El poder de lo ordinario

Persona normal, de Benito Taibo

Persona normal es una novela conmovedora y divertida que narra la vida de Sebastián, un joven que, tras la trágica pérdida de sus padres, se muda con su peculiar tío Paco a la Ciudad de México.

Un chico normal. Imagen creada con Meta AI.

“Preocúpate el día que te miren como si fueras una persona normal. Tú mereces tener una vida extraordinaria.” Sin lugar a duda, ésa es mi cita favorita de Persona normal (Booket, 2016), de Benito Taibo. Escogí esta novela un día que, al estar frente a los estantes de libros en la sala de mi casa, mi papá me preguntó si buscaba alguno en particular. Le dije que, para el Taller de escritura creativa, debía elegir uno para leerlo y reseñarlo al final del curso, pero no tenía claro lo que buscaba. Entonces me sugirió que leyera uno de sus libros favoritos, el cual vengo a compartir ahora. Sinceramente, no sabía qué esperar cuando acepté su recomendación. Por una parte, la contraportada del libro dice que el personaje principal tiene encuentros con “enormes felinos” y “monstruos marinos”, pero mi padre me lo vendió como “un libro sobre las vivencias cotidianas de un chavo y su tío en la Ciudad de México”. Creo que, finalmente, esa yuxtaposición de ideas fue lo que me convenció.

Persona normal es una novela conmovedora y divertida que narra la vida de Sebastián, un joven que, tras la trágica pérdida de sus padres, se muda con su peculiar tío Paco a la Ciudad de México. Además del cambio en sus circunstancias familiares, el joven empieza a presenciar algunas escenas no tan normales. Sin embargo, como suele ser el caso de cualquier persona que transita entre la niñez y la adolescencia, su trayectoria también se acompaña de otro tipo de experiencias, como el primer amor o la primera borrachera.

Desde el primer acercamiento a los personajes queda claro que la vida con el tío Paco es todo menos “normal”. Mañanas en las que Sebastián despierta con un nombre distinto, como “Viernes”, y desayunos de platillos tan particulares como “huevos tropicales” son ocurrencias habituales.

Las primeras páginas del libro están dedicadas a presentar a los personajes, estableciendo cómo el joven huérfano llega a estar al cuidado de su tío, que, sinceramente, está un poco loco. Esto se logra en las descripciones de su vida diaria, retratando una vibra sumamente familiar y cotidiana respecto a la vida mexicana, como el hecho de que, en ocasiones, terminan la comida con ate y queso. No obstante, desde el primer acercamiento a los personajes queda claro que la vida con el tío Paco es todo menos “normal”. Mañanas en las que Sebastián despierta con un nombre distinto, como “Viernes”, y desayunos de platillos tan particulares como “huevos tropicales” son ocurrencias habituales. Paco continuamente usa su gran imaginación para transformar la realidad aparente y “aburrida” en momentos singulares y formativos para su sobrino, haciendo preguntas que muchos adultos podrían evitar hacer.

Una de mis reacciones iniciales al personaje de Paco fue de desesperación total: no lograba entender su personalidad ni el propósito con el que actuaba. Por ejemplo, en una ocasión saca a Sebastián de la clase de matemáticas para “lidiar con temas de la herencia”, que en realidad era una excusa para poder ir a “matar al último vampiro de la Ciudad de México”. El chico pasa de cuestionar la mera existencia de los vampiros a meterse tanto en el papel que comenzó a creer que realmente tenían la misión de su tío. Resultó que el vampiro sí existía y Paco lo mató, lo cual le trajo un pesar gigantesco a Sebastián porque “no se vale matar a nadie, aunque sea vampiro”. Además de mostrar un poco sobre el carácter del joven, para mí fue un momento frustrante. Incluso, una de las notas que escribí durante la lectura es ésta: “Verdaderamente es todo un personaje. ¿Cuál es su intención? ¿No soporta que las personas estén tranquilas? Me molesta”. Ahora reconozco que fue un juicio prematuro, pues es uno de los personajes más complejos y profundos con los que he coincidido, pero me tomó un buen rato llegar a esa conclusión.

El momento en el que entendí el encanto de Paco fue cuando expresó el aprecio tan profundo que tiene por su sobrino al decirle: “Lo mejor y más divertido que he hecho en mi vida es vivir contigo”. Entonces, las preguntas que me hacía sobre el personaje pasaron de ser juicios de él a ser juicios de mí: ¿Por qué me apresuré a juzgar a una persona que piensa diferente a mí? ¿Será que, como en ocasiones describe Paco, soy parte de esa población que encuentra confort en el pensamiento normativo? Fue así como vi más allá del juicio y asimilé cómo, evidentemente, la vida de ambos cambió con la muerte de los familiares que compartían, aunque para Paco, además, implicó dejar de lado su carrera como historiador para poder dedicarse plenamente a su sobrino. Considero que la forma en la que se describe su papel como tutor de Sebastián refleja que no solamente cumple con lo que se espera de un adulto responsable, sino que va más allá, fomentando la reflexión, el pensamiento crítico y el ser extraordinario, en su sobrino.

