Testimoniando la belleza, el entusiasmo y el asombro

Wünderkammer XX

Hemos llegado a las veinte entregas de esta columna y el cuarto de las maravillas es también una chistera sin fondo, una ciudad invisible, una enciclopedia de la belleza y la imaginación.

Las ciudades (im)posibles. ¿Se puede mejorar la vida de una ciudad? Se pregunta el urbanista Jaime Lerner durante una conferencia en Buenos Aires, con su lucidez característica y ofreciendo soluciones concretas. En su opinión, no sólo es posible sino deseable, y él se compromete, a través de su famosa estrategia de “acupuntura urbana”, a cambiar la cara de cualquier ciudad en tres años (siempre y cuando pensemos la ciudad como solución y no como problema).

En nuestro país, toda vez que se ha ignorado olímpicamente la propuesta de Teodoro González de León y su equipo con respecto al regreso a la la ciudad lacustre, no estaría más atender al brasileño –o directamente contratarlo– para intentar darle forma y dirección a las cada vez más horrorosas ciudades mexicanas.

(Al respecto de ciudades con imaginación, no perderse los luminosos galanteos con que diversos y talentosos artistas urbanos alrededor del mundo embellecen los laberintos que nos fascinan y contienen).

Por lo demás, este ejercicio urbano-político-virtual explicita de manera impresionante la poderosísima poesía que emerge de las ciudades. Alucinante (visto en este extraordinario portal canadiense; visitar bajo su propio riesgo, uno puede pasarse días atornillado frente al monitor).

Luego de XX entregas ininterrumpidas he llegado a dudar, debido a su profusión y cantidad, que alguien se tome la molestia de leer estos enlaces (lo que daría para un interesante y necesarísimo análisis sobre la generación, consumo y reproducción de contenidos en la red, espeso laberinto que anuncia, así se mire de reojo, ineludibles abismos epistemológicos). Por un lado, la red contiene demasiada información, y a no ser que uno sea un adicto, un desempleado, un editor ecuménico, resulta imposible intentar ya no digamos almacenar los contenidos que nos parecen rescatables sino relacionarlos entre sí, que es de lo que verdaderamente se trata, para transformar la información en conocimiento.

La red, en su aceleración y multiplicidad, agota viejos patrones de lectura y a la vez instala dispositivos y prácticas novedosas, estereofónicas, abisales. Hoy día brincamos de aleph en aleph sin detenernos a metabolizar los contenidos ni problematizar las convulsas retóricas del hipertexto. Es el sino de los tiempos.

Por un lado, la red contiene demasiada información, y a no ser que uno sea un adicto, un desempleado, un editor ecuménico, resulta imposible intentar ya no digamos almacenar los contenidos que nos parecen rescatables sino relacionarlos entre sí, que es de lo que verdaderamente se trata, para transformar la información en conocimiento.

Sin embargo, haciendo un esfuerzo –que acaso implique hasta una postura ética– si se cuenta con el tiempo necesario y la disposición anímica, es posible empatar los dos modelos de lectura: leer en la red con el sigilo con que solemos leer “a realidad” (Baudrillard, desde luego, nunca tuvo lugar). La praxis puede resultar una locura o un tormento, en efecto, pero sin lugar a dudas –siempre y cuando no se enloquezca– también puede ser altamente productivo y satisfactorio: entonces la vida se revela como un ensayo coral en el que, pese las afanosas muchedumbres, todavía es posible escuchar, nítida y transparente, la propia voz.

En fin, todo para decir que esta página que consigno es extraordinaria y que la red ofrece, si la tomamos por los cuernos, la posibilidad de confrontarnos con el abismo de la multiplicidad en medio de la vorágine. Y salir airosos.

Libros que siempre quisiste leer pero no tuviste dinero para comprar (y mucho menos ganas de consultar en una biblioteca).

A la distancia de un click, ¡goza como enano con La melancólica muerte del chico ostra! (y no te apures por la traducción española, al final viene el texto en inglés).

Despáchate también con El corazón de las tinieblas (en la finísima traducción de Sergio Pitol) y coloca en tu anaquel virtual Salvo el crepúsculo de Julio Cortázar.

Y ya estando cerca la navidad, conviene ir abonando algunas excentricidades, obras mayores para el gusto del sibarita. Con gran regocijo comparto Bajo el sol jaguar, el libro mexicano de Italo Calvino en el que se sugiere una original lectura al respecto de la función de las salsas en las culturas prehispánicas (años y años busqué este libro maravilloso sin éxito para venir a toparlo un día cualquiera por la red).

Siguiendo con italianos, escritores de prosapia, por acá puedes regodearte con La famosa invasión de Sicilia por los osos de Dino Buzzati (otro de mis autores predilectos) y tampoco te pierdas El secreto del bosque viejo, cuyo nombre basta para engancharse en sus misterios (aunque en eso, como en casi todo, son los brasileiros los que la tienen más atada).

En caso de que tengas poco tiempo, vete poco a poco con sus cuentos, que jamás te van a defraudar (de esta selección recomiendo “La niña olvidada y “El colombre”).

Finalmente, para acompañar la siempre refulgente Historia de la estupidez humana (título estúpido donde los haya tomando en cuenta que no podemos medir la inteligencia de los castores o las mariposas con nuestros propios parámetros), anexo un interesante y desprolijo Libro de Monstruos (ni de broma tan bueno como el de Juan Rodolfo Wilcock).

