El domingo 28 de junio del 2009 se presentó Mayhem en el Circo Volador de la Ciudad de México. El estudioso más serio del heavy metal estuvo ahí y ahora nos ofrece una crónica documentada y reflexiva de ese día.
Una de las vías por las que la tradición occidental ha intentado oponerse al orden de cosas imperante en su estructura socioeconómica ha sido el arte. De los manierismos renacentistas y postrenacentistas1 al black metal escandinavo de principios de los noventa del siglo pasado,2 pasando por las vanguardias decimonónicas y los quiebres estilísticos en la novelística de la primera mitad del siglo XX.
Dentro de las peculiaridades de tales manifestaciones tenemos que la más destacada de todas es la rebelión “contra la convicción moderna capitalista de que el goce estético tiene su dimensión más adecuada en el orden esencial de la apropiación cognoscitiva del mundo. Su actitud es profundamente anti-cognoscitista”.3 Tal rebelión pasa por el descentramiento de los presupuestos representacionales tradicionales, con su culto a la objetivación socialmente sancionada, pretendidamente fiel y concisa a los datos de los sentidos, así como por la liberación de los impulsos antirracionalistas por medio del “dispendio festivo”, algo que ya el joven Nietzsche puso en la palestra teórica desde el siglo XIX.4
En este sentido, la afirmación general que surgió desde el tiempo de las vanguardias decimonónicas y que llega hasta nuestros días por medio de las manifestaciones estéticas contestatarias (performance, dirty realism, música underground, etcétera), que establece que el arte de ruptura, en general, y el rock extremo y la música experimental, en particular, se oponen a la tradición sancionada por el establishment es precisa. Pero hay aquí un matiz de importancia: se oponen pero no rebasan lo establecido.
Normalización y elitismo son dos caras de una problemática paradoja que todo arte vanguardista y contestatario ha enfrentado desde antaño y que, hasta la fecha, no ha podido dar solución definitiva.
A través de la historia del arte de ruptura se observa una constante en dos partes: por un lado, tras un periodo más o menos breve de escándalo, ninguneo o represión, esas propuestas artísticas son engullidas por el modo de ser del sistema-mundo capitalista; por otro lado, tanto en su concepción original como tras su integración sistémica, éstas se vuelven comprensibles únicamente para unos cuantos. Normalización y elitismo son dos caras de una problemática paradoja que todo arte vanguardista y contestatario ha enfrentado desde antaño y que, hasta la fecha, no ha podido dar solución definitiva.
Quizá el primero en observar el modo en que esto opera de manera puntual fue Theodor Adorno. En su ya indispensable crítica a la industria cultural del capitalismo observó que “Cuanto más sólidas se tornan las posiciones de la industria cultural, tanto más brutalmente puede obrar con las necesidades del consumidor, producirlas, guiarlas, disciplinarlas, suprimir incluso la diversión: para el progreso cultura no existe aquí ningún límite”.5
La estructura social, económica, tecnológica y de sentido que da vida a toda manifestación artística, incluyendo las de ruptura o de escondrijo, es una especie de malla sistematizadora que coincide en sus bordes con la malla entera del sistema-mundo mismo. Más allá de ésta, nuestra civilización no ha podido vislumbrar lo otro de sí misma en sentido radical. Lo cual no obsta para que diversas obras contestatarias hayan llegado a los linderos de esa malla, apartándose tanto de su centro (donde operan a toda máquina las estructuras de confort y conservadurismo sistémico) que quizá con esa lejanía creativa sea suficiente, por ahora, para crear lo que en un contexto paralelo el analista uruguayo Raúl Zibechi ha llamado “hebras de mundo nuevo”.6 Lo cierto es que la llegada a ese vórtice es lo máximo que puede admitirse para seguir llamando “artística” a una creación que dependa de la forma, el sentido y el reconocimiento que le garantizan tal epíteto.
