Nellie es una de las Insurrectas con un origen distinto. Es autodidacta, es pobre, se percibe a sí misma como obrera, oriunda de Durango, probablemente el más marginal y arrumbado de los nortes, la tierra del alacrán.
I. Girones de tiempo (reflexiones en el punctum cósmico1)
1. Este comentario nace de una lluvia de imágenes guardadas a través de los años. Fui vecina de Margarita Guerra Tejeda, en Coyoacán, Aldama 35 A, a principios de los ochenta. Me quedé con la memoria de cuando nos contó que Nellie le apretó la mano, dejándola con la duda, antes de su desaparición. La audiencia de ese momento éramos María Luisa Puga, Yolanda, Sonia, yo, reunidas en su casa. Y, como otros momentos idos, quisiera asir ese, volverlo al hoy, recuperar lo que sí olvidé, hacer todas las preguntas.
2. En 1990 estoy preparando mis exámenes doctorales y consigo un ejemplar de Cartucho como préstamo interbibliotecario. Creí que era el del prólogo de Aguilar Mora, pero no, tal vez me equivoqué. Llega en un sobre sellado y cuento con pocas horas para leerlo ahí mismo, sin ninguna comodidad. En mis tiempos, las estudiosas de mujeres escritoras leemos casi todo en fotocopia o gracias a cuentos o textos que aparecen en revistas y antologías. Nuestras fuentes, escasas, son vivas. Margo Glantz, Aralia López González, Elena Urrutia.
3. Escuché de Luis Leal, de viva voz, hablar de Nellie y de su inserción arrojada entre los novelistas de la revolución. Y supe de cómo él la distinguió en esa pléyade, por su voz original, por su experiencia única, por su punto de vista que parecía ir contra el ya entonces “institucionalizado” Estado “revolucionario”.
4. Antes de irme a Zacatecas mi colega Elizabeth Horan pone en mis manos el volumen de Nellie, Centaura del Norte, de Irene Mathews, y me pide que haga una reseña para la revista Feministas Unidas. Aparece en el año de 1998, cuando yo me establezco en uno de los puntos cósmicos del villismo, la ciudad de Zacatecas. Vivo en La Calle del Ángel, por donde se baja para entrar al centro de la ciudad, desde La Bufa… y fantaseo que por mi calle y mi empedrado tuvo que trotar Villa, frente a mi puerta… y detenerse en el crucero donde las bandas todavía suelen entonar sus corridos.
Su vida transcurre como si se tratase de la línea argumental de un libreto inconcluso. Vive a través de lo que le toca observar o escuchar y quienes la cuentan remarcan su fuerza y su belleza como quien mira no la escena real sino la fotografía o la captura en video de una mujer.
5. Me inauguro escribiendo un domingo para el periódico más importante de la ciudad con un comentario acerca del libro de Friedrich Katz, The Life and Times of Pancho Villa. En mi texto, “Villa, en el purgatorio de las mitologías,” defiendo a Villa y eso me atrae muchos lectores, la bienvenida en Los Dorados de Villa y el convertirme en colaboradora y después editora del diario en el que ese domingo sustituía a una amiga.
Quienes hemos estudiado la literatura mexicana sabemos que Nellie es real, pero se nos pierde entre leyendas. Su vida transcurre como si se tratase de la línea argumental de un libreto inconcluso. Vive a través de lo que le toca observar o escuchar y quienes la cuentan remarcan su fuerza y su belleza como quien mira no la escena real sino la fotografía o la captura en video de una mujer. Es bailarina y es coreógrafa… escribe, cuenta, está presente y maneja los hilos de la narrativa nacional. Nellie es una pieza clave de la revolución, pese a que no empuñó los treinta–treinta, el nombre de los fusiles que le asigna a su ballet, en forma desafiante.
Como en los guiones, todo en Nellie se nutre del efecto, del mensaje logrado visualmente. Mientras se desarrolla uno de los hilos de su vida aparece otro que se enreda y desmadeja, sin explicación, lo ya visto o contado anteriormente.
Al igual que con otras escritoras, su obra se nos oculta o pierde, por razones que van desde las reimpresiones faltantes hasta el desdén del canon o el despojo de una historiografía misógina y miope.
