Las afirmaciones de AMLO son “Me hacen guerra sucia”, “Yo no hago guerra sucia”, “Como me hacen guerra sucia, me hacen fraude”, “Me critican, me hacen guerra sucia, y me critican porque son parte de la guerra sucia”. La primera es cierta y las restantes, falsas.
Desde la elección presidencial pasada hasta hoy (y en adelante), López Obrador insiste en que es víctima de la “guerra sucia” que él nunca ha hecho y que ello es una prueba de que “le hicieron” fraude en 2006, así como un anticipo de que si pierde este 2 de julio “lo hicieron” otra vez —la mafia amorfa, e intercambiable, tan poderosa, perversa y quirúrgica como para que el PAN se robara la presidencia sin que nadie que no fuera “pejista” viera o denunciara algo grave pero tan limitada, inocente y torpe como para que el mismo día en la misma elección el mismo partido no se robara la necesaria mayoría legislativa, para hacer las reformas pro-mafia de las que tanto hablan. Esa insistencia es igual a cuatro afirmaciones separables, que López Obrador a veces separa y a veces usa juntas. Las afirmaciones, conjugadas por el (es)pejismo en presente, pasado o futuro, según convenga, son “Me hacen guerra sucia”, “Yo no hago guerra sucia”, “Como me hacen guerra sucia, me hacen fraude”, “Me critican, me hacen guerra sucia, y me critican porque son parte de la guerra sucia”. La primera es cierta y las restantes, falsas.
A AMLO le hicieron y le hacen “guerra sucia”, cierto, pues actores políticos han mentido y exagerado negativamente sobre él con fines electorales. Un ejemplo: “Es un peligro [chavista] para México”. Sin embargo, él también hizo y hace “suciedades”. ¿Qué es repetir mediáticamente, en/por varios medios y hasta el hartazgo, que todos sus adversarios relevantes, prácticamente todos sus críticos abiertos y públicos e incluso ciertos escépticos son, y al final del día tienen que ser, parte de una mafia, traidores a la patria, mercenarios electorales con un contrato de compra-venta del país ya firmado, hijos de Salinas, empleados de Televisa, conspiradores inmorales, corruptos enemigos del pueblo, o todo al mismo tiempo? “¡¿De qué otra manera podría explicarse que alguien no esté con Andrés Manuel?!” Algunos de sus adversarios y críticos pueden ser lo que él dice, pero no todos, como ni siquiera todos los “no pejistas” son “antipejistas”. Algunos no sólo lo criticamos con argumentos a él sino también a sus críticos “sucios”, pero en la lógica ilógica del obradorismo eso de todos modos es igual, ya se sabe, a pecado mortal en perjuicio (no prejuicio, eh) de “el pensamiento crítico”: “Hacerle el juego a la derecha”.
Otro caso: recientemente, el 11 de junio pasado, López Obrador dijo en un mitin, más o menos explícitamente, que quienes dirigen la campaña de Vázquez Mota son como Hitler y sus colaboradores. ¿Eso no es exagerar negativamente hasta el extremo de dar lugar a, cuando menos, algo como una mentira? ¿No sería “guerra sucia” jugando en defensa electoral? ¿Qué sería permitir, si no es que alentar, que miembros de tu campaña, orgullosos o vergonzantes, digan sin más que quienes no están contigo están en tu contra y que al estar en tu contra son ultraderechistas? Y no, el hecho de que le hagan “guerra sucia” no quiere decir que la que él hace, un tanto disimuladamente, esté bien, como el hecho de que él haga un tipo de “guerra sucia” no justifica el que llevan a cabo en su contra. Mal de muchos… Hay tipos de “guerra sucia”, y una “guerra sucia” no se limpia, no se convierte en “guerra limpia” por ser una respuesta a otra. El punto es, para decirlo pronto, que López Obrador es un político hipócrita. Los políticos con los que compite no se victimizan en esos términos, él sí: es parte de su estrategia. Los otros son cínicos; él es, sobre todo, racionalmente hipócrita, no un impoluto profeta de la sinceridad.
Finalmente, es necesario que se distinga de manera explícita entre “guerra sucia” y “campaña negativa”. Toda “guerra sucia” es “campaña negativa” pero no toda “campaña negativa” es “guerra sucia”. Desde luego, no toda crítica es parte de una “campaña negativa”, si bien ésta significa crítica al oponente, recuerdo y señalamiento de sus errores y problemas. Más importante ahora: no toda crítica es “guerra sucia” y, electoralmente, “guerra sucia” no es lo mismo que fraude, mucho menos un fraude como el que hace seis años gritó López Obrador en relación con una elección presidencial en un país-sistema como éste. Punto. La ignorancia o la deshonestidad que llenan cualquier oración en la que se jure o sugiera que la “guerra sucia” contra López Obrador significa fraude electoral en su contra son, llanamente, espectaculares; al grado de que es absolutamente tedioso tener que decirles a sus autores qué es y qué no puede ser un fraude relativo a las cuentas (acciones y resultados) de votos. Todo es todavía peor cuando otros dicen que cualquier crítico, cualquiera, sin importar qué y cómo argumenta, está defendiendo los supuestos fraudes al criticar a su líder López Obrador. En fin. Es bastante claro lo que seguiría… ®