Pioneros del stand–up en Guadalajara

Buscando espacios para el humor

A pesar del escepticismo de audiencias y dueños de lugares como bares, teatros y foros, estos propulsores de la comedia de stand–up insistieron y persistieron para convertir a Guadalajara en un punto clave de la comedia nacional.

Velarde con @diegoortiz55, @arlennanguiano y @tansoloeduardo en el Pizza Perro Negro, de Plaza La Perla, Guadalajara.

Alberto Velarde, comunicador y comediante jalisciense, desempeñó un papel clave en el surgimiento de la escena del stand–up en Guadalajara. Él, junto con otros pioneros, logró abrir espacios en tierras tapatías para una nueva forma de hacer y consumir humor cuando este género cómico no gozaba de la popularidad que tiene hoy. A pesar del escepticismo de audiencias y dueños de lugares como bares, teatros y foros, estos propulsores de la comedia de stand–up insistieron y persistieron para convertir a Guadalajara en un punto clave de la comedia nacional.

Después de consumir comedia en televisión abierta y hacer viajes esporádicos a la Ciudad de México, donde asistía a shows y participaba en open mics, Alberto Velarde y su amigo Diego Ortiz fundaron “Standup GDL”, el primer colectivo de stand–up en Jalisco. Aprovechando los contactos que había forjado en sus viajes, Velarde diseñó una estrategia para abrirse camino en foros y bares locales, a pesar de que pocos lugares estaban dispuestos a ceder espacio y tiempo a un arte que, en ese entonces, era poco conocido.

Hoy el stand–up comedy goza de gran popularidad en todo el país. Algunos comediantes, especialmente en la Ciudad de México y Monterrey, han alcanzado un estatus de celebridad, con todo lo que eso implica. Mientras tanto, Guadalajara ya cuenta con múltiples espacios que, semana a semana, ofrecen open mics y shows de stand–up, cada uno con su propio estilo y atmósfera. Algo que parecía inalcanzable en 2011, cuando la única opción para disfrutar de este formato de comedia era viajar hasta la capital.

Conversé con Alberto Velarde en Plaza La Perla unas horas antes de su presentación en un reconocido restaurante. Con música pop en español sonando al fondo, me habló sobre los primeros pasos de la escena, los espacios que se atrevieron a apostar por ella y los retos y aciertos que enfrenta este arte, que hoy se ha convertido en toda una industria.

Los primeros referentes

“Me subí por primera vez a un open mic en 2011, y mi primer show, al que invité a gente para verme fracasar; fue el 16 de abril de 2013”, cuenta Velarde antes de probar su frappé de vainilla. Su emoción queda en evidencia a través de un lenguaje corporal que refleja completa apertura.

Flyer para el foro Bigotes Tupido.

Creció, como muchos mexicanos, consumiendo televisión abierta. “Admiraba a muchos de los que ahora se conocen como cuenta–chistes, pero nunca me sentí cómodo replicando ese formato. Fue en mi adolescencia, gracias a Seinfeld, cuando descubrí que el stand–up era una especialidad dentro de la comedia. Me gustaba cómo, en lugar de basarse en estereotipos, hablaba de opiniones y experiencias personales dándoles un giro cómico.”

En ese entonces el Internet de uso común seguía en pañales. Pero a través de plataformas como Ares o Limewire, Velarde accedía al material de comediantes estadounidenses como Louis C.K. o George Carlin, a falta de referentes nacionales: “…no había una referencia en México más allá de Adal Ramones con su monólogo de Otro Rollo”.

“Lo leo y empiezo a entender un poco de cómo hacer comedia. Desgraciadamente hay poca bibliografía de stand–up en español. Y de lo que hay, la mayoría es de España o de Argentina. No hay un libro realmente que hable del stand–up desde la idiosincrasia mexicana.

