Adolfo Llamas, erotómano

La colección la rige el gusto del coleccionista

Adolfo Llamas es un erotómano de 65 años que vive en Madrid, vivaz, con una curiosidad enorme por la vida, por el galanteo (verlo en acción es un espectáculo) y por la cultura en general, habiendo sido por mucho tiempo director de publicidad de La 1, la principal cadena en España, estatal por más señas, y un hombre de mundo que reparte su tiempo entre Madrid y un pueblo al norte de la provincia de Castellón (que no quiere que se mencione, no vaya a ser), donde ahora descansa el grueso de su colección sobre arte y literatura eróticos. Es un hombre de mundo no tanto por arrastrar su humanidad por aeropuertos y países que cada vez se parecen más entre sí, sino por la vasta cantidad de sabiduría con la que convive con pasión y que almacena entre las paredes de su casa que, paradójicamente, está frente a la iglesia mayor del pueblo.

Más que un coleccionista se considera un erotómano, un aficionado, un pequeño coleccionista a pesar de que atesora 18 toneladas de libros y revistas, peso que se traduce entre cuatro mil y cinco mil títulos, y más de 200 obras de arte erótico enmarcadas, más las que tiene guardadas en carpetas. Cuando está en Madrid, añora su casa en Castellón porque ahí se encuentra su verdadero mundo, sus libros y revistas, y cuadros y fotografías y postales… Ahí, entre tantas representaciones de sexo y vida que empezó a coleccionar en 1968, es donde se encuentra verdaderamente feliz.

Quedamos de vernos en la bodega Ardosa, una vermutería antigua en el corazón del barrio de Malasaña, en Madrid. Antes de entrar y empezar con la plática me pide que lo acompañe al taller de encuadernación La Eriza, donde tiene algunas piezas para ser encuadernadas, originales, grabados, de una en una o en dípticos, como un par de pequeñas piezas del artista Ramón Sanmiquel (autor del retrato de Adolfo), cuya obra roza el erotismo por lo sutil de su visión acerca de la belleza (véase “La belleza, dardo letal” en el número de Replicante correspondiente a diciembre).

En la colección de Adolfo Llamas hay de todo un poco, desde la colección completa de la compilación de literatura erótica dirigida por Luis García Berlanga hasta facsímiles de algún que otro incunable.

Su iniciación en el arte erótico data de sus tiempos de estudiante en el colegio, donde habían compañeros encargados de pasar reportes al jefe de estudios. Con trece años sobornaba al compañero que escribía los reportes a sus superiores con una reproducción pequeña de algún desnudo que compraba en los kioskos de periódicos y revistas. Cuenta: “Donde te cambiaban los tebeos (historietas) había restos de ediciones pornográficas.

Así, proveyendo de esos pequeños desnudos mes con mes la libraba con el tema de los reportes”.

Más que un coleccionista se considera un erotómano, un aficionado, un pequeño coleccionista a pesar de que atesora 18 toneladas de libros y revistas, peso que se traduce entre cuatro mil y cinco mil títulos, y más de 200 obras de arte erótico enmarcadas, más las que tiene guardadas en carpetas.

Adolfo Llamas opina que la naturaleza es vida, y para la continuación de la vida es necesaria la reproducción, y mientras no se invente otro modo, aparearse ha sido y será el método. No es de extrañar entonces que antes de que el hombre conociera otro tipo de arte más sofisticado como la pintura, la escultura o la poesía, la manera de dejar impronta fuera con las propias manos sobre superficies de barro blando, y lo primero que se dibujó en el barro era una vulva votiva junto a un falo. Luego, con la aparición de las religiones, el sexo y su pulsión se subliman de mil formas, desde la mística más exquisita como la de Sor Juana, hasta la práctica del hinduismo más ascético a base de privaciones y contemplación. Así, apunta Llamas, las primeras manifestaciones del arte erótico se podrían fechar en 25 mil años de antigüedad, puesto que se dieron en los albores de la humanidad y la civilización.

