“Mientras en la izquierda descubríamos los crímenes de la URSS, el terror castrista que hoy se autocelebra, los ajustes de cuentas entre nuestros guerrilleros, la instalación de nuevos despotismos con cada guerrilla triunfante; mientras veíamos la sustitución de una intransigencia por otra, de una opresión por otra, la antigua derecha se convirtió con atraso a la nueva religión.”
Organización sin organizadores
Un mes antes de la caída del Muro de Berlín se reunieron 70 mil personas en las calles de Leipzig, entonces en la Alemania Oriental, para protestar contra el régimen comunista y exigir reformas democráticas. El hecho más notable fue que ninguna organización ciudadana planeó el acto ni hizo previa publicidad a la convocatoria. Hacerlo habría significado el inmediato encarcelamiento de los convocantes. Un férreo círculo vicioso impedía todo acto de protesta: no había libertad para realizarlo y sólo con libertad puede organizarse una protesta. ¿O no? Leipzig demuestra que no. Entonces, se pregunta el equipo de la Universidad Northwestern que analiza el hecho, ¿cómo decidió toda esta gente salir junta en ese día particular?
Un estudio realizado por investigadores de esa misma universidad arroja luz sobre la forma en que las personas pueden obtener información acerca de preferencias y decisiones de otras personas con quienes no tienen relación o ni siquiera contacto. Recordemos que en los tiempos de la manifestación de Leipzig, ocurrida el 9 de octubre de 1989, la internet era inexistente en los países comunistas y de empleo reducido hasta en el mundo desarrollado. Las computadoras personales tampoco eran de uso frecuente. Aun el teléfono padecía insalvables restricciones en los países del bloque socialista y en otros donde la compañía telefónica era propiedad del gobierno, como en México. Los hallazgos del equipo de la Northwestern se publicaron a principios de agosto en los prestigiosos Proceedings of the National Academy of Sciences.
El estudio de la Northwestern también clarifica cómo las normas sociales pueden ser rápidamente adoptadas y permanecer como engranes de la sociedad.
En esencia dicen que la marcha de Leipzig por reformas democráticas es un ejemplo de sistema complejo, resultado de un proceso en desarrollo. “La característica común a los sistemas complejos, sean de naturaleza social o biológica, es que muestran organización sin que haya sido aplicado ningún principio organizativo externo.” Organización sin organizadores. Esto no despeja la interrogación sobre la manera en que ocurre el consenso. “Nuestro modelo computarizado muestra cómo las redes sociales pueden sustituirse por mecanismos centrales en la toma de decisiones”, dice Luis Amaral, profesor asociado de ingeniería química y biológica, uno de los autores del ensayo en los Proceedings. “Sorpresivamente, la información puede ser agregada más eficientemente si la transmisión de información local no es perfectamente confiable, sino sujeta a error o ruido azaroso, debido a falta de confianza, indecisión o tecnologías informáticas no confiables.”
Para los ciudadanos de Leipzig, el “ruido” fue la presencia de la Stasi, la policía secreta del gobierno comunista. “Que las personas debieran evitar ciertas formas de comunicación, a causa del temor a la Stasi, pudo en realidad haber contribuido a una más eficiente dispersión de la información acerca de la insatisfacción generalizada con el régimen y la voluntad de hacer algo en contra”, explica Amaral.
El estudio de la Northwestern también clarifica cómo las normas sociales pueden ser rápidamente adoptadas y permanecer como engranes de la sociedad y hasta cómo los organismos unicelulares pueden organizarse en estructuras multicelulares.
Los investigadores muestran que si una persona o célula adopta el estado de la mayoría de sus vecinos dentro de una intrincada red de comunicación, esta simple regla de mayoría puede conducir eficientemente a una organización global. “En la vida real empleamos reglas simples para decidir qué hacer”, señala Amaral. “La gente tiende a ajustar sus opiniones basándose en lo que le dice la mayoría”. Estas invisibles redes sociales producen asombrosas sincronizaciones, respuestas simultáneas que no parecen haberse planificado. El hallazgo más importante fue contrario al sentido común: las redes son más eficientes cuando deben superar obstáculos, ya sea el espionaje de una policía secreta o las aberrantes explicaciones de un alcalde que ve moros con tranchete, cuando hay y cuando no hay.
