Acerca de «coger bien»

Guardarse no tiene sentido

Cuando hacemos el amor por primera vez con alguien y se lo contamos a un amigo, con frecuencia surge, más tarde o más temprano en la conversación, la cuestión: “¿Y coge bien?” El tenor de esta pregunta siempre ha sido para mí un misterio. ¿Qué quiere decir exactamente que alguien “coge bien”?

Arte erótico chino, tomado de El erotismo en China, de Robert Burger.

Arte erótico chino, tomado de El erotismo en China, de Robert Burger.

¿Que se mueve bien? ¿Que usa algún juguete sexual? ¿Que practica buenas felaciones o cunnilingus? No lo sabemos. La idea que cada uno tiene de “coger bien” es un misterio para la mente del otro, y sin embargo, solemos responder con soltura “sí” o “no” o “regular”.

A priori la cosa podría constituirse en una cuestión de gustos. Sería lógico pensar que si a alguien le gusta mucho el sexo anal y otro tiene la misma preferencia eso podría determinar un comentario como “coge bien”. O si a uno le gusta que le chupen los dedos de las manos y el otro es fanático de la práctica, la conclusión sea la misma. O todo lo contrario: puede tener que ver con el descubrimiento: “Nunca me habían hecho eso, y me gustó”. Cuando no hay paridad en la experiencia el descubrimiento de una práctica por parte de otro puede suponer una revelación.

Lo cierto es que el coger bien o mal es algo prácticamente intangible. Forma parte, a mi juicio, y mucho más de lo que pensamos, de algo que tiene que ver con el orden de lo espiritual. Ocurre que en un mundo donde todo se compra o se vende el sexo es moneda de cambio. “Hemos amonedado el sexo”, dice Francisco Umbral en su gran libro Mortal y rosa. No podría estar mejor definido. Usamos el sexo, con demasiada frecuencia, no para encontrarnos sino para obtener cosas del otro, para gratificarlo por algo, o para castigarlo. O para demostrarle quiénes somos —demostración que casi siempre es una construcción ficticia de uno mismo.

Lo cierto es que el coger bien o mal es algo prácticamente intangible. Forma parte, a mi juicio, y mucho más de lo que pensamos, de algo que tiene que ver con el orden de lo espiritual. Ocurre que en un mundo donde todo se compra o se vende el sexo es moneda de cambio.

Hace muy poco llevé el asunto a Facebook: “¿Qué significa “coger bien?” La pregunta despertó una catarata de comentarios. Un amigo gay decía que los niveles de insatisfacción y de delirio están tan al día que cada vez que alguna amiga suya se acostaba con un hombre y este no conseguía una erección lo llamaba para contarle el encuentro y preguntarle si sería gay. La pregunta, aclaraba, no venía de mujeres insensibles o ignorantes, sino de personas que eran, en otros ámbitos de la vida, muy capaces e inteligentes.

Y es que depositamos en el sexo unos niveles de exigencia que no le pedimos a casi nada. El imaginario acerca de la sexualidad es tal que a veces estamos dispuestos a sacrificar una relación al primer intento fallido de encuentro sexual, dando todo por perdido.

Siguiendo con la disquisición, mi amigo gay decía que el problema de la heterosexualidad es la falta de diálogo acerca de los gustos en la cama. ¿Cómo generar buen sexo sobre la premisa de que es algo que “se da”, algo que “fluye o no fluye”? Es la misma paradoja que nos hunde cuando se trata de amistad o amor. ¿Cómo pretender que hablar no tiene sentido?, ¿que el otro debe inferirlo todo, porque lo que vale es la insinuación, el sobreentendido, esa idea tan fuera de la realidad que excluye nuestros movimientos del ámbito de la palabra?

Más allá de que no creo en absoluto que la sexualidad homosexual, por contraposición a la heterosexual, sea un camino de rosas, considero que los comentarios de mi amigo tocan algunos puntos clave acerca de un tema que, a juzgar por las conversaciones y el nivel de frustración reinante, se nos torna cada vez más complejo.

¿Quién enseña a tener sexo? ¿De dónde sacamos nuestras ideas acerca de lo que es o no es el buen sexo? Probablemente, y en primer lugar, de las películas porno. Pero el porno es representación; poco tiene que ver con la realidad, además obedece a modas —hoy, por ejemplo, la penetración anal es la reina de cualquier secuencia porno hetero mainstream—.