Desde que aparece la religión todo arte erótico se sublima y se convierte en un género y una práctica oculta. Pero, por poner un ejemplo, antes en Mesopotamia estaba instaurada la práctica del hierodulaco, en la que todas las mujeres estaban obligadas a prostituirse en los templos por lo menos una vez en su vida. La que no había pasado por el hierodulaco era rechazada socialmente. Añade Llamas: “El arte erótico existe en todas las culturas del mundo, por ejemplo, la virgen de Venus, la gran madre, es un monumento al amor”.

El afán del coleccionismo nace de un interés por todo lo que tiene que ver con el sexo, ocupando el más alto lugar en la jerarquía de las prioridades humanas, y sus representaciones en forma de erotismo y pornografía, de manera plástica y luego también a partir de la literatura. Me habla de la colección de poesía erótica de la editorial Visor, que tiene una colección erótica y porno magnífica, con títulos de Renée Viviene o de Clovis Hughes, quien escribió la oda a Príapo en contraposición a la oda de la vagina escrita a principios del siglo XX.

Me cuenta que entre toda su colección destacan dos objetos predilectos, un facsímil de Gamiani, ilustrado por el francés Aquilles Deveria, el gran grabador de temas eróticos, y otro facsímil de Salvador Dalí, Las metamorfosis eróticas, que nunca se llegó a publicar y que luego desapareció fruto de la censura.

Hablamos de Gustave Doré y me cuenta que sólo se conservan cuatro ediciones de grabados eróticos en el mundo, y me dice que tiene tres tomos que llevan por título Ars erótica y que contienen toda la literatura erótica y pornográfica del siglo XVIII francés, que fue el siglo de oro de la literatura y el arte erótico en Europa. Ya en el siglo XIX sería la poesía la que ocupara ese lugar.

Desde que aparece la religión todo arte erótico se sublima y se convierte en un género y una práctica oculta.

El mundo de las publicaciones y el arte erótico abarca lo impensable. En cuanto a publicaciones, empezaron a correr con más o menos normalidad en España a partir de la muerte de Franco, o en las postrimerías de la dictadura, sobre todo en Barcelona, el gran centro editorial de las letras hispanas. Es muy común en este apartado encontrar libros escritos a mano, o a máquina, libros de una sola copia con ilustraciones originales pegadas a las páginas de textos pornográficos feroces.

De por sí, estos libros son tres o cuatro veces más caros que los libros de colección no dedicados al erotismo, y más teniendo en cuenta que sólo hay dos grandes librerías en el mundo dedicadas en exclusiva al arte erótico, una en Nueva York y la otra en Inglaterra. Ahí se pueden encontrar ediciones originales de los textos de Marqués de Sade a precios estratosféricos.

Del Marqués de Sade dice que era un escritor excepcional y maravilloso, que fue conde y militar, y que en realidad por lo privilegiado de su posición sabía perfectamente lo que descolocaba a la sociedades moralistas… y eso siempre ha estado relacionado con los temás tabús, liderados por el sexo. Sade con su literatura erótica pretendía desestabilizar las normas de la sociedad puritana.

Gilbert Lely encontró el rollo de papel donde Sade escribió Los 120 días de Sodoma y empleó buena parte de su vida y todo su dinero en publicarlo.

Sigue contando Adolfo Llamas: “Tengo un facsímil de un libro que mandó quemar el papa, que trae una veintena de posturas, o imodi, ilustradas por Julio Romano, y grabadas por Antonio Raimondi, con textos de Pietro Aretino, un gran escritor erótico del siglo XVI al que se podría considerar el Cervantes de la literatura erótica. Además era un gran libelista, ya que escribía textos injuriosos muy agudos contra los papas y el emperador. Era además de poeta, un político conspirador, el primer gran libelista, y al final se tuvo que refugiar de Carlos I en Venecia, donde convivía con quince o veinte prostitutas que estaban a su servicio. Era un bon vivant y un follador”.

