Desde el patio de su casa catalana, rodeado de amigos y sobre todo de su inseparable cuate de infancia Cristian “Chiri” Basilis, comenzaron a fantasear una revista de literatura, historieta, crónica narrativa, reportajes y mucho más. Una “revista imposible”, pensó el gordo.
Ser gordo y adolescente a la vez no son precisamente las dos cosas que te traerán una inmensa felicidad en la vida. Y menos aún si naciste en un pueblo. Aunque hay gordos y gordos. Están los que se dejan pasar por la vida, víctimas de bromas crueles, y se convierten de grandes en “gordos losers”, “gordos resentidos” o “anoréxicos”.
Pero también hay otra clase de gordos, con exceso de peso en inteligencia, creatividad, sentido del humor, cinismo, lectura y otros vicios de los buenos, que explotan estos encantos para dejar al mundo con la quijada estrellada contra el suelo. Uno de ellos es Hernán Casciari, un gordo triunfador argentino, oriundo de un pueblito de la provincia de Buenos Aires, que ha revolucionado la cultura editorial del mundo, para beneplácito de todos nosotros.
Conocí a Casciari hace como 27 años. Íbamos a la misma escuela en Mercedes (una ciudad a cien kilómetros de Capital Federal) y él era un año mayor que yo. No sé si aún estaba en la secundaria cuando el gordo comenzó a colaborar en la revista La Ventana, dirigida por el intelectual y pintor mercedino “Fifo” Roggero. Allí me encontré con las primeras historias de Casciari, en la piel de Douglas Salvático, un desopilante personaje —afamado chef uruguayo— que pululaba las calles mercedinas que nosotros transitábamos a diario.
Allí también entrevistó a una banda mercedina que hacía graffitis y eran todos seguidores de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Fue una de las entrevistas más divertidas que leí en mi vida.
Después le perdí el rastro a Casciari hasta que alguien me habló, hace como seis años, de un blog que el gordo escribía desde Barcelona. Se llamaba Orsai.
Comencé a identificarme en cierta forma con las historias de Casciari en su blog —repleto de seguidores— porque él estaba lejos de Argentina, yo también lo había estado y ahora había regresado y, en cierta forma, caía en la identificación absoluta de haber vivido en otra tierra, con otros códigos y demás. El gordo tuvo la magia de desentrañar un montón de cosas y eso no tuvo ni tiene precio.
Fuera de juego
Cuenta él mismo que el blog se llamó Orsai porque, desde su exilio voluntario, él se sentía “fuera de juego”. “La tragedia y el triunfo son lo mismo cuando vos estás en otra parte”, relata en una ponencia grabada que aparece en la entrada de su renovado espacio web (http://editorialorsai.com/).
Para hacerles el cuento corto, Orsai se llenó de seguidores —la mayoría argentinos— repartidos en diferentes partes del mundo. Casciari se hizo “visible” en la web y diferentes editoriales y medios gráficos levantaron las antenitas: “Probablemente acá hay lana”, pensaron.
Lo primero es lo primero: tenía que quemar naves. Y para empezar renunció a los diarios y las editoriales para los que trabajaba: “En 1,400 palabras libres, en el blog, los mandé a cagar”, sentenció el gordo.
Con éxitos en el blog como “Diarios de una mujer gorda” o “Más respeto soy tu madre” (esta última famosísima obra que se llevó al teatro) y varios libros en su haber, Casciari comenzó a trabajar con columnas en medios como el diario El País, de España, y La Nación, en Argentina, además de Random House Mondadori, que le publicaba sus libros.
Pero un día algo hizo clic en la cabeza del gordo. Cómo él mismo cuenta, por haber dedicado su tiempo para trabajar para otros descuidó su propio blog y a sus lectores. “Fue un error que cometí porque me dejé poner intermediarios entre mis lectores y yo”, dijo. Ahí surgió en Casciari la sensación permanente de que las editoriales le robaban. Los diarios le recortaban lo que escribía para llenar su página de publicidad y las editoriales se quedaban con casi todo lo que él ganaba. Algo había que hacer…
Lo primero es lo primero: tenía que quemar naves. Y para empezar renunció a los diarios y las editoriales para los que trabajaba: “En 1,400 palabras libres, en el blog, los mandé a cagar”, sentenció el gordo.
Decálogo de Orsai
Y lo finito se hizo infinito. Desde el patio de su casa catalana, rodeado de amigos y sobre todo de su inseparable cuate de infancia Cristian “Chiri” Basilis, comenzaron a fantasear una revista de literatura, historieta, crónica narrativa, reportajes y mucho más. Una “revista imposible”, pensó el gordo.
¿Por qué? Y acá va el decálogo que todo lo responde:
1. Porque no tendría publicidad ni subsidios.
2. Estaría armada con la mayor calidad.
3. Prescindiría de intermediarios.
4. Tendría una versión en papel y otra para la web, en versión PDF.
5. Colaborarían personas que él y el Chiri admiran muchísimo.
6. Sería trimestral, de 200 páginas.
7. En cada país costaría lo equivalente a 15 diarios de sábado (16 euros/12 dólares).
8. Ellos pondrían la lana, aunque no la vendieran.
9. Si salvaban la inversión serían felices.
10. Si no la salvaban les “chuparía un huevo” (ni pedo…).
Y pasó que la utopía se hizo realidad. Casciari anunció en su blog cómo se organizarían para arrancar con la revista trimestral y los lectores de Orsai se encargaron de difundir la idea, que viajó por todo el mundo.
