La patafísica es la sustancia misma de este mundo

En este mundo dirigido ideológicamente por las estrategias de guerra en materia de economía ideadas por los gobiernos, el movimiento patafísico golpea con un orden cronológico propio y una agenda, más que oculta, del todo intangible, al servicio de los actos inútiles.

Alfred Jarry

La patafísica (la verdadera grafía es ’patafísica, precedida por un apóstrofe, con el fin de evitar un fácil retruécano), ciencia de las soluciones imaginarias, se encuentra en las ciencias exactas e inexactas, en las actividades e inactividades literarias, es una ciencia de lo particular y de la excepción, y todos los hombres la practican aun sin saberlo.

Le debemos el origen de la patafísica a Alfred Jarry, precursor del dadaísmo, del surrealismo y del teatro del absurdo, un tipo brillante y muy culto que llegó a París a finales del siglo XIX, y que fue discípulo de Henri Bergson en La Sorbona. En esa época participó asiduamente en La Revue Blanche y fue unos de los fundadores de otra revista, L’imaginer.

En 1896 Alfred Jarry obtuvo un inesperado triunfo con la comedia satírica Ubu Rey, plagado de referencias a Macbeth y siendo el personaje un cúmulo de excesos, tan tirano con los plebeyos como cobarde en la guerra, y que de algún modo anticipaba el teatro de Beckett, básicamente por la puesta en escena y la actitud del actor. Deleuze también sitúa a Jarry como antecedente de Heidegger, un precursor ciertamente desconocido, teniendo en cuenta las similitudes que conciernen al ser del fenómeno, la técnica y el tratamiento de la lengua.

Bajo estas premisas se podría considerar a Alfred Jarry como un protopunk de la modernidad, un anarquista de la vanguardia y un verdadero genio literario, más allá de que su obra, y el autor mismo, puedan ser considerados una gran broma intelectual. O quizá precisamente por este motivo Jarry sea uno de esos genios burlones que aportan una luz verdaderamente original a la historia del pensamiento.

El inesperado éxito de Ubu Rey lo llevó a escribir una segunda parte, Ubu encadenado (1900), y en pleno delirio alcohólico dos piezas más, El amor absoluto (1889), Mesalina (1901) y una extraña novela titulada El Supermacho, que en su momento la crítica clasificó como un “curioso caso de futurismo grotesco”.

La patafísica, ciencia de las soluciones imaginarias, se encuentra en las ciencias exactas e inexactas, en las actividades e inactividades literarias, es una ciencia de lo particular y de la excepción, y todos los hombres la practican aun sin saberlo.

Según André Breton, Alfred Jarry diluyó completamente la barrera entre vida y arte, esa vieja aspiración, y acabó convirtiéndose en su propia creación: iba arriba y abajo permanentemente por París con su bicicleta, pescaba en el Sena y se paseaba con dos pistolas descargadas con las que no dudaba en apuntar a artistas o intelectuales a los que consideraba fraudulentos.

El origen del término patafísica se debe a un libro que Jarry no vio publicado en vida, Las gestas y opiniones del doctor Faustroll, patafísico, que se publicó en 1911, cuatro años después de su muerte: murió alcoholizado en 1907. En las opiniones del doctor Faustroll la patafísica es la “ciencia de las soluciones imaginarias que otorga simbólicamente a las delineaciones de los cuerpos las propiedades de los objetos descritas por su virtualidad”.

A la derecha del curador inamovible, Faustroll se encuentra un simio, un hidrocéfalo papión, Bosse-de-Nage, cuyo cargo es el de ser el estaroste, una suerte de consejero directo del curador, y se caracteriza porque sus mejillas asemejan las nalgas de otros monos, y porque a toda consulta, se le consulta por todo, siempre responde con un lacónico e invariable Ha-Ha.

El doctor Faustroll nació en 1898 con 63 años y falleció el mismo año a la misma edad, sin que esa pequeña anomalía temporal causara asombro ni fuera puesta en duda por ningún patafísico, puesto que la ciencia patafísica dispone de su propio calendario, una cronología de los hechos que difiere del calendario “vulgar”.

La patafísica se caracteriza por ser una ciencia centrada en lo particular, al ser el epifenómeno, lo que se añade a un fenómeno, un accidente, por más que se afirme que sólo hay una ciencia de lo general. El impacto del libro fue tan grande que sus numerosos amigos y acólitos decidieron darle impulso a esta nueva ciencia que se inventó Alfred Jarry.

