La indignación de buena parte del gremio literario e intelectual de nuestro país está más que justificada, pues es inaceptable premiar —y menos cuando se hace con fondos públicos— a un delincuente intelectual como Bryce Echenique, quien firmó como suyos deiciséis escritos ajenos.
Hace unas semanas se dio a conocer la noticia de que el Premio Fernando Benítez de Periodismo Cultural, que anualmente entrega la Feria Internacional del Libro, había sido declarado desierto por el bajo nivel de calidad de los trabajos que este año fueron enviados al certamen.
Y en días recientes varios escritores, editores y académicos del país han coincidido en la necesidad de pedir al comité organizador del Premio FIL en Literatura en Lenguas Romances para que en esta ocasión ese premio, con una bolsa de 150 mil dólares, también se declare desierto.
El motivo de esta petición es por la decisión de entregar el Premio FIL 2012 a un plagiario serial, como es el caso del escritor peruano Alfredo Bryce Echenique.
La indignación de buena parte del gremio literario e intelectual de nuestro país está más que justificada, pues es inaceptable premiar —y menos cuando se hace con fondos públicos— a un delincuente intelectual como Bryce Echenique, quien firmó como suyos deiciséis escritos ajenos. Los afectados denunciaron este plagio múltiple ante la justicia peruana, la cual, luego de tipificar el delito de “robo de propiedad intelectual”, impuso a Bryce Echenique por su fechoría una multa de 57 mil dólares.
Y aun así, siendo público y notorio este vergonzoso caso, tanto los integrantes del jurado del Premio FIL de este año como el comité organizador de éste decidieron entregar ese galardón a un escritor probadamente deshonesto.
Hasta ahora, ése y otros premios ligados al FIL habían sido cuestionados por irregularidades, como la repetición de integrantes del jurado, lo que ha hecho sospechar que los organizadores de esos premios buscan favorecer equis candidaturas. Éste ha sido el caso, por cierto, del crítico literario Julio Ortega, paisano y amigo de Bryce Echenique y quien mantiene una añeja relación clientelar con las autoridades de la FIL.
El argumento para esa petición sería la siguiente: si el Premio Fernando Benítez de Periodismo Cultural este año fue declarado desierto por la baja calidad de los trabajos enviados al concurso, el Premio FIL también debería ser declarado desierto pero por haber recaído en un plagiario contumaz y quien también ha demostrado ser un vivales.
Otra cosa que se había cuestionado a varios de los premios que se entregan durante el desarrollo de esa feria es su concepción alrevesada, como sería el caso del Premio Sor Juana Inés de la Cruz para primera novela publicada por mujeres, cuando, aparte del reduccionismo de género que nada tiene que ver con méritos literarios, es bien sabido que sor Juana ni siquiera practicó el género que se le hace amadrinar: la novela.
Otro caso de enrevesamiento es el Premio Fernando Benítez de Periodismo Cultural, el cual pide que los concursantes entreguen un trabajo inédito, como si la verdadera práctica periodística se hiciera para participar en concursos y no para dar testimonio de un hecho de interés público.
Aunque estas irregularidades son pecados menores comparados con lo que acaba de pasar con el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, originalmente llamado Premio Juan Rulfo de Literatura Latinoamericana y del Caribe, nombre que perdió por una demanda de los familiares del autor de Pedro Páramo. Pues ahora se ha llegado al extremo de premiar, con el dinero de los contribuyentes de Jalisco y del resto del país, a un escritor que delinque y engaña. Delinque, porque se ha apropiado de escritos que no le pertenecen. Y engaña (a lectores y editores de buena fe), al presentarse como autor de ensayos y artículos ajenos.
El cineasta Juan Carlos Rulfo ha dicho que si su padre viviera seguramente se sentiría avergonzado de saber que el premio que alguna vez llevó su buen nombre va a entregarse a una persona sin ética.
Lo anterior viene a darles la razón a escritores y académicos mexicanos como Juan Villoro, Homero Aridjis, Felipe Garrido, Sergio González Rodríguez, Rafael Pérez Gay, Soledad Loaeza, Fernando Escalante y muchos más, quienes piden tanto a la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Consuelo Sáizar, como al presidente de la Feria Internacional del Libro, Raúl Padilla, que le sea retirado el Premio FIL a Alfredo Bryce Echenique o que ese premio se declare desierto en esta ocasión.
El argumento para esa petición sería la siguiente: si el Premio Fernando Benítez de Periodismo Cultural este año fue declarado desierto por la baja calidad de los trabajos enviados al concurso, el Premio FIL también debería ser declarado desierto pero por haber recaído en un plagiario contumaz y quien también ha demostrado ser un vivales.
Mal año este para los principales premios que se reparte en la FIL: uno sin calidad y el otro sin honestidad. ®
Jonathan
Ahh las mafias intelectuales!