Autobiografía monumental

La biblia de Karl Ove Knausgård

Knausgård es autor de un ambicioso proyecto literario que comprende 3,600 páginas en seis tomos y que lleva por título el provocador Mi lucha, el escritor noruego se ha convertido en un rockstar de las letras mundiales. Óscar Garduño habla con él.

Karl Ove Knausgård. Foto © n.ink-live.com

Karl Ove Knausgård. Foto © n.ink-live.com

En busca del tiempo perdido se compone de siete partes publicadas entre 1913 y 1927, y fue una revolución artística no sólo en el ámbito de la literatura sino también en los de la pintura, la escultura y la música.

Ocurrencias de los críticos literarios. Uno de ellos, ignoramos quién, se dio a la tarea de investigar acerca de tu proyecto literario y te calificó como el nuevo Marcel Proust por la manera en que funciona la memoria en tu proceso de escritura; porque recurres a ella tal y como llega, y si falla no importa, tampoco es que te dediques a revisar dónde están distorsionados los recuerdos, sólo los escribes, así como Proust navega de uno a otro hasta conseguir una de las obras más destacadas de la literatura universal.

Vamos, no es para tanto, quizá lo pensaste luego de tocar la guitarra eléctrica. A la semana siguiente escuchas otra declaración que parece publicidad y sientes que en lugar de novelas vendes hamburguesas. No hay que olvidar que la literatura es un negocio, y he aquí una de las primeras claves para comprender tu fenómeno, el fenómeno de las letras europeas llamado Karl Ove Knausgård. Esta vez quien lanza esa declaración es el novelista estadounidense Jeffrey Eugenides, quien tras conocer tu ambicioso proyecto anuncia: Knausgård “ha roto la barrera de sonido de la novela autobiográfica”, es decir, un proyecto literario donde historia personal y literatura van de la mano. Ahora mismo se me vienen ejemplos importantes de novelas autobiográficas: Retrato del artista adolescente, Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio, El lobo estepario, Memorias de un loco y, por supuesto, el enorme y destacable trabajo narrativo que a los 23 años emprende Tolstoi con Infancia, Adolescencia y Juventud, y si conoces la voz narrativa principal de La trama nupcial (Anagrama 2013) sabes que no lo dice cualquiera, se trata del autor de Middlesex (2002), con el que gana el Premio Pulitzer de ficción, y de Las vírgenes suicidas (Anagrama, 1993), llevada al cine en 1999 por Sofía Coppola y con un recomendable soundtrack a cargo de la banda francesa Air; uno de los autores más destacados, con una narrativa cuyas características se plantan sólidas desde la construcción compleja de cada uno de sus personajes hasta los distintos planteamientos que realiza en cada una de sus novelas.

Algo suena. Ahora conviene aclarar que tienes un agente literario famoso, mejor conocido en los bajos mundos editoriales como “el todopoderoso” Andrew Wylie. ¿Quién diablos es este hombre? Es el que defiende los intereses de Roberto Bolaño, W. G. Sebald, Alessandro Baricco, Claudio Magris y Roberto Calasso, entre otros de una lista impresionante de autores, por lo que Jorge Carrión se pregunta en “El canon de El Chacal” (El País, 9 de septiembre de 2014): “¿Si no será Andrew Wylie quién decide en estos momentos el canon de la literatura internacional?” Es precisamente Wylie quien da con tu obra en Noruega, con poco más de cinco millones de habitants y donde has vendido casi medio millón de ejemplares, lo que significa, dice Carrión, que “en cada casa de ese bendito país hay algún ejemplar de los seis volumenes que conforman el magno proyecto de Karl Ove Knausgård: que es la nueva biblia de los hogares noruegos”.

Esto es como una sesión con el psicoanalista o como ir el domingo a confesarte con el cura. En tu discurso literario no hay nada que sea prohibido, sabes que te vas a llevar a muchos por delante; pero qué importa, hablamos de literatura, y ni siquiera te das a la tarea de cambiar los nombres de todos los que involucras.

