¿Cómo es posible que tantísima gente se haya puesto de acuerdo para presentar a quien es el sumo analfabeto literario como un escritor fuera de serie, el mejor desde que advino esta oligarquía de partidos que aquí se empeñan en llamar democracia?
La Fiera Literaria, publicación semiclandestina.
Introducción por Pablo Santiago: La Fiera Literaria: un libelo contra el mundo podrido de la industria editorial española.
No me pregunten cómo llegó a mis manos un ejemplar de La Fiera Literaria porque no lo sé. Recuerdo que era una etapa convulsa de mi vida, de la cual, parafraseando a Cervantes, no quiero acordarme, y que aquel libelo tan modesto en su formato físico (papel de folio doblado y unido por una grapita) pero tan potente por su contenido, me consoló intelectualmente, además de proporcionarme sonoras carcajadas hasta el punto del llanto.
La Fiera Literaria no está escrita para timoratos ni para este tipo de gente que pasa por este mundo cogiéndosela con papel de fumar. Este “Boletín del Centro de Documentación de la Novela Española”, que con esa rimbombancia se presentaba —ha muerto para el papel pero sigue en la Red— se autocalifica como “única publicación española donde se ejerce la crítica literaria independiente del dinero y del poder, aparte de con libertad y gran altura intelectual”. Es decir, en sus bien aprovechados renglones no cabe momento para el halago al ego de los autores que más venden: la disección de las novelas es cruda y sin concesiones cuando se dedican a hacer lo que llaman “crítica acompasada”. Mary Luz Bodineau nos obsequia en Replicante con uno de estos análisis —entre chuscos y cruentos— sobre la obra de Javier Marías, al que deja a la altura del betún luego de saberse que le han concedido —y ha rechazado— el premio Nacional de Narrativa 2012 en España.
¿Quién está detrás de La Fiera Literaria? No se sabe a ciencia cierta, pero se intuye, al menos, la mano del profesor Manuel García Viñó, prolífico autor que coincide con el ideario de este libelo en varios libros. Por ejemplo, en La gran estafa. Alfaguara, Planeta y la novela basura [Ediciones Vosa] pero también en El País. La cultura como negocio, en la editorial Txalaparta.
A Viñó le podemos ver en acción en YouTube, en un programa de libros que dirigía el también polémico Fernando Sánchez Dragó. Allí defiende a La Fiera Literaria, aunque asegura que nunca ha escrito nada en ella y llega a decir que (minuto 13:50 y siguientes) él y otros han sido “profesores de los chicos que hacen La Fiera en un taller de literatura” (sic) y que no están en ese debate “porque se autotitulan de libelistas y porque piensan que en épocas de autoritarismo, y ahora mismo en la literatura española hay un autoritarismo feroz, que la libertad tiene que ser clandestina”.
Entonces no piensen que Mary Luz Bodineau es una repelente profesora que odia a Javier Marías por motivos oscuros, o que Lucía Tirado es una doctora en Literatura que se atreve a revolver los huesos de Camilo José Cela y Fernando Fernán Gómez. Tampoco esperen nunca que cuelguen sus fotos en Facebook o sus pensamientos en Twitter. Habrá que quedarse con lo que decía Max Estrella en Luces de Bohemia: “Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan lugar al esperpento” y recordar que Fernando Pessoa utilizaba tal cantidad de heterónimos por varias razones, seguro que casi todas nobles. Si quieren seguir indagando en el misterio, piérdanse en el blog de Gatopardo, otro defensor —como el que esto suscribe— de La Fiera Literaria. En concreto, en esta entrada.
El artículo que les reproducimos a continuación también aparece en la web de La Fiera Literaria. Como he indicado antes, no lo lea si es usted pobre de espíritu.
Javier Marías, sandeces, memeces y chorradas
Miren ustedes que tenemos una idea pobre de los críticos literarios españoles, de los académicos, de muchos profesores de literatura, de los directores y redactores de las páginas literarias de los periódicos… Así y todo, les hemos concedido siempre unos conocimientos elementales suficientes para darse cuenta de que el nene Marías no dice más que chorradas, además escritas con los pies. Está incapacitado para hacerlo con la cabeza. Máxime habiéndoles puesto nosotros delante de las narices cerca de mil coces suyas a la gramática española, a su léxico y al pensamiento correcto, provenientes de seis o siete nuvoles del delincuente. Por eso nos hacemos la pregunta del título electrocutados por el asombro, al borde colectivo del soponcio.
¿Cómo es posible que tantísima gente se haya puesto de acuerdo para presentar a quien es el sumo analfabeto literario como un escritor fuera de serie, el mejor desde que advino esta oligarquía de partidos que aquí se empeñan en llamar democracia? Marías es el ente más negado para la escritura que ha existido desde el pleistoceno hasta la actualidad; quien peor ha manejado el castellano en todos los tiempos y lugares. Confunde el significado de las palabras, enreda la sintaxis como un nudo gordiano, hace repeticiones que retumban en los tímpanos del lector desprevenido, se gasta un humor que hace llorar a las hormigas con alas y su “técnica” es la muy primitiva de tirar p’alante, a ver qué sale. Y atiborra sus relatos —Marías no ha escrito jamás una novela— de digresiones desérticas, de sandeces, memeces y chorradas. Todo ello hasta extremos que hacen incomprensible que, ya hace veinte años los críticos (p. ej. Ignacio Echevarría, Rafael Conte, Santos Sanz Villanueva, Darío Villanueva, Miguel García Posada, José Carlos Mainer) lo tengan por el mejor novelista español surgido tras el advenimiento de la partitocracia y le concediesen su premio anual correspondiente a 1993 por su pésima Todas las almas —destrozada por nosotros en un célebre Cuaderno pero que muchos de ellos, junto con escritores y profesores de literatura (José María Castellet, Ramón de España, Rafael Conte, Miguel García Posada, J.A. Masoliver Ródenas, Santos Sanz Villanueva, Robert Saladrigas, Luis Suñén, Andrés Trapiello, Fernando Savater, José María Guelbenzu, Vicente Molina Foix, Rosa Montero, Maruja Torres, Luis Goytisolo, Antonio Muñoz Molina, Pere Gimferrer…), considerasen esa misma novela, en una encuesta publicada por el diario El País, la mejor de las aparecidas en España entre 1975 y 1991; que le hayan sido otorgados infinidad de premios, entre ellos, el Fastenrath de la Real Academia Española correspondiente a 1995, igualmente a la novela mencionada; que la propia RAE le haya ofrecido un sillón; que el Ministerio de Cultura lo envíe continuamente a las Ferias del Libro internacionales, en representación de España, y que unos cuantos escritores y críticos, a quienes se considera en pleno uso de sus facultades mentales —Miguel García Posada, Rafael Conte, Eduardo Mendoza, Juan Manuel de Prada, Luis García Montero, Juan Jesús Armas Marcelo—, hayan pedido para él el premio Nobel. ¿Por qué lo hacen? ¿A quién obedecen? ¿Cuánto cobran? Las nivelos de Marías constituyen un amasijo de digresiones sin ningún interés, en las que resalta el desmedido culto a sí mismo que practica, sobresale llamativamente la torpeza expresiva, el chirriar de la impotencia en que naufraga a cada paso, su pobreza de ideas, su abrumadora reiteración de unas pocas superficialidades, su siempre inoportuna pedantería… Por supuesto, adolece de falta de las que llamo “ocurrencias”: esas formas de descripción, definición o adjetivación insólitas que caracterizan al escritor de raza y, por ende, de capacidad de extrañar y de crear valores estéticos, es decir, de hacer literatura. Bueno, no quiero ser injusta. Una vez tuvo una ocurrencia que vale por mil: “Se murió de noche, en silencio, quizá para no despertarme”. ¡Qué gracioso el puñetero!, ¿verdad? Yo estuve riéndome dos días y me tuvieron que dar seis puntos de sutura.
Él lo escribe todo en primera persona porque está incapacitado para objetivar un mundo de ficción, que es en lo que consiste la novela. Jamás ha descrito un ambiente. Jamás ha creado unos personajes. Lo ignora todo de lo que es el tiempo y el espacio narrativos. De alusiones, elusiones, perspectivismo, contraste, extrañamiento, monólogo interior, fluir de la conciencia, no sabe nada. Su chatez mental y de recursos le llevan a sólo hablar de sí mismo, además, con insufrible pedantería.
A veces transcribe hasta cincuenta páginas de un libro de otro autor y a veces se lleva dos páginas y media explicándole al lector que hay unos papelitos adhesivos que se ponen al lado del teléfono para tomar notas. De dos de sus “personajes” —simples nombres— dice que se suicidaron con una pistola de su propiedad, lo cual, como es sabido, es mucho más grave que suicidarse con una pistola alquilada.