Cuando el stand–up aún parecía lejano y ajeno, un descubrimiento inesperado en un stand de la Feria Internacional del Libro en 2010 le dio a Velarde las primeras herramientas para desarrollar su propio material. Allí encontró Anatomía del chiste, un libro de los comediantes españoles Javier Bizarro y Rody Polonyi. “Lo leo y empiezo a entender un poco de cómo hacer comedia. Desgraciadamente hay poca bibliografía de stand–up en español. Y de lo que hay, la mayoría es de España o de Argentina. No hay un libro realmente que hable del stand–up desde la idiosincrasia mexicana.

La particularidad del stand–up

A diferencia de los cuenta–chistes que a menudo adaptan material común o delegan la escritura a otras personas, el standupero no tiene que memorizar lo que escribió alguien más, la creación es enteramente suya. “En el sentido más puro y ortodoxo del stand–up comedy, es comedia de autor, el intérprete es el escritor del texto. En el stand–up primero se es escritor o escritora y luego intérprete”, dice Velarde, orgullosamente.

Los pioneros del Café 22 y el primer colectivo

Entre 2010 y 2011 Velarde viajaba con frecuencia a la Ciudad de México. En una de esas visitas una amiga lo invitó a un concierto, tras el cual se llevó a cabo un open mic, donde decidió probar sus chistes por primera vez.

Un open mic es un evento en el que comediantes, ya sean novatos o experimentados, se presentan en el escenario para probar su material ante una audiencia, durante unos cinco minutos. Sirve como una plataforma para experimentar, perfeccionar su actuación (delivery) y ganar experiencia en vivo.

“Me iba a la Ciudad de México en esos primeros años porque la escena del stand-up en Guadalajara era nula. Mi primera vez en un open mic fue en 2011 y hasta 2013 hice un show porque no había quién entendiera el concepto ni quién quisiera acompañarme en ese concepto.”

Velarde recuerda que ese primer show tuvo lugar en un café que ya no existe, ubicado en la avenida Alcalde, entre Científicos y Félix Palavicini. “Era prácticamente una cochera, propiedad de un amigo de Diego Ortiz, comediante y amigo. Invitamos a familiares y amigos, pero no hay grabaciones ni fotografías. Bendito Dios, no hay evidencia de eso.”

Sofía Niño de Rivera.

“Iba a muchos open mics en la capital, especialmente al del Beer Hall, y consumía mucho stand–up. Recuerdo haber visto a Sofía Niño de Rivera en el Café 22, un lugar mítico del stand–up en México.” Este café era conocido por ser un espacio cultural ideal para artistas emergentes y estaba cerca de donde hoy se encuentran el 139 y el WoKo, otros recintos dedicados al stand–up, en la calle Montes de Oca, en la Condesa.

Velarde recuerda que Felipe Nájera y su esposo dirigían Café 22 y le daban muchísimo espacio a nuevas propuestas. Junto con los comediantes Héctor Suárez Gomís y Sofía Niño de Rivera organizaron una convocatoria para crear un festival de stand–up al que se inscribieron varias personas. “Por los tiempos, yo no pude participar. Pero de ahí surgió el primer colectivo oficial de standup en México: Risas Inc.

A partir de entonces, Gon Curiel, Gloria Rodríguez, Tomás Strasberg, Diego Zanassi, Roberto Flores y Héctor García, miembros del colectivo, obtuvieron la oportunidad de abrir los espectáculos de Sofía Niño y de Héctor Suárez Gomís.

Lalo Flores y el Stand–up Tropical.

Al preguntar si ésos eran los nombres más importantes de la época, Velarde responde tajante: “Eran los únicos”.

“A la par, algunas personas que no quedaron en ese festival empezaron a hacer otros open mics, como Eduardo Talavera, Juan Carlos Escalante, Alex Marín y Kall, Adriana Chávez, y poco después se unió el Cojo Feliz. Todos ellos se reunían en el Beer Hall.

Descentralizar las risas

A partir de su primer show en Guadalajara Velarde empezó a buscar espacios para cultivar una escena local.

