El arte deja de ser para conformar una visión evolutiva de las sensaciones estéticas del individuo, se convierte en un consumo que se debe satisfacer como la ropa o los coches, y entre más extravagante y más caro más encumbra socialmente al comprador.
El trabajo es el gran valor del arte y de las sociedades que buscan la valoración de los individuos por sus méritos. La Revolución Francesa fue el primer movimiento social que estableció que los nobles no tenían virtudes por encima de los ciudadanos y que tampoco tenían privilegios superiores. Estas virtudes, como lo es la gracia cristiana, eran dadas por dios. La guillotina demostró con filosa certeza la falsedad de estas ideas. El arte y el trabajo son intrínsecos, el artista hace. Sus obras son resultado de aprendizaje, largas meditaciones, bocetos, ideas que corrigen o tiran, que llevan a una cadena de búsqueda y pruebas que desemboca en una obra, que al final puede ser fallida o exitosa. Esto es, trabajo. Miguel Ángel les decía a sus asistentes como único consejo estético: Laborare, laborare.
Llegó el arte contemporáneo y sus artistas son la nueva tiranía moderna que no trabaja y cuyo su estatus de artista es un designio divino, metafísico. Ellos sólo piensan, son como la corte de María Antonieta que vivía en la ociosidad porque eran privilegiados y el trabajo resultaba una bajeza. No tenían que aprender nada, no tenían que saber nada, se jactaban de su ignorancia, de su displicencia, se burlaban de los necios que se empeñaban en buscar el conocimiento, y por eso llegó la revolución sin que supieran bien qué estaba sucediendo. Condenarlos a la guillotina fue una medida de salud pública, como estipuló Robespierre, para impedir que la sociedad siguiera enferma.
Llegó el arte contemporáneo y sus artistas son la nueva tiranía moderna que no trabaja y cuyo su estatus de artista es un designio divino, metafísico. Ellos sólo piensan, son como la corte de María Antonieta que vivía en la ociosidad porque eran privilegiados y el trabajo resultaba una bajeza.
Aprender a dibujar es un camino largo, pintar un lienzo es intentar resolver un problema, habitarlo, rasgarlo con el color o la forma; ser artista contemporáneo no es el resultado de una formación, pues se materializa por decreto, como la nobleza, como las dictaduras, porque pueden hacerlo. Como diría el Marqués de Sade, el abuso del poder es la forma de demostrar quién manda y de ejercer la capacidad sobre los demás. El arte es lo que un grupo decida, una imposición que debe acatar el resto que se queda fuera de su círculo. El artista, privilegiado, ocioso y arrogante, tiene el apoyo institucional y del mercado para ejercer el poder, sin la sucia intromisión de la actitud crítica de los que observan. Para los dictadores y para los nobles, la crítica que no es su cómplice es su enemiga. La crítica de arte se somete al sistema de producción como al partido en el poder: aceptando y divulgando el discurso oficial. Por gracia de su situación de artistas, como los nobles absolutistas, sus enfermedades o vicios, su inclinación por la vulgaridad, el enaltecimiento del racismo o la violencia, la denigración del erotismo y la sexualidad, hasta las ocurrencias elementales y sin inteligencia, resultan ejemplares y admirables. Este artista no toca la obra, no la realiza, toma lo que sea y lo convierte en pieza de museo, manda hacer sus obras a otros que llama “artesanos”. Si se involucra en la factura dictamina que sus decisiones son correctas, que el resultado siempre es arte y que no está sujeto a una jerarquía de valores que cuestionen el contenido, el resultado de la obra o la calidad. La obra valida al artista como tal en la medida que menosprecie el mérito del trabajo. El trabajo es denigrado, las clases inferiores trabajan, el artista que hace es inferior al que piensa. Reduce el trabajo a una actividad que no implica proceso intelectual. El desprecio no sólo abarca a los artistas verdaderos, es una ofensa a la sociedad trabajadora en general. El artista es un absolutista incuestionable. Eso es comprensible, los cuestionamientos derrumban dictaduras y llevan nobles al exilio o la guillotina.
