En su reciente concierto en Los Angeles McCartney no cantó “Back in the USSR”, pero ondeó la bandera de Ucrania. Sesenta años de música nos contemplan.
Puedo asegurar que el lugar más importante del planeta es aquel donde Paul McCartney se presenta esa noche, ya que una parte significativa de la historia, no sólo musical, sino cultural–política–social está en las canciones que ha compuesto Paul a lo largo de su vida. Y el viernes 13 de mayo de 2022, el SoFi Stadium, casa de Los Ángeles Rams —y por todo un día de Paul McCartney— fue ese afortunado lugar.
La expectativa de ver a un Beatle, y sobre todo a Macca, horas antes de su concierto, es indescriptible porque estás a punto de escuchar en viva voz de su creador muchas de las más grandes composiciones que se han escrito a lo largo del tiempo. Es como si estuvieras a punto de ver a Johann Sebastian Bach dirigir a una orquesta. De esa magnitud es el legado de McCartney.
Ver a Paul, con casi ochenta años, subir al escenario, con la misma energía y ambición que cuando se presentaba en todos esos clubes de Hamburgo, pareciera que por la edad fuese difícil; tal vez ya no logra llegar a algunos registros vocales, pero continuar presentándose alrededor del mundo describe el amor y el compromiso con la música.
Las dos horas y 38 minutos de su concierto en Los Ángeles fueron una travesía de cómo ha evolucionado su música. Desde el simple y encantador “In Spite of All the Danger” hasta su moderna canción de amor “Fuh You” fue un pasaje histórico de cómo ha escrito Paul sus canciones de acuerdo con el contexto histórico que se vive en el momento que se creó la composición.
La universalidad que tiene Paul de poder expresar en palabras, para luego agregarles melodía —o viceversa—, distintos pasajes de nuestra vida, son por lo que a sesenta y seis años desde que compuso su primera canción, “I Lost My Little Girl”, sintamos que las hizo especialmente para todos.
Paul McCartney se acerca tanto al contexto sociocultural que vive el mundo que, por increíble que parezca, eliminó de su setlist “Back in the USSR”, que venía tocando de manera ininterrumpida desde 1989. De igual forma que en lugar de ondear la bandera del país al que visita, antes de iniciar el encore de sus conciertos, ahora levanta la bandera de Ucrania.
Cada una de las canciones que toca te recuerdan a un momento específico de tu vida. La universalidad que tiene Paul de poder expresar en palabras, para luego agregarles melodía —o viceversa—, distintos pasajes de nuestra vida, son por lo que a sesenta y seis años desde que compuso su primera canción, “I Lost My Little Girl”, sintamos que las hizo especialmente para todos, aunque a muchos no nos conoce personalmente, nosotros a él sí.
No es necesario que seas fanático de la música de Sir Paul —o de The Beatles— para reconocer el impacto que ha tenido con importantes acontecimientos alrededor del mundo. Desde cómo se comercializa la música actualmente hasta revoluciones en busca de una mejor forma de vivir.
Más de sesenta años de componer muchos de los himnos más emblemáticos que ha escuchado la humanidad se concentran en un solo hombre: Sir —próximo Lord— James Paul McCartney.
Es por lo que cada vez que Macca sube al escenario y toma su Höfner 500/1 es una nueva oportunidad de recordar que somos afortunados de escucharlo interpretar sus canciones. La vida pasa —y muy rápido—, al igual que Paul. Su voz no se escucha como hace veinte años, pero el verlo motivado y siendo capaz de estar casi tres horas sobre el escenario y sólo darle un trago a su botella con agua representa lo que toda su vida ha sido: amor, familia y hogar.
A Paul McCartney hay que juzgarlo por todo el legado histórico que ha dejado a lo largo de sus casi ochenta años, no porque ya no alcanza algunos tonos.
Tal vez son sólo tontas canciones de amor, pero nos dan respuesta para sobrellevar la vida. ®