia inaugural plagada de errores y omisiones, el balón rodó. También se puso en movimiento otro de los cárteles que mayor daño hacen al balompié: el de los árbitros. El Brasil que contra Croacia debutó en la Arena Corinthians de São Paulo fue un conjunto musculoso, insensible y amnésico cuya mayor fortaleza para conseguir tres puntos fue la descarada complicidad del colegiado japonés Yuichi Nishimura. La comparación de esa escuadra con la leyenda futbolera del jogo bonito, con grandes figuras como Garrincha, Pelé, Ronaldo o incluso Ronaldinho, es imposible. Neymar, el pirotécnico virtuoso del Barcelona, no ofrece, por sí solo, capacidades suficientes para garantizar que la canarinha cumpla con el mandato de alzar la copa.
Ante Camerún, una de las selecciones menos dotadas del torneo, el Tri ofreció lo que tiene; voluntad sin imaginación, orden sin ideas, solidaridad como sustituto de flagrantes carencias de talento. Entre ellas la más persistente es su incapacidad de competir por alto, ganar cualquier balón que esté en el aire. El equipo del Piojo obtuvo un triunfo indispensable, a pesar del inepto árbitro colombiano que sin pudor le robó dos anotaciones. Sufrirá, y mucho, si quiere avanzar al cuarto compromiso con ese discreto repertorio.
Ante Camerún, una de las selecciones menos dotadas del torneo, el Tri ofreció lo que tiene; voluntad sin imaginación, orden sin ideas, solidaridad como sustituto de flagrantes carencias de talento. Entre ellas la más persistente es su incapacidad de competir por alto, ganar cualquier balón que esté en el aire.
Dos momentos a recordar de la primera jornada: las presentaciones de España ante Holanda y de Portugal frente Alemania. Ambas con tufo bochornoso. El todavía campeón jugó media hora con cierta superioridad y al final de la primera parte, víctima de su parsimoniosa falta de vitalidad, se encontró con el marcador igualado. Lo que siguió en el complemento fue la hiriente humillación por una Holanda pragmática, brillante y vengativa encabezada por el tridente magnífico de Sneijder, Robben y Van Persie. Holanda no es para nada un portento, pero sí posee una estructura armónica, trazos, ritmo. España fue un guiñapo sin defensa y a merced de un portero melancólico que hace un buen rato es más objeto de burla que de reconocimiento. La generación de sus grandes talentos y su técnico recibieron con la goleada de 5-1 a cuestas una lección monumental y una advertencia: la pesadilla apenas comienza. Improbable, no imposible, que España se levante para librase de la eliminación.
En Bahía, con la canciller Angela Maerkel en el graderío, Alemania anunció que es la selección a vencer. Sutil y despiadado, el conjunto teutón dibujó el futbol que mejor conoce y domina: uno que exige carácter, solvencia, y frente a Portugal entregó una hermosa pieza de eficacia en todas las zonas de la cancha. Trituró 4-0 a un adversario que de manera ingenua apostó todo a su lesionado figurín Cristiano Ronaldo. Los lusitanos, inferiores y desarticulados, perdieron la razón y las formas. Pepe, ese delincuente al que se ha permitido jugar balompié profesional, encarna con dolorosa desmesura la distancia entre el deporte que Portugal practica y el oficio generoso de la maquinaria que dirige Joachin Löw.
¿Llegará un día en que la prensa deportiva ibérica y mexicana acepten que los centrales del Madrid, Sergio Ramos y Képler, Laverán, Lima, Ferreira (Pepe) son pruebas de cargo contra la inteligencia en las canchas?
¿Qué es digno de recordar de este Brasil 2014?: el aporte de Lionel Messi al triunfo de Argentina, la fantástica tarde de Karim Benzema con una Francia disciplinada y correcta y sobre todo, en el mejor encuentro visto hasta hoy (lunes 16 de junio), el exquisito tejido futbolero de una Italia en Manaos contra Inglaterra, tan virtuosa como irreconocible, reconfigurada por futbolistas claros y virtuosos, Pirlo, de Rossi y Verrati. De eso queremos más. Habrá tiempo para confirmarlo. ®