Nuestro campo de guerra

Entrevista a Sergio González Rodríguez

México es un territorio en guerra y no hay estrategias ni perspectivas de un futuro que deje en el pasado la inseguridad, la corrupción, la ineptitud de políticos y empresarios y una difícil relación con Estados Unidos.

Sergio Gonzalez Rodríguez. Foto © teinteresa.es

Sergio Gonzalez Rodríguez. Foto © teinteresa.es

—Me gustaría comenzar por el final de Campo de guerra, Premio Anagrama de Ensayo 2014: tras el panorama sombrío que nos planteas, señalas que el porvenir (en este caso podría tratarse del porvenir de México) es un misterio…

—La finalidad del libro es convencer a los lectores, si esto es posible, para que comprendan que mediante el conocimiento y la información, y posteriormente la educación y la cultura, puedan participar en la formación de su propio futuro. Es muy estremecedor registrar, consignar, observar, estudiar estos fenómenos tal como están planteados, se vuelve muy ominoso, pero tengo la certeza de que, a partir de la participación de las personas en el cuestionamiento profundo de todos estos fenómenos, podremos al menos reencauzar en parte el futuro; ésa es una de las propuestas de Campo de guerra.

—Sin embargo, también señalas cómo se hace uso del ciudadano común y corriente…

La finalidad del libro es convencer a los lectores, si esto es posible, para que comprendan que mediante el conocimiento y la información, y posteriormente la educación y la cultura, puedan participar en la formación de su propio futuro.

—Sí, desde luego, cuando hablamos del modelo de control y vigilancia, cuando hablamos de la generalización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en uso civil estamos pasando por alto que están puestas sobre plataformas militares, y el consumidor, el ciudadano, tiene que estar consciente de esto… es otro de los propósitos del libro. Desde luego, es un registro sombrío, es un registro oscuro, pero hay que recordar que también de la oscuridad podemos obtener la posibilidad de cambio, de la transformación, de la participación pública para mejorar nuestras sociedades, las cuales están encauzadas en donde la violencia se impone, la coacción de los Estados, el endurecimiento de los gobiernos, y el ciudadano queda marginado respecto de la construcción de su futuro y, sobre todo, es empleado, es utilizado, tal y como comentabas hace un momento, hacia los fines que le son contrarios a su propia evolución o desarrollo.

—Hay un cambio que señalas respecto de la semántica del discurso por parte del Estado mexicano. Se da cuando nos dice que actualmente ya no se combate al narcotráfico sino a la violencia, resultado de las pugnas por el control del territorio…

—Observamos muchos cambios en la política criminal de persecución al crimen organizado pero no se observan avances; por desgracia, seguimos en una inercia de proponer planes, estrategias, cambiar la política criminal, dividir el país en regiones y las regiones en cuadrantes, etc., proponer ya no operaciones conjuntas, sino que ahora le llaman planes y estrategias para restablecer la seguridad en Michoacán, en el Estado de México, en Tamaulipas, la más reciente, pero no estamos observando el cambio a una política que contemple resultados inmediatos en la medida de lo posible y un horizonte de desarrollo en donde están inmersas estas problemáticas.

—Cómo podría darse una política funcional si la corrupción es el gran problema…

Ahora le llaman planes y estrategias para restablecer la seguridad en Michoacán, en el Estado de México, en Tamaulipas, la más reciente, pero no estamos observando el cambio a una política que contemple resultados inmediatos en la medida de lo posible…

—Es importante ese cuestionamiento porque implica, sobre todo, un cambio de mentalidad en las clases dirigentes del país. Mientras no cambie, mientras se siga considerando que el crimen organizado, el narcotráfico, es algo aparte de las instituciones cuando la verdad es que creció sustancialmente con ellas, será imposible que se erradique. Hay una convivencia y una complicidad. El delito del lavado de dinero es muy grande en México, la circulación es muy grande, no hay una aplicación integral de los Protocolos de Palermo, que controlan las inversiones financieras de los grupos criminales, hay una aplicación parcial en México; mientras no haya una verdadera política integral de combate al narcotráfico en todos los sistemas, financiero, bancario, seguridad, no vamos a tener un avance al respecto. Por otro lado, existe la corrupción, pero esta corrupción no es solamente grupal o personal, sino integral, consustancial, pero hay que reconocerlo primero para después actuar en contra, no hay que olvidar que el factor económico en el narcotráfico ha impactado mucho en la estructura profunda del país.

—La apuesta de un golpe certero podría ser por ese flanco. Hay quien opina que se debe reducir el ataque policiaco y militar y que el ataque debería ser más bien financiero.

