Seducir al seductor

Las relaciones peligrosas, de Pierre Ambroise Choderlos de Laclos

En un ensayo André Malraux dice que “La importancia real de Las relaciones peligrosas reside en su carácter pionero, sentando las bases de un nuevo tipo de ficción”.

Ilustración de Paul–Emile Becat para Ediciones Athêna, de 1949.

Pierre Ambroise Choderlos de Laclos (1741–1803) fue un escritor y militar francés. En 1782 publicó su novela epistolar Las relaciones peligrosas. Hay un cierto tono paródico hacia la sociedad desde el inicio de la novela, en la supuesta advertencia del editor: “Algunos de los personajes que pone en escena tienen costumbres tan perniciosas que es imposible suponer que hayan vivido en nuestro siglo; en este siglo de filosofía, en el que las luces, extendidas por todas partes, han hecho, como nadie ignora, que todos los hombres sean honestos y todas las mujeres modestas y reservadas”. No sé si Laclos leyó las Cartas de Ninon de L’Enclos al Marqués de Sevigne. Sospecho que sí, porque fueron publicadas en 1750 y también son un despliegue de conocimiento sobre el corazón femenino. Quizás su personaje, la Marquesa de Merteuil, esté inspirado en la vida de Ninon.

La novela trata acerca de cómo la Marquesa de Merteuil y el Vizconde de Valmont, examantes y amigos, seducen y engañan a sus víctimas algo inocentes mediante zalamerías, intrigas, hipocresías y astucias. Con acciones calculadas y ejecutadas con frialdad para lograr sus fines tan injustos como sus medios: al igual que el diablo, hacen referencia a virtudes, dicen verdades a medias y sacadas de contexto para manipular a sus víctimas. La Marquesa busca vengarse de otro examante, quien está próximo a casarse con la jovencita Volanges. Para ello, la Marquesa le pide al Vizconde Valmont que seduzca y corrompa a Volanges, a cambio de una noche con la Marquesa. El Vizconde accede, aunque está ocupado en lo que considera una hazaña que lo inmortalizará entre los seductores: hacerse amante de una mujer virtuosa y casada: Madame de Tourvel. Ella, en lugar de huir, confía en que sólo con su virtud resistirá los embates de Valmont.

En un ensayo André Malraux dice que “La importancia real de Las amistades peligrosas reside en su carácter pionero, sentando las bases de un nuevo tipo de ficción”. Los protagonistas libertinos son, para Malraux, creaciones “sin precedentes”. Son “los primeros personajes”, en la historia de la literatura occidental, “cuyos actos están determinados por una ideología”. Creo que a lo que se refiere Malraux es a la crítica de la aristocracia de la corte parisina. Además, considero que Laclos fue un feminista pionero, pues en la novela les da cierta superioridad a las mujeres; la Marquesa supera al Vizconde e incluso le enseña cómo seducir al seductor. Laclos escribió un ensayo, “La educación de las mujeres”, en el que las insta a una revolución para liberarse de la esclavitud en la que las mantienen los hombres.

Me impresionó que la novela está bien lograda, sin un narrador, y que los múltiples puntos de vista en las cartas de los personajes se mantengan a lo largo de la obra escritas con un estilo reconocible de acuerdo con la psicología de cada uno de ellos. Los personajes tienen poder cognitivo, saben lo que quieren y actúan en consecuencia. Si bien las descripciones físicas de los personajes son escasas, éstos adquieren dimensión gracias a la profundidad psicológica y conocimiento que despliega el autor acerca de la naturaleza de las relaciones humanas, del matrimonio y de las mujeres. El autor no pierde tiempo en la descripción detallada de lugares.

Algo que le pudiera criticar a la novela es un hueco narrativo: Se sabe que el personaje del marido de Tourvel está de viaje. No aparece durante la novela, no se sabe nada de él ni su regreso. Es como si estuviera muerto. No escribe cartas a su mujer ni ella tampoco parece pensar en él. Asimismo, el final presenta ciertos rasgos de un Deus ex machina.

Hay algunas frases memorables en la novela: “Creer vicioso a un reconocido hombre de bien de quien supiera que había cometido un error. La humanidad no es perfecta en ningún sentido, ni en el mal ni en el bien. El malvado tiene sus virtudes, igual que el hombre honesto tiene sus debilidades. Me parece que es tanto más necesario creer en esa verdad cuanto que de ella deriva la necesidad de la indulgencia tanto para los malos como para los buenos; y es ella la que preserva a éstos del orgullo y salva a los otros del desánimo”.

“Pude ver que no hay nadie que no guarde en él un secreto que no quiere que sea desvelado: una verdad que la Antigüedad parece haber conocido mejor que nosotros, y de la cual la historia de Sansón podría ser un ingenioso emblema. Como nueva Dalila, siempre he utilizado mi poder, igual que ella, para sorprender ese importante secreto. ¡Ah, de cuántos modernos Sansones he logrado cortar la cabellera con mis tijeras!”

El tema sigue vigente y por ello la novela ha sido llevada al cine en varias ocasiones. ®

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Publicado en: Éstos son nuestros papeles

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