Porque un fulano se queda dormido en el tren habla de “un sueño ferroviario”. Convoca (sic) unas putas a su habitación y habla de sillas desiertas. Estoy simplemente recordando, no me merece la pena manejar la opera omnia mariasna. Y recuerdo a aquel otro “personaje” que se encuentra en un descampado como a dos kilómetros de las primeras luces de un suburbio, y dice “encendí un cigarrillo con mis propias cerillas”. ¡Coño, Marías! En aquellas circunstancias no ibas a encenderlo con las cerillas de Teodoredo.
Llama la atención el hecho de que ni un solo crítico o profesor universitario haya señalado el hecho de que, al cabo de diez novelas —las llamo así para simplificar y hacerme entender—, no haya escrito una sola en tercera persona. Todas ellas lo están en primera. No niego en absoluto la licitud de hacer ese tipo de novela, pero sí señalo que el hecho de que un escritor sólo las haga tales debería haber resultado enormemente sospechoso. Para mí, se ofrece como una prueba más de su impotencia expresiva. Toda su producción girando en torno a sus recuerdos, viajando en torno a su propio ombligo, inmiscuyéndose desangelada y pedantescamente en lo que tendría que ser por definición un “mundo otro”, una “realidad otra”, sin levantar una realidad en la conciencia del lector con la mayor densidad, bulto, consistencia y expresividad, que es la misión del lenguaje novelístico. Ello lo descalifican no sólo como novelista, sino hasta como escritor, si no lo descalificara ya, antes, su pedestre utilización de la lengua. Ni siquiera relatos se pueden considerar las obras de Marías.
Marías, especialista en decir memeces, dijo una vez la siguiente a un periodista: “Escribo en primera persona porque no quiero hacer trampa”, respondiendo sin duda a las repetidas acusaciones de los críticos feroces —sin nombrarlos, claro— de hacerlo siempre por las razones que en seguida diré. Entretanto y tácitamente, venía a decir que Cervantes, Dickens, Flaubert, Dostoievski, Galdós, etc., todos los grandes novelistas de la historia que escribieron en tercera persona eran unos tramposos. ¡Hay que ser imbécil! Una de las características negativas de este enano literario, que tantas tiene, es la de hablar sin pensar antes.
No. Él lo escribe todo en primera persona porque está incapacitado para objetivar un mundo de ficción, que es en lo que consiste la novela. Jamás ha descrito un ambiente. Jamás ha creado unos personajes. Lo ignora todo de lo que es el tiempo y el espacio narrativos. De alusiones, elusiones, perspectivismo, contraste, extrañamiento, monólogo interior, fluir de la conciencia, no sabe nada. Su chatez mental y de recursos le llevan a sólo hablar de sí mismo, además, con insufrible pedantería.
Javier Marías, lo hemos dicho otras veces, es un Forrest Gump de la literatura. Y a este individuo, absolutamente incapacitado para narrar, para decir algo coherente, quienes citamos al principio dicen que lo consideran el mejor novelista español de todos los tiempos, dándole alas y patente para que diga todavía estupideces más grandes. ¿Por qué?
Ya he dicho que aquí tenemos una idea muy pobre de esa caterva, Así y todo, nos resulta imposible imaginar que les resulten invisibles los crímenes de lesa literatura, de lesa razón elemental que comete el ente prisano, suficientes para reconocer que, como hemos demostrado las y los fieras, los resbalones formales y conceptuales que contienen lo libros mariasnos son incontables. ¿Entonces?
¿Nos van a dejar morir sin revelarnos el misterio de una tan grande farsa, que compromete a tantos?
Tomados de un trabajo de Isidoro Merino que dio dos veces la vuelta al mundo voy a poner algunos ejmplos. Para abreviar, utilizaré las siguientes siglas: TA = Todas las almas; TH = Travesía del horizonte; HS = El hombre sentimental; CB = Corazón tan blanco; MB = Mañana en la batalla piensa en mí; NE = Negra espalda del tiempo.
Repeticiones injustificadas
Marías parece incapaz de escribir la primera persona del singular del presente de indicativo sin anteponerle el pronombre: Yo llegué, yo entré, yo vi, etc… Impropio de un escritor.
TA 41. “Pensé que pensaría en su hijo”.
TA 55. “…una mirada mirando…”
TA 61. “Al hacer este recorrido que hizo”.
TA 64. “He sabido cuando supe”.
TA 71. “…es la persona a la que voy a preguntar… y cuando esté sentada le preguntaré”.
TA 143. “me di cuenta de que era ella o así creí darme cuenta.”
TA 145. “El olor de las zonas más olorosas”.
TA 145. “Las manos no comprenden las medidas que rebosan las manos” (que además es incompresible).
TA 188. “Así iba yo pensando y pensé”. “Ya ahora no estoy seguro de quererme marchar ahora”.
TA 216. “…supe más tarde que sucediera, sucedió cuando”… “Sólo cuando tuve edad para preguntarme… pude preguntar”.
TA 219. “…sin atreverme a pensar, volví a pensar”.
TA 220. “Como si fuese yo quien las recordara… pero no es posible que las recuerde… me resulta imposible recordar. Sin embargo, recuerdo…” (además de la espantosa cuádruple repetición, obsérvese la contradicción: “me resulta imposible recordar. Sin embargo, recuerdo…”). Sigue el lío en la 224: “y aunque no lo comprendiera entonces ni lo recuerde ahora, creo recordarlo ahora”.
TA 224. “Yo seguí pensando y pensé…”
TA 226. “…y terminaran de caerse y caer al agua”.
TA 228. “Nadie puede calentarlo y esta noche no lo ha calentado nadie”.
TA 229. “…sin necesidad de mirarlo, vuelve a mirar”.
TA 240: “Me fui solo de Oxford por azar tan sólo”.
TA 241. “…el cochecito de niño de mi niño nuevo”.
HS 55. “conocer a un desconocido”.
HS 78. “De cuanto luego supe y he sabido”.
HS 83. “La visión que Natalia ve”.
HS 99. “pensar mi pensamiento”.
HS 110. “Hoy estaba previsto que en vez de estar…”.
HS 151. “si lo determinante fuera que yo fuera”.
CB 12. “…le hizo pensar… sin pensarlo…”.
CB 15. “el murmullo del grupo agrupado”.
CB 20. “…al contraerse, los dos contrayentes…”
CB 23. “el sonido dormido de aquel con quien duerme”.
CB 23. “alguno le dijo algo”.
CB 28. “…le tira del talón que sobresalía bajo aquella tira”.
CB 34. “Tuve la sensación de no hacerlo al hacerlo”.
CB 37. “Nada de lo que sucede sucede porque nada sucede”.
CB 44. “Debía pensar… lo que había pensado… lo mismo que yo pensaba”.
CB 45. “…no lo sabía por la imposibilidad de saber…”
CB 50. “…había pasado más tiempo del que yo pensaba, pensé”.
CB 53. “…contemplando transcurrir el transcurrido tiempo”.
CB 60. “traductor para traducir”.
CB 61. “interpretar a un intérprete”.
CB 61. “Lo que el traductor traduce”.
CB 64. “Estamos diciendo lo que se está diciendo”.
CB 80. “a mano sólo la propia mano”.
CB 83. “Familiarizándose con mi familia”.
CB 83. “ahora había una otomana donde no había otomana”.
CB 92. “un susurro que pudo no ser susurrado”.
CB 136. “…pensar que en otro momento debía pensar en ella”.
CB 138. “No sabía que no sabías…”
CB 145. “Le conté lo que me había contado”.
CB 145. “¿Por qué no le preguntaste?, me preguntó.
CB 162. “mi temporada de temporero”.
CB 164. “darse a conocer a desconocidos”.
CB 164. “Yo la aconsejaba, aunque me sentía incapaz de aconsejarla”.
CB 168. “le llegó la respuesta a su respuesta”.
CB 176: “No puedo darme a conocer a nadie desconocido”.
CB 179. “…canción bailable que baila…”
CB 185. “Me miró mirándome”.
CB 186. “…al fijarme en la mano, le vi la alianza en el dedo anular de esa mano”.
CB 192. “representante tan representativo”.
CB 195. “nada de lo que sucede sucede porque nada sucede”.
CB 197. “…de haber mirado mirando…” “Eso digo yo, había dicho yo”.
CB 206. “Sin saber que ella sabía”.
CB 210: “Dime, dije”.