—Sí, tiene que haber, desde luego, un cambio de estrategia donde se ahonde en la política de golpear los recursos económicos y financieros del narcotráfico, pero ahí se toca también a las propias instituciones, por eso es que se ve este fenómeno de contención al respecto; pero también tenemos que avanzar en el entendimiento que hay que informar a la sociedad de lo que realmente es el fenómeno, no mentir con propaganda, no falsear la realidad; debemos tener políticas críminales que estén fundadas en las tareas de inteligencia, no en la fuerza bruta, que es lo que hemos visto: si de inmediato hay un problema en lo único que se piensa es en mandar soldados.

—Y muchos de ellos cometen violaciones a los derechos humanos…

Tenemos que avanzar en el entendimiento que hay que informar a la sociedad de lo que realmente es el fenómeno, no mentir con propaganda, no falsear la realidad; debemos tener políticas críminales que estén fundadas en las tareas de inteligencia, no en la fuerza bruta.

—Lo cual es gravísimo; o policías que creen que porque traen una pistola pueden andar en la calle golpeando civiles. Este tipo de respuestas son las que hay que detener. No es posible pensar que las sociedades tengan que estar basadas en Estados endurecidos y violentos sino en lo que debe ser el desarrollo económico: empleo, salud, educación…

—La parte social…

—Así es. Ahí tiene que cambiar la visión. De nada sirve que hagamos planes preventivos de la violencia en comunidades estragadas por ella, y llevemos danza, libros, arte, si no cambiamos el contexto, si no hay trabajo, si no hay empleo, si no les das opciones a la gente para que en lugar de estar con el crimen organizado realicen actividades productivas y dejen la dinámica de la violencia y la coacción y la dependencia, y entonces vamos a comprar armas todos para defendernos y hacer justicia por mano propia; yo estoy en contra de eso.

—¿En esta transición qué es lo que sucede? En el libro señalas que a partir del gobierno de Felipe Calderón…

—Y también desde antes.

El ensayo ganador.

El ensayo ganador.

—Hasta la actualidad. ¿En los años que estuvo el PRI como gobierno qué era lo que ocurría? Porque todos sabemos que el fenómeno del narcotráfico ya estaba ahí…

—Sí, desde luego, pero había un control, había una tolerancia controlada, y la institución tenía una supremacía sobre el crimen organizado. Actualmente ya no, se perdió esa supremacía por el mismo fenómeno: lo ilícito y lo lícito se entremezclan, pierden la frontera entre lo legal y lo ilegal, y entonces avanzamos a instituciones que, como se plantea en el libro, son alegales, Estados que funcionan fuera y contra la legalidad, y en esta disfuncionalidad está la manera de aparentar un orden y una estabilidad.

—Extraña paradoja…

—Sí, es una extraña paradoja, y es muy inquietante, porque lo vemos todos los días: se simula un Estado de derecho y no hay tal Estado de derecho; tenemos un índice de impunidad de los delitos absoluto, es un imperio del crimen, no un imperio de la ley; lo declaras en tu discurso, manejas una versión oficial, que esté en medios de comunicación, lo difundes al mundo, te gastas inmensidad de dinero, como lo hizo el régimen de Calderón en propaganda e imagen, y en la realidad ese dinero debería estar aplicado para mejorar en los hechos, no en el discurso.

—¿Cómo es que se te ocurrió terminar de esta manera la trilogía?

Violencia en México. Foto © columnatamaulipas.com

Violencia en México. Foto © columnatamaulipas.com

—Por el momento, creo que son tres episodios: la frontera, la violencia contra las mujeres, asesinatos sistemáticos. Decapitaciones, violencia ritual y narcotráfico, hasta convertir al país en una suerte de arquitectura de la abyección, y tercero, estamos hablando de un tipo de guerra que rebasa incluso a la sociedad mexicana, por la geopolítica de Estados Unidos. Se me ocurrió porque cada caso tiene que ver con un problema y una forma específica para entenderlo. En el caso de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez es la memoria, que no se pierda la memoria; en el caso de los decapitados era aproximarse a un fenómeno antropológico profundamente arraigado en la sociedad mexicana, que es la violencia y la crueldad.

—Y que va en aumento…

—En ese momento yo puse una frase: “Viene lo peor”. Dijeron: Bueno, es un poco alarmista, sensacionalista. No sabíamos que vendrían 120 mil desaparecidos y ejecutados, es muy grave, y en este caso, con Campo de guerra estamos contemplando nuestro propio futuro, pero sobre bases militares, sociedades paramilitarizadas, violencia, y coacción del Estado. No hay otra. Esta dinámica de fuerzas tendría que ser reemplazada por una sociedad convivencial que no existe. Son temas anómalos porque me gustan esos temas, donde hay contradicción, donde se contradice el principio propagandístico de la versión oficial, y cuando vemos las anomalías de la sociedad, ahí vemos que está crujiendo la estructura social para tratar de entender lo que somos. Ese es el origen del libro.

