En todos los canales de televisión en los que antes los anuncios comerciales eran protagonizados por gente blanca, últimamente son actuados por afroamericanos de piel clara, muy estilizados.
Una de las características culturales de la ciudad de San Francisco —las que aún quedan visibles tras los enormes cambios causados por la industria de la tecnología— es una variedad de festivales cinematográficos de todo estilo: en estos días dará inicio el Festival de Cine Alemán y el Festival Virtual de Cine Indígena. Este festival, regularmente, tiene lugar en una sala cinematográfica, pero debido a la pandemia sus organizadores prefieren llevarlo a cabo un año más de manera virtual.
No puedo negar que observo con asombro la generosa cantidad de actividades relacionadas con el tema indígena que tienen lugar en la ciudad donde vivo. En la biblioteca pública municipal todo noviembre tiene programado varios eventos, desde películas, conferencias y lecturas hasta presentaciones de libros. Libros sobre temas actuales del mundo indígena escritos por ellos mismos o por estudiosos del tema.
Es curioso, pero desde el asesinato de Jorge Floyd parece ser que los asuntos étnicos han adquirido relevancia y protagonismo en diversos escenarios sociales. Por ejemplo: en todos los canales de televisión en los que antes los anuncios comerciales eran protagonizados por gente blanca, últimamente son actuados por afroamericanos de piel clara, muy estilizados. En estos días no es extraño ver en un comercial a un hombre negro manejando un Audi o un Mercedes Benz último modelo. Pero no como el clásico chofer de cualquier anuncio de coches, no, sino como un magnate que puede permitirse esos lujos y otros más, como aparecer rodeado de su familia en una suntuosa casa en medio de un barrio de gente adinerada.
En estos días no es extraño ver en un comercial a un hombre negro manejando un Audi o un Mercedes Benz último modelo. Pero no como el clásico chofer de cualquier anuncio de coches, no, sino como un magnate que puede permitirse esos lujos y otros más.
Todos sabemos que la realidad de muchos afroamericanos es otra: o bien la gran mayoría conduce autos viejos o viven hacinados en viviendas públicas subsidiadas por el gobierno. Pero, como estamos en la era de lo políticamente correcto, hay que vender una imagen progresista acorde con los tiempos.
No puedo negar que al ver estos anuncios comerciales y al escuchar en los noticieros la retórica nacionalista del presidente de México cuando habla de los pueblos originarios, es inevitable preguntarme, sabiendo que la televisión comercial mexicana va a la zaga y reproduce mucho de la televisión estadounidense, si ahora que los negros son protagonistas de un sinfín de exquisitos comerciales en los que se anuncian autos costosos y todo tipo de productos lujosos, ¿será así pronto con los indígenas mexicanos? Quienes, en lugar de aparecer como lavacoches y sirvientes, aparecerán como portentosos señores viviendo en una mansión de Las Lomas o en un lujoso apartamento de La Condesa o Santa Fe, retratados al volante de un poderoso auto convertible sentados.
Aunque la realidad sea otra, y la publicidad sólo quiera mostrarnos que están por la inclusión social y son políticamente correctos al proyectar imágenes que en la realidad sólo son eso: imágenes comerciales de un mundo marginado sin muchas posibilidades de ascender en la escala social. ®