Se busca dibujar el alcance de nuestra tradición teatral en la década que termina, sus retos, su paciente desarrollo, el intrincado engranaje institucional y especialmente, en voz de algunos de los artistas más destacados del orbe, entender los posibles retos y desafíos.
Se busca dibujar el alcance de nuestra tradición teatral en la década que termina, sus retos, su paciente desarrollo, el intrincado engranaje institucional y especialmente, en voz de algunos de los artistas más destacados del orbe, entender los posibles retos y desafíos.En esta colección de breves entrevistas, tres artistas mexicanos de la escena, que comenzaron su vida profesional durante los últimos años del siglo pasado, tendrán en la década que recién comienza su auténtica consolidación y al mismo tiempo serán testigos – y cómplices – de un tránsito, de un cambio de paradigmas estéticos y de una esperada y acaso necesaria renovación de público. Ni sin jóvenes creadores, ni maestros en busca de homenajes, son parte del grupo duro del teatro mexicano: el que dejó de ser una promesa y todavía no aspira al mausoleo: los obreros de la escena nacional. Esta será su década. A continuación sus impresiones sobre el pasado y futuro del teatro made in Mexico.
Aracelia Guerrero. Una de las directoras de escena más consolidadas del teatro nacional. Su trabajo en el campo de la creación de espectáculos para niños y jóvenes es notable por la contundencia temática y discursiva de su investigación.
Richard Viqueira. Dramaturgo y director de escena. Saltó a la fama del teatro nacional con un delirante espectáculo de teatro físico experimental “Vencer al sensei”, para después convertirse en uno de los directores más laureados de la década pasada.
Rubén Ortiz. Reconocido director de escena, pedagogo, investigador teatral y poeta. Además de mantener una postura crítica con relación a la vida teatral nacional, ha desarrollado una labor intensa de aproximación a la actualidad mexicana.
1. A su juicio ¿Cuáles son las principales aportaciones del teatro mexicano al concierto hispanoamericano y acaso global en la presente década?
Aracelia Guerrero. En América Latina, me parece que el teatro dirigido a niños y jóvenes que se hace en México, poco a poco empieza a marcar una tendencia y algún día será un referente claro. Me temo que en Europa prácticamente no existimos.
En América Latina, me parece que el teatro dirigido a niños y jóvenes que se hace en México poco a poco empieza a marcar una tendencia y algún día será un referente claro. Me temo que en Europa prácticamente no existimos.
Richard Viqueira: La visión. Nuestra contribución no consiste en ingeniosas estructuras o nuevas pautas dramáticas, pero sí en cuanto a la manera en que vemos la realidad circundante. Nada hay más mexicano a cómo miran el mundo escrituras como la de LEGOM, Chías, Colio, Moncada, Ricaño u Olmos de Ita, todos tan inclasificables y urgentes. Cineastas como Tim Burton reconocen que su perspectiva sobre la muerte está influenciada en gran medida por nuestros ritos mortuorios y festivos. Exportamos ojos, oído y sensibilidades; eso es más perdurable que los esquemas.
Rubén Ortiz: Habría que definir, a mi ver, qué significa el mentado “concierto hispanoamericano y acaso global”. Por una parte, existe un mercado “global” de las artes escénicas en el que se da un trato especial a lo “latino”: se les asigna becas y residencias en busca de su desarrollo, que por lo regular es el desarrollo de una imagen idiosincrática: día de muertos, violencia, magia, marginación, migración… Han existido micro-circuitos hechos de afinidades donde unos artistas viajan menos oficialmente a otros países a hacer encuentros inesperados, como los viajes de Héctor Bourges Cuenca, a los encuentros de José Sánchez, el más adelantado investigador escénico de habla hispana, o los intercambios promovidos por el encuentro Transversales en Pachuca.
2. ¿Cuál ha sido el principal problema de los artistas profesionales en los últimos diez años para llegar al gran público mexicano?
AG. Creo que son varios: El reinado del criterio de los administradores por encima del valor artístico que ha dado como resultado el absurdo y desgastante esquema de producción actual, que obliga a los artistas a ser empresarios y entrar a las leyes del mercado. Se creó la necesidad de requerir de gestores, y administradores pero no las herramientas ni los espacios para formarlos. Y además la reducción de presupuestos. También la escasez de espacios profesionales para hacer teatro y la falta de planeación, impiden que haya continuidad.RV. Falta de una infraestructura mercadológica. Se piensa en el espectador de teatro como un ente enrarecido, un consumidor nimio al cual debe prestársele ninguna atención. Desde su origen el teatro siempre fue, amen de arte, un negocio y una máquina propagandística. Y no me refiero a que el teatro debe ser un producto “vendido” sino un arte “vendible”; las propuestas más experimentales o “anti-público” bien podrían y deberían tener su escaparate digno. El punk y el grunge, dos corrientes que en origen no fueron diseñadas para las grandes masas, contaron con plataformas óptimas para que la gente se acercara a esas nuevas corrientes musicales, que efectivamente luego devinieron en meros productos. Pero el origen del mal no está en relegarnos a las catacumbas para preservar nuestra pureza artística o intelectual. Ni mucho menos, permitir que las instituciones o los canales de difusión traten con igual desconsideración a nuestro público potencial: Muy cerca hay alguien que ansía ver teatro y nadie se lo ha anunciado.
