Después de que las “nuevas” prácticas artísticas han utilizado pelos, uñas, mierda, orines, sangre, sudor y lágrimas, tal parece que se valoran más las ocurrencias baratas del chamanismo new age que el legado espiritual y artístico de la humanidad.
“Ni Cronenberg es tan original como parece ni la Nueva Carne es tan nueva, ya que ambos hacen uso del lenguaje esotérico, de la tradición alquímica como recurso poético para metaforizar la crisis del mundo contemporáneo”, sostiene Mary B. Campell. Esta cita viene a cuento porque el 5 de enero el diario Reforma publicó en su sección cultural que el artista Héctor Falcón (1973) se hizo tres cirugías plásticas: una para insertarse en el mentón dos placas de titanio con la palabra in, la segunda para borrarse el ombligo y sustituirlo con un tatuaje con el vocablo unborn, y la tercera para hacerse una liposucción. Con la grasa obtenida hará pinturas y con los restos de su piel pretende convertirse en antropófago luego de contratar a un “chef sobresaliente” (después de que la estrella del rock Keith Richards declaró públicamente que se había “esnifado” las cenizas de su propio padre). Además, hará otra pieza sobre la cual prefiere no hablar para crear “expectación”.
La panza del artista
Muy consciente del mundo del espectáculo y del arte pop Falcón parece un mal discípulo de la artista francesa Orlan y un buen epígono de Lady Gaga, más preocupado por su apariencia física que por transgredir realmente su cuerpo.
Muy consciente del mundo del espectáculo y del arte pop Falcón parece un mal discípulo de la artista francesa Orlan y un buen epígono de Lady Gaga, más preocupado por su apariencia física que por transgredir realmente su cuerpo. No nos ofrece una propuesta de arquitectura corporal sino un refrito mal digerido, “apropiación” diríase, de lo que viene haciéndose desde los sesentas con el body art. Se le nota más bien un tanto desesperado por llamar la atención como lo hizo hace once años en Metabolismo alterado, que consistió en tomar esteroides durante siete semanas, hacer ejercicio y una “dieta militar cabronsísima”, según palabras suyas. Por lo visto nuestro héroe ha perdido con la edad la fuerza de voluntad y prefiere hacer lo que todas las amas de casa desesperadas: en vez de dejar de comer y hacer ejercicio opta por la liposucción y por las cirugías cosméticas.
Ombligo
¿Habrá leído Falcón a Martin Gardner? Ojalá que sí porque en su libro ¿Tenían ombligo Adán y Eva? nos deja ver claramente que la disputa sobre la Creación es muy antigua. Ya en 1646 sir Thomas Browne sostenía la opinión de que Adán y Eva, puesto que no fueron paridos, debieron de poseer abdómenes perfectamente lisos. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? A estas alturas borrarse el ombligo y ponerse unborn, por mucho que nos digan que son otros los parámetros por los que se rige la Nueva Academia del arte conceptual, significa que Falcón no entendió la gran lección de Duchamp en el sentido de que mediante el artificio Duchamp cambió de sexo y se transformó en Rrose Sélavy, ni la de Vito Acconci en Conversions II, ni la de Ana Mendieta, quien no necesitó sacarse sangre para crear la escena de una violación. Falcón debería hacer uso de herramientas, insisto, como el artificio, para ahorrarnos penosas exhibiciones públicas. Aparte de todo esto, pregunto: ¿Qué beneficios genera a su cuerpo con esto? Una de las teorías de la Nueva Carne es que cuando se aplica la tecnología al cuerpo humano se crea un ser humano o mejor o monstruoso. Aquí sólo tenemos un señor pretendiendo hacernos creer que va a sufrir un conflicto de identidad.
Grasa y fieltro
Joseph Beuys no necesitó someterse a liposucciones para trabajar con grasa, así como Duchamp no necesitó mutilarse el pene para ser Rrose Sélavy. Lo que quiero decir es que esta Nueva Academia parece estar realmente enamorada del legado de los campos de exterminio: los detritus. Y cuando digo Academia es en serio, porque si Teresa Margolles está en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México exponiendo el sudor de 150 jóvenes con una gran teoría atrás en nombre de la libertad, y Falcón va a utilizar su propia grasa para pintar en nombre de la libertad también, la Nueva Academia está privilegiando más el medio de expresión que el fin. A lo mejor ésa es la búsqueda. Pero después de que las “nuevas” prácticas artísticas han utilizado pelos, uñas, mierda, orines, sangre, sudor y lágrimas, tal parece que se valoran más las ocurrencias baratas del chamanismo new age que el legado espiritual y artístico de la humanidad. ®