II. Es Francisca
¡Es Francisca! Como la declaración de un general triunfador o el nombre que comparte con el general legendario, real como ella, de México, Francisco Villa. El primer desafío de Nellie Campobello está en su nombre. Ésa es su narrativa primigenia. ¿Quién es realmente Nellie? Francisca Moya Luna, según el acta de nacimiento, situada en Villa de Ocampo, Durango; hija de un carpintero, Jesús Moya, el sobrino de Rafaela Luna, su madre; nieta de labradores. Nelly Campbell, Zobeida, la adivinadora de Egipto, Nellie Campobello… Y toda esa batería de apellidos, como expresa Patricia Rosas Lopátegui en Nellie y Gloria Campobello, el fuego de la creación. Luna, Moya Luna, Lara, Morton, Campbell, Campobello, Moya Morton, Campbell Miranda, Campbell Morton, Campobello Moya… Los investigadores de Nellie tienen que seguir todos esos rastros que se extravían entre palabras, fechas, viajes, vueltas. Nelly o Nellie, Campbell o Campobello, Moya, Morton o Miranda.
¿Quién es realmente Nellie? Francisca Moya Luna, según el acta de nacimiento, situada en Villa de Ocampo, Durango; hija de un carpintero, Jesús Moya, el sobrino de Rafaela Luna, su madre; nieta de labradores. Nelly Campbell, Zobeida, la adivinadora de Egipto, Nellie Campobello.
Y el personaje protagónico de Nellie Campobello es Nellie misma. Se crea su propio mundo ficticio, su encuadre, su línea argumental; confunde y convence; hace que todo case bien. Cuando su fecha de nacimiento no le cuadra la cambia de un plumazo. Se da cuenta de que las fantasías de la adivina —“The soothsayer and mystic Zobeida” (El Paso Herald)— no son del todo descabelladas, que la gente está dispuesta a creer siempre y cuando le ofrezcas una narrativa plausible, conmovedora. Todavía en los años ochenta convence a una de sus biógrafas, la crítica Irene Mathews, de que puede ser la hija de Pancho Villa. Pero como una buena cuentacuentos, no afirma, sugiere, deja caer un dato, hace un giro semántico, son los arabesques llevados al texto, narrativa, poemas. Al final, no importa que mienta porque la ficción es eso, mentira, orquestada a partir de un plan narrativo.
El verdadero don de Nellie es contar. No repara en detalles para crearse un pasado distinguido o la aventura revolucionaria que la lleva a las guerrillas villistas. Suelta palabras en inglés o en francés y revela los afanes de una joven que baila antes de dar con las personas idóneas que la preparan en ese afán. Para Nellie no hay imposibles. Lo leemos en los relatos de cómo llega a los salones de baile, como ajusta su edad y la de su hermana para convencer a esos hombres de fama y poder. A diferencia de Antonieta Rivas Mercado, Nellie funda su ballet, su escuela y la hace funcionar por años al amparo del Estado mexicano. A diferencia de Nahui Olin, Nellie tiene al final de su vida un patrimonio tan envidiable que, lejos de despertar la lástima de sus contemporáneos, la condena al secuestro y al despojo.
III. La Belleza y la juventud – inteligencia y estrategia
El ingrediente que aporta Nellie a este conjunto de Insurrectas es que Nellie es la primera, probablemente la única, de un origen distinto. Es autodidacta, es pobre, se percibe a sí misma como obrera, es oriunda de Durango, del norte, probablemente el más marginal y arrumbado de los nortes, la tierra del alacrán. No forma parte de la elite cultural capitalina, pese a que se vincula con la crema y nata de ésta. Para llegar hasta donde llega Nellie vende boletos, limpia casas, adivina el futuro y, en cada etapa, sube, conquistando el éxito. Nellie no estudia en Europa, no recorre más mundo que el que le permite su esfuerzo. Cuando la dejan botada en La Habana tiene que ganarse la siguiente parada. Pero Nellie tiene buena estrella. Uno de sus admiradores, el embajador Trejo Lerdo de Tejada, le facilitará, en un insólito golpe de suerte, su sueño de la Escuela Nacional de Danza.
Lo que nos lleva a otra cuestión, la de la edad, que hemos también reencontrado en las mujeres anteriores de la serie Insurrectas: modificar la fecha de nacimiento. Nellie dice haber nacido en 1908, luego en 1910, cuando su acta prueba que nació en 1900. La diferencia es monumental, incluso para la percepción de su obra. ¿Era Nellie una niña o una adolescente durante la Revolución y el avance villista, 1912–1920? El cambio o las variaciones en su mirada se sigue a lo largo de su vida y a través de sus libros. ¿Es una joven de veinte o una mujer de treinta o cuarenta cuando se convierte en la destacada bailarina que fue, la amante de Martín Luis Guzmán, la coreógrafa de hierro, la verdadera antóloga/gestora de Las memorias de Pancho Villa en su versión Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa?