“Uno se hace ideas preconcebidas y la vista te engaña constantemente”. Incluso ante trivialidades como la pérdida constante de sus calcetines Sebastián demuestra una perspectiva inusualmente profunda; mientras que la señora que le lava la ropa lo considera una “maldición” él piensa que significa que alguien los necesita más que él.

Estos esfuerzos se ven claramente cuando conocemos a Sebastián con detenimiento. Al inicio del libro tiene doce años, pero se muestra muchísimo más maduro que eso. Por supuesto que las circunstancias que le ha traído la vida lo han llevado a crecer un poco más rápidamente, pero es admirable que, además, haya dado la vuelta a su realidad en vez de asumirse como víctima del destino. Eso es algo que no creo que muchos podríamos hacer a su edad y en sus circunstancias.

Además, la madurez del personaje se manifiesta en su capacidad para la reflexión, evidente en frases como: “Uno se hace ideas preconcebidas y la vista te engaña constantemente”. Incluso ante trivialidades como la pérdida constante de sus calcetines Sebastián demuestra una perspectiva inusualmente profunda; mientras que la señora que le lava la ropa lo considera una “maldición” él piensa que significa que alguien los necesita más que él. Lo que hace que sea más complejo aún es cómo los rasgos adultos se complementan con la gran imaginación que usualmente se asocia con la infancia, contribuyendo a su percepción única del mundo. Esto lo lleva a tener posturas firmes y a ratos impopulares entre personas de su edad, pero siempre recibidas con apertura por el tío Paco. La individualidad de Sebastián se fundamenta aún más en su manera de formular preguntas sorprendentemente profundas para su edad, como: “¿Por qué somos incapaces de reconocer a los genios?” Lo que me parece encantador es el hecho de que el tío Paco siempre tiene una respuesta para él, o al menos un intento de respuesta, alimentando constantemente su curiosidad.

El pensamiento crítico del joven es lo que da estructura a la novela como tal, teniendo el formato de capítulos con títulos que hacen referencia a la reflexión más novedosa con la que se ha topado en su etapa de vida. Es muy refrescante cómo los cuestionamientos que le surgen varían en complejidad, yendo desde “la velocidad de pensamiento” de su tío hasta “cómo la vida sigue”, a pesar de los obstáculos que se puedan presentar en ella. Además de hacer que la narración sea didáctica, esto ayuda a generar la sensación de estar leyendo un diario personal, pues se ven claramente plasmados sus gustos, procesos de discernimiento, vivencias y —el detalle que me parece más interesante— la mención de los libros que va descubriendo gracias a que Paco le regaló toda su biblioteca personal. Esto último funge como una forma de marcar el paso del tiempo, y, finalmente, es de los detalles que más rescato de la novela, por un simple motivo: nos invita a leer más y, así, ejercitar el músculo de la creatividad, lo que hace extraordinaria a una persona.

… excepto normal.

Sebastián, con la guía excéntrica de Paco, aprende que la verdadera aventura no siempre se encuentra en lo fantasioso, como monstruos marinos o felinos gigantes —aunque su imaginación nos los presente vívidamente—, sino en la capacidad y disposición a asombrarnos con las pequeñeces de la vida.

Poco a poco las enseñanzas de la literatura, y de su tío, ayudan a Sebastián a convertirse en un pensador autosuficiente. Se nota el empoderamiento que llevaba años gestándose en él cuando se anima a hablar con quien, eventualmente, llega a ser su segunda novia: Sofía. A diferencia del primer acercamiento que tuvo con una chica, cuando el tío Paco le sugirió palabra por palabra qué decirle a Rosana, confió en sí mismo y logró su objetivo. Ésa es la primera muestra de cómo el chico va logrando navegar la vida sin la guía de Paco en cada paso, pero sí con las lecciones invaluables que éste le ha inculcado.

Persona normal no es solamente una historia de crecimiento o de un dúo peculiar; es una invitación a la reflexión constante, al cuestionamiento de nuestras definiciones de “normalidad”. A lo largo de sus páginas el libro nos impulsa a ver más allá de las apariencias y a atrevernos a ver la magia en lo aparentemente mundano. Sebastián, con la guía excéntrica de Paco, aprende que la verdadera aventura no siempre se encuentra en lo fantasioso, como monstruos marinos o felinos gigantes —aunque su imaginación nos los presente vívidamente—, sino en la capacidad y disposición a asombrarnos con las pequeñeces de la vida. ®

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Publicado en: Libros y autores

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