Amerindios

Sobre los orígenes de las poblaciones de América

Conforme a la evidencia genómica, los amerindios seríamos descendientes de trece individuos pertenecientes a un clan aislado durante ocho mil años en la región del este de Siberia, Beringia y Alaska.

Habitantes de la Baja california, dibujados por el jesuita Ignacio Tirsch en el siglo XVIII.

La mayor parte de los mexicanos somos mestizos. Una mezcla de amerindios y europeos. La noción que solemos tener de nuestra herencia indígena, sin embargo, suele estar limitada a la historia reciente de los pueblos mesoamericanos. Ruinas arqueológicas e inscripciones nos llevan a un pasado no muy lejano, de acaso dos mil años. Pero vale la pena ir más allá e indagar quiénes eran estos primeros pobladores del continente que permanecen vivos en nosotros.

En su más reciente libro, La dama de la discordia: El conflicto entre mexicas y culúas (INAH/El Tucán de Virginia 2019), Luis Barjau deja anotado que el lugar donde ahora se encuentra el pueblo de Santa María Aztahuacan, en Iztapalapa, sería uno de los primeros asentamientos del Valle de México. Ahí se encontraron los restos de una pareja de 9,400 años de antigüedad. Otro espécimen, conocido como la Mujer del Peñón III, encontrado cerca del lago de Texcoco, se calcula tiene una antigüedad de 10,700 años. Sus cráneos son largos y estrechos (dolicocéfalos). Tres o cuatro milenios después, es decir, hace seis mil años, murió un individuo en la cueva de Texcal, Puebla, cuyo cráneo era diferente: redondo y corto (branquicefálico). Estas diferencias craneométricas pueden obedecer a dos oleadas de inmigrantes al continente americano.

El pueblo más antiguo de que se tenga registro en México es el de los pericúes, que habitaron hace por lo menos diez mil años en el sur de la península de Baja California (Airapí).

Los restos humanos más antiguos de Norteamérica fueron encontrados en un cenote cercano a Tulum, una adolescente conocida como Naia, y en el sur de Montana, un niño conocido como Anzick–1, ambos con una antigüedad mayor a doce mil años. El pueblo más antiguo de que se tenga registro en México es el de los pericúes, que habitaron hace por lo menos diez mil años en el sur de la península de Baja California (Airapí). Estudios craneométricos de los pericúes los emparientan con habitantes del norte de Japón, pero también con africanos, australianos y nativos norteamericanos.

Conforme a la evidencia genómica, los amerindios seríamos descendientes de trece individuos pertenecientes a un clan aislado durante ocho mil años en la región del este de Siberia, Beringia y Alaska. Esas personas habrían cruzado hace quince mil años la barrera de hielo formada por la última glaciación, internándose por tierra o por mar (que estaba 120 metros por debajo de su nivel actual). Sus descendientes se habrían separado en dos ramas hace trce mil años. Una de ellas pobló el territorio de Canadá y Estados Unidos, y la otra pobló el resto del continente.

Este marcador genético habría surgido hace treinta mil años en Asia Central, en algún lugar entre los modernos Pakistán, Turkmenistán y Mongolia. Alguna reminiscencia de este origen común queda en la fisonomía de los modernos ostíacos, mongoles, selkup y altaicos.

Por el marcador genético Q–M242 sabemos que nuestra herencia indígena nos conecta probablemente con antepasados semejantes a los actuales nénets, esos pastores de renos de la taiga y la tundra siberianas. Uno de esos clanes habría buscado protección en el frío, y sus miembros serían nuestros abuelos de mil generaciones. Este marcador genético habría surgido hace treinta mil años en Asia Central, en algún lugar entre los modernos Pakistán, Turkmenistán y Mongolia. Alguna reminiscencia de este origen común queda en la fisonomía de los modernos ostíacos, mongoles, selkup y altaicos.

Nuestros genes indígenas revelan además otro linaje: Oceanía. Algunos amerindios estamos relacionados genéticamente con los australo–melanesianos. Los aborígenes australianos y de Papúa Nueva Guinea serían nuestros primos. Se especula que pudieron mezclarse en Asia antes de llegar al continente americano, o bien, que llegaron al continente costeando Asia, las Islas Aleutianas, y así hasta llegar a Chile.

Podemos ir más atrás. Algunos de los marcadores indígenas nos llevan hasta hace 45 mil años al norte de la India, antepasado común con los pueblos europeos, hace 60 mil años a la península arábiga, o hace 160 mil años a la región entre Sudán y Etiopía. El tronco común de la humanidad.

La dama de la discordia del libro de Luis Barjau no se llamaba Helena sino Ilancuéitl. Su destino fue atroz y selló el destino de los de Culhuacan. ®

Artículo publicado originalmente en el diario Mural el 1 de febrero de 2020. Se reproduce con la autorización del autor.

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Publicado en: Apuntes y crónicas

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