Fiu. Cómo me he atrasado en entregar esta columna. Es una vergüenza. Por ejemplo, en esta ocasión, voy a reseñar un libro cuya primera edición en trade paperback data de 2007 y que el año pasado fue reeditada: se trata de Shortcomings [Drawn & Quarterly], de Adrian Tomine. Voy varios años atrás. Bueno, ¿eso importa? En mi mente, lo que aquí se ha reseñado hasta ahora es timeless. ¿Será?
En fin, en junio del año pasado escribí aquí de Wilson, el libro de Daniel Clowes. Hablando del personaje central escribía: “Wilson es un personaje detestable, en la mejor tradición Clowes, quien, ahora queda claro, está explorando los límites de la gente sin atributos, los insoportables y los odiosos”. En Shortcomings el canadiense Tomine también nos presenta a un protagonista detestable.
Tomine logra que Ben Tanaka nos caiga mal. Tanaka, gerente de un pequeño cine universitario, se merece lo que le pasa. Crítico hasta llegar al punto de ser, más bien, criticón; sin concesiones con su propia novia, sólo consigo mismo o sus amigos; hipócrita y traicionero pero intolerante a la frustración y a la deslealtad de los demás. Un tipo que lleva una muy buena relación con su amiga, Alice Kim (lesbiana que planea acostarse con cien mujeres para cuando reciba su Ph.D.), pero que a su vez no deja de causar dolores de cabeza a Miko Hayashi, su pareja: la tiene descuidada y, sobre todo, no puede aceptar ante ella que tiene una obsesión con las mujeres de raza blanca.
A su constante exploración de las relaciones interpersonales, esta vez Tomine añadió un ingrediente inédito: el factor interracial. Como descendiente japonés de cuarta generación, era de esperarse que algún día pusiera en papel los devaneos del amor y el sexo en una cultura multicultural. Cuando Miko tiene que partir de Berkeley a Nueva York se recrudece la tensión en la relación de ambos, pues parece ser que los dos disfrutan más estar separados uno del otro. Inmediatamente, Ben se relaciona con mujeres de piel blanca.
Tomine es un creador magistral de historias cortas. En la versión impresa de Replicante alguna vez me aventuré a llamar a su obra minimalista, y lo comparaba con León Tolstoi, Carver y otros escritores que comparten ciertos rasgos literarios. Ahora que he leído ésta, su primera novela gráfica, me preguntaba por qué habría pensado eso de Tomine en primer lugar. La forma en que Tomine cuenta esta historia es la que siempre le ha caracterizado: la narración se va desarrollando por medio del hilo conductor que son los diálogos de los personajes. Sin embargo, el tono es muy diferente al que conocíamos. Ahora, la historia no se corta tajantemente, no hay lugar para la especulación y Tomine parece no querer dejar ningún cabo suelto ni lugar a la interpretación. Los personajes son lo que son y la anécdota es muy clara. Para Jim Windolf, Shortcomings sería la Pastoral americana de Tomine. Uffff. Vaya, yo no lo había visto de esa manera. Es un buen momento para releer los “cuentos” de Tomine y terminar releyendo, también, su “novela”.
Mientras tanto, en Boing Boing y Comic Book Resources se han publicado ya algunas páginas del trabajo más reciente de Tomine, pertenecientes al número 12 de Optic Nerve, cuyas dos novedades son que sus páginas son a color, pero, sobre todo, el gran salto que ha dado su dibujo. Juzgue usted:
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