De la banalidad de las ideas
La forma más efectiva para distraer de los problemas más serios es abordarlos con banalidad y frivolidad. Reducirlos a su mínima expresión. El arte contemporáneo es un predicador de soluciones para cambiar al mundo. Soluciones infantiles, superficiales, que hacen que el problema se vea casi inexistente. Por eso el poder convive con gran comodidad con estas obras. Sus trasgresiones son berrinches adolescentes, la visión de mundo es simplista. Si algo como el narcotráfico se ha reducido a parafernalia costumbrista, si la desigualdad social brutal y cruel que tenemos son paredes cubiertas de pan, si el poder y el imperialismo siguen siendo orejas de Mickey Mouse, logos de empresas multinacionales, si la violencia intrafamiliar y machista son platos con palabras escritas y una cerveza en una mesa, pues que mantengan a los artistas porque sus críticas son tan blandas que representan un placebo cómplice y entreguista.
Esta minoría de edad intelectual en la que se asientan los artistas resulta una ventaja para el Estado, porque le da la coartada de que apoya al arte y a sus “nuevas expresiones” —que ya tienen cien años, todas— y mantiene adormecida a la verdadera conciencia colectiva.
Recortes de periódicos, encabezados de diarios, el discurso del arte tiene un nivel inferior al de un trabajo escolar de secundaria. Esta banalización de los problemas es un síntoma de la poca implicación social que tienen. El arte contemporáneo es, por encima de todo, elitista. Pretender que la sociedad tiene que pagar y aplaudir porque alguien se orine en público o acepte que un bloque de cemento tiene cualidades suprafísicas es arrogancia social y lo que denuncia es su sentimiento de prepotencia ante su condición artificial de artistas. Esta minoría de edad intelectual en la que se asientan los artistas resulta una ventaja para el Estado, porque le da la coartada de que apoya al arte y a sus “nuevas expresiones” —que ya tienen cien años, todas— y mantiene adormecida a la verdadera conciencia colectiva. La injusticia y la violencia en las prisiones son fotos de llaveros y demás pequeñeces personales; es una obra que pagan gustosos un banco o un corporativo porque su frivolidad encubre las verdaderas intenciones de evasión de impuestos y posicionamiento social que necesitan para tener más poder. Por eso todas estas obras que se supone que hacen crítica y que son predicadores light de la “realidad social” son patrocinadas sin problemas por los oligarcas, porque nunca son incómodas al sistema. Este arte es la droga más sofisticada que se ha inventado, tiene anestesiada a la sociedad y hace alucinar a sus adictos haciéndoles creer que son artistas. Como en la Guerra del Opio: dales más, hazles creer que lo son para que no piensen. Si algo sostiene al poder es tener ciudadanos que no cuestionen, que vivan en la comodidad del silencio y la ignorancia.
Dde la manipulación del pensamiento
El gran discurso retórico de este arte es: Si no te gusta es porque no entiendes. Es la superioridad de un grupo sobre la sociedad entera. El aparato burocrático que exige es para una minoría que desecha el parecer de la sociedad ante sus pobres resultados. La sociedad que paga los museos con sus impuestos está marginada de las manifestaciones de estos artistas, porque no está calificada para presenciarlas. Ese arte es antisocial. Para la derecha la voz popular es una pesadilla, porque por elemental matemática los desprotegidos siempre son mayoría, y esto es un espejo que nunca hay que mirar. Los que están fuera de los beneficios del poder somos casi todos, y ésos no deben tener ni voz ni presencia. El sistema del arte contemporáneo es igual, es su poca vocación social, que explota recursos, necesita infraestructuras complicadas, crea obras efímeras que expolian a las instituciones y no crean acervo, lo que menos quieren es que le gente opine sobre sus resultados y lo que hacen. Entonces los descalifica, no tienen ni la preparación ni la inteligencia para exponer su opinión. Todas las obras son válidas, pero ninguna crítica es válida. Elogios, como a los reyes, bendiciones como a los príncipes, dinero como a los bancos. Eso es lo que necesitan.
De la exaltación de la sociedad de consumo
Rich people decided in the beginning of the year that they had plenty of money to spend.