Se unió a un taller, pero no pudo asistir regularmente porque las sesiones eran semanales y no podía viajar a la ciudad de México cinco semanas seguidas. A pesar de eso, la experiencia le permitió conectar con comediantes que eventualmente serían piezas clave para el desarrollo de la escena en Guadalajara.

“Intenté traer a Tomás Strasberg para ofrecer un taller intensivo de stand-up de una semana para quienes estuvieran interesados en empezar. Pero no encontramos quien quisiera tomarlo en ese tiempo.”

Otro gran obstáculo fue la desconfianza de algunos dueños de espacios del nuevo formato. “Lo entendía desde su perspectiva: no tenían idea de lo que les estaba diciendo, no veían por qué les convenía, y no entendían por qué debían ofrecerme un espacio”, recuerda el comediante.

Este punto de partida coincidió con el cierre sistemático de muchos centros culturales y foros de pequeño formato en la ciudad, como La Casa Suspendida, lo que intensificó el desafío de encontrar un espacio dispuesto a abrirle sus puertas al stand-up.

Stand Up Tropical y Stand Up GDL

Ante la falta de interés en el curso de stand-up Velarde cambió de estrategia. El nuevo plan era acercar este tipo de comedia al público para despertar su interés de consumo y, eventualmente, ofrecer cursos nuevamente. “Trajimos a Tomás Strasberg para dar un show en junio de 2013 y el Rojo Café se llenó”, recuerda Velarde. Tras ese éxito él y Diego Ortiz retomaron su búsqueda de espacios.

En ese mismo periodo Pedro Kumamoto, joven político tapatío, comenzó a producir un proyecto llamado Stand–up Tropical. Velarde intentó acercarse para colaborar, pero no hubo interés del otro lado así que “cada uno siguió su propio camino durante un tiempo”.

No soy empresario y no te puedo pagar los millones, pero te ofrezco esto a cambio de que vengas a dar un show y al día siguiente nos des un tallercito y nos compartas algo de tu experiencia. Así empezamos a atraer audiencia.

Velarde, Edson Abarca y Jerry Balderrama, en el Primer Piso.

Cuando el Rojo Café vio que los shows empezaron a llenarse, primero con Strasberg y luego con Gon Curiel, empezaron a ofrecer mejores días y horarios para Standup GDL. “Los que nos daban al inicio eran horribles. Empezábamos a las 7 porque a las 9 ya había un trovador.”

A partir de este momento la estrategia consistió en traer comediantes de otras ciudades para que dieran shows y micro-talleres, y así demostrar lo que el stand-up podía llegar a ser. “Les decíamos, güey, hay un foro. No soy empresario y no te puedo pagar los millones, pero te ofrezco esto a cambio de que vengas a dar un show y al día siguiente nos des un tallercito y nos compartas algo de tu experiencia. Así empezamos a atraer audiencia. Y nosotros abríamos los shows, eso nos daba tablas. El plan era que, a medida que nosotros nos curtiéramos más, dependiéramos menos de los comediantes de Ciudad de México”, dice Velarde.

Finalmente, Gon Curiel, comediante, escritor y conductor, ofreció el primer curso de stand–up en forma en Guadalajara, que resultó ser muy exitoso.

Los primeros espacios exclusivos para la comedia

Según las cuentas de Velarde, en un periodo de trece años aproximadamente entre cincuenta y setenta lugares han intentado presentar stand-up. “El problema es que muchos de estos lugares creen erróneamente que el stand-up siempre atraerá a grandes audiencias. La realidad es que, como cualquier otro proyecto, el stand-up necesita construir un público mediante la consistencia; el público se forma a través del hábito. En Guadalajara primero hubo shows antes de que se lograra establecer una frecuencia semanal para los open mics”.

En el Rojo Café no era posible mantener una periodicidad constante de un open mic semanal. “Si nos iba bien, teníamos uno cada quince días, pero lo habitual era uno al mes. Así estuvimos un poco más de un año hasta que apareció La Vaca en el panorama.”