Y la comenzaron a comprar en masas. Sin ver los contenidos, Orsai tenía a fines de 2010 un total de diez mil lectores. Creer o reventar.
¿Cómo funciona?
La revista comenzó a venderse en paquetes de diez, para que el lector/comprador ubicara las nueve restantes. A principio Casciari y Basilis pensaron que los libreros podrían ser buenos intermediarios, pero no funcionó.
Fueron los lectores los que la comenzaron a distribuir y ellos mismos la financian. Van por el tercer año y en agosto pasado Orsai tenía 198 distribuidores en 23 países, todos plenamente comprometidos con el proyecto.
¿Recuerdan el punto 9 del decálogo? Bueno, Casciari no sólo salvó la inversión, sino que en 2012 alcanzaron rentabilidad y ya van por un tercer año con grandes novedades, porque 2013 se viene con nuevos objetivos, formato, dinámica y nuevas plumas de todo el mundo.
Actualmente Orsai cuenta con ochenta escritores y 67 ilustradores invitados, de varias partes del mundo, quienes escriben crónicas periodísticas, notas de opinión, ensayos, historietas y relatos sobre temas variados. Sólo por tirar algunos nombres, de México han escrito Juan Villoro y Mario Bellatin. Patricio Betteo y Richard Zela fueron otros dos mexicanos que aportaron sus ilustraciones a la revista.
Pero hay muchos más: Abelardo Castillo, Daniel Samper Pizano, Enrique Syms, Ana María Shua, Josefina Licitra, Leo Masliah, Nick Hornby, Luis María Pescetti, Crist, Sabat, Carlos Nine… Y la lista continúa. “A todos les pagamos en euros”, dice el gordo.
Legión de seguidores
¿En dónde se inunda, se ahoga Orsai? Parece que no le entra agua por ningún lado. Lo más fuerte que tiene Casciari es una legión de seguidores (¿militantes de Orsai?), quienes a la vez compran, distribuyen, comentan, se toman fotos con las nuevas portadas de Orsai y se las muestran al mundo —orgullosísimos— en las redes sociales. En definitiva, los fans de Casciari viven, entre otros motivos, para retroalimentar continuamente el proyecto. Sin ellos probablemente Orsai no existiría, aunque la editorial tuviera grandes auspiciantes. Éste es el gran logro, al que no le gana nadie.
Fueron los lectores los que la comenzaron a distribuir y ellos mismos la financian. Van por el tercer año y en agosto pasado Orsai tenía 198 distribuidores en 23 países, todos plenamente comprometidos con el proyecto.
Cuando entrás a http://editorialorsai.com/ Casciari te recibe con un videíto que dice: “Orsai es un proyecto difícil de explicar. Si te da curiosidad podés mirar este video. Si no querés perder 18 minutos oyendo a un gordo que habla, Orsai no es para vos”.
Más claro que el agua. Y la curiosidad surge, claro. Y entrás, lo escuchás (gordo argentino comprador, simpático, ocurrente, inteligente) y te enganchás. Puede fallar, claro, pero en muchos casos funciona.
Al momento de escribir esta nota (jueves 20 de diciembre a las 19:23 horas de Argentina), el sitio web de Orsai muestra:
¡Empezó la tercera temporada!
9001 REVISTAS de 2013 se vendieron desde que abrimos la tienda el 15 de noviembre. Un promedio de 264 por día.
1424 LECTORES ya compraron la «Suscripción Completa 2013». Recibirán un libro y una caja contenedora de regalo.
231 DISTRIBUIDORES ofrecen la revista en mano. Orsai está accesible en 165 ciudades de 29 países en todo el mundo.
En Facebook Orsai cuenta con 26,683 seguidores. En Twitter la cosa está más repartida entre seguidores de diferentes perfiles de Orsai en el mundo, además de los miles de seguidores de @casciari y @chiri_basilis.
También está el Bar Orsai, un espacio de cervezas, pizzas y cultura ubicado en el corazón de San Telmo (un antiguo barrio de Buenos Aires), donde se hacen presentaciones y desfilan todo el tiempo curiosos y, por supuesto, fieles seguidores. Y tampoco podía faltar la Editorial Orsai, que abrió el changarro publicándole un libro al ilustrador Horacio Altuna con 50% de la venta de los libros para el autor: un contrato altamente atípico en el mercado mundial.
¿Qué más? Cuando entrás al sitio web de Orsai versa: “Lo que comenzó siendo un blog, puede convertirse en cualquier cosa”.
Y en esas están. Aunque Casciari parece no dar paso sin huarache, le ha dado una gran bocanada de aire fresco y esperanza a la cultura independiente mundial. Ojalá que Orsai nunca tenga techo y, sobre todo, sea ejemplo para que muchos creen sus propios cielos. ®