Te gusta provocar. El título de los seis tomos de tu obra lo dice todo: Mi lucha (Min kamp). Reconoces que si la titulaste así fue por pura provocación… y por una muy buena estrategia de publicidad y mercadeo, pues cualquiera sabe que si hablas de Mi lucha en Europa lo menos que hacen es voltear y verte raro, cuando no salir huyendo de tu vista o sentir repugnancia. Si se trataba de llamar la atención, el plan salió perfecto.

Hagamos cuentas. Estamos en el otoño de 2009. Durante tres años seguidos te das a la tarea de escribir veinte páginas diarias. Sin escoger el tema: una prosa que se desenvuelve como los tentáculos de un pulpo. Eres el hombre que se enfrenta a la vida, que en algún momento no puede con ella y que sin más decide ponerse a escribir.

Si uno se acerca a tu prosa notará que no hay una estructura previa, escribes como se te antoja, aunque luego nos enteramos de que la escritura en esos momentos es para ti un remedio contra una larga crisis creativa tras debutar en 1998 con Fuera del mundo y posteriormente con Un tiempo para todo (2004): “Llevaba tiempo trabajando en el libro —La muerte del padre, primer tomo de Mi lucha— pero no encontraba la forma adecuada de tirar adelante. Un día me puse a escribir de manera embarazosamente confesional, contando cosas íntimas de las que nunca había hablado antes”, dices en una entrevista a Álex Vicente (El País, 17 de abril de 2014).

Esto es como una sesión con el psicoanalista o como ir el domingo a confesarte con el cura. En tu discurso literario no hay nada que sea prohibido, sabes que te vas a llevar a muchos por delante; pero qué importa, hablamos de literatura, y ni siquiera te das a la tarea de cambiar los nombres de todos los que involucras. Lo tuyo es una literatura autobiográfica donde prevalece, por supuesto, un narrador en primera persona, que se trata del propio autor, quien hilvana sus experiencias en dos determinados momentos de su vida: la muerte de su padre por alcoholismo (La muerte del padre) y la separación de su esposa y la recién iniciada relación con otra mujer (Un hombre enamorado).

En la misma entrevista dijiste que “Existe placer en el hecho de leer sobre vidas ajenas, pero también en el de contar la tuya. Narrar tu propia existencia resulta casi lujurioso. Y, como toda lujuria, viene acompañada de culpa y vergüenza. Por lo menos, eso es lo que he sentido yo”. Veamos más adelante como te pegó la culpa, Karl Ove Knausgård.

Uno de los tomos de Mi lucha...

Uno de los tomos de Mi lucha…

Son 3,600 páginas en total de Mi lucha. En español contamos con la traducción de los dos primeros volúmenes: La muerte del padre y Un hombre enamorado (Anagrama 2012 y 2014). 3,600 páginas en total… ¡y que el mundo se vaya a la mierda con sus desastres!

La publicación de Mi lucha significó para ti, antes que el éxito literario, problemas por parte de las personas que mencionas en esos dos primeros libros. Fue el caso de tus tíos, quienes intentaron demandarte por la manera tan despiadada en que los retratas en la primera novela. Es el caso de tu ex esposa, Linda, que aparece en la segunda: “Yo quería dejarla porque siempre se estaba quejando, siempre quería algo distinto, y nunca hacía nada para conseguirlo. Se limitaba a quejarse, quejarse y quejarse”, escribiste; ella también amenaza con un pleito legal. Has jurado que jamás volverás a escribir sobre tí.

A partir del tercer volumen empezaste a escribir con mayor cuidado para no herir a nadie, lo cual le resta méritos a una obra de tal envergadura, porque no es lo mismo admirarnos frente a una escritura libre que recurre únicamente a la memoria —en varias ocasiones has dicho que no tomas apuntes— que a una escritura precedida de una minuciosa revisión para no llevarte entre las patas a los que mencionas —lo cual, por otra parte, no debería importarte mucho, pues otra cosa sería para la literatura si los autores se autocensuraran a partir de suprimir lo que se les pida.

Sin duda, eres uno de los rockstars literarios del momento. Aunque, para ser sinceros, no hay que cantar victoria todavía. Mejores autores se llegan a caer. ®

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Publicado en: Libros y autores

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