Todo es arte…

Ya dejen de criticarlos, por favor…

Me pregunto por qué ninguno de los detractores de Avelina Lésper, después de haberla leído, se ha preocupado por desmontar puntualmente sus argumentos o por desmentir sus afirmaciones.

"Atajo", de Arturo Rivera, 2003

Escribe mi amigo el artista y eventual crítico de arte Eduardo Abaroa en su artículo «Teoría del superfundamento» que le «Causa lástima oír en el programa de radio Resonante, de la revista Replicante, a una crítica admiradora de Arturo Rivera, quien nos informa el contraste que su obra establece con el arte sin fundamento y pretencioso: ‘O sea, la filosofía está allí… Es una carrera súper fundamentada'». Evita mencionarla por su nombre pero se refiere a Avelina Lésper en la entrevista que le hice para nuestro podcast a propósito de su texto «Arte y Narco». Menos mal, supongo que es solamente eso lo que le provoca ese sentimiento en relación con nuestra revista y los más de doscientos autores que hemos publicado desde abril, cuando nos lanzamos como un portal digital (y en la versión impresa, de noviembre de 2004 al mismo mes de 2009, rebasamos más de mil autores). ¿A qué viene este rápido recuento? No se trata de ninguna pretensión gratuita sino de notar, por enésima vez, que en cuanto algo que publicamos irrita a alguien quiere hacer ver a la revista como si ésta, con todos sus colaboradores al unísono, defendiera férrea y homogéneamente un solo y único punto de vista (aclaro que expreso mis coincidencias con Avelina a título personal). Probablemente Abaroa no ha leído los demás artículos sobre arte de varios autores de tendencias divergentes, algunas afines a las de Lésper y otras totalmente encontradas. En total, catorce artículos, de los cuales por lo menos tres o cuatro serán de su agrado, incluyendo el de Lilián Bañuelos y Lorena Peña, «Y sin embargo es arte», escrito expresamente para refutar a Lésper. Los demás, lo siento, también le causarán lástima.

Me pregunto qué tiene de malo ser admiradora, o admirador, de Arturo Rivera, o qué tendría de malo serlo de Gabriel Orozco o del mismo Abaroa, quien seguro tiene algunos —hay de todo en la viña del señor. Me pregunto también por qué ninguno de los detractores de Avelina Lésper, después de haberla leído, se ha preocupado por desmontar puntualmente sus argumentos o por desmentir sus afirmaciones. ¿Qué piensa mi amigo Abaroa de esta frase?: «Las obras de Teresa Margolles, que funcionan como propaganda del narco, son increíbles farsas que existen sólo porque la mayoría está dispuesta a creer, no a pensar. Las bancas realizadas con ‘agua con la que lavaron el cadáver de una niña asesinada en Ciudad Juárez’ son una mentira flagrante pues los cadáveres no reciben baños en tina, el agua circula por el piso, los lavan con mangueras, es imposible recolectarla» (en el mismo artículo sobre «Arte y narco»). Quizá Avelina haya aventurado una acusación grave, pero ni la autora de esa pieza ni críticos como Abaroa se han detenido unos momentos a averiguar la verdad en casos como el de Margolles y muchos más apuntados por Lésper en sus análisis.

¿Dónde está, finalmente, la fundamentada argumentación de Abaroa para descalificar a un pintor como Arturo Rivera? ¿O es nomás porque no le gusta? Valiente crítica… ®

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Publicado en: Blogs, Insolencia

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