La Vaca de Troya fue el segundo lugar en el país dedicado exclusivamente a la comedia de stand-up, después de La Caja Popular, en Querétaro.

Con el tiempo el Rojo Café se consolidó como el lugar clave para el colectivo Stand Up GDL. Aunque Stand Up Tropical también se presentó allí de vez en cuando, su espacio preferido era un bar de karaoke llamado Séptima Luna, donde el colectivo organizaba un open mic seguido de un show.

El comediante recuerda las primeras presentaciones en ese lugar y admite que la calidad de los shows era baja. “Al principio, sólo venían la familia y los amigos. Hoy sé que lo que ofrecíamos era mínimamente aceptable, pero había que hacerlo.” Y agradece también la relación con comediantes que ya contaban con una mayor audiencia en ese momento, pues ayudaron a dar visibilidad a la emergente escena del stand-up en Guadalajara.

El venado animatrón

En agosto de 2014 Tequila Cazadores lanzó una campaña con un animatrón: un venado robot que hacía stand-up. El show se presentó en La Martina, en las avenidas Patria y Beethoven, y formó parte de una gira por varias ciudades del país. La voz y los chistes del venado los ponía Alex Marín y Kall, conocido en el mundo del stand-up como “Ese Güey”. El venado actuaba como host e invitaba a dos comediantes locales en cada ciudad, mientras que el talento estelar era Ricardo O’Farrill.

Liz Iturriaga en el Segundo Open organizado por Las Humoristas en Cuerpos Parlantes.

En ese entonces O’Farrill, una de las principales figuras del stand-up nacional, formaba parte de un colectivo llamado Todo Mal, junto con Roberto Flores y Diego Zanassi.

“Yo ya lo conocía de cuando iba a Café 22. Así que, mientras venía de camino a Guadalajara para ese evento, O’Farrill me manda un mensaje: ‘¿Y si hacemos un show gratuito? Consíguete un foro’. Así que le hablé a Alfredo Salas, del Rojo Café, y le pregunté: ‘¿Hay chance de hacer algo hoy?’ Me responde: ‘Tengo un trovador a las 9, pero de 11 pm a 1 am está libre, ¿te animas?’. Así que Richi anuncia el show en Snapchat a las 6 pm, avisando que el cupo era limitado a 80 personas. Para las 7 ya había una fila rodeando Rojo Café. Pobre del trovador, cuando llegó pensó que la fila era para él.”

Comedia en lugares incómodos

Pero los comediantes no sólo trabajan en bares y foros. Velarde hace recuento de los lugares en los que ha presentado su material, entre ellos están food trucks, teatros de pueblo y otros escenarios difíciles. “Ésos son los que te curten como comediante. No puedes buscar siempre la comodidad porque en el primer momento en el que te sientas incómoda o incómodo no vas a poder trabajar correctamente. Si no te expones a la dificultad más alta no te estás formando como un profesional.”

“Una de las grandes diferencias”, sigue, “entre un comediante de stand–up y un comediante tradicional es que un cuenta-chistes se presenta en un teatro de pueblo o en un palenque con el peor público y saca los shows adelante. A muchos standuperos los han intentando llevar a eso y no pueden; el stand-up se hizo muy cómodo.” Continúa: “Los lugares difíciles son esenciales cuando vas empezando porque te van formando, pero también va a llegar un punto en el que puedes aceptar o rechazar ofertas de lugares donde crees que no te conviene estar”. Por ejemplo, dice que los festivales también son difíciles porque se compite contra muchos estímulos y los tiempos son muy limitados.

“Una de las grandes diferencias entre un comediante de stand–up y un comediante tradicional es que un cuenta-chistes se presenta en un teatro de pueblo o en un palenque con el peor público y saca los shows adelante. A muchos standuperos los han intentando llevar a eso y no pueden; el stand-up se hizo muy cómodo.”

Velarde en el Primer Piso.