Ahora bien, existe una realidad inmanente a toda obra alternativa que haya tenido el arrojo de lanzarse a la periferia del sistema: su sentido está reservado para unos cuantos. El espíritu de cofradía se iguala con el espíritu de experimentación. Es un arte reservado para los entendidos.
Había que estar ahí para comprender el rito, el pulso imparable de un nuevo tipo de vida sonora. El impacto brutal de la que probablemente es la mejor banda de heavy metal subterráneo de todos los tiempos.
En el caso particular del heavy metal extremo representado por Mayhem esto ha sido patente en la mayoría de sus presentaciones (con la excepción de sus aportes colectivos en festivales como el Wacken de Alemania): de mil a dos mil iniciados son suficientes para lo que sin temor a exagerar podemos llamar el rito del heavy metal underground por excelencia. Rito que, dada su contundencia, elimina toda rebaba de frivolidad y desatención a la pura ejecución estética. Una prueba de ello es que en su presentación en vivo en tierra chilanga no existieron las pantomimas clásicas de los fanáticos del metal crudo, como son el slam, el lanzarse al aire sobre el resto del público por parte algún ebrio saltimbanqui con problemas de ego, los cervezasos y los proyectiles de orines lanzados a cualquier parte, los desfiguros de la borrachera y los estupefacientes por parte de los asistentes; nada de eso hubo, porque, literalmente, los presentes apenas si podíamos mantener la quijada en su lugar ante lo impresionante y casi surreal de lo que estábamos presenciando; la agrupación misma era el estupefaciente: más que ello, el hechizo profano de un arte que resplandece indómito en un oscuro rincón del quehacer musical de la era posmoderna.
Haciendo un repaso de buena parte de sus discografía, remontándose a los años embrionarios del Deathcrush de 1987, pasando por el favorito del público, De Miisterys Dom Sathanas de 1993, obra póstuma del polémico frontman de principios de los noventa, el malogrado Euronymous, hasta llegar a la pureza de su arte con el Chimera del 2004, sin pasar por alto el experimental Grand Declaration of War del 2000 y el actual retorno de Attila Cishar (quien cantara en el De Miisterys…) con la última pieza Ordo ad Chao del 2007, Mayhem puso en claro la esencia radical, contestataria y exorbitante de lo que tocan. Pocas veces en la historia del rock hemos podido presenciar las circunvoluciones de la evolución de un género que, en manos de estos ejecutantes feroces, gana en estructura, se dinamiza y vuelve sobrecargado sobre sí mismo para emerger crisalideo como algo nuevo y desconocido.
Pero todo lo que se pueda decir en abstracto sobre las virtudes estéticas y creativas de la banda es limitado ante el huracán sónico que Mayhem despliega en vivo. Todas y cada una de las piezas tocadas quedaron reconstruidas en el despliegue directo de la ejecución. Una pared de ruido lógico, desesperado, altísimo; sin mácula, en el vórtice de un nuevo tipo de música, agresiva, maquinizada, punzante. Sin cadencia, nemotecnia o remansos armónicos. Attila no canta, grita (y, por cierto, en su madurez debe mucho al inigualable trabajo de Maniac); Hellhamer no lleva el ritmo, lleva la metralla; Morpheus, Silmaeth y Necrobutcher lanzan una tormenta de navajas a los tímpanos. Había que estar ahí para comprender el rito, el pulso imparable de un nuevo tipo de vida sonora. El impacto brutal de la que probablemente es la mejor banda de heavy metal subterráneo de todos los tiempos.
Los decibeles casi nos revientan los tímpanos. La madurez de Mayhem los ha puesto en el lindero de la música rock, al punto donde comienza a mutar en algo indescifrable, ajeno a las raíces negras del gran género de la música popular del siglo XX. Defenestrando cualquier clase de estribillo, hook, armonía convencional y demás usanzas conocidas de la música de masas, Mayhem maquiniza la música con la excelencia técnica de las guitarras (los jóvenes Morfeus y Silmaeth que han sustituido desde hace dos años a Blasphemer), el bajeo penetrante, ríspido, sin concesiones, de Necrobutcher, Hellhammer en el pozo incandescente de la batería con su patentado blastbeat a 150 pegadas por minuto, el perfomance de Attila-Sadek (este último, el artista marroquí que diseñó las máscaras y el escenario para esta gira) y una violencia inusitada del ruido articulado, preciso, impecable, que los bafles lanzan al aire con velocidades endemoniadas.