CB 213. “Se mira transcurrir el transcurrido tiempo”. (Aparte la horrible repetición, el tiempo no se puede mirar y… Si ya ha transcurrido, cómo va a verse transcurrir.)
CB 216. “Me aterró el pensamiento y no quise pensarlo”.
CB 226. “Pensé que… y esto no lo pensé al azar sino pensando… aunque tampoco dejaba de pensar en ello”.
CB 235. “el filo afilado”.
CB 274. “La maldita seriedad, añadió seriamente”.
CB 280. “y ya está hecho el hecho”.
CB 293. “Y aunque no soy capaz de pensar… vuelvo a pensar”.
CB 301. “a mano sólo la propia mano”.
MB 11. “Como suele suceder la primera vez que sucede”.
MB 18. “…a la mañana siguiente le esperaba trabajo, está en viaje breve de trabajo”.
MB 60. “…pensé, y así lo pensé… y sentí decepción al pensar…”
MB 61. “Para seguir activos y actuar…”
MB 71. “…durante poco rato todo parece poco…”
MB 108. “Y aunque no es muy mayor, su nombre sólo suena a la gente mayor”.
MB 152. “que tanto avejenta a las viejas”.
MB 154. “La dignidad lo ha hecho dignificarse”.
MB 191. “…y la barrieron los barrenderos”.
MB 202. “una novia… se vistió de novia”.
MB 221. “sospechar la sospecha del otro” […] “…si sospechaba y yo sospechaba”.
MB 222. “Una joven tan joven”.
MB 222. “Sentada en los asientos”.
MB 240. “en ese tramo del tramo”.
MB 278. “El que cuenta suele saber explicar bien las cosas y sabe explicarse”.
MB 283. “de vuelta en la suya con un calmante pasó por la suya”.
MB 285. “No le pregunté si preguntó”.
MB 288. “nada más llegar a donde he llegado”.
MB 288. “no tenía ni idea de esto, jamás me habló de esto”.
MB 322. “al saber lo que supo”.
MB 325. “dejé que el contestador contestara”.
MB 336. “que la carne tira mucho mientras sigue tirando”.
MB 337. “pensé con el pensamiento del encantamiento”.
MB 342. “… pero hoy de viaje, el viaje pagado y obligada al viaje”.
Torpes o incorrectas utilizaciones de adjetivos y adverbios. Confusión del significado de muchas palabras
TA 19. “… me sonrojé considerablemente”. Id. “…fuesen falsos, auténticos o semiverdades”. (La ley de la concordancia le obligaba a escribir “falsos, auténticos o semiverdaderos”.)
TA 23. “…un vagón que de pronto se desplaza enigmáticamente”.
TA 26. “zapatos que se destruyen” (por se rompen o se deterioran).
TA 31. “su pelo consistía en una larga melena”.
TA 51. [Los platos de la cena] “eran tres o cuatro (según la riqueza o tacañería del college)”. Aparte de que el paréntesis es superfluo, como la mayoría de los —numerosísimos— que contiene el libro, se advierte que, para Marías, tacañería es lo opuesto a la riqueza y, consiguientemente, pobreza lo contrario a generosidad.
TA 56. Escribe “los siguientes vecinos” para designar a los comensales de al lado.
TA 66. “Pronunciar verosímilmente” (por correctamente).
TA 123. “Movimientos poéticos reaccionarios” (por contrarios).
TA 127. Un personaje lleva “cascos de cerveza vacíos para cambiarlos por otros intactos”. Si, para Marías, lo contrario de vacío es intacto, lo contrario de lleno será roto.
TA 138. Aquí habla de unos “muslos obesos”.
TA 139. “Eran correligionarios de mesa o barra”.
TA 145. Escribe abundante como contrario a avaro.
TA 171. “Las campanas de Oxford habían hecho su última intervención”. Por dieron el último toque.
TA 189. Escribe “escucharlo” donde debió escribir “oírlo”.
TA 216. El hecho de que un personaje se tienda en la cama de costado lo define Marías como “un movimiento hacia la lateralidad”.
TA 219. “el comienzo de sus nalgas cubiertas por sus enteras medias”. Quiere referirse a una medias hasta la cintura y, como casi siempre, no sabe cómo.
TA 226. “Se lo iría susurrando el aya durante su futura infancia”.
HS 36. “chaqueta pervertida”.
HS 36. “explicaciones justicieras”.
HS 47. Habla de “pensamientos fugitivos”, pero del contexto se deduce que quiso decir “fugaces”.
HS 57. “cigarrillo perdurable”.
HS 81. Escribe “leyendo una novela rápida” para referirse a una que, por ser muy corta, se lee rápidamente.
HS 78. “Andares interminables”.
HS 85. “Mirada moderada”.
HS 96-97. “Mis ejercicios diarios inapelables”. (Por inesquivables o insoslayables.)
HS 98. “conversaciones extranjeras” (mantenidas con una persona de otro país).
HS 102. Pide al conserje que le ayude a convocara una puta a su habitación. El conserje supone que “no querrá una compañía demasiado céntrica” (para referirse al hecho de que la prostituta no ejerza su oficio en el centro de la ciudad…)
HS 117. “en la deducida compañía de Dato y Natalia”. Quería decir “en la previsible”.
HS 136. A los hombres presentes en la vida de una mujer los llama “sombras amatorias”.
HS 159. A la primera cita de unos amantes, “la inauguración”.
TH 17. “La publicación [de un manuscrito] no era definitiva”. Por “no era segura”.
TH 20. Para referirse a la extensión de un libro habla de su “longitud”.
TH 25. Escribe “aconsejaran” por “consintieran” o “permitieran”.
TH 28. Un personaje no quiere prescindir de sus botas favoritas y Marías habla de “sus incondicionales botas”, como si las botas fueran partidarias apasionadas del personaje.
TH 32. Porque un personaje se pasea cuando quiere por donde quiere, habla de “su obligado paseo”.
TH 40. Para referirse al lugar donde estuvo secuestrado: “Vivía yo en…”
TH 40. “…ejercer su irrepetible lenguaje en una jerga…”
TH 53. Dice que las protestas llegan a alcanzar límites “inadmisibles”, cuando quería decir —se ve por el contexto— “insoportables”.
TH 68. “Los fallidos avances que había hecho”. (Si los había hecho no eran fallidos.)
TH 71. No dejaban de cantar “baladas obscenas”. Si eran obscenas no eran baladas.
TH 91. Escribe “marinos” donde debió escribir “marineros”.
TH 92. “Le cercaban a derecha y a izquierda”. Si le cercaban, también estarían por delante y por detrás.
TH 92. Confunde amenaza o advertencia con promesa.
TH 110. Aquí nos enteramos de que Arledge “había encomendado a la muerte de Meffre desempeñar una función”.
TH 121. “Su negocio no era demasiado espectacular”.
TH 125. Habla de los “honorarios” de Lutz. No es el término adecuado para lo que percibe un socio.
TH 125. “Sucedía eminentemente”.
TH 134. “…de manera que pudiera desplazarse con gran agilidad”. Por el contexto se ve que quería decir rapidez.
TH 135. “…y a la diez, cuando volvía a sospechar de los matorrales…” ¿Cómo pueden resultar sospechosos unos matorrales? TH 141. “[La esposa] se retrasaba insolentemente”.
TH 147. Queriendo decir que uno se excita sexualmente, ante las provocaciones de una mujer, dice que “se exasperaba”.
TH 148. “…no era uno de aquellos nuevos y tremendos buques de vapor…” ¿Qué será un buque tremendo? ¿Qué imaginará el lector si le hablan de un buque tremendo?
TH 150. Quizá consiguientemente, el capitán del buque tremendo no informa de que está averiado —menos aún, lo dice—: lo “proclama”. TH 175. Porque no la ocupa nadie, Marías califica una hamaca de “desierta”.
TH 177. Escribe “suplantar” cuando debió escribir “suplir”.
TH 185. Como los expedicionarios no saben quién les dispara desde la orilla Marías se refiere a la “misteriosa personalidad” del tirador.
TH 193. Quien antes encontraba buena una novela, ahora dice encontrarla muy mala. Marías dice no entender “su repentino descrédito hacia la novela”. (Una pausa: ¿cómo es posible que nadie haya reparado en barbaridades como ésta?)
CB 15. Como se ha casado hace poco con su hermana es “el reciente marido”.
CB 16. La doncella sigue a dos personajes “apretando el paso por asimilación”.
CB 17. Sabe que alguien ya ha muerto “a través de personas más distantes o accidentales”.
