Tiny Desk es el arte de capturar un momento genuino en una industria musical tan fabricada. En el marco del FICG tuvimos la oportunidad de escuchar una charla con el músico Kevin Kaarl y la productora Ana Maria Sayre.

En una época asfixiada por la sobreproducción y lo artificial, los Tiny Desk representan un respiro auténtico y natural, un espacio íntimo para conectar con el artista, lejos de artificios y espectacularidades.
En el marco de la edición 40 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) se vivió una apasionante charla sobre el fenómeno de los Tiny Desk una propuesta refrescante en medio de la sobreexplotada industria musical. Los protagonistas de la charla fueron el talentoso músico chihuahuense Kevin Kaarl, acompañado de Ana Maria Sayre, productora de Tiny Desk, y la PR Romina Andrea Magorno. Durante la charla nos llevaron a conocer más de cerca el proceso de selección de los artistas y cómo se lleva a cabo la grabación.

El Tiny Desk es un espacio que permite a los artistas reconectar con su esencia y su música, lejos del autotune, los grandes escenarios y las producciones milimétricamente planificadas; este concepto ofrece algo genuino e imperfecto donde el foco principal es el artista.
Para Kevin Kaarl esta oportunidad representó una bocanada de aire fresco para su carrera, ayudándole a salir del bloqueo creativo y a colocar los cimientos de su último álbum Ultra Sodade.
“Cuando llega el Tiny Desk estaba muy cansado, porque veníamos de un tour muy grande; estaba también un poco cansado de la música, tenía un bloqueo creativo, y con el Tiny Desk sentí que había hecho algo bien. Tengo el síndrome del impostor, pero ahí sí dije, a huevo, me la rifé”.
Este proyecto es una oportunidad para que los artistas demuestren sus capacidades creativas, sus pasiones y la esencia de su música y sus proyectos, pues puede pensarse que la música en la actualidad está llena de productos vacíos, sin alma. Lejos de la excentricidad y de herramientas como el autotune, el Tiny Desk es un espacio para mostrar el talento de nuevos artistas y su capacidad musical para reinventar géneros y transformar la industria como se conocía. Hoy quizá es más fácil para los artistas ser escuchados por el internet y todas las formas de difusión, pero, ante la saturación de nuevos proyectos, el talento y la autenticidad siempre permanecerán en la memoria del público.
En palabras de Kevin, grabar estas sesiones tiene algo especial, hay una energía creativa muy fuerte, por todos los artistas que han tocado ahí y que han dejado algo simbólico.
El librero detrás del escritorio se ha ido llenando de objetos de los artistas. La productora dice que todos los artistas, después de terminar su presentación, deciden dejar algo especial —Kevin dejó las botas con las que se fue de gira y grabó dos videos musicales de su álbum Paris, Texas, de 2022—, por lo importante que se ha vuelto para ellos tocar ahí y ser escuchados por millones de personas en el mundo con una perspectiva más auténtica, en la cual lo que más importa es la música. Hay errores y complicaciones, pero eso lo hace genuino; eso es lo que hace que estas presentaciones permanezcan en el corazón de la audiencia como el recuerdo de un momento íntimo y real.
Desde los audífonos de Bad Bunny, la mítica gorra de Mac Miller, la bota de Kevin Kaarl o hasta unos calzones que la productora se negó a revelar quién los había dejado, han convertido esa pared detrás del escritorio en un museo cambiante que se enriquece con una nueva pieza cada vez que un artista deja un eco de su arte.
Desgraciadamente, el tiempo no fue suficiente y, en lo personal, siento que le faltó profundidad para adentrarnos más en las entrañas del Tiny Desk y saber cómo seleccionan y realizan la curaduría para elegir a un artista.
En un mundo donde todo es tan inmediato y artificial, este tipo de propuestas refrescan la forma en la que el público interactúa con el arte y en que los artistas pueden seguir creando y experimentar.
A pesar de esto, es muy valioso que el FICG proponga estas charlas en torno a fenómenos artísticos actuales, que propongan una manera fresca de crear y conectar con el público. La música como expresión, en la actualidad, ha sido víctima de empresa devoradoras que producen y desechan proyectos como si fueran fábricas. En un mundo donde todo es tan inmediato y artificial, este tipo de propuestas refrescan la forma en la que el público interactúa con el arte y en que los artistas pueden seguir creando y experimentar.
Sería interesante abrir la conversación a la manera en que se conectan la música y el cine.
Un proyecto que busque la honestidad y mantener el foco en lo importante debe celebrarse. Creo que el Tiny Desk es eso, una bocanada de espontaneidad en una industria musical tan plástica, tan ensimismada en vender “lo perfecto”, cuando la verdadera belleza radica en lo genuino, en el arte de buscar el significado de lo que nos hace humanos. ®