La sexualidad es algo íntimo, pero también es cultural. ¿Quién enseña a tener sexo? ¿De dónde sacamos nuestras ideas acerca de lo que es o no es el buen sexo? Probablemente, y en primer lugar, de las películas porno. Pero el porno es representación; poco tiene que ver con la realidad, además obedece a modas —hoy, por ejemplo, la penetración anal es la reina de cualquier secuencia porno hetero mainstream—. Luego está la primera escuela: la masturbación, el “conócete a ti mismo”, que no forzosamente enseña —pero sí podría ayudar— a conocer a los demás. Más fuentes: la literatura, los relatos de las amistades. Y sin embargo bien sabemos que las conversaciones sobre sexo con amigos pueden ser también muy mentirosas. ¿Cuánta gente dice la verdad sobre sus encuentros sexuales?

Cuando hacemos el amor con alguien no estamos solos: nos precede nuestra cultura, nuestra educación; nos preceden la culpa católica, el tabú, la idea que tenemos acerca de lo que nos gusta y lo que no nos gusta —y que no siempre es real— y una serie de clichés acerca de lo que se debe decir, hasta dónde se debe llegar, por ejemplo, en los primeros encuentros. ¿Se asustará X o Y si le pido esta u otra cosa? ¿Hasta dónde podré pedir sin que el otro salga corriendo? ¿Podré negarme a esta o aquella práctica sin generar desilusión, o sin que me acusen de pacatería?

Ilustración de Touko Laaksonen, más conocido como Tom de Finlandia.

Ilustración de Touko Laaksonen, más conocido como Tom de Finlandia.

Pero, ¿qué tipo de códigos tácitos o explícitos establecemos con el otro? El problema está, justamente, las más de las veces, en que no establecemos códigos de ningún tipo, porque estamos sordos a la comunicación. Estamos, una gran parte de las veces, preocupados por cosas tan finalistas como la erección, el sostenimiento de la tensión a lo largo de todo el acto sexual, y sobre todo, compenetrados de tal modo con el fin de alcanzar el orgasmo o que el otro lo alcance, que somos incapaces de oír. ¿Para cuántos hombres no genera una frustración que la mujer no llegue al orgasmo de vez en cuando —o viceversa: ¿Para cuántas mujeres no genera una frustración que el hombre no llegue al orgasmo? ¿Cuántos podemos aguantar no penetrar ni ser penetrados en un encuentro sexual sin que eso se convierta en un tema de conversación de barra de bar al día siguiente? A menudo asociamos el término “coger” con “penetrar”, como si eso fuera el fin último de toda relación sexual. Penetrar. Es verdad que los homosexuales dieron un paso adelante radicalizando y politizando el tema de la penetración con prácticas que al fin resultan de índole política. Tal es el caso del fist fucking: un órgano no reproductor —la mano— penetra a otro órgano no reproductor —el ano. Deslocalizar la función sexual de la penetración. La práctica no tiene necesariamente que agradarnos, pero su mensaje es claro.

Aun así, nada explica por qué hay atractivos, cuerpos que funcionan juntos, y otros que no. Y nos cuesta de un modo atroz aceptar que, así como hay discursos que no funcionan juntos, hay cuerpos que no funcionan juntos. Pero una relación sexual que no funciona provoca una desmotivación mucho mayor que una conversación que no funciona. ¿Por qué? Vuelvo a Umbral: hemos amonedado el sexo. El sexo como fin último, como valor de cambio, como un raconto de posiciones, destrezas y prácticas que forman más parte del deber ser que de una construcción de códigos comunes, compartidos y conversados. No funciona el sexo, como no funcionan muchas veces las relaciones, porque la verdad última, la que no queremos revelar, es que tenemos miedo. Miedo, sobre todo, de mostrarnos, y en ese mostrarnos que descubran nuestros puntos débiles, nuestra vulnerabilidad que tendemos a depositar en lugares inalcanzables. Está lejos de nosotros el espíritu, y no rozamos casi nunca el espíritu de los demás.

El sexo es un misterio. Aceptar el misterio supone, también, ponerle palabras a los actos, aunque nunca puedan sernos del todo revelados.