CB 19. “Ese cambio de estado, como la enfermedad, es incalculable”. Del contexto se deduce que quería decir “imprevisible”.
CB 21. La mujer con la que se acaba de casar es, para Marías, “la mujer recién contraída”
CB 21. Una mulata está en una esquina “aguardando a una cita”. (Aguardaba a la persona con quien se había citado.)
CB 26. Por el contexto, se comprende que quiso decir “para que me viera sin dificultad”, pero escribe “para que me viera sin vacilaciones”.
CB 27. Por lo visto hizo varios viajes de bodas, porque escribe: “En un viaje de bodas con mi mujer tan reciente”.
CB 28 y passim. “Me sentí culpable hacia ella”.
CB 31. Quiere decir “al verlo ya con claridad”, pero dice “al verlo ya con certeza”.
CB 33. El marido llega tarde: “marital retraso”.
CB 39. Las lenguas extrañas “no son deducibles”. Quería decir “inteligibles”. Aun correctamente expresado, la información, como casi todas las de Marías, seguiría siendo simplona.
CB 41. Las frases pronunciadas por la espiada y las primeras que pronuncia el espiado dice Marías que “formaron un grupo”.
CB 50. “reconciliación sexual”.
CB 53. “contemplando transcurrir el transcurrido tiempo”.
CB 70. “…descruzar las sobresaltadas piernas”.
CB 94. No era sin duda de resentimientos de lo que quería hablar cuando escribió: “los resentimientos inevitables de la vida en común”.
CB 110. “El dinero hace que la papelería se venda sin vacilación”. “Se venda fácilmente”, es lo que quiso —y no supo— decir.
CB 146. “No queda apenas un resquicio de los hechos”. Quiso decir vestigio o recuerdo.
CB 165. “Los hombres […] aparecían desnudos, erectos”. No quiso decir que estaban erguidos, sino con el pene en erección.
CB 176. “Su voz era vibrada”. Por vibrante.
CB 184. “Una columna que me servía de disimulo”. Quería decir “de escondite”.
CB 185. Porque son de confección española: “pantalones patrióticos”.
CB 187. En la perfumería, “mareado por el olor multitudinario que la mezcla de todas las marcas juntas despedía”…
CB 188. La sección de perfumes de caballeros es “la sección viril”.
CB 188. Escribe aroma por perfume: “…en el envés de sus sendas manos…”. Imposible hacerlo peor.
CB 189. “Berta lo escuchó todo con vehemencia”.
CB 190. “auriculares mundiales”. (Los que usan los traductores de la ONU.)
CB 207. “interrumpí el nudo de mi corbata”. (Lo que interrumpió fue la operación de hacérselo.)
CB 210. “Sin mi presencia apoyada en el quicio”.
CB 231. Al hecho de desconectarlo lo llama “la supresión del video”.
CB 234. Se sonroja al dar las gracias: “Y las gracias sin duda fueron ruborizadas”.
CB 239. “improcedentemente contagiado” por “inoportunamente contagiado”.
CB 242. Marías cree que “sendos” significa “dos”.
CB 242. “Mi vida soltera” por “mi vida de soltero”.
CB 244. Escribe “adulterada” por “adúltera”. “Llamé el nombre de Luisa desde la entrada”.
CB 288. “con una sombra en su voz de siempre, de la más acostumbrada”.
MB 61-62. “…celebrar tu noche de soltería o de viuda”. Lo correcto era “noche de soltería y viudedad”, o “noche de soltera o de viuda”. En prácticamente todas las líneas de este “escritor” hay un anacoluto.
Se entiende lo que quiere decir, que es por lo visto lo único que exigen los críticos españoles, pero lo suyo no es literatura. Ni siquiera una correcta redacción escolar.
MB 63-64. “…todavía un rato —hasta que durasen como momentáneos testigos”. En vez de “momentáneos”, querría decir otra cosa, porque, si lo son durante un rato, no pueden ser momentáneos.
MB 68. “se la ocultarían [al niño, la muerte de la madre] su padre, y su tía y sus abuelos si los tiene, como hacen todas esas figuras con las cosas que juzgan denigrantes o desagradables”. El ser padre, tía o abuelo, y supongo que etcétera, lo constituyen a uno ¡en figura! ¿Gramatical, jurídica, geométrica…? ¿Qué?
MB 79. “…como cansada por el esfuerzo o por la jornada”.
MB 80. “…para siempre hasta que se olvidara”. Dice “para siempre” y después pone un límite.
MB 85. Escribe “falsario” por “falso”.
MB 92. Quiere decir que probablemente un obrero da una orden y de su boca sale vaho. Lo dice así: “alguna voz obrera da una orden de vaho”.
MB 96. “…fulminada por uno de esos males veloces y sin paciencia”.
MB 107. Hablando de las hijas de un personaje, escribe: “la primera viva” por “la única viva”.
MB 117. “como si sentarse ahí [en el taburete de la barra] fuese un signo de juvenilismo”. Inventar neologismos con gracia no es especialidad de Marías.
MB 117. “curiosidad cronificada”.
MB 121. “Mis pasivos actos”. Contradictio in terminis.
MB 130. Habla del ademán que hace un bastón.
MB 130. “para aprovechar al máximo los inminentes minutos”.
MB 132. Si un pesado cenicero cae sobre una mesita de cristal “la abisma”.
MB 135. “Se acercó muy paulatinamente”. Aparte de que, en cualquier caso, el “muy” sobra, por el contexto se ve que quiso decir “pausadamente”.
MB 138-139. “[La secretaria] nunca había sido presentada”. Se refiere a ese día, por lo que sobra “nunca” o lo tendría que haber sustituido por “en ningún momento”.
MB 152. “Parecía […] una boushee, un ser sobrenatural femenino de Irlanda…” Será de la mitología irlandesa.
MB 174. “empezó a llover ávidamente”.
MB 202. “Tiempos impacientes que corren”.
MB 191. Refiriéndose a un papel: “tal vez voló con la ventana abierta”.
MB 193. “Fumaba su pipa meditativa”. La fumaba mientras meditaba, quería decir.
MB 199. Escribe “desdichada” como lo opuesto a “voluntaria”.
MB 201. Por decir “que siempre es distinta” dice “que siempre es otra”.
MB 204. “…que habían visto a Celia […] con tal o cual personaje esperable o desconocido”. El lector desearía que Marías le explicase qué es un “personaje esperable” en sí y como opuesto a desconocido.
MB 205. “Tomando esas copas con unos individuos inexplicables”. Se trataba en realidad de unos tipos extraños.
MB 210. “Sin duda pensó que debía acercarse un poco y dejarse contemplar para decidirme”. Quería —debía— decir “para que me decidiera.
MB 210. “memoria fatalista”. (???)
MB 210: “sus compañeras alternas”. Quería decir que no eran las mismas todos los días.
MB 234. dice “regla invariable” por “regla infalible”.
MB 242. Marías no teme ningún contagio porque ha copulado “a través de una goma”.
MB 243. “aquel imaginado médico”. Se trataba de una persona real, que él creía que era médico. Otra pausa: ¿alguien ha manejado peor la lengua española?
MB 244. La mujer de la que se ha separado es, para él, “mi propia mujer dejada”.
MB 244. “si aquel hombre o médico”. O sea, que era hombre o era médico.
MB 255. Por el hecho de que no es frecuente verlos en la ciudad, Marías califica unos caballos de “incomprensibles”.
MB 255. “sea cercano o esté en la distancia”.
MB 257. “Quizá Deán no habría querido saber otra cosa, de haber sospechado desde su distancia”.
MB 264. “espantado de mí mismo y mi efecto”. (¿????)
MB 264. “Antes de que ellos hubiesen comprendido la materialidad del hombre con gabardina”. Que era un hombre, no un bulto.
MB 269. “carácter facilitativo”.
MB 275. “Establecimiento de nombre rusófilo”.
MB 279. “…flotante o ficticio como una película empezada a ver en una televisión o en un cine de antaño”. Con “flotante o ficticio” no se entiende muy bien lo que quiere decir. Por lo demás, a lo que quería referirse es a una película que se pone uno a ver cuando ya está empezada. Adviértase: cualquier expresión le plantea un gran problema, y hasta el más sencillo es incapaz de resolverlo. Tiene en la cabeza lo que quiere decir, pero no sabe cómo decirlo. Es un caso único. Y la crítica española, otro.
MB 288. Habla de una “alcoba de zapatos y calcetines”.
MB 308. Era el caballo por el que la mujer “había apostado su gran penuria”. Quería referirse, con lo de gran penuria, al poco dinero que le quedaba a la mujer.
MB 330. “el lecho abusado”.