La Gobernanta. Alegre historia de un cadáver devoto.

Intermedio mágico, cómico, musical. Porque no sólo de lecturas vive el hombre, consigno para tu deleite una finísima selección musical, para ir calibrando los tragos vespertinos o acompañar con estilo tu after entre semana. Primero, unas Pleasure Seassion (vol. IV), para revolcarte en el sofá, cortesía de @akisancho. Luego unos mixtapes recomendados por @Rocketmusick, para bailar y bailar en la sala de tu casa. Finalmente, una curaduría sonora a cargo de Gigawattdesign, para ver pasar la tarde.

© Meleonn Ma

How to be a retronaut? No te lo preguntes más, en esta página, chingona como pocas que he visto por la red, podrás perderte en los meandros del pasado, ese país extraño del que hemos sido exiliados, pero no para siempre. Con tu pasaporte en mano, podrás ver, entre otras maravillas, cómo eran los bikinis de tu bisabuela o la imaginería que se contaban en 1900 al respecto del año 2000.

Por otro lado, James Parker escribe un ensayo crítico al respecto de la obsesión con la nostalgia que produce la música pop, ahora que nuestra memoria emocional, gracias a la red, se ha vuelto un archivo concreto. Tiene tiempo que vivimos viajando en el tiempo jóvenes, mezclándolo todo en una temporalidad barroca y desquiciada, sólo que, enajenados y aturdidos, no nos hemos dado cuenta.

Jorge Ibargüengoitia. “Si uno es muy guapo, como Carlos Fuentes, tiene más probabilidad de triunfar en la vida, que si es uno muy feo, o relativamente feo. Si es uno simpático, pues tiene más posibilidad de llegar a la celebridad que si es uno un chocante” dice en video el entrañable hijo pródigo de Cuévano, la Atenas del estado de Plan de Abajo.

Porque siempre es importante tener presente el diseño industrial. No perderse Dezeen magazine, ingenio, arquitectura y diseño, es decir, poesía.

Una para los críticos literarios mexicanos. Que empeñan sus nobles oficios en la necesaria pero mayormente soporífera recensión de libros de literatura. La joven promesa de la crítica literaria rusa, Lev Danilkin, escribe un formidable ensayo sobre la vida y mito de Yuri Gagarin, lo que hace de la crítica una herramienta placentera para pensar y comprender la realidad desde la riquísima perspectiva de los estudios culturales, es decir, de la literatura.

Siendo México, como la gran madre Russha, un sólido país de mafiosos, no veo por qué no empezar a entender la literatura como lo que siempre ha sido, una antropología especulativa, y dejar de asumir la república literaria como una extensión de la oficina de Amado Nervo.

Animalia. Bueno, no es un secreto. En este espacio adoramos a los animales, vivos, simbólicos o en escabeche, pero los amamos (no, desde luego, hasta este extremo, pero por pruritos cívicos que a gente como el filósofo utilitarista Peter Singer le parecen impostados. En su opinión, que tiene mucho sentido, es preferible hacerle el amor a un animal que devorarlo). Por eso mismo compartimos estas bellas imágenes y esta aún más bella animación.

Y para los que se quedaron mirando con otros ojos a su perro, no se preocupen, no los abandonaremos. Acá pueden descargar el libro sobre el amor carnal con las mascotas e incluso, para aquell@s obsesionad@s con el amor que no se atreve a decir su nombre, también existe una interesante bibliografía. Enjoy!

¡Poesía poesía, bendita poesía! ¿Qué haríamos sin el deseo que redime, invierte y modifica todo lo que toca? No tengo idea, pero sin lugar a dudas la pasaríamos muy mal, sobre todo los que vemos en el lenguaje la quintaesencia de la presencia sicalíptica.

Por este lado, una nutrida selección en portugués de los formidables poemas de Carlos Drummond de Andrade, como para electrizar a cualquier garota. Traduzco un anzuelo:

La lengua lame los pétalos rojos
de la rosa pluriabierta; la lengua labra
cierto botón oculto, y va tejiendo
ligeras variaciones de leves ritmos

Y lame, lambilonga, lambilenta,
la licorina gruta cabelluda
y cuanto más ondulante, más activa
alcanza e cielo del cielo, entre gemidos,

entre gritos, balidos y rugidos
de leones en la floresta, enfurecidos.

Y finalmente, ahora que Tomás Segovia, ese gran maestro Jedi de la poesía y la traducción, ha emprendido el viaje sideral, compartimos uno de sus libros más intensos y a no dudarlo uno de los más honestos jamás escritos en la lengua castellana: Sonetos Votivos. (libro que pide todo menos ser leído con una sola mano).

Los verdaderos libros eróticos, es decir, los de poesía, exigen la compañía de ese otro anhelado, siempre elusivo, siempre presente:

Todo hombre sin mujer es un Crusoe.
Naúfrago de tu ausencia, me rodeo
del simulacro gris de un ajetreo
cuya nostalgia sin piedad me roe.

Y al correr de los días o los años,
voy odiando mi edén entre las olas,
y mi siembra de amor erguida a solas,
y mi semen tragado por los caños.

No la caza triunfal, ni el fruto en ciernes;
no el perro, ni el paraguas, ni la mona;
no el papagayo o el hogar o un Viernes;
sólo un sueño imposible me obsesiona:

por entre escollos y corales y algas,
nadar hasta la costa de tus nalgas. ®

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Publicado en: Noviembre 2011, Wünderkammern

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