Sobre la interpretación.
En los años ochenta este comercial formó parte de nuestra educación:
Y ésta es la interpretación que hace de él Rodrigo Márquez Tizano: “Sin proponérselo recuerda un viejo anuncio de televisión donde unos tomatitos animados se quitaban la vida para acabar convertidos en puré. Había un jingle que acompañaba al comercial. Los jugosos frutos avanzaban ebrios de dicha, caminando hacia el desfiladero que habría de devolverlos a un todo. Sublimados y en tetra pack, una señora utilizaba la pulpa obtenida del suicidio colectivo para consentir a su familia con platillos suculentos. La puta Charles Manson del quehacer doméstico”.
…o, más específicamente, uno de sus personajes, llamado Pedro, y quien, frente a la terrible imagen de un plato de ensalada acompañada con tomatitos cherry, lo que ve es suicidio. Ninguna clase de optimismo. Elprofepiter es un profesor universitario desencantado, sabedor de que el conocimiento no hará libre a nadie. Si acaso, más cercano a los mortales empleados de correo de Estados Unidos que a cualquier imagen idílica vasconcelista.
Esta calle está poblada por meseras argentinas —y de otras localidades sudamericanas— que sirven mesas mientras por la calle un repartidor de pizzas derrapa su motocicleta en una escena cuyo ingrediente es el jitomate, nuevamente, esta vez confundido con sangre, queso y vísceras. Mientras tanto, a cientos de kilómetros de allí, un cholo hace gala de su habilidad para rescatar muñecos de peluche de las claw vending machines y en un llano cercano un árbitro de segunda (y de segunda división) anula un gol.
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Todos resignados, fuera de lugar. Como aquel perdedor que desperdicia su tiempo en un bar de mala muerte —el Felina— mientras se empina tequilas corrientes y que exclama que “si a mí me hubieran dado a escoger, a la verga, jamás hubiera terminado donde estoy”.
Two thumbs up. ®