IV. ¿Cómo ven a Nellie y a Gloria sus contemporáneos, sus amigos?
Átl dice de Nellie: “Una bailarina de un dinamismo bárbaro y moderno”; “Conjunto de ritmos arquitecturados en columnas sutiles en los cuales ríe la vida y esplende el sol”.
Al referirse a Nellie, el muralista Melchor Peredo dice: “Era hablantina, iba de las recetas de pasteles a los grandes temas del arte y la música, o las novelas de misterio, de las cuales tenía una gran colección”.
Germán List Arzubide habla de las hermanas Nellie y Gloria así: “Nellie era muy pispireta, muy ágil de pensamiento; la otra era un tanto zonza, la rubia” (se refiere a Gloria). “Nellie tenía en su piel un color apiñonado y rasgos un poco indígenas”; “Nellie era dura de corazón”.
Manuel Maples Arce se refiere a Gloria cuando lo rechazó: “Era dura como el mármol y fría como una espada, pero angustiosamente seductora”.
El plan de Nellie pasa por la libertad y lo quiere para ambas, para ella y para su hermana. Vive preocupada de que su hermana caiga, una suerte de protección que Gloria percibe como control y de la que trata de evadirse.
Esta idea de libertad queda impresa en su poema “Ella y yo”.
Vamos al campo, hermana a correr por los caminos A tirar piedras a los pájaros a bailar a cantar Gritarle al viento reír con el cielo a pelear con los árboles y vencerlos A matar las mariposas y cortar todas las flores Vamos al campo hermana Brincaremos los arroyos nos burlaremos de las peñas saltando por encima de ellas Llegaremos al cerro al más alto y orgulloso allí nos detendremos triunfantes plenas de luz riéndonos de todo como dos soberbias y mirándolas en la cara pediremos perdón a las estrellas.
En el poema “Fuerza Montañas Grandeza” Nellie dicta su credo personal:
No quiero manos pálidas que pidan perdón al cielo las quiero rojas para derribar cerros ... manos que no se sorprendan de tener cerebro.
V. Voy a detenerme un momento en el texto de Fernando Benítez
Benítez siente la necesidad de contar las impresiones que tiene de Nellie:
Pero no fue la simple exposición de sus apreciaciones, ni el erudito desfile de nuestras danzas lo que escuché de sus labios esa tarde, sino el apasionado y sagaz comentario, el cuadro vivo y fuerte de esa rama de nuestro folclor, y no sólo narrado —como ella sabe narrar sus cosas— sino reconstruido y puesto enfrente de los ojos por medio de la propia danza. Aún me parece estarla viendo interpretar la del “Mitote”, con el cuerpo encogido, los ojos brillantes y los pies moviéndose en la arena del jardín, siguiendo el ritmo imaginario del tambor indígena.
Y concluye…
Y ahora, enfrente de la blanca cuartilla, y con las notas sobre la danza, oscuras y confusas, al alcance de la mano, quisiera no mencionar aquí ese aspecto de Nellie, sino contar todas las impresiones que tengo de ella y hablar de sus versos, de su vida tan sincera y tan bella, de la reciedumbre de su espíritu de norteña y, sobre todo, de la mujer, de esa mujer increíble —a fuerza de ser única— que es Nellie Campobello (texto de 1938, pp. 222–227 del primer volumen de Patricia Rosas Lopátegui).
VI. El caos de la injusticia
¿Desaparece? ¿Es secuestrada? ¿Es asesinada? Los criminales no tuvieron castigo.
Para la soledad no hay antídoto ni método. Muerta Gloria, Nellie se queda sola. Su vida productiva se agota, no tiene a nadie con quien establecer lazos sólidos. Se rodea de gente en la que confía. Hoy sabemos mucho más acerca del abuso y la explotación de adultos mayores. El secuestro, despojo y asesinato de Nellie se lleva a cabo debido a la anuencia de la llamada “justicia” en el reino de la impunidad.
Todavía nadie alude a esos hechos con palabras claras. Asesinato, secuestro, despojo… ¿En dónde quedaron los bienes de Nellie Campobello? ¿Qué metódico despojo llevó a sus captores y asesinos a disponer de ellos sin que nadie lo supiera, sin que nadie diese con ellos? Y todo esto se lleva a cabo a plena luz del día. Viven, probablemente, sus captores y asesinos y sus hijos cómplices, según quienes testificaron, no en sus cabales, ya entonces.
El gobierno que, durante décadas, fue su empleador, decidió retirar el apoyo a su ballet y obligó a la Escuela Nacional de Danza a desalojar el edificio que ocupaban en el Conservatorio Nacional de Música, para donarlo a la embajada de Cuba. Luego vino la muerte de Martín Luis Guzmán, en el 76, y la vejez.