En el mundo antiguo, como ahora, el sexo ocupaba un lugar prioritario, aunque no siempre visible. Me cuenta Adolfo cómo en casi todas las iglesias y catedrales hay partes más o menos ocultas, donde se erigen representaciones fálicas o grandes vulvas, como en la catedral de Ciudad Rodrigo, donde la sillería del coro es un gran falo; eso tiene que ver con burlas que hacían los masones, albañiles, que iban de ciudad en ciudad construyendo catedrales, y ya luego les daban licencia para erigir sus travesuras. También porque era un oficio que hacían los judíos conversos y era su manera de burlarse del cristianismo. En el románico cántabro hay muchísimos de esos ejemplos, y añade: “Las capitales del románico son ferozmente pornográficas, hay felaciones, sodomías, sexo grupal… tengo varios libros sobre el románico asturiano que dan fe de ello. En todas las catedrales de España, Francia y Alemania existen representaciones de un sexo muy expresionista, muy burdo, para ilustrar la bajeza de las pasiones, y otras veces eran obra de judíos conversos que se vengaban de algún modo poniendo el coño o la polla más procaz… es una cosa conocida”.

El despegue definitivo del arte erótico en Europa se debe al matrimonio Kornhauser, quienes hicieron una exhibición en Estocolmo, con toda su colección, y que luego daría la vuelta al mundo.

En España, con todo el tema de la religión y luego la penosa dictadura es muy difícil encontrar ejemplos de arte o literatura erótica, aunque hay un gran estudioso, Cerezo, que tiene una detallada bibliografía sobre el erotismo español, donde se reseñan trabajos considerados marginales de escritores que oficialmente no eran pornógrafos, como Espronceda, cuya obra terminó alguien más de manera anónima. O ya más cercano a nosotros, Felipe Trigo, otro escritor que como Belda escribía novelas porno, y también se escribían otras novelas de amor que llamaban psicalípticas, término médico que describe la neurosis obsesiva erótica. Luego también estaba José María Carretero, que era un fascista que escribía novela pornográfica y que firmaba bajo el pseudónimo de El Caballero Audaz. En España tenemos a un pintor excepcional muy poco conocido, Modesto Roldán, que hacía un arte intencionadamente erótico en los años sesenta, cuando no se podía exponer aquí y tenía que mostrar su obra en París, Bruselas o Milán.

El despegue definitivo del arte erótico en Europa se debe al matrimonio Kornhauser, quienes hicieron una exhibición en Estocolmo, con toda su colección, y que luego daría la vuelta al mundo. Fue magnífica y es muy recordada por la escultura realizada ex profeso por Nicky de Saint Phalle, una gran vulva por la que se accedía a la exposición.

En Suecia hay una gran tradición de arte erótico y pornográfico muy arraigada. Cuenta Llamas: “En los sesenta corrían unas revistas pornográficas muy divertidas porque las escenas no estaban hechas por profesionales, sino por amas de casa y gente común, así que si te fijas ves cómo la peluca que usaban se mueve dependiendo de las posturas, o se les caía, y los falos de los tipos eran muy feos, con granos y cosas así… Eran muy baratas en su momento, pero ahora, de querer adquirirlas, costarían una fortuna. El verdadero erotómano no hace distinciones de género o tipos de amor: Tengo una colección de más de mil revistas eróticas y pornográficas, heteros, de gays, lesbianas, sobre fetichismo, revistas suecas, francesas, americanas… A veces compro los libros y las revistas sólo por las ilustraciones, porque luego no sé lo que cuentan”.