Nueva izquierda: vieja derecha
Y de pronto he aquí que las niñas bien, los muchachos panistas de ayer, los apolíticos por definición, las alumnas del Sagrado Corazón encontraron muy nice acercarse a los mugrosos. “Son buena onda, ¿ves?” Mientras en la izquierda descubríamos los crímenes de la URSS, el terror castrista que hoy se autocelebra, los ajustes de cuentas entre nuestros guerrilleros, la instalación de nuevos despotismos con cada guerrilla triunfante; mientras veíamos la sustitución de una intransigencia por otra, de una opresión por otra, la antigua derecha se convirtió con atraso a la nueva religión.
El mundo cambió y ellos conservan sus viejos reflejos: los reflejos de la derecha travestidos de izquierdismo en un lenguaje que todavía les parece novedoso. Si ya era escaso el repertorio de recetas fáciles en la vieja izquierda, en la nueva es más escaso y fácil: la policía siempre es mala de telenovela, aunque haya quienes la ataquen con palos, fierros y lumbre; los estudiantes siempre tienen razón y la tienen los campesinos y los sindicalistas y los marchistas (éstos siempre y cuando los haya convocado el PRD).
A esta izquierda le aparece sin falta un núcleo duro autoritario: quien no coincide con ellos es un traidor; quien señala que en un caso específico un joven policía fue desnudado, golpeado, atado y bañado en gasolina es porque se pasó al enemigo de clase. Defienden al tirano Fidel Castro como la derecha de ayer a Francisco Franco: mismos argumentos retóricos, misma doble moral: “Fidel (o Franco o Somoza) se ve forzado a hacer lo que hace para salvar a su patria”. Y cuando la Marrana del Caribe les hace dos, tres, muchos desplantes imperiales, acuden a congraciarse con ella exhibiendo la unción con que antes besaban la mano a sus obispos.
Esta nueva izquierda, que fue antes la derecha simple y llana, defiende al joven clasemediero que agrede a garrotazos a un trabajador policiaco malpagado, lo defienden porque les sale la solidaridad de clase.
Como es natural a la derecha, defienden a los charros sindicales aunque éstos lleven a la quiebra al Seguro Social y —para pagar la jubilación precoz de los asalariados del IMSS y sólo la de ellos— lo dejen sin medicinas. Y se atreven a defender esa disparidad entre las edades de jubilación. No parecen sonrojarse, no tienen vergüenza alguna. Como no la tiene su prensa afín, con su carga de vilezas. En tiempos del priato estos charros se sirvieron del presupuesto la tajada del león. Con prestaciones impagables nos pasaron la factura de aquel pasado a este presente. Mantuvieron al gremio disciplinado ante el gobierno con la fórmula milenaria: pan y circo. Los charros son la única puerta de entrada para obtener trabajo en el IMSS y la puerta de fulminante salida al primer desacato. Ellos parten y reparten y se quedan con la mejor parte, mientras los hospitales lavan y reemplean las jeringas desechables, los enfermos acuden inútilmente a la farmacia siempre escasa de medicinas, se pide a los familiares comprar lo indispensable, los médicos atienden medio centenar de enfermos al día. Porque no importa el paciente ni su curación sino que el charro garantice a sus huestes que la afanadora que entra de quince años a lavar batas se jubile del IMSS a los 42 años con 130 por ciento de su salario. Y quizá viva todavía otros cuarenta, por desgracia.
Esta nueva izquierda, que fue antes la derecha simple y llana, defiende al joven clasemediero que agrede a garrotazos a un trabajador policiaco malpagado, lo defienden porque les sale la solidaridad de clase: un joven encapuchado, quizá estudiante, lanza un merecido chorro de fuego contra un pinche naco panzón que le cierra el paso a la protesta contra el comercio mundial.