VII. ¿La memoria es una lápida?
Una lápida con sus iniciales y los restos de una mujer atlética es todo lo que nos quedó de Nellie. Irene Mathews declaró para un diario de Arizona lo que notó en su último encuentro. Ella había vuelto a verla en cosa de dos años, muy deteriorada físicamente. Anteriormente, Nellie era la mujer que pasaba por ser diez años más joven —su ideal—, una mujer que no aparentaba ochenta… En esa ocasión había envejecido considerablemente.
Como los personajes de Cartucho, ella se pierde en el tiempo, se enfrían las pistas… Nellie no se despide, no hace una caravana ni recibe los aplausos… desaparece, se esfuma sin dejar rastro.
Paradójicamente, los diez años que se reservó para alargar su vida le fueron segados sin piedad por un par de vividores malditos.
Ninguno de nosotros podría imaginar lo que hubiese pasado si Orozco o Rivera desaparecieran; Átl, Martín Luis Guzmán, Azuela. Las autoridades, para con Nellie, se muestran sigilosas y lentas. La toman por loca, acusan sus vicios, evocan sus mentiras… El discurso de los asesinos les parece plausible y son ellos los que cuentan con el abogado más capaz que ampara sus reclamos y exige su libertad. Por el lado del Estado está claro que Nellie no tiene defensa, la juez confiesa que le apretó la mano, pero no hizo nada para retenerla en su sala; se dicta la libertad a la pareja de secuestradores pues, dicen, no cuentan con pruebas. Se ignora a los testigos, el abandono de la casa.
VIII. Nellie, una pluma revolucionaria
Nellie Campobello fue una especie de ápice y rompió todos los esquemas de esos hombres revolucionarios que en realidad se aprovechan de ella y no al revés.
Nellie tiene una voz propia y muy original. Introduce el sujeto colectivo que se vuelve anónimo en el interior de esa colectividad que se vuelve protagónica en el género de la novela, la novela revolucionaria. Ahí se sitúa la polémica de “Él” que narra el paso de Cartucho. Cartucho, una novela segmentada que introduce a los muchos personajes propios del villismo.
Se adelanta a su tiempo contando en forma fragmentaria, creando imágenes y una temporalidad distinta, novedosa. Pese a su espíritu y estilo innovadores, al hacer la crítica de la novela de la revolución los críticos la evitan, la eliminan o la aceptan a regañadientes.
Nellie reivindica a Pancho Villa en un momento en que no es bien visto y lo reivindica con un furor inesperado por parte de esa elite vasconcelista que le abre las puertas, casi como un caballo de Troya.
En su construcción narrativa se adelanta a su tiempo contando en forma fragmentaria, creando imágenes y una temporalidad distinta, novedosa. Pese a su espíritu y estilo innovadores, al hacer la crítica de la novela de la revolución los críticos la evitan, la eliminan o la aceptan a regañadientes. Se dice que la novela revolucionaria muestra una línea difusa entre la crónica y la ficción, algo que sin duda se puede aplicar a Nellie, salvo que, en su caso, la ficcionalización de los personajes reales le viene como segunda naturaleza, y en ello estriba, justamente, el interés que despierta. Nos da a entender que es ella la que observa, un sujeto que transgrede a menudo las fronteras entre lo visto y lo transmitido por su madre, a través de lo que ella escucha, pero que luego muda a los diálogos que sostiene con Austreberta Rentería, tal y como consigna en Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa, en ese punto paradigmático y de nuevo cósmico de la Ciudad de México, el edificio que ocupa con su hermana en Abraham González 31, donde la conoce.
Hoy, al recordar a Nellie Campobello, quise encender una vela blanca, es decir, no sólo recordarla sino también invocarla. Cuánto me gustaría que estuviera entre nosotros, generando pasión y compromiso por esas voces otras que representó en todo lo que hizo. Tal vez por eso pasé varios minutos observando esa última fotografía que compartió Irene Mathews con un diario de Arizona, su biógrafa y la última persona que la vio con vida y se sentó con ella en el suelo de su casa, a hablar de sus libros y de sus gatos. ®
Notas
Este texto fue elaborado para la presentación del libro Nellie y Gloria Campobello, editado por Gedisa, el 9 de julio de 2023 en el aniversario luctuoso de Nellie Campobello. Casi todas las citas provienen de la colección Insurrectas, a cargo de Patricia Rosas Lopátegui, quien con este doble volumen ofrece a la comunidad literaria y al público lector el acceso a dos mujeres clave de la cultura de México.
1 Roland Barthes, Camera Lucida, Reflections on Photography. Hill and Wang, 1980 (pp. 26–27).