En Sin rodeos el intento de utilizar obras de artistas locales resultó contraproducente, pues opacaron las piezas de Romero. Esto no quiere decir que un diálogo productivo entre el arte de Jalisco en el pasado y el arte contemporáneo sea imposible, sino que exhibir arte neoconceptual mediocre al lado de ex votos tal vez no sea la mejor manera de que esto ocurra.
Sin rodeos traza la práctica de Betsabeé Romero e incluye obras nuevas que consideran el legado de varios artistas jaliscienses. Está compuesta por grabados, pinturas y dibujos realizados en cofres de autos, llantas, espejos y papel picado. También se incluyen varias pinturas anónimas del siglo XVIII y ex votos del pintor Jerónimo de León, activo durante los siglos XIX y XX, por ejemplo. A pesar de que el Instituto Cultural Cabañas es una de las instituciones culturales más importantes del estado, a menudo alberga muestras decepcionantes como ésta. Además, varias de las obras de Romero parecen estar dañadas.
Romero combina dos corrientes del arte contemporáneo mexicano que datan de los ochenta y noventa: el neomexicanismo y el arte conceptual. A pesar de que utiliza varios soportes es conocida por recurrir a llantas y automóviles como material e inspiración para sus obras, en las cuales aborda temas como la migración, la velocidad, los accidentes y los milagros. Aunque su práctica pretende reinterpretar los símbolos y rituales relacionados con el capitalismo global, pocas veces aborda estos temas de manera contundente.
A pesar de que el Instituto Cultural Cabañas es una de las instituciones culturales más importantes del estado, a menudo alberga muestras decepcionantes como ésta. Además, varias de las obras de Romero parecen estar dañadas.
Desafortunadamente, los museos locales a menudo exhiben obras de artistas fáciles de digerir, agradables, y parece que el Cabañas no es la excepción. La apropiación de obras de otros artistas y el incesante uso de referencias folklóricas no llevan a una exploración crítica, más bien Romero recicla la cultura visual mexicana de manera trillada. Sus sombreros, monjas, llantas, piezas en cerámica, referencias históricas y colores brillantes recuerdan las artesanías que se pueden comprar en el mercado de San Juan de Dios. Podemos interpretar tal práctica como un juste milieu, pues opera entre la innovación y la academia. Ésta sería una interpretación generosa.
En esta exposición Romero rinde honores a varios artistas de Jalisco que la han influenciado, creando obras acerca del aislamiento de las monjas durante la colonia, la arquitectura modernista y la tradición de los ex votos. Tal diálogo con el complejo patrimonio cultural de este estado tuvo como resultado una revisión superficial de las obras del pintor anónimo, y de figuras como Jéronimo de León, Luis Barragán, Chucho Reyes y Martín Ramírez. Esta revalorización es condescendiente, pues los artistas de Jalisco no necesitan este tipo de atención para seguir siendo relevantes.
No es la primera vez que ocurre algo parecido. Cuando la Fundación Jumex mandó obras al Cabañas en el 2011 también se intentó abordar el patrimonio del estado. A pesar de que las piezas de importantes artistas nacionales y extranjeros constituyeron una selección interesante, sobre todo porque era la primera vez que muchas de ellas se exhibían en Guadalajara, el curador trató de relacionarlas con los murales de José Clemente Orozco y la función original del edificio. Tal vez fue una manera de acercarse al público local, pero la muestra no propició nuevos modos de ver las obras, el edificio o los murales de Orozco. En Sin rodeos el intento de utilizar obras de artistas locales resultó contraproducente, pues opacaron las piezas de Romero. Esto no quiere decir que un diálogo productivo entre el arte de Jalisco en el pasado y el arte contemporáneo sea imposible, sino que exhibir arte neoconceptual mediocre al lado de ex votos tal vez no sea la mejor manera de que esto ocurra.
Existe un arte muy serio, al cual se le puede denominar “conceptualismo tardío”, que es, esencialmente, una recapitulación de lo que Orozco mismo logró durante los noventa. Paralelamente, tenemos una adaptación “nacional”, mediocre, de esta corriente, la cual consiste en añadir elementos folklóricos.
Casualmente, la última exposición de Gabriel Orozco en Faurschou Foundation Beijing incluye llantas. Esta vez el artista ha tomado pedazos de llantas que han explotado, acomodándolas cuidadosamente, como restos de una excavación arqueológica. A pesar de que las obras tardías de Orozco no tienen la misma fuerza que las que produjo durante los noventa, logran que las obras de Romero luzcan aún más irrelevantes. Por lo demás, ambos artistas ejemplifican dos de las líneas más visibles dentro de la escena artística nacional.
Por un lado, existe un arte muy serio, al cual se le puede denominar “conceptualismo tardío”, que es, esencialmente, una recapitulación de lo que Orozco mismo logró durante los noventa. Paralelamente, tenemos una adaptación “nacional”, mediocre, de esta corriente, la cual consiste en añadir elementos folklóricos. Ninguno de estos dos caminos llevan a obras convincentes. Mientras que Orozco se retrae dentro un conceptualismo cerebral, cotidiano (con una pizca del “archival impulse”), Romero busca la legibilidad, sus obras más bien parecen sacadas de sátiras sobre el mundo del arte. Uno de ellos camina sobre sus propios pasos una y otra vez, en esta ocasión para el público chino, mientras que Romero crea, sin darse cuenta, un extraño kitsch conceptual. ®
—Publicado originalmente en Hyperallergic.
Betsabeé Romero: Sin rodeos Hospicio Cabañas, Cabañas 8, Las Fresas, Guadalajara. Termina el 27 de octubre.