En el marco de la sección Aural del Festival de México, en un ambiente de oscuridad, calma y placidez, Sakamoto envolvió a una audiencia donde acudieron por igual conocedores, “hipsters” y hasta la ex Timbiriche Sasha Sokol.
Ryuichi Sakamoto nunca ha sido un artista comercial ni un ídolo de masas. Toca por igual el piano y el sintetizador, canta, se enfoca en las músicas étnicas asiáticas y africanas y eventualmente se da el lujo de actuar, aunque las bandas sonoras de películas son su especialidad. En México tuvimos la oportunidad de presenciar su música el 16 de mayo pasado en el Teatro Metropolitan del Distrito Federal.
Descubrí su existencia no hace mucho tiempo por un viejo video de una canción llamada “Fieldwork”, de 1985, a dueto con el cantante inglés Thomas Dolby. La historia trata de un fanático punk que busca a toda costa el autógrafo de un soldado neurótico de la Segunda Guerra Mundial. Una faceta de Sakamoto más inclinada al pop opuesta a su imagen introvertida y una trayectoria cargada de partituras para películas que incluye El último emperador (1987) de Bernardo Bertolucci —por la que ganó un Oscar— y Babel (2006), de Alejandro González Iñárritu, quien también buscó sus notas para incluirlas en la parte de la adolescente sordomuda ninfómana.
La orquesta amarilla y David Bowie
Nacido en Tokio, Sakamoto comenzó a componer a finales de los años setenta, tras haber estudiado arte y música étnica. Influenciado por Claude Debussy dio los primeros pasos con el grupo Yellow Magic Orchestra (YMO), donde tocaba los teclados y ocasionalmente cantaba experimentando con atmósferas electrónicas. Sus éxitos “Computer Game/Firecracker”, de 1978, y “Behind the Mask”, del mismo año, fueron los primeros destellos de una larga carrera. Después buscó el éxito en solitario con discos como The Thousand Knives of Ryuichi Sakamoto, fusionando electrónica y música folclórica japonesa, y posteriormente B-2 Unite, en 1980, hasta que su banda finalmente se disolvió en 1983. El camino sería largo a partir de ahí, como también su lista de colaboradores.
De este lado del orbe todavía hay propuestas que permanecen desconocidas. En México la variedad de grupos y músicos orientales se hacen notar sólo si entablan lazos con alguna figura de Occidente. En este caso Ryuichi alternó con David Bowie en la película Merry Christmas Mr. Lawrence, de 1983, en la que actuó y compuso la banda sonora con la canción “Forbidden Colors”. Los dos fueron dirigidos por Nagisha Oshima, quien había dirigido siete años antes el erótico y polémico filme Imperio de los sentidos.
Con rockstars es mejor
Otros artistas que buscaron aliarse a su música en los ochenta fueron Iggy Pop y David Byrne, experimentando con el piano y los sintetizadores de la época; la pianista Akiko Yano, su esposa durante más de una década, y hasta Madonna, con quien actuó en su video “Rain”, de 1992. Los Juegos Olímpicos de Barcelona de hace veinte años también fueron amenizados por sus pinceladas musicales. Otras películas en las que ha intervenido son Ojos de serpiente (1998) y Femme Fatale (2002), de Brian de Palma, y Tacones lejanos (1992), de Pedro Almovodar, quien no quedó muy satisfecho con el trabajo. A la par de su actividad musical, Sakamoto contribuye con la organización antinuclear Stop Rokkasho, que promueve la extinción de la planta nuclear de Hamaoka, construida a 200 kilómetros de Tokio.
No todo es rock and roll, reguetón y “perreo chacalonero” en estos días. Vale la pena olvidarse por un momento de los guitarrazos, la euforia y los efectos especiales en concierto para escuchar esta maravillosa fusión del piano y la electrónica.
Los lazos con el artista visual Alva Noto (originalmente llamado Carsten Nicolai) datan de 2002, cuando lanzaron el álbum Vrioon, con un estilo digital y minimalista y su omnipresente piano. Después vendrían Insen (2005), Revep (2006), Utp (2008) y Summvs, de 2011. Noto estudió originalmente arquitectura en Alemania y utiliza otros alias como Aleph-1, y es miembro de los grupos Signal y Cyclo. Este año ambos también participaron en el festival Sonar de São Paulo.
En el marco de la sección Aural del Festival de México, en un ambiente de oscuridad, calma y placidez, Sakamoto envolvió a una audiencia donde acudieron por igual conocedores, “hipsters” y hasta la ex Timbiriche Sasha Sokol.
No todo es rock and roll, reguetón y “perreo chacalonero” en estos días. Vale la pena olvidarse por un momento de los guitarrazos, la euforia y los efectos especiales en concierto para escuchar esta maravillosa fusión del piano y la electrónica. ®