El hartismo

Entrevista a Mariano Casas

El hartismo nació en Galicia en 2008. ¿Nació? Más bien lo encontraron: sus tres fundadores se dieron cuenta de que un montón de artistas estaban hasta las narices de los fraudes que estaban colgando y exponiendo en los museos de arte contemporáneo y tan sólo engancharon una H —esa letra que tanto odia García Márquez— y le dieron nombre a ese sentimiento.

Mariano Casas

Gracias a la Red, a su sensación de hartazgo se han ido sumando artistas de todo el mundo, desde Israel a Estados Unidos, desde Argentina a Canadá, pasando por todas las provincias españolas. Conseguimos contactar con Mariano Casas, uno de los fundadores, que vive en Santiago de Compostela, tristemente de actualidad estos días por la desaparición de una obra de arte bibliográfica, el Codex Calixtinus, y que cuenta con un Centro Galego de Arte Contemporánea —el arte es femenino en la lengua gallega—, ante el que ya han llevado a cabo alguna protesta.

Un servidor ha visto dentro de ese CGAC lechugas expuestas —le decían arte povera italiana— y otras lindezas dignas de una de las pegatinas del hartismo que más han llamado la atención. Su texto reza “Por favor, no me lleves a un centro de arte contemporáneo” y han sido vistas adheridas a cacas de perro, váteres y urinarios de diversas hechuras —¡maldito Duchamp!—, bidones de basura o zapatos viejos. También fue encomiable aquella acción en la que, al estilo de las campañas de outing del colectivo homosexual, pedían a los pintores y dibujantes auténticos que salieran del armario y lo demostrasen con una pintada general de muchos artistas en las vías públicas. Aquí va una conversación con él.

—¿Seguís los hartistas hartos? ¿O ha cambiado algo desde que lanzásteis vuestro manifiesto?

—Estamos tan hartos como antes, o más, porque la situación sigue siendo igual y desde hace más tiempo. Mientras haya un arte oficialmente “contemporáneo” que monopolice espacios públicos y esté creando una situación cultural viciada, acomodaticia, e injusta para público y para muchos artistas, es como para estar harto.

—El 15M, al menos a ti, te ha “calado”: ¿son nuestros políticos en España como los farsantes que llenan los museos de arte contemporánea con cualquier ocurrencia?

—El 15M tiene mucho que ver con esto. Estamos sufriendo una crisis muy profunda y ambos somos movimientos que pretendemos acabar con inercias que perpetúan una situación que sería muy fácil de evitar si se actuase con conciencia.

”Hay una similitud muy grande en las reivindicaciones de ambos: la oposición a la ESPECULACIÓN como motor del mundo. No sólo en el nivel económico, sino en todos los niveles de la sociedad, la intermediación especulativa se ha convertido en un problema.

En ese punto de mira hay muchos estamentos: desde los bancos, a la SGAE. Hay que buscar una sociedad donde ofertas y demandas se encuentren sin que haya listillos en medio de ambos caminos ejerciendo de tamiz. En el mundo del arte esto está muy claro, los intermediarios entre público y artistas han creado el problema. Empezaron siendo intermediarios propios del sector privado, pero los estamentos públicos han imitado, muchas veces por puro papanatismo, un modo de funcionar que no acerca el arte al público, sino que más bien lo aleja, y de paso sirve para enriquecer a gente a la que no mueve precisamente el gusto por el arte.

Con todo, yo estoy convencido de que nuestra crisis, TODA nuestra crisis, es una crisis de valores culturales y sociales, la crisis económica ha venido después, ha sido una consecuencia y no al revés. Ha habido muchos HARTISMOS por el mundo antes del 15M.

—Para ti el arte es la búsqueda de la belleza: ¿un performer no puede buscar eso?

Con todo, yo estoy convencido de que nuestra crisis, TODA nuestra crisis, es una crisis de valores culturales y sociales, la crisis económica ha venido después, ha sido una consecuencia y no al revés. Ha habido muchos HARTISMOS por el mundo antes del 15M.

—Por supuesto, una performance puede buscar y encontrar belleza, yo no tengo nada en contra de las performances como arte, sólo contra los que hacen performances y crean por ello que son más “contemporáneos” que un pintor o un escultor… y contra los directores de museos e instituciones públicas (las privadas pueden hacer lo que quieran, el dinero es suyo) de arte “contemporáneo” que creen que es más moderno ofrecer al público malas performances que buena pintura.

”Lo que está viciado es que las performances SON arte oficial, institucional. Este último año el Premio Nacional de Artes Plásticas de España se lo dieron a una performer. No he visto nunca, ni lo veré, que el Premio de Artes Escénicas le sea dado a un pintor o a un escultor.

”Las performances ya existían en la grecia clásica… se llamaban, y se siguen llamando, TEATRO.

”Si como performance queremos definir arte escénico honesto y bien hecho, perfecto. Si usamos ese nombre para definir teatro malo y soporífero, creo que ya no cuela. A mí no me cuela y a nadie con dos dedos de frente tampoco.

