La mejor forma de salir del estancamiento en que nos encontramos como país se subsanaría dedicándole más dinero a la educación. Pocas veces he encontrado datos duros que avalen tal afirmación, efectivamente, la educación es una tabla de salvación para nuestro país.
Comenzaré afirmando que una población bien educada y bien capacitada es esencial para el bienestar social y económico de un país. La educación desempeña un papel fundamental para proporcionar a las personas los conocimientos, las capacidades y las competencias necesarias para participar de manera efectiva en la sociedad y en la economía.
De manera más concreta, tener una buena educación mejora en gran medida la probabilidad de encontrar empleo y de ganar suficiente dinero. Por ejemplo, si hay un aumento de 10% en la proporción de personas que obtienen títulos universitarios, hay un aumento del producto per cápita de 22% (Glaeser, 2011). Cada vez que un trabajador aumenta un año extra de estudios esto se traduce en 8% más de ingresos (Card, 2001). Cuando en 1980 una persona obtenía el grado de licenciatura ganaba 33% más que quienes se habían quedado con solo la secundaria terminada; para 1990 esta diferencia se había disparado a 70% (Economic Report of the President, 1997).
Hablando específicamente de México, la tasa de ocupación y los ingresos están estrechamente relacionados con el nivel educativo; a más educación más posibilidades de encontrar empleo mejor remunerado y más estable. Esta aseveración se basa en los datos aportados por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación en su sección de Banco de Indicadores Educativos; ahí se puede observar que en la sección de resultados educativos se plantea la pregunta: ¿Cuáles son los beneficios de la educación en la participación laboral? Hay cuatro respuestas a esta pregunta: tasa de ocupación según nivel de escolaridad, tasa de desempleo por nivel de escolaridad, porcentaje de trabajadores con contratación estable por nivel de escolaridad y salario relativo por hora trabajada según nivel de escolaridad; ahí se presentan datos de 2005 a 2013. En todos los años para todos los indicadores se observan claramente los beneficios de una mayor educación (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. Banco de Indicadores Educativos).
No solamente nosotros mismos sabemos que estamos mal en educación. También los organismos internacionales han evaluado a México y permanentemente se observa que estamos muy por detrás de otros países en este rubro.
A pesar de que parece clara la relación entre mayor educación y bienestar económico, México no invierte lo suficiente en educación. Por eso tenemos rezago educativo. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social —Coneval— la población con carencia por rezago educativo es aquella que cumple alguno de los siguientes criterios:
1. Tiene de tres a quince años, no cuenta con la educación básica obligatoria y no asiste a un centro de educación formal.
2. Nació antes de 1982 y no cuenta con el nivel de educación obligatoria vigente en el momento en que debía haberla cursado (primaria completa).
3. Nació a partir de 1982 y no cuenta con el nivel de educación obligatoria (secundaria completa).
Para conocer su evolución el Coneval realizó la medición del rezago educativo, a escala nacional y por entidad federativa, con base en los censos de población y vivienda 1990, 2000 y 2010. Los resultados son los siguientes:
1. En 1990 el porcentaje de la población mexicana que estaba en esta condición era del 14 %, se pasó a 9.7 en el 2000 y a 5.9 en el 2010.
2. El porcentaje de la población nacida antes de 1982 con rezago educativo ha bajado de 39 % en 1990, a 31.2 en el 2000 y a 28.0 % en el 2010
3. Los que nacieron después de 1982 y que no tienen la secundaria, pasaron de 37.9 en 2000 a 23.1% en 2010.
En el documento “Estadísticas a propósito del día internacional para la erradicación de la pobreza”, del INEGI, el porcentaje de personas que se encontraban en situación de rezago educativo eran 20.7 en 2010 y 19.2 en 2012. En términos de números absolutos, eso se traduce en 23.7 millones de personas en 2010 y 22.6 millones en 2012.
No solamente nosotros mismos sabemos que estamos mal en educación. También los organismos internacionales han evaluado a México y permanentemente se observa que estamos muy por detrás de otros países en este rubro. Por ejemplo, México es uno de los países que forma parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que tiene, entre otros objetivos, el de fijar estándares internacionales para un amplio rango de temas de políticas públicas. La OCDE ha publicado el Índice de Mejor Vida, el cual se basa en once temas que la OCDE ha identificado como esenciales para las condiciones de vida materiales y la calidad de vida. Tener un buen nivel educativo es uno de esos temas.