MB 355. “la barbilla insumisa”.
MB 361. “Pensó que no se mojaría ya más por lo menos”. (Es imposible mayor torpeza.) Sigue: “pero empezaría el olor a metamorfosis”.
Pésimas, inelegantes e ininteligibles construcciones
TA 13. Quiere decir que una mujer estaba enferma, pero no tan grave como para hacer temer por su vida. Y lo dice así: “Llevaba algún tiempo enferma, pero no tanto”.
TA 26. Marías cree varias veces ver a una determinada mujer. Una vez, está seguro de que es sin duda ella. Lo dice así: “Pero esta vez que fue cierta —diez días después— fue todo muy rápido y además había viento”.
TA 26. “Y mientras dudaba la amiga le tiró de la manga”. Por falta de comas, no se sabe si ella dudaba y la amiga le tiró de la manga, o si era la amiga quien dudaba y ella le tiró de la manga.
TA 39. “Me pregunté qué estaría leyendo para no abandonarlo”. Ha observado que la mujer mete un dedo entre las páginas del libro.
TA 39. “Clare Bayes me veía a contraluz. Con la otra mano fumaba”. Así pues, con una mano le miraba y con la otra fumaba.
TA 49. “El que preside sobre las mesas da comienzo a una aspecto”. Preside sobre las mesas… Da comienzo a aspecto…
TA 142. En un rato, un profesor se ha hecho amigo de una chica a la que acaba de conocer. Así lo expresa Marías: “El profesor del Diestro llevaba muy avanzado el conocimiento trabado de su desconocida”.
TA 143. Ver a la mujer sigue creándole problemas: “Como en aquella segunda oportunidad (si es que era ella en esta tercera: hacía más de un año que no la veía, y antes fue tan escaso), me di cuenta…” Aunque nadie lo diría, con lo de “y antes fue tan escaso” se quiere referir a que, antes de la segunda vez, la había visto poco. Sigue enredándose: “Yo me volví, como aquella otra vez, pero ella no, esta vez que no estoy seguro de que fuera ella”.
TA 144. “Tengo la polla en su boca o ella tiene su boca en ella, puesto que ha sido su boca la que ha venido a encontrarla”. Quien escribe esto, además de ser un capullo, padece de impotencia expresiva. Pese a lo cual los señores Juristo, García Posada, Conte, Sanz Villanueva, Mendoza, Rico, García de la Concha, Muñoz Molina, etc., lo consideran el mejor escritor español de su época.
TA 192. “Ahora yo oía mejor su conversación, aunque en realidad no era tanto lo que sostenían”. Quería decir que los oía mejor, pero que lo que oía no era importante.
TA 216. Como dice que “Clare encendió un cigarrillo nuevo”, hace pensar que en Oxford hay cigarrillos de segunda mano.
TA 222. “Por eso tuvo que hablar con mi padre, contárselo, aquella noche que trajo su marcha”.
TA 235. “Amablemente, como siempre lo era, se había ofrecido…” No. O “amable, como siempre lo era”, o “amablemente, como siempre se había comportado”.
TA 237. “Me ha mandado los diarios del primer muerto”. Se quería referir al que murió primero.
TA 238. “Ahora me preocupa […] mi mujer Luisa y mi hijo nuevo”. Es decir, que no se trata de un hijo de segunda mano ni de uno anterior, ya usado.
HS 48. “Yo hago cuanto está en mi mano, pero tampoco tengo tanta imaginación, a lo largo de los años, y además estoy cansado”.
HS 87. “La invitación o marital avance”.
HS 88. Están demasiado agotados para que ahora hablen de sí mismos al día siguiente”.
HS 95. Escribe “por cotizarme”, cuando es evidente que quería escribir “por llegar a ser cotizado”.
HS 118. “Esta mañana no le he visto nunca con nitidez”.
TH 130. “…su amigo de paso firme y desviación en la mirada…”
TH 135. “…los matorrales se movían hacia las nueve de la noche”. Quizá Marías llama matorrales a las manillas del reloj.
TH 154. “[en vez de a los islotes], lo mejor sería llegarse a toda marcha hasta las islas Marianas y hacer creer a los millonarios que éstas se trataban de aquéllas”.
CB 21. “Los presentimientos […] iban adquiriendo nuevas formas, y una de ellas fue ésta (la menos muda o no fue tácita)”. Ni se adivina lo que quería decir.
CB 40. “Nada impide tanto entender como la simultaneidad de dos o más personas…” Quería decir “dos o más voces”. Pero, aunque lo hubiese dicho bien, el descubrimientro no es para patentarlo.
CB 41. “Su voz […] era aguda, casi un poco chillona dentro de los susurros”.
CB 43. “…para hablar con la exasperación que le era propia y consuetudinaria”.
CB 43. “…si ya les ha alcanzado el momento de no poder pasarse sin ti y sin mí o sin el uno el otro”.
CB 49. “Quizá desde lejos se puede desear y acelerar la muerte de quien no es tan próximo, pensé acodado”.
CB 51-52. “…cuando le sigue el silencio de la vida adulta, o quizá es masculina”.
CB 53. “Historias tétricas o africanas”. ¿Es que no hay historias africanas tétricas?
CB 54. “extraordinario extranjero”.
CB 54. “…una viuda dependiente de su única hija o más bien del acierto de sus necesarias nupcias”. Lo que quiere decir es que la viuda depende de que su hija de un buen braguetazo.
CB 57. “ambos nos dedicamos a ser traductores”. ¿Dice alguien, en este mundo, “yo me dedico a ser médico”, por ejemplo?
CB 58. “…razonamiento acerca de la conveniencia o humillación de instruir sexualmente a los niños”. ¡Conveniencia o humillación!
CB 80. “esté al tanto de que se ha asesinado desde el momento siguiente a que se ha asesinado”.
CB 91. “…desnudarla desde su vestido de calle”.
CB 94. “las únicas alianzas son contra el uno el otro”.
CB 96. “aunque fuera ese tema lo único que rondara su llamativa cabeza de polvos de talco”. No se sabe bien si escribe que una llamativa cabeza es rondada con polvo de talco —lo cual plantearía otro problema: el de saber qué es rondar una cabeza—, o si la llamativa cabeza es de polvos de talco.
CB 98. “…sus ojos como gruesas gotas de licor o vinagre, estábamos más bien en sombra”.
CB 98. “fotografías siempre quietas en un solo día”.
CB 101. Marías nos cuenta que, durante la fiesta de su boda, su padre hablaba “con una señora que no sé quién era, sin duda venía de la mitad de Luisa”. Que era de los invitados por Luisa, quería decir, pero no supo cómo.
CB 101. “Cuando tengas secretos o si ya los tienes, no se los cuentes”.
CB 103. “Ayer oí sonar un organillo extrañamente en la calle”. ¿Es extraño ver un organillo en la calle? ¿El organillo sonaba extrañamente? ¿Qué?
CB 107. “Mi edad de entonces fue siendo otra”. Cuando sea otra del todo, sin duda le cantarán “Es un muchacho excelente”.
CB 107. “Y eso no dependía de mis quince años, sino que lo digo ahora”.
CB 117. Habla de un coleccionista de cuadros: “Él nunca ha querido deshacerse de nada, de ninguna de sus supuestas copias ni de sus seguros auténticos”.
CB 123. “el sentido de la seguridad custodia”. En el contexto tampoco se entiende qué es una seguridad custodia.
CB 125. “…los padres se acostumbran […] a callar sobre sí mismos ante sus vástagos, a silenciar quienes fueron o acaso lo olvidan”. Descalabros gramaticales aparte, todas las afirmaciones o son obviedades o son tonterías.
CB 134. “Custardoy era vulgar y un poco infantil, como si su interminable espera de la edad viril durante la niñez le hubiera dejado algo de esa niñez asociada para siempre a su edad viril”. Hay tipos, sí, que tienen que esperar mucho para crecer. Anacolutos y adivinanzas aparte.
CB 135. “Custardoy se había echado la mano al bolsillo del pantalón, uno de esos hombres que llevan los billetes sueltos en el bolsillo del pantalón, también yo, a decir verdad”.
CB 137. “Lo apartó de sí [el humo] con la mano irritada”. La otra mano, por lo visto, estaba tranquila.
CB 138. “Custardoy encendió un cigarrillo nuevo”. Flamante, sin remiendos.
CB 144. “La boca está siempre llena y es la abundancia”. Incomprensible.
CB 180. “El lunes, sin embargo, cuando habíamos regresado del trabajo por la mañana, al llegar a casa por la tarde…”.