—¿Quién es para ti el artista más farsante de estos momentos: el más cotizado o el más extravagante? Da nombres, por favor, con la Wikipedia cualquiera puede ahora ponerles cara…

—No existen artistas farsantes, sino farsantes a secas. Hay muchos periodistas farsantes, jefes de Estado farsantes… El problema no son las personas que ejercen esa farsa, sino el sistema que lo permite y el silencio de los que lo sufren.

”No puede ser más acertada la sentencia de Martin Luther King que decía: “Cuando reflexionemos sobre nuestro siglo XX, no nos parecerán lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas”.

”Un artista que ejerza como tal no es un farsante, puede ser mejor o peor, gustar a más o menos gente. Farsante es el que no es un artista y ejerce como tal. Pero el problema no es suyo, es el de las instituciones que lo acogen como un artista, y el de muchos artistas que callan por no significarse en una situación que se ha convertido de facto en una dictadura, en la que existe una policía de opinión que intenta marcar al disidente y alejarle del “circuito”.

”De todos modos, con los “artistas” farsantes ocurre como con los “periodistas” farsantes. No se hacen millonarios con su actitud, en el fondo son tontos útiles de un sistema en el que otros se enriquecen gracias a su boba aportación al mundo.

”No te doy nombres de artistas farsantes porque eso supone entrar en su juego, en ese polemismo vacuo en el que quieren entrar a toda costa para que se hable de ellos. Puedo hablarte de artistas que me gusten, o incluso de artistas que no me gusten, pero de farsantes no quiero dar nombres porque es lo que alimenta este juego.

—Los hartistas criticáis sobre todo el arte oficial: ¿son responsables el sistema y las instituciones de esta situación, o hay otras explicaciones?

—Te lo contesto con la pregunta anterior. Nos encontramos en un callejón sin salida y todos tenemos un poco la culpa. Yo creo que la autogestión y la independencia del artista acabará con todas estas miserias, y para eso la red ha sido un pequeño gran milagro… aunque estoy convencido de que todos los gobernantes del mundo, desde el primero hasta el último, tienen a la red en el punto de mira porque el concepto de democracia que posibilita la red deja en evidencia el que ellos nos han vendido.

”Las instituciones ya no se las cree nadie. Esto tiene su parte peligrosa, por supuesto, pero también esperanzadora.

”Tienen que reinventarse ya y descubrir de una vez la HONESTIDAD. Esto no es un deseo naif ni ingenuo, es una necesidad imperiosa e inmediata… para los ciudadanos, y sobre todo para ellos, para las personas que regentan estas instituciones. No se puede engañar a TODO el mundo durante mucho tiempo. Las farsas se acaban.

—Decís que a los jóvenes en Bellas Artes se les llena la cabeza de palabrería hueca e inútil y se descuida la técnica. ¿Se arreglaría la situación del arte actual con una enseñanza mejor enfocada? ¿O hay otros factores más sutiles, o una confluencia de ellos?

Por supuesto, una performance puede buscar y encontrar belleza, yo no tengo nada en contra de las performances como arte, sólo contra los que hacen performances y crean por ello que son más “contemporáneos” que un pintor o un escultor… y contra los directores de museos e instituciones públicas (las privadas pueden hacer lo que quieran, el dinero es suyo) de arte “contemporáneo” que creen que es más moderno ofrecer al público malas performances que buena pintura.

—La enseñanza de calidad es uno de los factores, no el único. Yo estudié en una facultad, la de Pontevedra, en la que basta indagar un poco el profesorado para darse cuenta de que a muchos les unen relaciones de pareja o parentesco, hay una endogamia y una mediocridad en la docencia universitaria que es para echarse a llorar. Muchos profesores abrazan todos estos conceptos de “contemporaneidad” no porque crean en ellos, sino porque son los que les permiten no ejercer un trabajo que no saben hacer: enseñar.

—Según Wilde —otros ya lo decían antes, incluso los griegos— la vida imita al arte: ¿también en la especulación? ¿Crees que hay burbujas artísticas cada poco y que las pagamos todos cuando son las instituciones que se sufragan con nuestros impuestos las que pagan carísimas obras o dan cuantiosos premios a farsantes?

—El arte imita a la vida y viceversa, ya te lo decía en una pregunta anterior. Nuestra crisis económica viene de una crisis de valores y de cultura en la que a nadie le importa otra cosa que especular, comprar o fabricar barato y vender muy caro.

”El arte ha sido pionero en esto porque es un terreno donde es fácil crear plusvalías a golpe de críticas maniqueas y comisariado dirigido a convertir en oro lo que un minuto antes era mierda. Yo creo que es más en este aspecto la vida la que imita al arte. El arte lleva podrido décadas, la economía lo está haciendo ahora, o al menos, está quedando la podredumbre al descubierto. Pero después de esta crisis, afortunadamente, muchas cosas cambiarán. No creo que un gobierno se atreva a gastar millones de dólares de dinero público en una cagada metida en un frasco. ®

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Publicado en: Arte contemporáneo, Destacados, Julio 2011

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