La gran retrospectiva de Cindy Sherman en The Museum of Modern Art [MoMA, 26 de febrero-11 de junio de 2012], quince años después de que la serie completa de los Untitled Film Stills se exhibiera en este mismo espacio, es la exposición individual más importante de la primera mitad de este año.
La exposición de Sherman incluye más de 170 fotografías, entre ellas los Untitled Films Stills (1977-1980), los Centerfolds (1981), los History portraits, sus fotografías de moda, los Sex pictures (1992), los payasos (2003) y los Society portraits (2008). Además, su primer obra de gran formato, Untitled, un fotomural de 2010, está a la vista en Estados Unidos por primera vez. El mural es su última autotransformación, éste aparece frente a un fondo monocromático que asimila a los gobelinos renacentistas y barrocos.La retrospectiva de Sherman puede apreciarse en comparación con la espectacular intervención de Madonna durante el medio tiempo del Superbowl, el cual también fungió como una revisión de su carrera. El vínculo entre las dos figuras comenzó en 1997, cuando Madonna patrocinó la muestra de los Untitled Film Stills de Sherman en el MoMA. Se podría decir que las dos figuras comparten un interés por crear y habitar una identidad tras otra y que ambas han sido muy influyentes en sus respectivos ámbitos. De hecho, Sherman anticipó la carrera de la cantante, pues comenzó a explorar la representación de la mujer en el cine antes de que Madonna consolidara un método similar.
Durante su trayectoria Sherman ha explorado varios fenómenos culturales como el cine, la pornografía, obras maestras en pintura (hechas por pintores, por supuesto), moda, trastornos de la alimentación y damas de sociedad en decadencia. Su primera serie importante fue la de los Untitled Film Stills, un conjunto de fotografías en las cuales emula a varios personajes de películas famosas. Aunque no copia escenas verdaderas, las fotos de Sherman funcionan gracias a nuestra memoria colectiva del cine. Al disfrazarse y crear diferentes escenas la actriz nos recuerda a varios personajes ya conocidos por todos: la colegiala, la sureña rica, el ama de casa, la cantante de cabaret, la ejecutiva y la mujer fatal.
Las fotografías de los film stills imitan a las fotos de set que solían decorar los cines estadounidenses y funcionan simultáneamente como documentos del rodaje e imágenes publicitarias. Las obras de Sherman son un pastiche posmoderno, pues parecen ser escenas de películas que sí existen y despiertan nuestra nostalgia por las películas o los géneros que las inspiraron. Estas extrañas recreaciones han sido interpretadas de manera positiva por algunas feministas, sobre todo porque establecen a la mujer como una serie de identidades en flujo construidas por la cultura de masas. El hecho de funcionar como una serie les permite presentar una panorama de los estereotipos propagados por el cine y al mismo tiempo fracturar la noción de una única feminidad, o de que hay una sola manera de ser mujer. Sherman aparece en todas estas fotografías, y al verla articular varias identidades nos damos cuenta de que ser “mujer” no es más que una interpretación.
Su última serie, en la cual Sherman se disfraza de mujeres ricas que parecen someterse a cirugías, rutinas de ejercicio y dietas para conservar su juventud y poder, funciona como una conclusión a los film stills. En estos society portraits Sherman articula un triste comentario sobre la feminidad en la era de la idolatría a los famosos; parece ser que la estrella de cine ya no es joven y se interna en su mansión de Hollywood; su cara está cubierta de maquillaje para (inútilmente) esconder el paso del tiempo.
http://www.youtube.com/watch?v=ROkhklj0ZGs
Madonna, actuación de medio tiempo en el Super Bowl, 2012
Al igual que Sherman, Madonna ha tenido muchísimas identidades basadas en tomar (¿robar?) elementos de las subculturas de Nueva York, la cultura del sur de Italia, el catolicismo, el cine clásico, el rococó, la cultura de la India, la aristocracia inglesa, la música R&B y el hip hop, entre otros. Su controvertido libro Sex (1992), con fotos de Stephen Meisel, fue influenciado por los film stills de Sherman, hecho que sostiene los numerosos alegatos a lo largo de su carrera sobre su falta de originalidad. Su última aparición continúa en esta línea, pues la pop star entró al Superbowl como una reina pseudo-egipcia, cantó con el coro de una iglesia y bailó con una banda musical de preparatoria y sus porristas. Su entrada al escenario recordó nada menos que a Elizabeth Taylor en el papel de Cleopatra llegando a Roma; estuvimos frente a una diva imitando a una diva que interpretaba a una figura histórica recordada por su capacidad de seducción. Mientras que las fotografías de Sherman presentan a la seducción como un arma de doble filo, en el caso de Madonna su propia sensualidad ha sido tal vez el único hilo que une a su producción musical y a sus videos.