No nos debemos nada. Todo está ahí para ser usado. Es gratis, es libre. Habría que poder usarlo, entonces. Habría que saber de una vez por todas que no vivimos eternamente. Que al fin y al cabo, por muy cursi que pueda parecer a alguno, coger es en verdad hacer el amor. Y que guardarse no tiene sentido. ®

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Publicado en: Apuntes y crónicas, Marzo 2014, NSFW

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  1. Mmmmm, esta nota es la típica deducción del helado… Los q tenemos propensión para el sexo le ponemos una energía y dedicación especial, q con el tiempo lleva a un manejo diferente. Y cuando estas con alguien sin ese manejo se nota al toque. Es como yo cocinando: no soy bueno, es una realidad, no me motiva comer, y no busco placer comiendo, y lo asumo.
    Helados: hacerse cargo!

  2. Mercedes Alvarez

    Es así, Vesna, todo se puede desaprender, solo hay que cambiar el giro de las lecturas. Ahora, la histeria, qué tema. Ahí el desaprendizaje es para toda la vida. Un abrazo.

  3. Excelente artículo, Mercedes. Localizás muy bien las máscaras y disfraces que heredamos de la publicidad, el sexo que se aprende de la pacatería y la doble moral santa/perra con que nos educan a las mujeres. Por suerte, todo se puede desaprender. :)
    Para seguir profundizando en el tema, creo que habría que tocar el terreno de la histeria.
    saludos y gracias
    V.

  4. José Luis Prieto

    Claro, sencillo, natural (como bien expresa Mario Helguera), pero preciso y contundente. Para revisar y revisarse. Gracias por el informe, pero sobre todo, por el nivel del mismo.

  5. Muchas gracias por tu artículo. La verdad me gustó mucho la forma en que has abordado el tema. De manera simple y cercana a la realidad de cualquiera de nosotr@s.
    Usar más «teoría» o investigación me hubiera parecido una exageración a un tema que no es ni de la calle ni de las aulas, es de la vida cotidiana. Si necesitará de un libro para hablar de sexualidad Mon Dieu!!! sería el final de todo! ;)
    No hay respuestas únicas a la atracción pues la sexualidad humana conecta lo químico, lo cultural, el raciocinio, etc. lo que hace que cada un@ reaccione de diversas maneras y libre de todo canon, libre de toda teoría y estudio.
    Gracias de nuevo.

  6. Me encantó el artículo. Es de una perspectiva diferente. No sé si sea innovador, si pretenda serlo o no…pero no veo ni una pizca de Cosmopolitan versión filosofía aquí…me parece que las personas que criticaron tu artículo están más asustadas incluso que aquellas que apagan la luz porque no se atreven a mirar a los ojos cuando tienen sexo…(tal vez pertenezcan a este grupo o.O )

    Concuerdo mucho contigo con respecto a que se le ha entregado un poder de moneda de cambio al sexo: conocemos a una persona, charlamos, nos tomamos un trago, coqueteamos, jugamos…invertimos parte de nuestro tiempo… o sea MÍNIMO que sea bueno en la cama…

    Te agradezco que con tus investigaciones y reflexiones puedas generar conciencia y por qué no, ruido también. Que hace harta falta :=)

  7. Mercedes Alvarez

    Su comentario es para los lectores, Irrelevant, los que han dado lugar a este texto son ellos.Yo, me abstengo y le agradezco su apreciación.

  8. Irrelevant

    Me parece que la lógica del texto (no se diga la validez filosófica o científica porque la autora renuncia a ello más arriba) es bastante pobre. Por el léxico utilizado es evidente que la autora posee un considerable nivel de conocimientos, sin embargo hay bastantes elementos altamente risibles en su escrito, como la parte del fisting y la politización… pura pretensión y poca rigidez a fin de cuentas. Se que no estoy haciendo una buena «crítica» al texto, sinceramente no veo su posible valor, me limito a dejar una pobre opinión.

  9. Dave Harris

    Tenia ganas de leer algo sobre este tema…
    bueno… me quede con las ganas…

  10. Excelente artículo, lo innombrable que trae tantos momentos a lo largo de nuestras vidas. Una perfecta reflexión. Me encantó !

  11. Mercedes Alvarez

    Estimada Camila: Puede que sean reflexiones chatas. Pero de innovadoras juro que no tienen pretensiones. Un saludo cordial.