CB 184. “…sonaron unos pasos más estridentes e individualizados que los demás, como si las suelas llevaran unas placas metálicas o bien una mujer altos tacones”.
CB 185. “…metía el brazo hasta el fondo en el casillero tan hondo”.
CB 185. “Luego echó a andar de nuevo con celeridad de nuevo”. (A pesar de que —pienso yo— es imposible falsear o sacar de contexto cientos de ejemplos, el lector suspicaz puede leerme con el libro al lado).
CB 189. Quería decir: “Cuando llegué a la esquina pude verle de nuevo…”, pero dice: “Cuando llegué a la esquina y se hizo posible que de nuevo entrara en mi campo visual…”
CB 206. “Antes de salir, mientras me afeitaba y me preparaba, Berta se acicalaba” (quizá por asimilación).
CB 208. “mi cita que había sido la suya era más temprana que la suya”.
CB 212. La espalda respiraba (?) “con prisa o apuro o susto o era nocturna”.
CB 214. “a veces también las voces”.
CB 215. “…y dejó un rastro de sangre sobre las sábanas o era acaso la sangre de la desposada virgen, la carne cambia o la piel que se abre o algo se rasga”.
CB 215. “Ranz había conocido tres noches de boda, tres verdaderas, en ellas algo se rasga a veces, antiguamente”. Si Marías supiera ver el horror que suponen “construcciones” como éstas, no las perpetraría. Pero que señores como Eduardo Mendoza, García Posada, Sanz Villanueva, Conte, Juristo y otros ya nombrados las tengan por modelos de buen estilo debería bastar para inhabilitarlos como críticos.
CB 227. “me habían parecido malas ideas o inconveniencias o reprobables”. (Idéntica función atribuye a un sustantivo que a un adjetivo.)
CB 230. “Cuantas cosas se van no diciendo”.
CB 244. Enésimo ejemplo demostrativo de que sabe lo que quiere decir, pero no sabe decirlo: “…sus labios pulposos y húmedos (húmedos en sí mismos, pero bebió mucho vino”).
CB 262. “…mis ojos se hicieron a la oscuridad, la puerta de la alcoba estaba cerrada, debía de haberla dejado yo así, la costumbre nocturna, aunque hiciera ocho semanas que la había suspendido, en aquel cuarto”.
CB 271. “después de acostarnos con el uno el otro”.
CB 272. “los que conoce y no conoce”. Quería decir “los que conoce y los que no conoce”.
CB 283. “…sólo para su madre, mamita, que no supo hacer guardia o velar por ella, mentiría mi suegra”.
CB 285. “Iba a hacerlo cuando lo pensé y no lo hice. Lo pensé rápidamente, lo pensé sin imaginarlo y por eso lo hice”. (Marías dijo una vez en El País, en una entrevista con Ángeles García, defendiéndose de una crítica mía —sin nombrarme, claro— que éstos no era anacolutos ni incoherencias, sino vanguardismos y experimentos.
CB 301. “cuando le sigue el silencio de la vida adulta, o quizá es masculina”. (Otra vez, sí.)
MB 9. Principio, para colmo, de la novela: “Nadie piensa nunca que pueda ir a encontrarse con una muerta entre los brazos y que ya no verá más su rostro cuyo nombre recuerda”. Habla del nombre del rostro, cuando quería hacerlo del nombre de la muerta.
MB 9. “…y creemos que nadie que no esté previsto habrá de morir junto a nosotros…” Quien quiera comprobarlo, acuda al libro y verá que quería decir todo lo contrario.
MB 9. “…a los vivos y al que se muere le avergüenza a menudo la forma de su muerte posible y sus apariencias, también la causa”. Entre el tartamudeo sintáctico, se puede advertir que Marías afirma que los muertos se sonrojan.
MB 12. La nueva incoherencia, dentro de uno de tantos paréntesis injustificados que abre y cierra Marías, en éste como en todos sus libros: “…(pero cómo podía yo llamar al marido, y además estaba de viaje, y ni siquiera sabía su nombre completo)”.
MB 13. “cuerpo nuevo”, cuando el contexto muestra que quería decir “nuevo cuerpo”.
MB 22. “volvió la cara hacia mí más como intención que como hecho”.
MB 22-23. “…yo quedaría exento de responsabilidad y dejaría de ser testigo (la responsabilidad tan sólo del que acierta a pasar,
no otra)”.
MB 26. “un joven que arrastraría sus tacones altos por la costumbre aún no arraigada”. Dice que el joven arrastraba los tacones por la costumbre, pero lo que quería decir es que arrastraba los tacones porque aún no estaba acostumbrado a llevarlos.
MB 26. “algunos amantes se estarían despidiendo […] el uno abusado y el otro intacto”. (¿?????)
MB 36. “Al entrar yo de nuevo alzó la vista”. Como no pone coma, el lector no sabe si quiere decir que cuando él entró de nuevo, ella alzó la vista o si, cuando entró él, ella alzó de nuevo la vista.
MB 39. “recién comprado esta misma tarde”.
MB 42. “…y es raro que todo esto sea un momento”.
MB 42. “…la película pasaba sin su sonido en silencio…”. Vanguardismos, sí. O experimentos.
MB 44. “…sus medias oscuras que le llegaban a la mitad de los muslos y que yo no le había quitado porque me gustaba la imagen antigua”.
MB 46. “…me ví cogiendo un taxi tras cruzar Reina Victoria o en ella misma, por allí pasan taxis aunque sea tarde”.
MB 49. “alguien habría de venir. Marta trabajaba y tendría que dejar al niño con alguien”.
MB49. “…había hablado antes conmigo delante”.
MB 50. “Cuando alguien ha muerto y ya no puede repetir nada uno desearía haber prestado atención a cada una de sus palabras, horarios ajenos, quién los escucha, preámbulos”. Lo advierto: puede llegar un momento en que el lector de Marías empiece a dudar de si éste escribe con una coctelera o si la coctelera es su propia cabeza. En tales casos, es aconsejable parar la lectura y aplicarse cataplasmas de pepino en las sienes.
MB 77. “Todo estaba en orden en la calle, por la que pasó un grupito de estudiantes borrachos, uno de ellos me rozó con el hombro, no se disculpó, gregarios”.
MB 78. “…el portal del que me separaban bastantes pasos o habría carecido de perspectiva”.
MB 79. “…el hombre al que había mandado a la mierda ante mis oídos”.
MB 81.- “Y a la vez ignoraba de qué modo podría perpetuarse, ya no habría nada más por su parte, con los muertos no hay más trato”.
MB 88. “Miré los apellidos y sus edades ya abandonadas”.
MB 97. “…un brazalete negro en la manga del abrigo como prueba de su fuerte sentido antiguo de las circunstancias”.
MB 97. “Y a su derecha estaba sin duda su nuera”. Quería decir: “Y a su derecha estaba la que sin duda era su nuera”.
MB 117. “facilitarse la precipitación de una huida”, cuando quería decir “facilitarse una huida precipitada”.
MB 135. “éstas [las medias] recordaban a las de las enfermeras con grumos”. Para Marías, son las enfermeras las que tienen grumos. Para quien sabe escribir, hubiesen sido las medias.
MB 135. “Acentuó el gesto de empeño artístico”.
MB 143. “No, qué un insecto, qué dices”.
MB 159. “…tan nítidos y reconocibles como nunca lo son las personas o sólo en cambio los personajes”.
MB 170. “la vez que yo había oído en directo o ya nunca Marta”.
MB 174. “igual que un mes antes, o no igual”.
MB 179. “entre nosotros no había habido tampoco importancia”.
MB 180. “Si hubiera dado contigo podías haberte pasado un rato en vez de una nochecita que me he chupado”.
MB 184. “…su fin no solitario”.
MB 191. “…la barrieron los barrenderos del suelo”. Que, es de suponer, no son los mismos que los barrenderos del techo.
MB 198. “Los empleados o dueños vetustos nos daban bombones y nos gastaban bromas de niños”. Si los vetustos gastaban bromas de niños, habría que pensar en la chochez adviniente. O en que Marías quiso decir otra cosa.
MB 201. “La mujer que está en esa esquina […] parece una exploradora o una desterrada, o tal vez se sortean el sitio”.
MB 201. “…miré a la puta desde el coche con esa mezcla de curiosidad y fantasía y dominio y lástima con que la miramos los hombres que no vamos con ellas —o todo es chulería”. Además de no decir más que tonterías, las dice mal.
MB 215. “Quería verla más de frente y con detenimiento y fijarme bien en sus rasgos, pero para eso había tiempo y los rostros engañan”.