Pero no todo son publicaciones o ilustraciones lo que colecciona Adolfo Llamas, el erotismo se despliega en una buena cantidad de objetos, como una colección de marfiles eróticos, o una de figuritas de plomo que consta de unas sesenta piezas, y añade: “Eso no es nada, sé que hay una señora, que tiene mucho dinero y no puedo mencionar, que tiene más de 400… Las figuras de plomo eróticas son una producción marginal porque esa industria estaba enfocada básicamente a lo militar, con sus soldaditos de plomo y cañones y toda esa parafernalia, y además ya pintadas son carísimas”.

Entre su colección también se cuenta una serie de mosaicos pornográficos con escenas muy divertidas en las que se escenifican los pecados capitales entre un cardenal y un monaguillo; de 23 piezas, 19 son escenas gays. Cuenta de ellas: “Esas piezas las compré hace diez años en Bercana, una tienda en Madrid básicamente con productos pensados para homosexuales, pero que tienen cosas muy divertidas”.

Entre los objetos eróticos destacados Llamas cuenta con una colección de nesukes, botones votivos japoneses de marfil, usados para abrocharse el kimono, o una colección, ya más kitch, de más de 150 encendedores chinos con todo tipo de escenas inimaginables y mecanismos de foquitos que se prenden.

“Hay mucha literatura erótica gay a lo largo de la historia, en la obra de Luciano, Apuleyo, en la narración de los amores de Alcibíades, una historia real, quien era un militar muy guapo y apuesto al que se lo follaban por todos lados. El san Sebastián torturado es una clara apología gay… Por ejemplo, en la pintura de Leonardo los personajes no se sabe si son hombres o mujeres, son figuras altamente asexuadas, y al morir Leonardo le dejó toda su producción al amante de toda la vida, un hombre. Los sonetos de Miguel Ángel son un canto a la homosexualidad. También está toda la poesía de Safo de Lesbos, una joya sobre el amor entre mujeres”.

Entre los objetos eróticos destacados Llamas cuenta con una colección de nesukes, botones votivos japoneses de marfil, usados para abrocharse el kimono, o una colección, ya más kitch, de más de 150 encendedores chinos con todo tipo de escenas inimaginables y mecanismos de foquitos que se prenden.

Llamas destila pasión cuando habla de sus libros, podría hablar durante horas y horas ya que entre sus virtudes se cuenta el cultivo del arte de la conversación, es un perfecto seductor y sus citas a la cultura clásica y no tan clásica, su última adquisición es un ejemplar de la revista Reservoir, que es un objeto electrónico con pantalla que desliza una imagen diferente cada día del año, adornan el encuentro regado con un buen Rioja.

Todo un bon vivant que disfruta tanto con su colección como compartiéndola, ¡ojo!, sin nunca dejar un libro (“Imagínate perder un libro así, ¿dónde me consigo otro?”), con conocedores y con neófitos, gozando del momento en que los ilustra con sus maravillas. Se considera a sí mismo erotómano y libertino, pero en el sentido original del vocablo francés, “Libertino porque eran libres, los franceses hablaban de libertad, que luego fue traducido aviesamente en libertinaje, enfermo, psicalíptico, pero en realidad el término tiene que ver con la libertad. Pero luego existe todo ese ánimo puritano de tergiversar la realidad y negativizar los valores de la sensualidad. Eso pasa con la figura de Drácula que ha sido satanizada por el cristianismo, cuando lo que sucede es que Drácula mata personas para hacerlas libres de cadenas, para gozar la sexualidad y el erotismo de manera eterna”.

A mi pregunta de qué es lo que hace a un coleccionista Adolfo responde: “Lo primero hay que tener olfato, saber dónde buscar, y lo segundo, es tener dinero… y cuando no hay, pues a esperar. El sexo es tan fundamental que justifica que te dediques toda la vida a ello… no necesariamente en el desempeño sexual… pero sí al arte, al pensamiento, a la poesía que genera… Lo último que hizo Picasso antes de morir fue una serie de grabados eróticos”. ®

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Publicado en: Destacados, Erotismo y pornografía, Febrero 2011

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