—Marc Porter, presidente de Christie’s America
El consumismo es la libertad del capitalismo. Tener el poder adquisitivo de consumir, comprar es lo que reivindica a este sistema económico. Comprar es el orgasmo más correcto que se puede tener: sin contacto físico, sin riesgo de contagio de enfermedades y además es recompensado, porque el que compra vale lo que gasta. En la pirámide del capitalismo la pobreza es un crimen y la riqueza es el pináculo de la gloria. Lo que consume una persona es una carta de presentación. El arte contemporáneo ha llevado el consumo a límites que antes nadie hubiera imaginado. El alarde de riqueza que da pagar precios estratosféricos por basura es una de las demostraciones capitalistas de más violencia y agresividad social que existen. En la compra no interviene el gusto o el placer de mirar una obra, interviene el precio, la relación de fatuidad y costo. La demostración burguesa de imponer el mal gusto porque el que decide la moda es quien puede pagarla. Los precios se disparan por cosas que en su valor real y objetivo es de apenas unos dólares, pero lo que lo lleva a cotizarse en millones es la especulación y el capricho. No es una revolución estética. Es una infraestructura comercial en la que se suben los precios para imponer un estatus de valor inexistente. Este arte representa lo que cuesta, lo que alguien estuvo dispuesto a pagar, ese es todo su valor. El Estado invierte como un alarde de su bonanza económica y paga obras que nunca representan acervo, el dinero se va en obras efímeras o invisibles. Hay que comprar más porque de lo expuesto nada queda, creando una cadena de consumo que se evapora pero que demuestra que ese gobierno invierte. Como esto es moda y su sistema de marketing funciona como todo objeto de consumo, los artistas tienen que ser nuevos, en eso estriba la obsesión con la juventud o la novedad. Todas las obras son en esencia iguales, así, por lo menos que la persona sea diferente. Así desfilan artistas que de un año a otro desaparecen de los catálogos y cuya única misión es ofrecer algo un poco más shockeante, más vulgar, lo que sea, porque este sistema los hace desechables. El arte deja de ser para conformar una visión evolutiva de las sensaciones estéticas del individuo, se convierte en un consumo que se debe satisfacer como la ropa o los coches, y entre más extravagante y más caro más encumbra socialmente al comprador. Si pagan por mierda, por qué cosa no serán capaces de pagar. ®
A Reynaldos
Por suerte ya son muchos que se dan cuenta de la impostura de los supuestos artistas, instaladores y curadores que han copado el arte institucional.
Museos, academias, galerías: el stablishment del arte.
Son lo que en tiempo de los impresionistas, éstos llamaron los «pompiers» (bomberos) por la abundancia de corazas y demás atributos de la antigüedad clásica.
Pues bien, me parece justo llamar estos artistas acomodados ya acomodaticios los neo-pompiers: llenan el mismo nicho ecológico: arte convencional, con valor de mercado, inofensivo al sistema, enseñado en las academias y promovido por los mercaderes de arte.
En Chile aparecieron en tiempos de Pinochet 70’s con una tal Nelly Richards que promovió el «arte conceptual», en el que cayeron no solo jóvenes que si iniciaban, sino algún que otro artista y poeta que no vieron la impostura.
Hoy, lso instaladores y curadores han desplazado a los artistas en el arte oficial.
Anxo
Magnífico artículo. De nuevo expresas y argumentas lo que siempre ha sido mi intuición y mi pensamiento, ampliados con aspectos en los que no se me había ocurrido pensar pero que redondean y dan sentido a todo. Felicidades. Me enorgullece que te hayas querido unir al Hartismo. Estoy seguro que con gente como tú entre nosotros llegaremos a grandes cosas con el tiempo.
César Ramírez
Vi el video de Azteca noticias Avelina, y decepcionas ¿no estabas grite y grite que las apologías del narco y que los conceptos caducos y las copias? Pues mira lo que te fue a gustar.
Luis
P.D.