¿Qué define un espacio difícil para la comedia? Velarde dice que son varios los factores que intervienen. Un espacio sin el acondicionamiento adecuado para un show —sin un escenario apropiado, un buen sistema de audio o una iluminación adecuada— resulta complicado. Igualmente, un lugar como un restaurante de alitas, donde la gente suele reunirse los viernes por la noche para beber y hablar en voz alta, se convierte en un desafío para un comediante que intenta compartir anécdotas y chistes.

Y ahí hay de dos sopas: “O aceptas que eres una invasión y que realmente no le estás haciendo pasar una buena noche a esa mesa, o sacas carácter y eres lo suficientemente bueno para que esa mesa diga: ‘Güey, yo venía a conversar, pero voy a tomar una pausa y dedicar mi atención a la persona en el escenario’. Es como los tazos, si los volteas, son tuyos.”

Al preguntarle por el lugar más inusual en el que ha presentado su material Velarde responde rápidamente: “Estuvimos en el aniversario del Tapanko, un table dance.”

Dice que los eventos empresariales eran un poco pesados antes de que su amiga y manager, Alma Cortés, implementara unos formularios para entender ante cuál publico se iban a presentar; demográfico, si son mayoritariamente hombres o mujeres, de qué áreas de la empresa son, quién es la persona más tímida, etcétera. “Los comediantes nada más se preocupan por que les digan qué día, qué hora y cuánto les van a pagar. Pero hay que ir informados.”

Profesionalizar la comedia

“Nos ha tocado que llegamos a lugares donde nos contratan y ni los meseros saben que hay un show. La gente no sabe que hay un show. Y tú te tienes que subir porque tienes que cumplir el compromiso, pero la gente no te quiere ver y llega un punto donde tú tampoco quieres estar ahí.”

Recuerda la vez que hicieron una reserva en un foro/teatro pequeño, firmaron un contrato y, al llegar el día del evento, se enteraron de que nadie allí sabía que iba a haber un show. “Literalmente no tenían el personal. Tuvimos que llamar a amigos para que prepararan el café, sirvieran, entre otras cosas.”

Hoy Velarde tiene un show en la plaza. Ese trato se cerró hace más de tres meses, pero no tuvo acceso a la publicidad para promocionar el evento hasta tres días antes del show. “¿Qué expectativa tengo de público? Nula. Tuve sólo tres días de promoción. Y yo les digo que ya no es mi problema. Ahí hay dos o tres personas, y tú decides si lo hago o no, pero el pago ya está asegurado. También se trata de profesionalizarnos, tanto los comediantes como los lugares.”

La densidad en la comedia

Por eso, según Velarde, Standup GDL tiene todo documentado. “Se especifican las responsabilidades tanto de la producción y el comediante como del lugar. Por ejemplo, si tienes un espacio grande y colocas las mesas de manera aislada, el show no va a funcionar.”

¿Por qué es importante la densidad? Si estoy en una mesa y me río, es probable que la persona en una mesa cercana también se ría al ver mi reacción. Sin embargo, si estoy aquí y la otra mesa está al otro extremo del salón, la risa no se transmite bien…

Existe una frase famosa entre standuperos que dice: “Los mejores amigos del comediante son el alcohol y la densidad”, es decir, un show no tiene el mismo impacto si la audiencia está dispersa.

Hay una razón psicológica para esto: la risa es una respuesta fisiológica a un estímulo, y al igual que el bostezo, es contagiosa. “¿Por qué es importante la densidad? Si estoy en una mesa y me río, es probable que la persona en una mesa cercana también se ría al ver mi reacción. Sin embargo, si estoy aquí y la otra mesa está al otro extremo del salón, la risa no se transmite bien, incluso por razones acústicas. La risa se apaga más rápido.”

Comedia pandémica

La pandemia nos obligó a reimaginar muchas cosas en el plano social. En el ámbito del stand-up comedy, en el que la interacción entre el público y el espacio es tan decisiva como el contenido y la actuación del comediante, las dinámicas tuvieron que adaptarse drásticamente. “A mí me tocó dar bastante shows virtuales. Literalmente era yo parado ante la cámara y frente a una pantalla.”

