Vista a la distancia, la obra de Fabio Gámez parece surcada por la discontinuidad y lo precario. Pinturas pequeñas para vender a los turistas en el malecón, un tiempo. Soportes como el cartón corrugado, puertas de tambor encontradas en el Bordo de Contención y lienzo, en otro. Ha incursionado también en grabado y neográfica.
Su obra se puede caracterizar por un manejo poético del color, así como de su insistente recurrir al cuerpo humano como tema. Hasta donde él recuerda, todo se ha tratado de un experimento, tareas —inconclusas, muchas—, bocetos más o menos desarrollados, pero trabajos completos también, negociaciones afortunadas.
Una obra dispersa y periodos oscuros en su carrera no dejan de llamar la atención sobre lo que prepara. ®