Estoy de acuerdo, sin embargo, de que la critica social en el mundo del arte es muy light, criptica y con un impacto muy reducido, soy estudiante de arte en una escuela que lleva un modelo experimental, es decir que tenemos talleres de arte accion, video, multimedia ademas de los talleres clasicos, como pintura escultura fotografia o grabado, muchas veces en clases hemos visto a artistas que son tildados de ser «artistas sociales» o de una fuerta carga politica y en realidad solo estan mitificados, es decir que muchas veces el arte que yo llamaria mas bien pos moderno, odio la palabra pero me parece mas acertada que «contemporaneo, esta bañado de una fuerte carga de misticismo contracultural que en muchos de los casos es meramente simbolico
Otro punto que me parece importante es el como el discurso es el pilar de una obra, o mas bien si la obra no es explicada, a simple vista no puede ser comprendida, esta en un lenguaje hipersubjetivo y que muchas veces para ser comprendida es nesesario un manual o instructivo.
¿Pero que no todas las cosas son asi? seriamos capaces de armar una bicicleta sin su instructivo?¿Podriamos comprender por que la gente esta en las calle de Egypto sin una explicacion?
El arte de este corte esta en vias de interiorisacion, pero lo que esconde la critica mas ferrea a este tipo de arte es una apatia intelctual, nos da weba aprender y un absolutismo bastante fascista cuando deberia de ser un lugar de inclusion, dialogo y complejisacion.
Luis
Estimada avelina, los absolutismos y generalizaciones vienen todos de tu parte, encuentro aquí ya e un serio prejuicio con el arte contemporáneo, cuando este es solo un hecho temporal, es decir que todo el arte que se produzca en esta época es obviamente arte contemporáneo.
David Hockney realizo una muy interesante investigación en la que revelaba como los antiguos «maestros» utilizaban una técnica llamada cámara obscura para hacer sus dibujos mas realistas, esto nos habla de que incluso esos que considerábamos de una técnica impecable hacían trampa.
Las estética se ah desplazado a otros saberes, se ah pegado con la ciencia, con el diseño, con lo social, estamos mas influenciados por ordenadores, videoclips, redes sociales y los avances tecnologicos que por pintar como miguel angel o regresar al muralismo, el arte hoy es un lugar en el que se pueden convivir diferentes tipos de conocimiento, lo que plantio duchamp devino en las poeticas de lo cotidiano, por que al principio el arte imitaba a la vida, lo que vemos ahora es que aunque a muchos les pese el arte y la vida son uno solo y esto tiene mucho sentido despues de varios siglos de distorsion plastica los medios tradicionales se van volviendo esteriles.
Angelica
Y ahora?… pues en si este articulo dice la verdad de como el asquero consumismo a creado el arte en solo algo mas para comprar… pero ahora que vale la pena hacer?… osea eh pintado desde hace 5 a;os y realmente lo adoro, sin duda es lo que quiero hacer pero simplemente se siente frustrante que a cualquier pendejete lo lleguen a comparar con verdaderos artiras… cualquier persona que vive del arte pop que solo es imitar a Warhol tiene dereho a ser llamado artista de vez de alguien que si tiene talento… supongo que lo unico que podria acabar con todo eso y no solo en cuestion de arte es luchar contra ese consumismo tan salvaje… no solo es algo que se lleva el termino arte si no todo esta destruyendo nuestra misma civilizacion si haci lo podiamos llamar ya solo existimos para consumir basura y destruirnos lentamente… u_u que pasare despues :7
galeria negra
Hola!
Somos dos artistas de Quito – Ecuador.
Manejamos una revista, que por no llamarla de crítica, la llamamos: Relatos de arte contemporáneo.
Este artículo desarrolla muchos temas que nos interesan, y coincidimos con usted.
Como anécdota, no hace mucho eramos estudiantes de artes, y en las casas abiertas y exposiciones, es verdad, los artistas y los profesores son los unicos que parecen entender las «obras», mientras los padres de familia, que desembolsan grandes sumas de dinero para que sus hijos estudien, se encuentran si, con cosas de bajísimo nivel de trabajo.
En consecuencia, ya no pensamos en las élites que definen «como es el arte» sino en la masa, en el resto de la sociedad que trabaja TODO el día y aprecia, o apreciaria al arte contemporáneo, si este tuviera las mismas dosis de esfuerzo que el trabajo de un albañil, un maestro o un boxeador.