MB 217. “estar irritada por mi alquiler tan pronto”.
MB 219. “Calles tranquilas y diplomáticas” (porque hay unas cuantas embajadas en ella).
MB 220. “…como si me hubiera adivinado el fugaz pensamiento. O no llegara a ser tanto”.
MB 222. “Le puse en el muslo la mano temida”.
MB 229. “a otra mujer más nueva”.
MB 237. “Uno de los árboles había sido derribado por la tormenta, truncado en su base y el suelo salpicado de astillas”.
MB 240. “Estuve allí quieto durante bastantes minutos, pegado a la pared como Peter Lorre en la película M el vampiro de Düsseldorf, también la he visto”.
MB 243. Observa a una prostituta y a su cliente, y hace cábalas: “…podía ser un médico, quizá sabía que conciliaría antes y mejor el sueño si se iba a la cama tras echar un polvo o tras una mamada rápida con el volante a mano”. Efectos muy distintos, es cierto, tienen las mamadas lentas y lejos del volante.
MB 279. “hasta la llegada de la asistenta con llave”. Que sin duda cobran más que las sin llave.
MB 280. Como el niño no tiene ni dos años e ignora, por tanto, lo que es la muerte, “habría tenido que asociar el sueño al cuerpo inmóvil”… ¿Tenía que hacerlo obligatoriamente? No. Lo que quería decir es que habría asociado la inmovilidad con el sueño.
MB 286. “y consolar al viudo a distancia” (previo comprar en la ferretería, supongo, un mando de consolar viudos).
MB 304. “Las existencias precarias dependen del día a día, o quizá son todos”.
Rasgos de “humor” y resbalones mentales
TA 13. “Se murió en seguida, sin aviso, de golpe, a lo mejor para no despertarme”. ¿Qué lector podría aguantar la risa?
TA 25. “Era muy joven y por tanto no elegante”. Mala expresión con majadería incorporada.
TA 32. “El adulterio lleva mucho trabajo”. Sandeces tales hacen pensar que es cierto lo que dicen sus amigos: que Marías es virgen.
TA 38. “Su vida personal era un blanco” (No se sabía nada de ella).
TA 136. Los estudiantes se preparan para salir “en cuanto haya certeza de que la noche ha llegado”. ¿Cómo se llegará a tener esa
certeza?
TA 145. “Tengo la polla dentro de su boca, pensé al tenerla”.
TA 147. “Ahora no bebe ni fuma ni mastica ni ríe ni dice nada, porque tiene mi polla en la boca, y sólo eso cabe. Yo tampoco hablo, pero no estoy distraído, sino que estoy pensando.” Sólo Muñoz Molina, Almudena Grandes, Maruja Torres, Elvira Lindo y Rosa Montero han sido capaces de escribir líneas tan ridículas como éstas.
TA 146. En plena felación, se pone a informar al lector de que, cuando niño, jugaba con plastilina y a preguntarse si el niño de Clare lo hará también.
TA 147. “Con ella no echo en falta lo que siempre hecho en falta cuando me acuesto con Clare: que la polla tenga ojo”. (Traigo aquí, creo que oportunamente, un memorable epigrama de don Álvaro Satén y Condenado. Lo escribió aún convaleciente de haber leído esta “novela”. A Javier Marías: “Una felación sin gracia / nos contaste el otro día. / No fue felación, Marías, / sino una simple falacia”.)
TA 241. “Cromer Blake y Ryland además han muerto, por lo que mi parecido con ellos también ha disminuido”.
HS 75. “Barcelona es mala ciudad para morir en ella”. En cambio, debe de haber ciudades en las que de gusto morirse.
HS 96. “convocar a una puta a mi habitación”.
HS 161. “Manur esperó cuatro días para empezar a morirse”.
HS 161. Un personaje se suicida “con una pistola de su propiedad”. Hay que comprender que todo habría sido distinto si se suicida con una pistola prestada. En CB 11, una joven lo hace con “la pistola de su propio padre”. Lo que hubiesen cambiado las cosas si lo hace con la pistola del padre de una amiga.
TH 57. El aristocrático, mundano y culto Arledge “no sabía cuál podría ser la frase más adecuada para iniciar una conversación”. En la p. 96, para decidirse a hablar, necesita nada menos que “el valor necesario, el impulso definitivo”.
TH 72. Un personaje, con sólo exclamar “¡Qué barbaridad!”, “consiguió que la animación volviera a reinar en el velero”.
TH 161. Para alabar la buena conducta de Kerrigan, dice un personaje a otro: “¿Sabe? Kerrigan no ha vuelto a matar a nadie desde que acabó [hace poco] con Reginald Holland”.
CB 14. Un personaje posee “su propio y simultáneo estrépito”.
CB 16. Los recién llegados “se apresuran por el pasillo hacia el cuarto de baño de la multitud”. Había varias personas allí. Resulta increíble tanta torpeza para decir las cosas más sencillas, para elegir las palabras. “Quizá porque fue un matrimonio tardío, mi edad era de treinta y cuatro años cuando lo contraje”. Inteligente deducción.
CB 23. “Cayó la noche casi sin aviso”. Dicho al estilo Marías: nocturna desconsideración.
CB 22-26. La mulata que está en la esquina tiene “treinta años de lejos”, portaba “un bolso conspicuo”, una “braga insumisa”, usa tacones que le son “desacostumbrados”, lo que hace que “el garbo se le sustraiga a veces”; “abusa de los pronombres”, su mano se decepciona y avergüenza, tiene “aletas de la nariz vehementes”, “cara de velocidad”, capacidad para reconciliarse con el mundo entero con sólo dar unos pasos y “no se arrima a la pared, como suelen hacer los que aguardan para no entorpecer a los que aguardan y pasan”.
CB 33. [Luisa], “cuanto más corpórea y continua, más relegada y remota”.
CB 34. “…a la mañana siguiente […] su cuerpo volvería a ser corpóreo”.
CB 35. “Lo que no oyera ahora, ya no lo iba a oír”. “El día que no estuvimos juntos ya no habremos estado juntos”. A propósito de estas redundancias mentales, críticos como Ignacio Echevarría, Santos Sanz, Conte, Posada, Ruiz Garzón, etc., hablan de “el Marías metafísico”.
CB 38. Expresa su deseo de que “Luisa deje de ser corpórea y continua, se relegue y se haga remota”.
CB 53. Mienta a “una vaca benefactora y amiga”, que seguramente es la de la Central Lechera Asturiana.
CB 83. Encuentra al volver nuevos muebles y cortinas. Dice: “debía rehacer los itinerarios domésticos que la vez anterior ya
me había aprendido”.
CB 107. Marías crece: “mi edad de entonces fue siendo otra”. ¡Extraño sujeto!
CB 110. “Las muertes hacen ricos a los que no lo eran ni podrían serlo jamás”. ¡Será imbécil! Será por eso por lo que los subsaharianos famélicos el año pasado, ahora viven en la opulencia.
CB 139. “No es fácil saber por qué se mata la gente”.
CB 145. “Esa noche, viendo el mundo desde mi almohada con Luisa a mi lado, como es costumbre entre los recién casados…” Enésima generalización chorra.
CB 159. [Los domingos, absolutamente todos los traductores de español de la ONU] “sólo pueden dedicarse a […] pasear un poco, mirar de lejos a los toxicómanos y a los delincuentes futuros” […] leer el New York Times gigantesco durante todo el día hasta beber zumos energéticos o de tuttifrutti…”
CB 162. “Estuvo casada cuando era más joven”.
CB 173. “Estaba inmóvil, luego no cojeaba”.
CB 201. “pasé por el cuarto de baño y me puse una bata (estuve tentado de utilizar el albornoz como bata, pero no lo hice)”. El paréntesis es tan innecesario como los otros doscientos, pero que Marías venciera esa tentación, emociona.
CB 203. “También se protegía con un sombrero, lo cual es raro de ver en Madrid aunque un poco menos en días de lluvia, se lo ponen algunos señores mayores”. Tartamudez mental y sintáctica, elevada a estilo por la crítica española: la vendida crítica española.
CB 245. “Luisa se rió con una sola carcajada”.
MB 14. “Estar mal da pereza”.
MB 17. “la postura dejaba las bragas al descubierto y esas bragas a su vez las nalgas en parte, eran una bragas menores”.
MB 47. “uno nunca sabe qué estaba ocurriendo en una casa un segundo antes de llamar al timbre e interrumpirlo”. De “el Marías metafísico”, seguramente. Como ésta de la p. 69: “No podemos estar más que en un sitio al mismo tiempo”.