Así, la patafísica sobrevivió a Jarry y el 11 de mayo de 1948 se fundó en París el Collége de Pataphysique (Colegio de Patafísica) en contrapunto al prestigioso Collége de France, y que tuvo a ilustres fundadores y socios como Raymond Queneau, Max Ernst, Eugene Ionesco, Joan Miró, Boris Vian, Marcel Duchamp, Jean Dubuffet, René Clair, Jacques Prévert y su gata Labyronette, entre otros.

Textos y ensayos de artistas y escritores como Paul Valery, Raymond Roussel y Erik Satie nutrieron ideológicamente el corpus del Colegio de Patafísica. Julio Cortázar cita a esta inédita ciencia en su obra La vuelta al día en 80 mundos, y también Los Beatles en la cara A del Abbey Road.

Esta asociación patafísica nació con vocación de sociedad secreta, pero al mismo tiempo en sus postulados proclama que es un lugar abierto a todo el mundo. Sus intenciones, que variarán según el enfoque, son estudiar la particularidad del mundo abrazándolo todo, así como tomando la parte más infinitesimal y asumirla como la única y enorme solución imaginaria.

El Colegio de Patafísica decretó un periodo de ocultación, pero según parece el 20 de abril del 2000 del calendario vulgar celebraron la Desocultación, anunciando una exposición de “Agujeros, Nadas y Espejismos”, que obviamente nadie supo encontrar y que por las mismas razones a nadie le fue dado asistir.

Textos y ensayos de artistas y escritores como Paul Valery, Raymond Roussel y Erik Satie nutrieron ideológicamente el corpus del Colegio de Patafísica. Julio Cortázar cita a esta inédita ciencia en su obra La vuelta al día en 80 mundos, y también Los Beatles en la cara A del Abbey Road.

El ilustre Colegio asume diferentes estructuras en diversos lares, el más insigne para América Latina es el Longevo Instituto de Altos Estudios Patafísicos de UBUenos Aires, coordinado por el artista y curador Rafael Cippolini, regente del Collége de Pataphysique, quien en 2009 publicó el libro Patafísica– Epitomes, recetas, instrumentos y Lecciones de Aparato, publicado por la bonaerense editorial Caja Negra.

La patafísica no es precisamente una ciencia oculta ni un saber muerto. Recientemente, en Buenos Aires, y bajo el auspicio del Longevo Instituto de Altos Estudios Patafísicos de UBUenos Aires, se llevaron a cabo unas jornadas de patafísica el día 11 absoluto del año 137 de la era patafísica. El Curso Superior de Patafísica en 4.290 segundos celebraba los 19,141 días de existencia del instituto patafísico porteño, el más antiguo en el mundo después del colegio madre de París.

Asimismo, la patafísica y sus altos funcionarios han inspirado una serie de movimientos culturales contemporáneos. Podemos citar al Homeless Museum, ahora radicado en Brooklyn, dirigido por el artista Philippe de Notre Dame, y que al igual que la figura que ocupa el simio papión Bosse-de-Nagge, tiene a un zorro en el cuerpo curatorial de este museo nómada e intangible. Una fundación hermana de Full Dollar Corporation, dirigida por el ecuatoriano Xavier Andrade, en la que también dos perros callejeros ocupan posiciones estelares en el cuerpo directivo y cuya galería más bien no existe, siendo su sede representada por un lugar en ruinas de Guayaquil.

Precisamente Xavier Andrade, a través de Full Dollar Corp., está echando a andar, de momento como único instigador, el Colegio de Patafísica en Ecuador.

En este programa de radio pueden checar sus lúcidas arengas inaugurales.

En este colorido racimo podemos mencionar también a la insigne Fundación Adopte a un Escritor, hermanada a su vez con las anteriormente citadas, la cual humildemente dirijo (Tanx for all Joe), y cuyos presupuestos son absolutamente patafísicos, delirantes por necesidad y deudores de los postulados del Colegio de Patafísica.

Todo lo cual demuestra que este método patafísico de pensamiento ideado por Alfred Jarry y acólitos de todo el orbe, sobre todo en sus tesis sobre la anarquía, el hacer-desaparecer y en la consideración estética del crimen (inspirada en De Quincey), en estos tiempos de infoxicación y revoltura cultural que produce empacho, sigue aportando con sus esdrújulas, desbordamientos lingüísticos, sinsentidos y relaciones delirantes algo de luz en este oscuro transitar de la humanidad. En este mundo dirigido ideológicamente por las estrategias de guerra en materia de economía ideadas por los gobiernos, el movimiento patafísico golpea con un orden cronológico propio y una agenda, más que oculta, del todo intangible, al servicio de los actos inútiles, del todo incomprensibles y que provocan una fascinación inmensa por lo extraordinario.

Así que nada mejor que el estudio y disfrute de la patafísica para contrarrestar el terror de estado en el que estamos sumidos. ®