Desafortunadamente, como ya he afirmado, es sólo un rito para iniciados, pero quién no celebraría ver la mutación en vivo de una especie, en este caso el rock como se ha conocido hasta hace muy poco. Ninguna otra banda (quizá con la excepción de Sunn 0 en la que también participa Attila Csihar) ha llegado a esa frontera. Observar, finalmente, en vivo a la agrupación de legendarios escandinavos sólo confirma lo que ya sabíamos: hay un mundo oculto y trastocado de la música popular que reivindica su razón de ser, más allá de lo convencional, acrítico y desechable que de manera instrumental, cosificada e ideológica los inmensos canales de difusión masiva de la música comercial hacen pasar por arte y esplendor. El esplendor es este, a un riff de hacer sangrar los oídos. Larga vida a Mayhem, salve hacedores de espacios demenciales. ®
Joel D.
Si, el concierto de Mayhem estuvo bueno.
En otro acercamiento a la combinacion de dos generos, que, a mi parecer, son extremos, y que en su estetica conllevan ya sea ruptura, sincretismo, o recontextualizacion, recomiendo a Drumcorps, quien es el que mejor ha logrado combinar el sonido del metal con el breakcore, este ultimo uno se los generos actuales que, a mi parecer, son de los que mas se arriesgan a descomponer los cliches musicales bajo los cuales nos hemos movido desde decadas. (incluido el cliche de «banda de rock» o el de musica vocal).
O, por ejemplo, escuchar a Venetian Snares, que significa encontrar a un autor que ha llevado mas lejos aun, mucho mas lejos que cualquier grupo de Metal, la idea de romper con la formula de los estribillos, coros, versos, frontman, guitarras,performance, incorporando en su musica un abanico sonoro tan vasto (como su discografia) que pocos, incluidos los que afirman escuchar musica rompe-esquemas, se aventuran a echarle un oido y luego alguna reflexion sesuda …
Laibach, front 242, Exploited, Mayhem… muy buenos, pero… ya hay mas musica pululando por ahi, con contenidos creativos diversos que tambien requieren ya empezar a ser valorados. No nos quedemos siendo el Mix 106 (¡80’s, 90’s y mas!) de la musica subterranea.
edgar
Pues, mas bien a pesar del texto tan teorico y tan bien escrito a mi me parece que el black metal es solo ruido, una bandera para quienes desean expresar una actitud rebelde de manera mas bien faramallosa. Lo unico que logra en extremo, personalmente, es aburrirme
Carlos Castillo
No me quedó claro, ¿es en este caso la música el arte constestatario? ¿Aparte del show y la estridencia conceptual, existe musicalmente algo que represente una vanguardia?
Marcos Fuentes
Me refiero a esos MCs, y Hip Hoperos (Hasta Reggeatoneros)que con balbuceos, se proclaman los mas gruexos, los mas manchados, los mas cabrones; al igual que los Narco Cantantes y ciertos tipos de Bandas Mexicanas, lo que cantan es una especie de masturbación, una autocomplacencia, vacia. Donde hay que vestirse y actuar como tal. Pero tampoco hay que negar que a falta de propuesta tambien hay cientos de grupos del Metal Escandinavo que van por los mismos linderos. A eso!