MB 63. “Estaba descalzo y de este modo no se puede actuar ni decidir nada”. Que se lo pregunte a Arquímedes.
MB 64. “Lavé las copas con mis propias manos”. Podría haberlas lavado con las manos de un guardia de la porra.
MB 65. Las prendas del niño quedan, una vez colgadas, a respetable distancia del suelo del armario. Apunta el escritor: “Así quedarían hasta que fueran creciendo”.
MB 80. …como si la mujer hubiese visto a alguien, “tal vez a mí con mi taxi a la espalda”. Un tipo forzudo.
MB 88. Dice que ha mirado en el periódico la lista de fallecidos y ha empezado por la A, porque “tuve el aplomo de no irme al final a mirar la T”.
MB 89. Encuentra en la lista el nombre que busca. “Todavía aterrado volví hasta la D con mi veloz mirada”.
MB 97. “…a la que fue aún más niña pero mucho mayor más tarde”. Hay gente rara, sí, que primero son pequeñas y más tarde mayores.
MB 104. “…un individuo chato, o era efecto de las gafas negras un poco grandes”.
MB 173. “y es insoportable que nos crean vivos si nos hemos muerto”. Hay difuntos que no lo soportan y se ponen malos.
MB 203. “la reconciliación afectiva y sexual es muy útil cuando puede haberla o incluso se impone a veces, prolonga lo concluido, pero no eternamente”. Quien entienda esto que me escriba, por favor.
MB 204. “Mi teléfono sonaba a veces a cualquier hora”.
MB 211. “Sólo la gabardina podía ser suya porque al verla con más luz y de cerca vi que no era gabardina”.
MB 213. “…vi una franja de piel muy blanca, demasiado blanca para mi gusto, era otoño”.
MB 219. “Los hombres tenemos la capacidad de meter miedo a las mujeres con una simple inflexión de voz o una frase amenazadora y fría, nuestras manos son más fuertes y aprietan desde hace siglos. Es todo chulería”.
MB 233. “Luisa siguió avanzando por Velázquez, y al llegar a la esquina de Lista o bien Ortega y Gasset (esta calle cambió de nombre hace mucho, pero aún impera el antiguo y por él se la conoce, mala suerte para el filósofo)”.
MB 250. “las mujeres nunca nos conceden lo que le pedimos cuando nos llaman por nuestros nombres”. Como todos los “bestsellerados”, es muy aficionado —ya lo hemos visto— a las generalizaciones estúpidas.
MB 262. Marías llega, en espionaje nocturno, al dormitorio de su exmujer, observa y dice: “en la cama no estaba yo, sino otro hombre”.
MB 265. “quien no traza líneas rectas y perpendiculares cuando puede hacerlo sino que zigzaguea es que sabe donde va”.
MB 281. “en cuanto el padre pudo levantarse del sillón sobre el que se desplomó o más bien se hundió puesto que ya estaba sentado”.
MB 282. [se tragó] “el whisky que le sirvió su hija, aunque aún era por la mañana”.
MB 286. “prefirió incorporarse —es difícil comunicar una muerte tumbado”.
MB 293. “con los muertos no hay más trato y nada puede hacerse al respecto”.
MB 302. Téllez hace delante de Marías “diversas llamadas telefónicas con pretextos varios”. Sin duda esperaba que telefonease siempre para lo mismo.
MB 305. “Habíamos visto al almirante Almiral con su apellido predestinado”. Además de la poca gracia, hay que señalar que el predestinado sería, en todo caso, el almirante.
MB 317. En el hipódromo: “sus medias no habían sufrido carreras en las carreras”. Uno, que se ha desternillado con lo del almirante Almiral, cuando llega a las medias con carreras en las carreras siente dolor en los riñones, como Darío Villanueva, Mainer y los demás que festejan el sentido del humor mariasno.
MB 321-322. “Fue todo muy rápido porque no todo el mundo es consciente de que el presente recién transcurrido se aparece al instante como pasado lejano”.
MB 330. “Deán aún tenía energía y ánimo para comer sentado”.
MB 347. “Las cosas pasan, es verdad, pero siempre le pasan a alguno y no a otros”.
MB 361. “Un golpe mortal, fulminante, del que no se enteró mi autobús”.
La impotencia expresiva
He señalado, como apunté al principio, únicamente los fallos más graves. En realidad, toda la prosa de Marías es torpe, desangelada, reiterativa, blanda e incorrecta, y en ella resalta, sobre todo, su incapacidad para expresar lo que quiere expresar. Que nadie diga, como el propio Marías dice en su defensa, que sacamos las frases del contexto, porque, aparte de que los anacolutos, las faltas de concordancia, la confusión del significado de los términos, las expresiones de mal gusto lo son en cualquier situación, este tipo de crítica está hecho para que el lector, a quien se le señala la página y el núcleo del fallo, pueda comprobar en el libro su posición en el entorno textual. Por lo demás, hay que apuntar la incoherencia total de las nada interesantes narraciones, entreveradas de digresiones insustanciales y transcripciones, a veces de capítulos enteros, de otros libros, ajenos o propios. Se pueden encontrar así varias páginas sobre guías de ferrocarriles; otras tantas sobre zapatos, muchas sobre los papelitos amarillos adhesivos que se ponen junto al teléfono para tomar notas, sobre yemas y claras de huevo, sobre las páginas de necrológicas de los periódicos, la climatología madrileña, el uso del paraguas y el sombrero, el folklore cubano, el horario de los Vips, los músicos callejeros, etc., sin ningún ingenio ni, por supuesto, profundidad. En último término, la impotencia expresiva es el defecto más notable de las “novelas” de Marías.
Postdata: señores críticos, señores académicos, señores profesores de literatura, señores periodistas, señores directores y redactores de los suplementos culturales, ¿es que lo que acabo de relacionar —y disponemos de quinientas fichas más— no son auténticos relinchos contra nuestra lengua? Nosotros venimos denunciando que Javier Marías es un bluff desde hace casi veinte años. Y claramente lo es. A lo palmariamente espantoso de su expresión se une que no dice más que obviedades y sandeces sin ninguna gracia. Un académico que cree que sendos significa dos. Que confunde el significado de muchísimas palabras: proclividad con inclinación, tardar con durar, esperar con temer, apasionado con apasionante, minimizar con disminuir, ir con venir, falta de fe con falta de credibilidad, vergonzante con vergonzoso, gracias a con por culpa de, adolecer con carecer, virtualidad con virtuosismo, asumir con aceptar, oportunista con oportuno, mirar con ver, escuchar con oír, esquina con rincón, dintel con umbral, marinero con marino, dilapidar con lapidar, sorpresivo con sorprendente, longitud con extensión, clarividencia con claridad, claridad con certeza, cotizar con ser cotizado, resquicio con vestigio, improcedente con inoportuno, se lo prometo con se lo aseguro, novedoso con nuevo, definitivo con último, suplantar con sustituir, equívoco con equivocado, altitud con altura, relativismo con relatividad, competitividad con competencia, honestidad con honradez, carestía con escasez, oscurantismo con secretismo, rotura con ruptura, infinidad con infinitud, finalizar con finiquitar, causa con efecto, barbaridad con barbarismo, venir con llegar, análisis con síntesis, inducción con deducción, feminista con feminidad, geografía con territorio, favoritismo con carácter de favorito, sugerir con insinuar… Y muchas más. Un académico así, tratado de genio por delincuentes contra la cultura y la verdad, que ignoran lo que es una verdadera novela, se está convirtiendo en la mayor estafa de la historia. ¿A qué se debe la actitud de ustedes. ¿A quién quieren engañar? ¿Por qué y para qué? ¿Qué siniestro juego es el suyo? Asombra tanta unanimidad. ¿Nadie se atreve a discrepar? Marías es el menos culpable. Él es un diminuido literario que se ha encontrado rodeado y a merced de una pandilla de aduladores avariciosos y sin vergüenza. ®
Publicado originalmente en La Fiera Literaria.
lectora
por dios… suena un poco como a… envidia quizas?
Gustavo
Gracias. Voy por más novelas de Marías.
Lynn
Ya intuía que Marías era un pobre de espíritu. El autor de esta crìtica me ahorró el trabajo de leerlo para comprobarlo.
Leifr
Este tipo de criticas me parecen bastante informativas y benefician al critico como al criticado; Primero me dispongo a comprar mas novelas de Marias, beneficiandolo comercialmente y al leerlas (continuo beneficiando al escritor) tratare de analizar arduamente la narrativa en simpatia al critico de este articulo, por ultimo el beneficiado maximo no sera ni el critico ni el criticado, si no el Lector reflexivo.