Standup GDL también ofreció shows en un autocinema. “Imagínate un escenario con una pantalla enorme donde no hay una cámara que te esté tomando. Tú eres un muñequito pequeño y la gente te escucha en su radio y no obtienes retroalimentación. Antes de empezar los shows les decíamos: Oigan, si se ríen no los voy a escuchar porque están dentro de su carro. Entonces, cada chiste que les guste hagan sonar su claxon y prendan y apaguen sus luces para saber que no la estoy cagando.”

Hay dónde, ahora ¿qué y cómo?

La escena de la comedia en el país está en plena expansión. La Ciudad de México sigue siendo el epicentro con una oferta de shows diaria y extensa. Sin embargo, lugares como Nuevo León, Querétaro y Guadalajara están cerrando la brecha rápidamente. La demanda de stand-up ha crecido tanto que ahora son los propios espacios los que buscan incorporar la comedia en su programación.

“En el Festival Coordenada de 2018 fui el anfitrión de la Carpa Comedy, un área dedicada exclusivamente a la comedia dentro de este festival musical, y en 2022 tuvimos un avance significativo al contar por primera vez con comediantes tapatíos en el elenco, no solo como anfitriones, sino como parte integral del espectáculo.”

El humor ha cambiado porque todo es parte de un proceso. Con los años estos pioneros de la comedia han tenido tiempo de escudriñar desde dónde quieren hacer comedia. “En un principio no éramos muy conscientes de la comedia que queríamos transmitir. Al principio había muchas cosas clasistas, machistas y horribles. Pero de poquito en poquito nos empezaron a caer los veintes, y quienes hemos tomado las decisiones de abandonar ese tipo de comedia, pues lo hemos hecho. Creo que hay más conciencia.”

Velarde considera esencial la autodeterminación en el trabajo de cada individuo. “Yo no soy quién para decirle a una persona cómo debe ser su comedia. En los cursos de stand-up que imparto les digo: ‘¿Quieres hacer eso? No es la comedia que yo consumiría ni la que yo haría, y te puedes meter muchas broncas, pero ¿estás dispuesto a asumir las consecuencias de lo que vas a decir? Hazlo. Sólo después no te quejes diciendo. ‘Ah, es que el público es bien sensible.”

La risa como consecuencia, no como objetivo

“Antes buscábamos el chiste por el chiste”, dice Velarde. “Es decir, la risa como objetivo y no como consecuencia. Hay una diferencia, creo yo, entre ambos conceptos. Porque, si bien el primer resultado que una persona debe buscar al hacer comedia es la risa, no es lo mismo ver a la risa como el objetivo, porque luego vas a creer que el fin justifica los medios.”

El comediante considera que, cuando trabajas desde esa perspectiva, “vas a cometer un montón de errores, vas a ser una persona horrible en muchas ocasiones, y lo más seguro es que lo que tú digas y hagas sea muy parecido a lo que ya dicen y hacen una X cantidad de comediantes. Y algo que privilegia o que pondera el stand-up comedy es la autenticidad y la originalidad. ¿Para qué quieres hacer stand-up si no buscas ser original?”

Si buscas la risa como consecuencia vas a estar mucho más atento a los procesos, dice Velarde, en pensar desde dónde viene la intención que se tiene al hablar de algo particular. Raquel Aedo, comediante y guionista, lo resume así: un comediante amateur busca cosas chistosas qué decir, mientras que un comediante profesional tiene algo qué decir y busca la forma más graciosa de hacerlo.

Por su parte, Gloria Rodríguez, una pionera de la comedia nacional, afirma que “el stand-up comedy es una defensa cómica argumentativa”. No se trata de evangelizar, sino de exponer posturas. El comediante busca que el público entienda por qué tiene determinada opinión, no necesariamente que la comparta.