  12. Que sarta de reflexiones chatas que pretenden ser innovadoras. Ahora el Cosmopolitan viene en versiones «filosóficas».

  13. x )

    el espiritu ………..la fuerza………..la inteligencia………. la constancia…. la seguridad. !!!!!!!!

  14. poema de lorca

    Y que yo me la llevé al río
    creyendo que era mozuela,
    pero tenía marido.

    Fue la noche de Santiago
    y casi por compromiso.
    Se apagaron los faroles
    y se encendieron los grillos.
    En las últimas esquinas
    toqué sus pechos dormidos,
    y se me abrieron de pronto
    como ramos de jacintos.
    El almidón de su enagua
    me sonaba en el oído,
    como una pieza de seda
    rasgada por diez cuchillos.
    Sin luz de plata en sus copas
    los árboles han crecido,
    y un horizonte de perros
    ladra muy lejos del río.

    *

    Pasadas las zarzamoras,
    los juncos y los espinos,
    bajo su mata de pelo
    hice un hoyo sobre el limo.
    Yo me quité la corbata.
    Ella se quitó el vestido.
    Yo el cinturón con revólver.
    Ella sus cuatro corpiños.
    Ni nardos ni caracolas
    tienen el cutis tan fino,
    ni los cristales con luna
    relumbran con ese brillo.
    Sus muslos se me escapaban
    como peces sorprendidos,
    la mitad llenos de lumbre,
    la mitad llenos de frío.
    Aquella noche corrí
    el mejor de los caminos,
    montado en potra de nácar
    sin bridas y sin estribos.
    No quiero decir, por hombre,
    las cosas que ella me dijo.
    La luz del entendimiento
    me hace ser muy comedido.
    Sucia de besos y arena
    yo me la llevé del río.
    Con el aire se batían
    las espadas de los lirios.

    Me porté como quien soy.
    Como un gitano legítimo.
    Le regalé un costurero
    grande de raso pajizo,
    y no quise enamorarme
    porque teniendo marido
    me dijo que era mozuela
    cuando la llevaba al río.

    Lee todo en: La casada infiel – Poemas de Federico García Lorca http://www.poemas-del-alma.com/la-casada-infiel.htm#ixzz2yG8MnM4N

  15. Mich Inga

    Justo tenía unos días pensando en el tema. Al leer la publicación me sentí en una charla amena con una amiga exponiendo nuestras inquietudes sin pretensiones ni complejos absurdos. Creo que muchas veces el dialogo entre parejas respecto al tema es complicado pero necesario. Sobre todo cuando, como bien señala el escrito, se han tenido experiencias previas donde el acoplamiento se dio de forma natural. Y por otro lado te enfrentas a otras experiencias donde probablemente sea indispensable hablar más directamente para compartir preferencias y discrepancias.

  16. Ángeles Magdaleno

    Felicidades a Mercedes Álvarez. Un texto claro , muy bien escrito y con planteamientos que al menos para mi, son novedosos.

  17. Muy bueno el artículo. Esta bueno poder hablar claro y sencillo sobre el tema

  18. es que existe una idea de cosificación de amor, del sexo y de las almas.

  19. Hola; muy bueno este texto.

    Confieso que lo leí creyendo que estaba escrito por una persona de género masculino ¿por qué?

    me lo sigo preguntando.

    Muy claro, conciso. Lo escribiste como un espejo objetivo de lo que está pasando acá y ahora en cuanto a ese tema.

  20. Me encantó el artículo. Felicitaciones. Por otro lado creo que este asunto va más allá del miedo una transacción monetaria, Yo lo apuntaría más bien a una obligación de coger, en el sentido del contexto actual que nos impulsa a la inmediatez a la felicidad como obligación y bueno el dicurso capitalista que excluye el amor. Me encantó lo que mencionas de espiritualidad, lo cual lo ligaría la concepto de almar,. Y pues quiero finalizar mencionando que pues en lo que son hombres y mujeres (sin importar si son machos o hembras), habrá siempre un mal-entendido, y pues la idea que nos vende el mercado de que un juguete sexual o x cosa puede lograr el goce absoluto es falsa, habrá que aceptar que algo no va a marchar siempre bien, y pues disfrutar en lo que se pueda, pero bajo un concepto de sexualidad integral que contepla el placer más allá de coger, entonces donde hacer el amor puede convertirse en una charla, un masaje, etc…