—Sin embargo, parecería que todo esto de nada sirve mientras tengamos como vecino a Estados Unidos, que nos utiliza de escudo, como señalas.

—Así es. México es el traspatio.

—¿Qué es lo que sucede? Se puede apostar por la comunicación en el país, por un cambio profundo en las instituciones, pero ¿qué es lo que ocurre con Estados Unidos?

—Pasa la compulsión de absorber el territorio que tiene recursos humanos, que tiene la mano de obra más barata del mundo.

—Incluso más barata que la china.

—La industria maquiladora, en su mayor parte, la producción, es para Estados Unidos. Tienes un territorio donde le vendes armas a narcotraficantes y a la vez a las fuerzas armadas, y tienes la industria de las armas más poderosas del mundo, hardware, software de guerra, tienes la reforma energética, que te va a permitir extraer los recursos naturales de México…

Tienes un territorio donde le vendes armas a narcotraficantes y a la vez a las fuerzas armadas, y tienes la industria de las armas más poderosas del mundo, hardware, software de guerra, tienes la reforma energética, que te va a permitir extraer los recursos naturales de México…

”Y es muy grave, porque aquí es donde uno se pregunta qué pasa. A nivel oligárquico, de clases políticas, no hay un conocimiento de esto a fondo, o no hay la actitud debida frente a la memoria, la historia y la cultura de México, país que no es el traspatio de Estados Unidos ni lo debe ser, sin embargo, la tecnocracia y la clase política, y los dueños del capital, han nutrido esta fantasía a costa de la memoria, la historia y la cultura de un país. Nunca vamos a ser Estados Unidos. Nuestras autoridades deberían establecer una interlocución mucho más digna dependiendo de la soberanía de una nación; no pretender que todos vamos a ser estadounidenses simplemente porque compramos mercancías o usamos un teléfono celular. Me parece que ésa es la parte que sí se tiene que criticar.

—¿Temes represalias?

—Las tuve cuando investigué los asesinatos en Ciudad Juárez, tuve episodios cruentos de amenazas, fui golpeado, acabé en un hospital, volví a ser coaccionado, torturado con un picahielos… todo eso es un trabajo que me parecía necesario hacer, y sin embargo soy afortunado, porque muchos compañeros no tuvieron la misma suerte. Tenemos más de ochenta periodistas asesinados o desaparecidos mientras investigaban temas similares a los míos: corrupción, crimen policiaco, etc. Para mí es una fortuna seguir aquí, en honor a ellos y su memoria trato de entender las cosas; yo creo que ahora, con este libro, sucede otro riesgo, que es el silencio, la falta de credibilidad cuando propones una crítica.

—Si tomamos en cuenta que el índice de lectura en México es muy bajo, si tomamos en cuenta que son pocas las personas que acuden a una librería, y tomando en cuenta los peligros que se corren al realizar el trabajo, como acabamos de señalar, ¿realmente vale la pena?

—Vale la pena en la medida de que las posibilidades que tenemos son reducidas, y esas posibilidades son las que tenemos que utilizar, es lo que me es dado, lo que me es posible; prefiero emplearlo que no emplearlo… Lo que viene para muchos es la urgencia del silencio, de la censura de los contenidos de mi libro, desde luego: los medios de comunicación en México son monopolistas, tienden a ejercer una actitud incluso discriminatoria, cuando deberían divulgar asuntos de enorme interés porque todos sabemos que la supervivencia de este país también es la superviviencia de los intereses más altos, de los dueños del capital; deberían ser los primeros en defender la soberanía de este país, porque va de por medio su propio trabajo y su patrimonio, y sin embargo su actitud es casi amnésica, y van por la vida cerrando los ojos frente a la propia sociedad. Es responsabilidad también de ellos la construcción de una sociedad de 120 millones de habitantes que no tiene un modelo equilibrado para el futuro, que no dependa en función del ingreso, que su capacidad adquisitiva está desplomada, que no tiene una expectativa para la próxima generación: la mayoría de los que ahora son jóvenes serán en un futuro adultos mayores, y no existe una perspectiva para ellos, no hay futuro para los jóvenes en México. Es increíble que las clases dirigentes de este país no estén pensando esto estratégicamente y apoyen políticas de represión, de endurecimiento, de cerrazón, en una sociedad que exige soluciones hacia futuro; ésta puede ser la reflexión del libro con toda la oscuridad que pueda llevar, finalmente busca iluminar de alguna manera para un cambio de mentalidad. ®

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Publicado en: Libros y autores, Marzo 2014

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