Le preguntamos si podemos reproducir su artículo en nuestra revista:
http://galerianegra.blogspot.com/
Atentamente
Tania y David
Ignacio Ramírez
Avelina Lésper está aprendiendo a apreciar lo nuevo en el arte. Me desilusiona no porque a mi no me guste mucho de lo que se hace ahora en arte, sino porque la pensaba más honesta. Vean a nuestra crítica en acción en este video sobre un Damien Hirst ínfimo, Eduardo Olbes, que expuso en el Museo del Chopo algo de nivel muy bajo: http://www.aztecanoticias.com.mx/capitulos/cultura/16034/abre-museo-del-chopo-muestra-del-narco
Marcelino
Hola que tal, antes que nada quisiera agradecer el hecho de que hayas escrito un artículo que hable sobre arte, y de esta manera generar un tema de discusión. Eso en verdad me es placentero. De nuevo gracias
Ahora bien he enfocado mi atención en algunas partes como esta que me resulta bastante curiosa y un poco anquilosada:
Llegó el arte contemporáneo y sus artistas son la nueva tiranía moderna que no trabaja y cuyo su estatus de artista es un designio divino, metafísico. Ellos sólo piensan, son como la corte de María Antonieta que vivía en la ociosidad porque eran privilegiados y el trabajo resultaba una bajeza.
Déjame decirte que para escribir esto a estas alturas de la vida se necesita valor, pero ante todo una completa inconsciencia, soberbia y falta de objetividad ante los fenómenos de la condición humana actual.
No puedo dejar de pensar en todos los cambios y situaciones adversas que han padecido tanto hombres como mujeres, provocando a si una total reforma del pensamiento universal.
Por lo mismo el arte se ha visto afectado de manera muy significativa, originando corrientes, estilos, métodos, estéticas quizás para muchos no del total agrado ni del total acuerdo. Pero en el mundo del arte no solo se buscan los acuerdos, las reciprocidades absurdas, las palmadas en la espalda o el lindo agrado del espectador o destinatario. Se busca también el desacuerdo, la duda, las interrogantes, el cinismo del ejecutante o creador, y también la dulce irreverencia.
No creo en la mayoría de las cosas que escribes o criticas, teniendo en cuenta la totalidad de propuestas hoy en día, si bien (retomando un poco a Richard Schechner) quizás la vanguardia tal vez haya desaparecido y lo que existe hoy en día es una enorme pluralidad de visiones y de discursos, de los cuales muchos no son bien vistos o recibidos con los brazos abiertos por los “críticos” o por los jueces invisibles del tiempo, y resulta también curioso que eso es lo que menos importa.
Claro con esto no quiero decir que todo lo que brilla es oro, ni tampoco mi objetivo es blandir la espada que defienda el arte contemporáneo, no, no es así. Creo más bien en una objetividad más allá de gustos mezquinos, de ideales caducos, de personalidades herméticas y de carácter obtuso. Como diría el maestro Ludwik Margules: “Los gustos solo sirven para dos cosas: la primera es para saber qué demonios me regalaran en mi cumpleaños, y la segunda para construir una serie de tendencias e ideas que con el paso del tiempo irán cambiando, y (señalaba con golpe de mesa) más nos vale que cambien”.
“Que todo tiempo pasado fue mejor”, “Que en mis tiempos era así” “Que lo de ayer supera ampliamente lo actual” “Que lo de antes si era arte y lo de ahorita basura”. ¡Por favor compañeros! seamos serios, esos comentarios se los perdono a mis abuelos pero a ustedes, personas letradas y habitantes de siglo XXI, eso se me hace totalmente infantil. Los argumentos de que: El arte deja de ser para conformar una visión evolutiva de las sensaciones estéticas del individuo, se convierte en un consumo que se debe satisfacer como la ropa o los coches, y entre más extravagante y más caro más encumbra socialmente al comprador.
Ese discurso está demasiado trillado y explotado, busquemos otras palabras por que estas simplemente suenan como a disco rayado de Los Rebeldes del Ritmo.
Los invito a reafirmar y revalorar nuestros conceptos.