Estos nuevos conversos, iluminados por nuestros relatos de gestas gloriosas, indigestados con lemas simplones de mitin y de marcha, condenan todo matiz, toda reflexión ajena a la norma. No saben, los pobres, que el cantor de la gesta siempre elige los mejores ángulos. Piden cabezas, no conocimiento de los hechos; no esclarecimiento sino guillotina. ¿Y qué mejor que la cabeza de un ex presidente? Poco le importa a esta derecha travestida de izquierda que las tesis económicas de Echeverría, las que nos llevaron a la primera gran crisis económica y al primer endeudamiento impagable, sean las mismas que ahora reviven los héroes de la neoizquierda, los hoy perredistas formados por Echeverría: Cárdenas, López Obrador, que no cesan de predicar echeverrismo económico y político: gasto público para generar empleo, con el consecuente endeudamiento: echeverrismo que produce los mismos resultados en naciones o en hogares: la tarjeta de crédito trae bienestar inmediato… hasta que llega el embargo y se pierde hasta la casa.
México me da vergüenza
Mientras los diputados (y diputadas) se sacan la lengua y se rompen las medias, conozco varios pequeños negocios que han ido a la quiebra por las ocurrencias de estos folklóricos personajes que sólo saben subirse salarios, ya los más altos del mundo, y por la suma de aberraciones burocráticas de Hacienda. Mi consultor en comercio internacional acaba de avisarme que no puede más y piensa seriamente irse del país. Uno de los quebrados soy yo mismo: ¿dónde está mi brandy griego Metaxá que traje para vender durante las Olimpiadas? Causó “abandono” en la aduana de Veracruz porque los trámites para salvar la última ocurrencia de los diputados comenzaron en diciembre de 2003 y terminaron en septiembre de 2004. Quiero entrar a la subasta y comprarme a mí mismo mi brandy antes de que se reparta entre diputados y cenadores (sic). No hay cómo.
El muchacho que tuvo la desgracia de comprarme un bar en el DF no consigue quitarse el sambenito de mi nombre y lo que nunca hizo el PRI le hace su hijo el PRID, que en él se toma venganza: en sus tiempos, Padierna, lideresa de ambulantes que venden las toneladas de contrabando que sí entran porque no hacen trámites, y cargas enteras de tráilers robados en carretera, le clausuró “por no tener estufa de gas”, sino parrilla eléctrica. Claro, lo mejor que uno puede tener en un bar instalado en un sótano es una estufa de gas para que así explote y se incendie, como el Lobohombo, y tengamos la “solución final del problema gay”, como dijo Hitler al construir sus hornos.
Ahora lleva dos meses de clausura por infracciones que a otro le habrían merecido multa, entre ellas “por no tener carta en Braile” (sic), así como usted lo oye. ¿Alguien ha visto un puto ciego en un puto bar gay pidiendo la carta en Braille? La corrección política llevada a la ridiculez cuando lo importante se oculta: nadie sabe a cómo compraron el cemento y la varilla, ni a quién ni porqué, para el segundo piso o nuevo arco triunfal al López de este siglo, megamonumento al Peje-ego como los arcos triunfales de flores al López que perdió Texas.
Y la heredera de Padierna está orgullosa de aumentar el desempleo en su ciudad de ella, así que se jacta sin vergüenza de sus clausuras: colgó banderines que alardean: “Noventa clausuras en cien días”. Casi una diaria. Bravo: 360 en un año, mil negocios cerrará en tres años y decenas de miles de empleados irán a limpiar parabrisas: la clausura, el cierre, el silencio, la mordaza como acto de gobierno del cual ufanarse: miren, ya no queda nada. Ya m’ voy.
Los pueblos tienen el gobierno que se merecen, de eso no hay ni la mínima duda, porque los gobernantes no caen de Marte, salen del mismo pueblo que gobernarán.
Los pueblos tienen el gobierno que se merecen, de eso no hay ni la mínima duda, porque los gobernantes no caen de Marte, salen del mismo pueblo que gobernarán. El pueblo los educa, les da los valores y los “usos y costumbres” con los que mandarán. Por eso hay pueblos ricos y otros, como éste, en la miseria: no por la maldad de las naciones ricas, sino porque produce gobernantes necios, obtusos, majaderos y mentecatos como ese mismo pueblo que los lleva al poder porque se identifica con ellos. Tal para cual. De tal palo, tal astilla.