  21. Mercedes Alvarez

    Gracias por tu comentario, Roger. Sí, evidentemente hay aspectos que faltan y no se alcanza a consignar cada arista en esta breve reflexión. Para poder consignar los aspectos bioquímicos con cierta seriedad hace falta una investigación. Por otro lado, está claro que la sexualidad no es un componente aislado del resto de la vida y que el miedo se extiende a muchos otros aspectos. Preferí sin embargo en este caso abstraerme un poco de las citas y las referencias y generar una reflexión más que un ensayo. Pero en una próxima indagación, sin duda tendré en cuenta las falencias… Abrazo.

  22. Buen argumento con respecto a la «monetización» del sexo, sin embargo en un par de oraciones (sobre todo en la mención de los espiritual) se pierde un poco el enfoque social del tema en general.
    Con respecto a ello, en el ante-penúltimo párrafo se menciona qué «nada explica por qué hay atractivos, cuerpos que funcionan juntos, y otros que no.» Sin embargo recientes estudios científicos han dado evidencia que todo esto tiene que ver con la bio-química. Lease como ejemplo el siguiente articulo: http://ndt.oxfordjournals.org/content/15/9/1269.full
    De la misma manera que la química corporal personal influencia la atracción entre personas, es muy probable que también influencie la interacción de las mismas, donde se asume diferente predisposición con respecto al sexo y/o cualquier otro tipo de interacción que se aproxime a la íntimidad.
    Mientras que si cuando se regresa al tema del «miedo», se está hablando del mismo sentimiento humano que previene a la sociedad del éxito en cualquier otro ámbito: lo que los existencialistas llamarían la «incompletidad del ser». Aunque da completamente en el clavo, viene siendo una manera hiper-simplista de terminar el texto.

  23. Mercedes Alvarez

    Quiero compartirles también este extraordinario poema de Fonollosa.

    Waverly Place 2

    Hacemos el amor de una manera
    imperfecta, mezquina y temerosa.

    Nunca profundizamos. Nos quedamos
    en la simple epidermis del instinto.
    Y el placer obtenido se nos mezcla
    con una sensación de desagrado.

    Porque ponemos bridas al amor.
    Levantamos barreras y frenamos
    al llegar al umbral del punto límite.
    Nunca lo trasponemos por cobardes.

    Nos asusta ese paso hacia adelante.
    Y miramos, cansados, al amor
    entero, irrealizado, sobre el lecho.

    Descontentos por no alcanzar la meta.
    Como incendiar un bosque y que una lluvia
    imprevista lo apague al poco rato.

    Hacemos el amor como si fuera
    un rito y por lo tanto usamos símbolos.
    Sabemos el sentido de los gestos
    y acciones que efectuamos al amarnos.

    Morder y devorar, hender, herir…
    Y gritos o gemidos alumbrándose.
    Su significación es evidente.
    Pero nos causa miedo. Y nos frustramos.

    Habría que pasar de la parodia
    al hecho y realizarnos plenamente.

    José María Fonollosa

  24. miguel de la torre

    FELICITACIONES A LAS COLUMNISTAS Y EN ESTA OCASIÓN A MERCEDES ALVAREZ!!!!!!

    ¡¡¡ Cuánta confusión, incluso en las palabras: coger, acostarse,dormir (????), hacer el Amor, etc.!!!!!

    «What do you mean? Ahora qué quieres de mi «pobre puerquecito». Ufffffff!!!!! »

    Por eso resulta terapéutico y catártico (aunque sea a «estas alturas» (pero nadie nos lo enseña a través de los años) leer y reflexionar sobre estos temas.

    Sin duda el deseo, el atractivo y el placer físico son fundamentales y no hay que despreciarlos, pero en otra vertiente (no tan fácil de lograr) un poco de condimento «amoroso», de sensibilidad estética, de entrega sentimental o «espiritual» , resultan como las «especias» que enriquecen y llenan la culi-naria de rica vida.

    Ciao ragazze!!!!

  25. Mario Higuera

    Da gusto que alguien escriba sobre el tema de una manera tan clara, sencilla y natural (sin pretenciones), y sin caer en extremos entre tecnisismos o vulgaridad.
    Gracias por compartir

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