Marcos Fuentes
Soy honesto y conosco poco de Mayhem, quizas no sea fan del Metal Escandinavo; Y puede haber rudeza incluso ir mas alla de lo antisocial, en otra vertiente, como LAIBACH, que vestidos como militares Nazis tocaron el Himno Nacional Mexicano, en la primera vez que esta banda toco en Latinoamerica (2008 en el VDMas) y aqui ha habido conciertos geniales y fuera de lo comun, como La Fura Dels Baus (1990 FIC Guanajuato), Front 242 (1991 Teatro Angela Peralta),Diamanda Galas (1993 Leon), Kraftwerk (2004 Carpa Neumatica)etc., o los conciertos accidentados de D.R.I. o Exploited a finales de los 80s. Tal vez como dice Isacc Asimov en el final de uno de sus libros: «Despues de una gran experiencia, quienes no estuvieron presentes (en esa experiencia), pasarán a ser unos ciegos, insensibles». Yo tambien te recomiendo algo de Diamanda Galas de 1982 – The Litanies of Satan, (en vivo)
Notable por la pieza «Wild Women with Steak-Knives» Canción de amor homicida para solo de gritos, y de 1988 – Masque of the Red Death.
Trilogy(The Divine Punishment & Saint of the Pit / You Must Be Certain of the Devil) la trilogia, prohibida en medios de comunicación. Gracias.
ManuelGP
Estimado Marcos: no encuentro la hilazón; los de Mayhem no se (auto) proclaman como los más oscuros y los más malditos, tampoco yo afirmo que lo sean. Digo que su música ha llevado al rock al confín, por una parte,y que ellos se toparon sin querer con un arquetipo que no supieron manejar, por otra (tengo otro ensayo aquí mismo en Replicate Digital donde hago una aproximación a ello). Lo que cuentas de Galas es interesante en sí mismo y no veo por qué habrían de contraponerse manifestaciones musicales (o artísticas en general) contestatarias, si acaso se complementan. Quiero pensar que vas en contra de las poses clásicas de rudeza y antisocialidad por lo que mencionas de los hiphoperos y los de banda, eso está bien, pero no es el caso con Mayhem. Como afirmé: hubo que estar ahí para saber de lo que se trataba. Ahora, recomiendo ampliamente escuchar su disco Chimera del 2004, o el Mediolanum Capta Est, en vivo en Milán, del ’99 para un acercamiento a su obra.
Saludos.
Marcos Fuentes
Hablando de ritos, y de «iniciados»; siempre se pondera «somos los mas oscuros, somos los mas satanicos, somos los mas ruidosos,etc.»; la descalificación a otros movimentos, que nuestra mentalidad pro-Occidental siempre nos cega. Un ejemplo es la Yugoslava DIAMANDA GALAS que va mas alla de los grupos «autonombrados» oscuros, privilegiada con una voz de rango óperatico, que tiene una amplitud de tres octavas y media. (es mucho mas ajena a las raices negras del Rock Occidental) A finales de los 90s fue detenida por autoridades de El Vaticano despues de realizar un performance donde se baño en sangre, en la Plaza de San Pedro. No hubo la necesidad de poner la foto del suicidio de un amigo en las portadas de sus discos, para asi asegurar una terrenal ganancia monetaria. Diamanda va mas alla de los grupos convencionales de caras pintadas; ironicamente la 1ra vez que vino a Mexico fue a Leon Gto. como un «apartado» del FIC, causando un gran impacto en los espectadores, como lo reflejo un cartón de Jis y Trino en la Jornada Semanal, (dudo que ellos hayan conocido la musica de Diamanda); muchos años despues vino a la capital, al Claustro de Sor Juana. Sin duda va mas alla que aquellos que afirman ser lo mas «grueso»,lo maximo como una especie de masturbación, y a eso tambien se dedican los MCs Gangstas, y los cantantes de NarcoCorridos, solo falta que se pinten la cara.
ManuelGP
Gracias Master. Saludotes.
Rogelio Villarreal
Ups, ahora mismo la cambiamos… Un abrazo!
ManuelGP
Oigan, mis estimados, todo excelente, sólo que la última foto (que es la que aparece en la llamada del portal al artículo) es de Slipknot y no de Mayhem. Saludos.