Sherman reconoce y denuncia los límites impuestos a las mujeres en términos de su habilidad para reinventarse (y su creciente invisibilidad e irrelevancia) después de dejar de ser jóvenes. Madonna, ya en su quinta década de vida, se rehusa a hacerlo en el Superbowl, dependiendo, al contrario, del vocabulario visual de amores de preparatoria y de sus éxitos pasados. Las damas de sociedad de Sherman se retraen con amargura, tal y como lo hizo la protagonista de Sunset Boulevard. Durante su aparición en el Superbowl, no obstante, Madonna decidió rodearse de dos cantantes pop más jóvenes que ella. Sus cirujías plásticas son verdaderas.
La última obra de Sherman, un fotomural de gran escala de 2010, Untitled, se burla de la masculinidad y, al mismo tiempo, reconoce los obstáculos con los cuales las mujeres se topan dentro del mundo del arte. En un artículo del New York Times Carol Vogel menciona que Sherman produjo esta obra para retomar los enormes formatos utilizados por varios pintores, los cuales comúnmente ocupaban muros enteros. En el MoMA, Sherman se apropia de esta escala para mostrar sus propios límites, no presenta mujeres triunfantes sino que se retrata disfrazada como varias figuras al margen de la sociedad. La ropa no le queda bien y su cara está deformada (debido al Photoshop) lo cual le da un efecto más bien ridículo a la obra. De esta manera, la artista representa, aun durante su retrospectiva en el MoMA, cómo las mujeres continúan en una posición subalterna dentro el mundo del arte.
Al igual que Sherman, Madonna ha tenido muchísimas identidades basadas en tomar (¿robar?) elementos de las subculturas de Nueva York, la cultura del sur de Italia, el catolicismo, el cine clásico, el rococó, la cultura de la India, la aristocracia inglesa, la música R&B y el hip hop, entre otros.
En vez de utilizar este formato para mostrar su propio ego y relevancia dentro del arte contemporáneo Sherman decidió subvertir su poder. Roberta Smith, también del New York Times, criticó esta exposición haciendo notar que no se le dio a Sherman el mismo espacio que se le ha reservado a los hombres en el MoMA en retrospectivas similares; además alega que sus más brutales fotografías acerca de la opresión a la cual las mujeres son sometidas (centerfolds, sex pictures) no figuraron como deberían haberlo. Las grandes y grotescas reproducciones del fotomural de Sherman nos recuerdan que aun durante su propia retrospectiva el MoMA decidió diluir su crítica a la condición de las mujeres.
La cuestión no es que la obra de Sherman sea más relevante o significativa que la de Madonna porque pertenece al ámbito de las bellas artes. Tampoco se basa en el hecho de que Sherman preceda a la cantante, que crea sus fotos sin la ayuda de asistentes ni que los film stills fueran instrumentales para la consolidación de la fotografía dentro del arte contemporáneo durante los ochenta. El mérito de la obra de Sherman consiste en que, a pesar de que dice no estar muy interesada en la teoría y en los textos feministas, su trabajo es una crítica contra las opciones propuestas a las mujeres desde los inicios del siglo XX hasta nuestros días. Ha desmantelado el lenguaje cinemático, el canon de la historia del arte y, en general, las ideas impuestas a las mujeres a través de la cultura de masas. En otras palabras, ha revelado a la feminidad como una construcción, como una serie de imágenes que (re)presenta en sus fotos. Madonna, a pesar de su impresionante trayectoria, usa las identidades disponibles a las mujeres para autopromoverse. Las emplea para vender discos, sencillos y boletos para sus conciertos; es la material girl por excelencia. En tanto, Sherman nos muestra cómo los cuerpos de las mujeres son regidos y los desastrosos resultados que esto conlleva, Madonna ha sometido su propio cuerpo a este régimen, contribuyendo así a la opresión. Es parte del problema y, tristemente, al envejecer, es depredada por las ficciones que ella misma promovió. ®