Hay pueblos que eligen a Hugo Chávez y pueblos que eligen a Lagos, presidente de Chile sin corsés ideológicos y por eso con una economía pujante. Y un pueblo que no ve que el segundo piso del Periférico capitalino es una aberración grandota y apantalla-estúpidos que eliminó un carril abajo para aumentar dos encima (o sea aumentó uno, uno solo, en un solo sentido y que no lleva a ningún lado), a costos por siempre jamás desconocidos, se merece a López Obrador como se mereció a López de Santa Anna luego de hacerlo presidente casi una decena de veces e ir a rogarle que volviera entre arcos triunfales. Eso luego de perder la guerra de Texas, masacrar texanos como cualquier Hussein y llorar al caer prisionero. Esos frutos podridos producimos, eso tenemos: eso nos gobierna.
En su Psicología de masas del fascismo nos recuerda Wilhelm Reich, primero, que el fascismo es una psicología de masas: lo vimos en la elección democrática de Hitler como canciller de Alemania, con las hordas populares de Mussolini, y lo constatamos con los “panchosvillas” de Bejarano-López Obrador, con la chusma lumpen de Padierna que le hace las marchas a López (y allí podrían estarse empleando los dólares que se embolsó Bejarano, primer ministro de López hasta la bendita grabación hecha por Ahumada), y con todos los marchistas que se sienten con derecho a bloquear calles, Congreso y, pronto, Suprema Corte. Nos falta la Kristallnacht, la noche de los cristales rotos, donde las tiendas de los ricos obtengan su merecido. Claro, a cargo de gavillas lópez-bejarano-padiernistas.
Señala Reich: “La sociología de Marx, al desconocer la psicología de masas, contrapuso el ‘burgués’ al ‘proletario’. Esto es psicológicamente erróneo […] Hay capitalistas liberales y obreros reaccionarios. No hay límites de clase relativos al carácter”. Más adelante añade que “las masas están irracionalmente infectadas y ávidas de autoridad”. Y, ojo: “Al transformarse en un movimiento de masas, el fascismo se dirigió primero contra la gran burguesía”. No olvidemos que fue un socialismo, nacionalsocialismo, de donde acortamos a nazi. Sus cuerpos de choque estuvieron llenos de bejaranos, padiernas y “rayitos de esperanza” mesiánicos, salvadores, barriles de lugares comunes, amos de la respuesta simpaticona y la boca torcida ante la crítica.
Tienen el poder porque México es un pueblo de prepotentes que te lanzan su coche cuando correctamente cruzas las calle con luz a tu favor, pero lloriquean a la hora de no tener medallas en competencias que no fueron hechas para los abundantes cuerpecitos pozoleros. ¿Hambre? ¿Pobreza? Quizá, pero tenemos medalla de oro en número de panzones. La obesidad es patología nacional.
Es un país que, mientras China abre de par en par sus puertas a la inversión extranjera, contempla a Pablo Gómez y su cómplice Manuel Bartlett, el PRID en pleno, poniéndose moños y haciéndose rizos para decidir si aceptan los dólares de extranjeros que algún complot planean contra México puesto que quieren invertir para producir electricidad y extraer gas en vez de que se lo compremos ¡a Bolivia! ®
Jorge García Orozco
A lo que se refiere Luis (y yo coincido con él), es que el Echeverrismo en forma de keynesianismo trópical que pregona López Obrador es una salida mala, porque cree que todo gasto es inversión, cuando no es así, es un dogma de fe.
Es una tesis tan errónea como la del FOBAPROA o el completo liberalismo económico que pregona la escuela de Austria (la neoliberal).
Se debe de buscar sin duda un termino medio, no pasar de unos a otros.
Saludos
Izquierdoso
Acusa el Sr. de Alba:
«Cárdenas, López Obrador, que no cesan de predicar echeverrismo económico y político: gasto público para generar empleo, con el consecuente endeudamiento: echeverrismo que produce los mismos resultados en naciones o en hogares: la tarjeta de crédito trae bienestar inmediato… hasta que llega el embargo y se pierde hasta la casa.»
Seguro le parecerá preferible que los endeudamientos de la iniciativa privada, los bancos y el gobierno sean pagadas con nuestros impuestos, tal y como ocurrió con el FOBAPROA. Ellos, los privilegiados a quienes de Alba no menciona, sí que tienen derecho a endeudarse, para luego endeudarnos a nosotros. Que continúen así las cosas entonces. Salve, oh, krauzianos irredentos, a toda la oligarquía que hunde al país, pues de ellos es el reino de los endeudamientos.