RO. En este sentido, los mejor posicionados han sido los autores dramáticos que, en busca de una legítima expresión hace una década, ahora han institucionalizado sus hallazgos, ya en un drama casado con la narrativa (nada más fascinante que un narrador latino, como nos demostró el boom), ya sea en dramaturgias polivocales que a duras penas resultan polifónicas (se trata de encontrar las diversas voces para un solo punto de vista más que de la multiplicidad de puntos de vista para un fenómeno).
3. ¿Qué futuro tiene el teatro mexicano desde la perspectiva artística en la siguientes décadas, en qué subgéneros artistas o tendencias encuentra mayores elementos para el optimismo y donde mayores obstáculos?
AG. Quizá es lo que yo anhelo, es un teatro más atento a la sociedad. El optimismo está puesto en el teatro para audiencias jóvenes que debe ser un teatro joven, no solo por el público al que va dirigido, si no también por que debe caracterizarse por la búsqueda de estructuras dramáticas y contenidos atractivos para el público.
RV. Los rezagos sin duda están en los cada vez mayores recortes presupuestales. Se hace teatro con cada vez menos, en condiciones menos dignas. Los artistas más valiosos con que contamos son los que no declinan, a los que les parece que el teatro sigue siendo el único canal en que se sabe comunicar el espesor del alma y el aliento del hoy.
4. ¿Hay razones para ser optimista en el futuro, el teatro mexicano está en crecimiento o asistimos a su franco deterioro?
Quizá lo que yo anhelo es un teatro más atento a la sociedad. El optimismo está puesto en el teatro para audiencias jóvenes que debe ser un teatro joven, no sólo por el público al que va dirigido, sino también por que debe caracterizarse por la búsqueda de estructuras dramáticas y contenidos atractivos para el público.
AG. Creo que nunca hay una razón clara para ser optimista, pero pienso que el sector joven es el que no ha parado de crecer, poco a poco, pero no hay que olvidar que lo que crece despacio, crece bien. Lo que se deteriora cada vez más son los esquemas institucionales; sobrevivirán las organizaciones artísticas autónomas que, además de trabajar en la búsqueda y consolidación de propuestas, exploren nuevas formas de agruparse y redescubran las ventajas que aporta la colectividad cuando existen objetivos en común. Además de trabajar en recuperar territorios que han sido arrebatados por algunas mafias como es el caso de las escuelas.
RV. A lo que asistimos es a su perpetua permanencia. Nadie se salva de los titulares del periódico como nadie se salva de la supervivencia del teatro. En tanto fenómeno diario, nacional, no diferido y vivo, es difícil que el teatro desaparezca o se estanque; su misma condición es anfibia. El teatro siempre es renacuajo. Nunca termina por crecer del todo y tampoco desaparece de golpe. Pulula pero es frágil.
5. ¿Qué espera de la nueva generación de autores, directores y diseñadores que surgió en la primera década del siglo XXI?
AG: De los escritores: que escriban textos congruentes que cuenten historias, que aprendan a desconfiar del papel, que acudan a los ensayos, que dialoguen con los involucrados en el hecho escénico. De lo directores: dejar de lado las preocupaciones personales para pasar a las universales, y no olvidar que el hecho escénico se trata de concertar las diferentes aportaciones que cada elemento brinda a la creación de la obra. De los diseñadores una nutrida formación visual que permita proponer elementos novedosos y un vistazo a las posibilidades de hacer teatro fuera del teatro. No sé si pertenezco a esta generación que mencionas. Empecé en los 90´s en el teatro, actuando y luego produciendo, pero fue hasta el 2001 cuando dirigí mi primera obra, le aventajo diez años de propedéutico (todo terreno) a los que empezaron su trabajo a partir del dos mill. Pero me siento aludida, así que espero de nosotros mucho más rigor, mayor riesgo y exigencia; además de claras propuestas e iniciativas que logren incidir en el replanteamiento de las distintas formas para lograr hacer teatro.
RV. Me parece sorprendente e inesperada. Cada vez menos dogmas, más libertad de creación, menos vacas sagradas, más propuestas plurales e inclasificables, espacios alternativos que ensanchan los intereses y el público –basta citar la iniciativa de Marco Vieyra y su Trolebús Escénico– que contra mis pronósticos y pocos alcances de miras, se han convertido en sitios culturales referenciales y en una fuente de propuestas indispensables dentro de nuestro panorama. Nada ata al teatro de hoy. ®
Omar Ginzález
Hola: Estoy haciendo una investigación sobre la temética del teatro mexicano para el siglo XXI . Escribo teatro. Me gustaría tener los contactos de los entrevistados. Gracias.
antonio zuñiga
El teatro como renacuajo es la mejor metáfora que ninguna vaca vaquilla o becerro sagrado había acuñado antes. Aunque para exportar ojos y oídos tendríamos que ser mas bien buenos carniceros… La idea daba para más, estoy de acuerdo.
Margarita
Entrevistas con Aracelia Guerrero, Luis Ayhllón y Rubén Ortiz?
yo no ví a Luis Ayhllón por ningún lado, más bien a Richard Viqueira. Me extraña que Rubén Ortíz deje de contestar a partir de la tercera pregunta. Mejor omitirlo, ¿no?
Pf, creo que la entrevista daba para mucho más, pero la pregunta general es muy pertinente.
Saludos
Margarita