En los países de la OCDE 83% de las personas con titulación universitaria tienen un empleo, en comparación con 55% de las personas que poseen sólo un diploma de educación secundaria. Los ingresos de por vida también aumentan con cada nivel educativo obtenido.
Tras el descenso en la demanda de mano de obra que tuvo lugar en las décadas pasadas los empresarios ahora favorecen un perfil profesional con un mayor nivel educativo. Por consiguiente, las tasas de graduación en educación media superior constituyen un buen indicador de si un país está preparando a sus estudiantes para cumplir con los requisitos mínimos del mercado laboral.
En México, 36% de los adultos entre 25 y 64 años de edad ha obtenido el equivalente de un título de educación secundaria, cifra mucho menor que el promedio de la OCDE de 75% y una de las menores en los países de la OCDE. Esto es ligeramente más aplicable en el caso de los hombres que en el de las mujeres, puesto que 38% de los hombres ha terminado con éxito la educación secundaria en comparación con 35% de las mujeres. Esta diferencia de tres puntos porcentuales es ligeramente mayor que el promedio de la OCDE de 1% y sugiere que podría fortalecerse la participación femenina en la educación secundaria. Entre los jóvenes —el mejor indicador del futuro de México—, 44% de las personas entre 25 y 34 años de edad ha obtenido el equivalente de un título de educación secundaria, cifra menor que el promedio de la OCDE de 82%, pero que indica un avance.
En promedio los mexicanos pasan 15.2 años en el sistema educativo entre los cinco y los 39 años de edad, cifra menor que el promedio de la OCDE de 17.7 años y una de las menores en la OCDE.
El sistema educativo mexicano ha crecido rápidamente en los últimos cincuenta años, de tres millones de estudiantes a más de treinta millones. Hoy casi todos los niños de cinco a catorce años de edad asisten a la escuela. También ha habido avances en garantizar que los jóvenes terminen la escuela, con un aumento en la tasa de 33% en 2000 a 49% en 2011. Este avance se ha logrado a pesar de las restricciones en los presupuestos y el rápido crecimiento de la población en edad escolar.
Una evidencia más de la gran necesidad de apuntalar nuestro sistema educativo es que esto contribuye a la felicidad de las personas. De acuerdo con la Encuesta Mundial de la Felicidad, México ocupa el puesto 24 en los niveles de felicidad de los países. En esa encuesta se miden los nueve dominios, entre ellos el de la educación, donde se valoran la alfabetización, el nivel educativo, los conocimientos y valores. La educación tiene un impacto indirecto sobre la felicidad pues es más bien un medio para mejorar los ingresos, y ahí hay una relación entre mejores ingresos y felicidad. Se ha demostrado que a más años de estudios se aumenta la posibilidad de ser contratado, se mejora la seguridad en el trabajo y hay muchas mayores posibilidades de promoción (Blanchflower y Oswald, 2004).
Por ejemplo, en el “Reporte mundial de competitividad” publicado por el Foro Económico Mundial en 2011, existen doce pilares para aumentar la competitividad de los países, entre ellos la educación básica y superior. Al parecer la educación aumenta la eficiencia de cada trabajador en lo individual. Más aún, los trabajadores que reciben poca educación formal solamente son capaces de realizar tareas manuales simples y tienen muchas más dificultades para adaptarse a procesos más avanzados de producción. La falta de educación básica es también una restricción para el desarrollo de negocios ya que éstos encuentran dificultades para producir productos sofisticados o con un mayor valor. En lo que se refiere a la educación superior, se considera que en una economía globalizada se requiere de los países que fomenten la existencia de trabajadores bien educados que sean capaces de adaptarse rápidamente a un ambiente cambiante. En el caso de México, es un país con importantes debilidades que menoscaban la capacidad para aumentar la competitividad; así, su sistema educativo se encuentra ubicado en el nivel 107, particularmente en la educación superior está en el número 72 y es el 76 en el plano mundial en capacidad de innovación. Todo esto nos dice que tenemos una inadecuada fuerza de trabajo por no estar bien educada.
Estamos muy lejos del promedio de la OCDE en gasto en ciencia y tecnología, según Paredes López (2006).