Quizás, también por falta de referentes, no hayas tomado en cuenta el trabajo de artistas contemporáneos como: Romeo Castellucci, Sasha Waltz, Sidi Larbi Cherkaoui, Francis Alys o de la nueva camada de artistas mexicanos como: Alejandro García, Marcos Castro, Bayrol Jiménez, Greta Gamboa, etc. Por nombrar algunos. Porque de haber sido así no creo que hubieras empleado la palabra “Ociosidad” con tanta soltura.
Como dije antes no defiendo nada, tan solo pido una opinión mucho más constructiva y menos fatalista, yo sé que hay gente totalmente congraciada con las instituciones, se también de modas, de los hijos de papi que por azares del destino y por una noche de jarra decidieron ser “artistas”, y sobre todo he sido testigo del total snobismo y superficialidad que rodean las galerías, teatros y demás recintos de cultura, pero créeme ese no es todo el rostro del arte contemporáneo.
Busquemos mas referentes para no sacar conclusiones a medias, seamos más abiertos y no dejemos morir la oportunidad de renovarnos.
Que bienvenido sea el desacuerdo.
Un saludo cordial y abrazo sostenido.
Atte.
Marcelino Champo.
Eduardo Mendez
Fabio:
te tienen que explicar dos veces las cosas: El carpintero aprende a hacer sillas y no dice que cualquier cosa es una silla y se auto nombra carpintero sin saber ni agarrar el martillo. Los artistas contemporáneos sin saber ni hacer una raya se llaman artistas.
Lésper no está engrandeciendo el trabajo artístico, lo está valorando en un momento en que esto ya no tiene valor, porque nadie hace su obra, porque no crean, porque todo es arte.
Si se valora la obra de arte desde “el esfuerzo y la dificultad” porque el trabajo intelectual implica un esfuerzo de tomar decisiones etc. Una pintura es también un trabajo intelectual, aunque los nuevos artistas lo nieguen.
Fabio
Avelina, disculpa por atropellarme, lo siento, ya contextualicé
A mi me parece que en muchas ocasiones se engrandece demasiado al proceso de la creación, este lugar común del héroe esforzado, donde el artista se saca el corazón para ponerlo en el cuadro.
Seamos honestos, desde el punto de vista del artista, es un trabajo como cualquiera. El carpintero hace mesas y el pintor pinta sus cuadros, y este no tiene por que cortarse la oreja (aunque ayuda a vender mas).
La obra misma implica trabajo. No existe ningún arte que se genere espontáneamente. Pero no se valora la obra de arte sólo desde el criterio de la dificultad y el esfuerzo.
La crítica de arte debe partir del esclarecimiento y desmistificación del proceso de la creación artística, del que surge la obra de arte y extenderse a partir de ahí.
Saludos
Fabio
Se tiene qué aprender, y es un camino largo, dices. Qué tan largo?
Estarías de acuerdo en que a algunas personas les lleva más tiempo que a otras y que incluso de unas se dice que no pueden dibujar?
Siempre que refieres «el artista contemporáneo», debemos pensar en un charlatán con dinero, en un abusador?
ektor charkito
Andas descubriendo América, conchita…
Avelina Lésper
Nadie dibuja por decreto, se tiene que aprender.
EL artista contemporáneo lo es por decreto, sin trabajo, sin estudios, sin demostración de talento. El decir «porque puede» es en referencia de la teoría sobre el abuso del poder de Sade: se abusa por que se puede.
Fabio
Hola Avelina
En el primero de tus textos (Del trabajo y la ociosidad), afirmas que «aprender a dibujar es un camino largo», pero no me queda claro, en esta parte, si hablas desde tu experiencia o desde la generalidad de la opinión.
De ser así, cuánto tiempo -este largo camino- te llevó a tí aprender a dibujar?
Y si no, cuánto tiempo crees que lleve ese proceso?
Cuando terminas ahí mismo diciendo que: «ser artista contemporáneo no es el resultado de una formación, pues se materializa por decreto, como la nobleza, como las dictaduras, porque pueden hacerlo.», debo entender que el artista contemporáneo es porque puede hacerlo?
Hacer qué, materializar por decreto o dibujar?
Un abrazo
Fabio