“Al enfocarnos en esto nos volvemos más vulnerables. Hurgamos más en nuestro inconsciente y hacemos comedia desde puntos de vulnerabilidad y de incomodidad. Porque no es fácil hablar de los temas que duelen”, sigue Velarde. “Y obviamente para cuestiones comerciales como en eventos corporativos, sí vas a escribir el chiste por el chiste. En la posada de esa empresa los vale gorro tu trauma o tu pesadez emocional.”

Espacios diversos y humor “negro”

Mucho se dice del humor negro hoy en día, pero poco queda claro sobre qué es realmente. Para el entrevistado “El humor negro no es el que hace un chiste de grupos histórica y sistemáticamente vulnerados, eso ser culero. En el humor negro bien hecho le pegas a las autoridades y al poder asumiendo las consecuencias de lo que pueda traerte eso. En Venezuela muchos comediantes han sido exiliados porque hacen comedia contra el poder.”

Uno de los proyectos cómicos emergentes en Guadalajara es el de “Las Humoristas”, un colectivo de mujeres que ha comenzado a organizar open mics quincenales. “Me alegra ver cómo las mujeres y las disidencias están ganando más espacios en la comedia. No es un secreto que el stand-up comedy tiene sus raíces en las disidencias raciales y sexuales,” dice Velarde.

El stand-up comedy, tal como lo conocemos, emergió tras la crisis racial en Estados Unidos, cuando las personas históricamente oprimidas comenzaron a alzar la voz. La palabra “stand-up” no se refiere simplemente a estar de pie, sino a levantarse, hacerse notar y levantar la voz.

¿Dónde se consume comedia en Guadalajara hoy?

“Hace incluso cinco años era muy difícil tener un evento de stand-up a la semana. Y si en el Teatro Galerías se presentaba algo, tu evento estaba solo. Y me da muchísimo gusto ver cómo en un solo día puede haber cuatro o cinco eventos y en todos hay público. No necesariamente todos se llenan, pero en todos hay un público al cual darle show, eso habla de que creció la escena. Y son públicos distintos. Porque una particularidad del stand-up es que hay tantos estilos como comediantes que lo practican. Y cada estilo genera un público.”

Hoy la ciudad cuenta con lugares como Primer Piso y el Foro Bigotes Tupido de Jerry Balderrama. Primer Piso ofrece opens cada jueves, mientras que el Foro Bigotes Tupido presenta shows los fines de semana.

También está Casa Inclán, de David Inclán, los open mic de Hoffman Café en la colonia Americana; Terraza Morelos, que empezó con opens recientemente; El Monosílabo, donde suelen hacerse los opens de “Las Humoristas”, y muchas pequeñas productoras que están organizando shows muy seguido en distintos puntos de la ciudad.

Además hay otros espacios como Pizza del Perro Negro o Pinky Coffee, una terraza pequeña en Santa Tere, que se están prestando para eventos esporádicos.

Velarde nos da otro ejemplo, el Mercado Andares. “Vamos a cumplir tres años interrumpidos trabajando con ellos con un evento al mes. Al principio fue difícil porque el público de Mercado Andares no es el más ávido de consumir comedia. Pero, a medida que confiaron en nosotros y generamos un hábito, logramos hacer un concepto interesantísimo. Un mes es un open mic con premio y al siguiente es un show. Para los open se abre una convocatoria. Creo que el récord han sido 75 solicitudes. Hay gente que ha aplicado de Tijuana, de Mérida, gente que viajan solamente para presentarse en Mercado Andares.”

La escena del stand-up en Guadalajara ha experimentado un crecimiento enorme en la última década. Este auge ha permitido que florezcan diferentes públicos y estilos, algo vital para tener una escena local vibrante. La incorporación de open mics y shows regulares ha sido clave para consolidar esta escena en la ciudad. Y con tantos cuestionamientos éticos alrededor de la comedia actual, este es solo el inicio. ®

Esta entrevista es parte de una investigación sobre los comienzos del stand-up en Guadalajara, que forma parte del PAP “Mirar la Ciudad con Otros Ojos”, Otoño 2024, del ITESO.

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Publicado en: Artes escénicas

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