Una de las condiciones necesarias para aumentar la competitividad de nuestro país es invertir en ciencia experimental básica, ya que se puede observar una estrecha relación entre el porcentaje del PIB en IDE (Investigación y Desarrollo Experimental) y el grado de competitividad de los países (Fernández Sayas, 2006).
Tener una población educada es tener una población que, como habíamos mencionado antes, sea capaz de adaptarse rápidamente a un ambiente cambiante; esto implica habilidades cognitivas más allá de la mera enseñanza y el aprendizaje de contenidos. Ésta es una de las funciones más importantes de la educación, impacta directamente sobre las habilidades cognitivas de los educandos y las diferencias en estas habilidades llevan a diferencias en la capacidad de crecimiento económico. Hay una relación estrecha entre el grado de crecimiento económico y los promedios de las pruebas internacionales que miden el desempeño académico en diferentes regiones del mundo (Hanushek y Woessmann, enero 2009).
Como se puede constatar, la región de América Latina se encuentra en la parte baja de aprovechamiento escolar y por ello es de las regiones del mundo que menos crecimiento económico tiene. Es tan fuerte el impacto de las habilidades cognitivas sobre el crecimiento que explica datos contradictorios de esta área, como es el caso de un bajo crecimiento a pesar de haber un gran crecimiento en el acceso a la educación. Hay un claro rezago de América Latina con respecto a otras regiones del mundo en lo que respecta al desempeño en las pruebas de aprovechamiento escolar (Hanushek y Woessmann, junio de 2009). Hay también una estrecha relación entre el crecimiento económico y los promedios de las pruebas internacionales que miden el desempeño académico en diferentes regiones del mundo.
Conclusiones
En resumen, tener personas con más estudios es benéfico tanto para el país como para las personas en lo particular; sin embargo, nuestro país no invierte suficiente dinero en la educación en ninguno de sus niveles; hay rezago desde la primaria y poca inversión en investigación básica.
¿Por qué la educación es valiosa? Hay dos respuestas posibles: o bien la economía se basa cada vez más en la tecnología, la cual requiere cada vez más de gente capacitada ya sea para entenderla y adaptarse a ella, así como para modificarla, o bien la globalización económica ha reducido los costos de la transportación, lo cual permite comprar productos producidos en otros países y por ello se hace difícil pagar bien aquí a trabajadores menos calificados.
Cualquiera que sea la explicación, lo que es un hecho es que la mayor escolaridad de la población mexicana nos atraería beneficios a todos. Espero que algún día podamos ver esto. ®
Referencias bibliográficas
Blanchflower, D. G. y Oswald, A. J. (2004). Well-Being over time in Britain and the USA. Journal of Public Economics, 88(7–8), 1359-1386.
Card, David. Estimating the return to schooling: progress on some persistent econometric problems. Econometrica, vol. 69, núm. 5 (septiembre, 2001, 1127-1160).
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Coneval. Rezago educativo.
Economic Report of the President 1997. United States Government Printing Office. Washington.
Fernández Sayas, José Luis. Hacia un acuerdo nacional para fomentar el desarrollo, la innovación y la competitividad de México con base en el conocimiento. En La ciencia y la tecnología como ejes de la competitividad de México. Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública. 2006.
Glaeser, Edward. El triunfo de las ciudades. Cómo nuestra mejor creación nos hace más ricos, más inteligentes, más ecológicos, más sanos y más felices. Taurus, 2011.
Hanushek, Eric A. y Woessmann, Ludger. Do Better Schools Lead to More Growth? Cognitive Skills, Economic Outcomes, and Causation. NBER Working Paper No. 14633, enero de 2009, JEL No. H4,I2,J3,J61,O1,O4.
_______ Schooling, cognitive skills, and the Latin American puzzle. NBER Working Paper No. 15066, junio de 2009, JEL No. H4,I2,O4, N16.
INEGI. Estadísticas a propósito del día internacional para la erradicación de la pobreza. 2013.
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OCDE. http://oecdbetterlifeindex.org/»>Índice de Mejor Vida.
Paredes López, Octavio. Gran acuerdo nacional sobre ciencia y tecnología para fomentar la innovación, la competitividad y el desarrollo integral de México. En La ciencia y la tecnología como ejes de la competitividad de México. Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública. 2006.
The Earth Institute, Columbia University. Canadian Institute for Advanced Research. Centre for Economic Performance. World Happiness Report.
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